viernes, 31 de diciembre de 2010

Último día: ¿nadie se enoja?


Eso siempre me decía mi mamá cuando aún estaba en el colegio y era viernes o cuando era el último día de clases antes de salir de vacaciones. Así partía feliz. Hoy es el último día. El último día del año 2010, el último día de convivencia con J que ya a estas horas, seguramente tiene casi todo fuera de mi casa.

Cuando hoy llegue, va a estar ese maldito clóset vacío. Odio ese clóset vacío, “vacío, una vez más”, a veces pienso en mis momentos Emo. La despedida fue en medio de embalajes, en medio de bolsas llenas de ropa y sólo atiné a decirle “ya, me tengo que ir”, para luego acercarme, darle un abrazo insípido y desearle que le fuera bien. Él me quedó mirando con cara de “¿Y eso fue todo?” y yo sólo le respondí: “Pero, es que… ¿qué más?”. Y me fui, arranqué casi.

En la micro me fui con mi MP3 a todo chancho y con lágrimas en los ojos, pero tranquila. De a poco se me ha ido despejando esa cosa media rara que se me instala en la garganta. Hoy me siento sin duda mucho más aliviada. Quizás tiene que ver con que por fin se cumplió la fecha o tal vez porque creo que voy a ir avanzando o porque comienza un nuevo año, no lo sé.

Recuerdo que cuando era chica y me enfermaba, lloraba dos horas antes que llegara el enfermero a mi casa para pincharme el trasero, pero una vez que llegaba, me tranquilizaba y me portaba como una niña valiente. La partida de JC es como esa inyección, que sé que va a doler, pero que llegado el momento, sé que me va a hacer bien, por lo que lo enfrento y no huyo.


Hoy, a diferencia de otros días, sí tengo ganas de volver a mi casita y de hecho tengo la tarde copada con todo lo que tengo que hacer, siendo una de las misiones, hacer aseo, no sólo porque está mugriento, sino porque así dicen que se sacan las malas energías y se permite el ingreso de otras más renovadas.

Creo que es importante que comience a enfocarme en mí, quizás por primera vez en mi vida, en lo que yo quiero, lo que a mí me hace feliz y ya! Vamos a ver cómo me va… ¡CRUZO LOS DEDOS!

ADIOS 2010… BIENVENIDO: 2011

jueves, 30 de diciembre de 2010

Mi última decisión 2010


He tomado una determinación importante, una resolución que generará consecuencias varias, pero es una buena decisión, por lo menos así lo veo, ya que está enfocada a convertirme en una mujer más autónoma e independiente en el sentido emocional, algo que siempre me ha costado y que no he podido lograr hasta ahora.

Hace poco alguien por ahí me dijo algo sin anestesia que aún resuena en mi cabeza: “lo que pasa es que tú basas tu seguridad y felicidad en tus relaciones amorosas”. Y ahí quedé, pensativa un buen rato, no pude rebatir, sólo me quedé en silencio.

Esa persona poco o nada me conoce, pero dio en el clavo. Y claro, cuando tengo una relación bonita y que va de maravillas, me siento como la reina del mundo, feliz, positiva, pero cuando ésta empieza a decaer o algo pasa, de pronto, muchas cosas dejan de interesarme, cosas que deberían interesarme por mí y no por otro. Y eso me da miedo.

Me espanta bastante, porque puede llevarme a caminos equivocados, a tomar decisiones erróneas, puede incluso hacerme retroceder y me ha costado demasiado avanzar, como para arriesgarme de ese modo.

Aunque me cueste incluso escribirlo, no puedo depender más de otro para que me haga feliz, no puedo depender de sus estados de ánimo, de que si me habla o no me habla, de que si me busca o no. Mi estado anímico no puede estar ligado a ese tipo de cosas, porque me puedo ir a la mierda, qué susto! Y yo conozco lo que es irse a la mierda, y no vuelvo para allá.

Supongo que ya es hora de que tome el control absoluto de mi vida, lo que implica tomar algunas posturas nuevas, lo que implica dar algunos pasos al costado. Esta puede que sea una de las decisiones más difíciles de mi vida…. Y qué curioso que me vea forzada a tomarla un día antes del comienzo de un nuevo año, lo tomaré como una señal. Porque sinceramente, ya no doy más.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Voy a ser tía!!!!


Y siguen pasando cosas este 2010 y cosas buenas y lindas, que es lo mejor. Hoy me enteré que C, una de mis amigas, va a ser mamá. Tiene dos meses, está feliz y para más remate, enamorada.

Me alegro por ella, de corazón, más aún sabiendo que justo la última conversación que había tenido con ella tenía que ver con sus ganas de proyectarse en pareja y de formar familia. Como diría mi otra amiga P “pídele lo que quieres al universo y éste te lo dará”.

Me imagino que su vida va a cambiar del cielo a la tierra, me cuesta imaginarme a mi amiga embarazada y de mamá y no porque no la crea capaz de hacerlo maravillosamente bien, sino porque eso me hace confirmar que la vida va avanzando, que la vida va cambiando. Es bonito eso, da un poquito de susto, pero es bonito al fin y al cabo.

Lo primero que le dije a J, la amiga que me lo contó fue “¡sólo falto yo!”, porque de hecho, es así, ya que ella también tiene a una niñita. Hoy quiero ser mamá (hoy, es un concepto metafórico, no es que ahora deje de escribir y me vaya a poner en campaña jajaajaj). Hoy estoy en un momento especial donde recién, pero es que recién estoy comenzando a construir para mi futuro, por lo que siento que faltan muchos ingredientes, como una estabilidad emocional adhoc, económica, y, por supuesto un postulante oficial de padre.

Pero las ganas están y hasta puedo llegar a visionarme con guatita de embarazada y con un bebé en brazos. Claramente necesitaré terapia para lidiar bien con la responsabilidad que implica traer un hijo a este mundo jajajaja, pero ya tengo a la sicóloga así es que una cosa menos!!!

Es chistoso, pero acá en el lugar donde actualmente trabajo, abundan las embarazadas, incluso andan rodeadas con una especie de poder especial, como una especie de capa intocable, todo lo contrario de mi anterior pega donde embarazada era sinónimo de puros problemas, gastadero en reemplazantes y malos ratos. Acá no, acá las embarazadas como que brillan y pertenecen a un club especial de mamis. Exclusivo y Vip, por lo demás.

martes, 28 de diciembre de 2010

Cuenta regresiva….


Si bien ahora estoy más tranquila que en la mañana aún tengo un nudo en mi garganta y el estómago apretado. Ya comenzó la cuenta regresiva y no precisamente para terminar el 2010, sino que para darle punto final a una era, a un tipo de vida antigua que ya no me acomoda, el fin concreto de una relación que me dio tantas alegrías como penas, el final de una relación importante, quizás la más importante, que me dejó grandes lecciones de aquello que se debe hacer y lo que jamás se debe hacer.

Se acerca el fin de la era “ardilla”, el fin de la era “chancho”, el fin de un tiempo de mucha necesidad emocional, de salvatajes mutuos, de pasar cuentas, de rabia contenida, de impotencia emocional y física.

El fin de hacerme cargo de él, el fin de sentirme poco deseada, el fin de un sueño y de una ilusión que se gestó hace 3 años y que fueron muriendo, agonizando de a poquitito producto del miedo, de la presión impuesta y autoimpuesta, de las historias no resueltas, las conversaciones pendientes, de la imposibilidad de un “nosotros” y por la realidad por debajo de la expectativa.

Pero también es el fin de la complicidad en medio del dolor, del reconocer en el otro todas las emociones del universo, del saber qué es lo que piensa el otro sin decir nada. Es el fin de las “maratones de películas” que jamás fueron maratones, porque siempre nos quedamos dormidos en la segunda, de las idas a nuestro pub regalón, de los gritos clásicos desde la cocina “¡¿Té o café?!”, de las tortillas domingueras con harta carne molida y palta, de los paseos con Marley (este último recuerdo me mató....), de las idas a Los Vilos, de los tacos del Mall, de los escasos, fugaces pero sinceros “te quiero, chancho”.

Es el fin de tantas cosas, pero (y trago saliva) es el comienzo de mi nueva vida, de esa más amena, más feliz, más alegre, más llevadera, de esa donde tengo las cosas más claras, donde vivo conciente de lo que me hace bien y mal, donde me rodeo de gente que me hace bien. Es el inicio de mi convivencia con P, es el comienzo de mi camino, MI camino, es el punto donde parto de cero, donde todo parte, donde el dolor comienza a transformarse en algo más bello, llamado reconciliación o resolución, donde se suelta la rabia, la misma que he llevado sujeta al corazón durante tantos años ya. Es el arribo al lugar donde confío y tomo riesgos, donde en vez de enojarme me da pena, donde perdono a los que me hicieron daño, incluso sin que me lo pidan. Es el punto de partida de mi real libertad.

Es un buen lugar al que me dirijo, pero pucha qué me duele dejar el pasado. Supongo que lo podré hacer, de a poco. Hoy, será un día importante, porque hoy llegaré a casa a limpiar y a ordenar, a preparar la casa para su partida. Lloraré, obvio, hoy estoy de luto, estoy de duelo seguramente por la primera vez en mi vida.

lunes, 27 de diciembre de 2010

The X effect


Pucha qué era notable ese programa de MTV, ese donde de manera macabra juntaban a dos exes para un fin de semana romántico (sin que ellos supieran, obvio) mientras sus actuales parejas miraban a través de un monitor instalado en otra habitación todo lo que hacían y decían.

Tortura china para cualquier cristiano. Es que esta cosa de el o la “ex” es media compleja encuentro yo. A ver, analicemos, viví (aún vivo, pero esta es la última semana) con mi ex durante 5 meses. Loca, lo sé. Ha sido una experiencia, a ratos aterradora, a ratos divertida. Ahora, no sé qué sucederá cuando se vaya de mi casa, si seguiremos como amigos, si eso será viable o si traerá más enredos o qué. Pero tengo claro que tiene que haber un distanciamiento para avanzar, de lo contrario, sigo anclada a lo que fuimos.

Hoy no soy amiga de ningún otro ex, por lo que supongo que eso deja en claro que por lo menos en mi experiencia, no se ha podido transformar una relación de amor a amistad. Pero quiero dejar en claro, que en algunas casos me habría gustado, por ejemplo con mi ex marido. Yo, feliz lo tendría por lo menos en el MSN. No se trata de que salgamos juntos o compartamos intimidades, sino de mantener una buena onda, pero…. no se pudo más que todo por su parte, ya que hubo un momento en que me tinca que me hizo hasta vudú.

Anterior a él estuvo otro personaje, bueno de alma, pero aterrador, nunca se me olvidará que me dijo que si lo nuestro terminaba ¡se iba a meter al seminario! Y ojo, que lo dijo en serio. Hoy este postulante a cura, está casado con una niña que tiene mi mismo nombre y mi mismo tipo, freaky!!!!!!! Con él recuerdo que intenté ser amiga, pero no había caso, siempre me tiraba la onda lastimosa. Aún me acuerdo cuando me mandó un mail recordando (aclaro que ya habían pasado como 6 meses desde que habíamos terminado) el “aniversario” de nuestro primer beso. CUEK.

Anterior a ese personaje, estuvo F, un chiquillo con el que pololié cuando estaba en el colegio. El idilio duró 1 año, lo que para ese entonces era una eternidad. Post quiebre, quiso ser mi amigo y me siguió llamando por teléfono (en ese tiempo no había MSN) durante ¡7 años! En todo ese tiempo, nos vimos una sola vez, pero en esa oportunidad me hizo un escándalo en plena calle, por lo que decidí nunca más juntarme con él. Dicho y hecho, claro que seguimos hablando por todo ese tiempo. Incomprensible él y yo también que le contestaba. Hasta que un día no llamó más. Presumo que cayó muerto o se le ocurrió que estaba haciendo el loco, una de dos.

Y, para de contar. Mi amiga P fue durante muchos años amiga - confidente de su ex, el mismo que le puso el gorro, tuvo una guagua y se quedó la “otra”. Le decía siempre que estaba tan arrepentido, que era tan infeliz, bla bla, claramente la amistad tan cercana se diluyó.

Mi ex tiene a su ex en MSN, se saludan para los cumpleaños y sería. M extirpó de su vida a su ex. Al parecer la relación con los exes es demasiado compleja. Ahora, yo intento no ser enrollada con las ex de mis parejas, bueno, salvo cuando llaman pasada la media noche… algo de dudosa intención (me ha pasado).

Incluso suelo ser bien curiosa, me gusta conocer a la o las mujeres que me antecedieron. Me gusta saber cómo eran, cómo no eran, sus historias, si eran bonitas o feas, en qué somos distintas o parecidas, me gusta saber supongo en qué terreno piso.

Claro que a veces es tanto lo que pregunto que me empiezo a enrollar. Onda, “chuta, era más linda que yo (después de ver una foto), o hacía esto que no hago yo”. Con M en particular debo decir que además de curiosidad siento algo, sólo algo, de temor respecto a su ex, porque mal que mal no es una ex cualquiera, es una ex novia, la mujer con que hace unos 9 meses se iba a casar. O sea, ella tiene una especie de inmunidad o fuero, una especie de puesto VIP que yo no puedo tocar.

¿Y si ella algún día lo busca? ¿Y si él se da cuenta que aún la ama y quiere volver? ¿Y si por casualidad se encuentran? Y si. Y si… ¿y si se me cae un pedazo de techo ahora mientras escribo y me mata? Esas son las probabilidades.

Bueno, cuando se me vienen esas aprensiones, recuerdo o trato de recordar que si ella tiene el título de “ex” por algo será y que en cambio yo tengo el beneficio del presente. Igual no me arriesgaría a entrar al programa de MTV para ver qué es lo que pasa entre ellos dos en un encierro romántico ¡ni ca!

Y ahora que lo pienso yo he vivido en esa especie de reality con mi ex, claro que sin cámaras, ¡por suerte! De lo contrario, más gente diría que estoy derechamente para el peral ji ji.

Mi Navidad


Estuvo piola, tranquila, conversada, pero también sorpresiva. Lo pasé con Frank y Paris, junto a mi incondicional Marley, incluso me quedé esa noche en mi ex casa. Los quiero a los dos, claro que debo decir que cada vez que sé que los voy a ver en una jornada prolongada, me preparo sicológicamente para sus peleas y discusiones bobas del estilo “ya poh vieja, ven a sentarte, siempre te dai muchas vueltas” o los “viejo, ¿qué estás haciendo? ¡No! Pucha qué eres torpe” o la infaltable acotación respecto a mi peso “qué bueno que no has subido, antes estabas muy gorda”. Nice...

No hay Navidad sin estos argumentos, no hay juntas sin estos alegatos, ni visitas sin estas acotaciones derechamente desubicadas. Antes, no las soportaba, pero ya con los años y, después de algunas terapias, me doy cuenta que es lo que hay y a partir de eso hay que acomodarse y construir una relación con ellos.

Como sea, estuvo bien, incluso con mi padre – hombre al que le cuesta esta cosa de las emociones – tuve una conversación, si bien express, bastante profunda y que no estuvo, en esta oportunidad, construida en base a bromas como que soy la Elizabeth Taylor de la familia porque llevo a cuestas una separación.

Hablando del futuro, me dijo y cito textual “hija, lo que tienes que hacer es buscar a alguien a quien querer y que te quiera devuelta”. Esa frase, que es muy simple, sin grandes palabras ni artilugios me quedó rondando por varios días. “Buscar alguien a quien querer”, aún me hace ecos, porque me hace tanto sentido, la encuentro poderosa y bella, más aún viniendo de Frank. Y es justamente lo que voy a hacer y es justamente lo que estoy haciendo, granito por granito, paso a paso.

Esa fue la primera parte de mi Navidad. La segunda patita fue con M. Nos juntamos el domingo a almorzar. Qué rico juntarse con él con la mente despejada y sin 9 horas de trabajo encima, el panorama cambia completamente. El tema es que de la nada, me dice “oye, el viejito pascuero, más tonto, cachai que se equivocó, vino para acá y te dejó algo para ti”.

Y yo con cara de plop lo miré mientras me pasaba una deliciosa cajita de chocolates. Ahí quedé, con mi discurso de "no importa que no nos regalemos nada, porque si lo hago quizás va a pensar que estoy muy embalada" – en la mano. Con el corazón detenido y con ganas de decirle miles de cosas. Sólo atiné a mirarlo, lanzarme a sus brazos y darle las gracias, excusándome de no tenerle nada… “No importa, hay tantas otras formas de demostrar el cariño”. Y ahí quedé de nuevo, apenas respirando.

No fueron los chocolates, pudo haber sido una pelusa y yo habría reaccionado igual. Fue el gesto y lo que hay detrás del gesto, fue lo que rodea al gesto, fue lo que dijo sin palabras.

En el camino devuelta a mi casa, dije – sin pensar, obvio, porque si la pienso me da miedito – “ojalá que esto durara para siempre”. Él me miró y me dijo “entonces hay que cuidarlo”. Y lo hago o por lo menos lo intento. Lo que tenemos, que no tiene nombre, ni plazos ni conoce de imposiciones ni de rutinas, ilumina una parte de mi vida que ha sido azarosa, que ha estado llena de espinas y de contradicciones.

Me ha costado ser feliz en pareja, vaya ironía para alguien que no sabe estar sin alguien al lado. Pucha qué me ha costado, pero hoy siento que merezco lo mejor, lo más lindo, un hombre que me quiera con todo, que me ame, que me desee, que esté ahí cuando lo necesite y no sólo cuando se acuerda. Hoy no aspiro a menos.

viernes, 24 de diciembre de 2010

La teoría de las cinco citas


Anoche con M arrendamos una película y continuando con mi mala racha blockbusteril, se me ocurrió elegir una que se llamaba “Al diablo con el amor”, protagonizada por los mismos actores de “My big fat greek wedding”, claro que la actriz aparece mil veces más flaca, rubia y ¿joven? Curiosidades.

Bueno, la película realmente era un bodrio, (esta vez la vi, casi, pero casi, sin interrupciones de tipo eróticas jajaja) para qué voy a decir una cosa por otra, pero me llamó la atención el rollo de la protagonista. Ella decía que cinco citas era lo suficiente como para pasarlo bien con un hombre, tener romance, buen sexo, y entretenerse sin sufrir. Ella aplicaba esta estrategia al pie de la letra y aseguraba que siempre andaba feliz.

Y me quedé pensando un rato en eso, porque justo justo por la tarde había estado conversando con una compañera de trabajo que llevaba a cuestas un matrimonio de 14 años (con hijos y todo el paquete) pero que me comentaba que no sabía bien si era feliz, que quería a su marido, pero que no sabía si lo amaba, porque ya estaba cansada de hablar y pedir y esperar cosas que nunca llegaban de parte de él.

“Habrá alguna forma de negociación”, le dije yo, con la esperanza que me dijera algo como “sí, puede ser”, pero me contestó que en realidad no estaba ni ahí.

Y estuve pensando en esta cosa de la pareja y de los años juntos, de la convivencia, de la rutina, del sexo, el erotismo, el gusto, la atracción…. Qué miedo, pero no conozco ninguna pareja que lleve años, que conviva o esté casada y que se declare feliz. Siempre hay alegatos, quejas varias, frustraciones, promesas no cumplidas. Uf.

Para qué ir tan lejos, cosa de ver a mis papás que llevan, más de 30 años de casados, que estoy segura que se quieren y que se tienen cariño, pero que no estoy cuán segura respecto a qué tan felices han sido juntos. Me daría miedo preguntarles, si es que se volvería a casar si es que pudieran retroceder el tiempo. Supongo que llega un momento en que dejas de luchar y te resignas a lo que hay, te acomodas, te adaptas y sigues en silencio.

Eso me hizo pensar en esta teoría de las cinco citas del personaje de la película, igual encuentro que es una exageración, o sea cinco encuentros es muy poco ya que si es que a la sexta salida, ya sufres, es porque todo mal, pero tal vez hay un tiempo límite de felicidad máxima cuando de amor se trata.

O tal vez, el amor inicial, esa cosa adrenalínica, con mariposas en la guata y erotismo a prueba de todo, comienza a transformarse en otras cosas. No sé. Siempre he tenido la duda y quizás muera con esa pregunta en mi mente.

Supongo que la cosa funciona de acuerdo a cada persona y a sus niveles de tolerancia a la frustración. Quizás para mí lo que jamás podría ser tachada como una historia de amor, es para una persona el romance más hermoso que haya existido jamás. Tal vez para alguien el tener más una amistad que un amor con su marido o pareja, le sea más cómodo y más llevadero que una pasión desenfrenada. Y en una de esas, hasta le pueda hacer feliz. No sé.

El tema me da miedito, de hecho me da como escalofríos y una continuidad de soponcios. Qué susto pensar que pase lo que pase, estés con quién estés, hagas lo que hagas, al final esa cosa romántica y pasional se va a acabar.

En una de esas, la solución es la del pololeo eterno, o la de verse no tan seguido, o la de ser por siempre un amante, o la de convivir pero dormir en camas separadas o la de incluso emparejarse y validar la posibilidad de infidelidad.

Mi presente hoy está lleno de mariposas en la guata, de pasión, de ganas de ver al otro, de erotismo full, de caricias, de abundancia de besos, abrazos y palabras lindas. Y quisiera aferrarme a todo eso por mucho tiempo, lo que más pueda. ¿Por siempre? ¿se podrá? Y si otros no lo han logrado ¿por qué lo tendría que lograr yo? En fin, así me la paso.

De repente, así como muchas cosas en la vida, hay que aspirar a un equilibrio. O sea, entender de que quizás las cosas no van a ser tan explosivas como al principio después de unos cuantos años, pero también ser capaces de negociar, conversar y planear.

M una vez me dijo que el amor había que trabajarlo, que había que conversarlo. Creo que tiene razón, es más, alguna vez escuché o leí – no recuerdo bien- que el matrimonio al final era una conversación que duraba toda una vida. Bonito concepto, claro que va unido a ponerle pino, tener mucha confianza, comunicación y fe.

Yo tengo la esperanza que sea así por último, que esa sea la “solución final”, porque sé – y lo digo por experiencia propia – que el amor no basta, aunque suene grinch y mala onda. Tiene que haber más que eso, tiene que haber ganas y conciencia de esas ganas.

Tal vez el secreto está en cada cita hacerse la amnésica, como la película “Como si fuera la primera vez” esa con Drew Barrymore y Adam Sandler, donde ella padece de un amnesia a corto plazo (lo que hace un día, al día siguiente ya lo olvida) por lo que lo obliga a él a conocerla y enamorarla de una manera distinta todos los días de su vida. ¿Aplicable? Puede ser...

jueves, 23 de diciembre de 2010

Wonderworld EIBICI UAN


Me carga la gente pituca y siútica para más remate. Me cargan las minas que dicen (con una especie de odioso grito) “¡Gaia!” porque no son capaces de modular la doble ele, que debe ser considerada C3. Me cargan las minas que encuentran todo lo que es de Plaza Italia para abajo “rasca” y que la ropa de Patronato es última, siendo que cada vez que voy para allá está llena de cabras chicas del sector oriente y que existe un Patrolais, no estoy bromeando, en serio que existe, y con ese nombre en Vitacura.

En el último tiempo he tenido de manera forzosa (mi trabajo queda al lado de un shúper (no súper) mall de arriba) nadar entre medio de estas especies. Muchas veces me siento como un atún en un acuario de puros peces tropicales, pero intento vaipacear (qué flaite este concepto, me encanta) esa sensación con humor.

Igual, debo confesar que he debido tragarme mi orgullo de chica de jeans, condoritos y poleras con dibujos y colores estrambóticos, para poder mimetizarme un poquito en este acuario eibiciuan. Por lo que antes de entrar a trabajar, mi madre – mi personal shopper top – invirtió unos cuantos pesos en mi nueva imagen de chica editora de una revista creada para cuicas.

Y parece que me mimetizo un poquito, porque hay gente que piensa que soy cuica o “ABC1”. De hecho, me lo encaró una compañerita con dilemas de esa especie y yo con humor le dije “¿ABC1? Eso no es lo que dice mi cuenta corriente” jajajajaaj, lo que es peor, eso fue en serio!!!!

Nunca he sentido complejos de clase social, no me interesa pertenecer a más arriba ni a más abajo, me gusta el medio, no tengo aspiraciones sociales y me meto por buena parte cuando alguien me dice que vive en tal o cual comuna ¿qué me importa a mí?

Pero no puedo dejar de mirar con sarcasmo algunas cosas chistosas, como este cuadro de ejército de rubias (reales, esas sin raíz) que andan juntitas en el mall, que comen comida chatarra porque son rebeldes, pero que andan cargadas de paquetes de la tienda Zara.

Un día en el patio de comidas, recuerdo que me iba a sentar en un lugar y apareció una señora que se me adelantó y me dijo “está ocupáo” (acento en la A, por la papa en la boquita). Yo quedé, ahí, mirándola perpleja con mi bandejita en la mano, Y luego en silencio me di la media vuelta. Supongo que la educación no tiene nada que ver con plata, y ella es un claro ejemplo.

Ojo, no es que sea resentida social y que me cargue la gente con plata, ¡no! Yo admiro bastante a quienes han logrado cosechar fortunas, generalmente se trata de personas inteligentes. Pero me carga el arribismo. He conocido personas con dinero que si no supieras que tienen tanto, jamás se te habría pasado por la mente que es así y también me he topado con personas que no paran de hablar de marcas y de puras hueás y que generalmente no tienen donde caerse muertos.

La gente súper hiper light continuada (uno puede ser superflua, pero no todo el rato) y derechamente gueona me da sueño. Y no estoy hablando de ser intelectualoide (me cargan esa gente también) si no de ser alguien capaz de tener un tema de conversación interesante más allá de la tele, los famosos, lo último en belleza, moda, o sea, a mí también me gustan esos datos, pero creo que tengo más que decir que eso, todo en su contexto.

Acá, por estos lares, se da bastante esta cosa de clase social, da para una teleserie tipo Los Subercaseaux v/s los López. A veces me siento como en la época de Carrera, O’Higgins, onda… “no, tú eres de clase elite, en cambio yo (léase como sho con tono penoso) soy del pueblo y no tengo qué comer…" y ojo que también se da a la inversa “Tú eres del pueblo, qué latita gaia, hello! No puedo hablar contigo, em, gordito ¿me llenó la Toyotomi?”. Dios, no lo aguanto.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Tú en mi mundo….


Hoy nos volveremos a ver.

Pasa que cuando sé que nos encontraremos ando con el ánimo por las nubes, como cabra chica en el día de su cumpleaños, ando feliz, y se me nota.

He descubierto que siempre pienso en él en la micro, camino a la pega. Aferrada a mi MP3 (a mi cartera, y a mi persona, ¡cómo odio el Transantiago!) rememoro encuentros pasados, palabras intensas o recuerdos chistosos. Típico que me río sola y la gente me mira como demente. Pienso en él y sonrío.

La primera vez que me pasó fue hace bastante tiempo (creo que cuando nos volvimos a reencontrar hace unos meses y nada estaba dicho ni escrito). Recuerdo el momento en que pensando en él, sonreí, como un acto reflejo no voluntario, como un impulso que no pude controlar. Me dio susto, en esa primera instancia y de inmediato me puse seria, intentando guardar la compostura, pero ya no, me río no más.

Anoche hablando de aventuras y futuros me dijo algo que podría sonar cotidiano pero que en verdad implica un pasito importante entre dos personas: la incorporación al mundo del otro.

Me dijo que le gustaría que en un futuro yo conociera a una amistad suya, una muy querida de la que me ha hablado. A la vez yo también le dije que me encantaría que conociera a mi amiga del alma P, de la que tanto le he hablado también.

Es raro y sinceramente no sé bien a qué se deberá (en una de esas el hecho que el anuncio sea a futuro me calma), pero la verdad es que usualmente a mi esas cosas de las “presentaciones en sociedad” me ponen los pelos de punta.

Hay siempre tanta presión detrás, típico que te miran con lupa, y que van tomando nota de lo que dices o haces, para luego, en secreto dar el veredicto a la persona en cuestión, pero la verdad es que en esta ocasión no me dio esa sensación desagradable de soponcio. Al contrario, fue como “¡ah, bkn!”. Aunque igual seguramente en el momento y en los minutos previos voy a estar un poquito nerviosilla, pero manejable.

Recuerdo que esto de “tú en mi mundo” me implicó con mi ex pareja, peleas varias. Me acuerdo perfectamente cuando, tras estar juntos más o menos 1 mes, y luego de sólo unos días de que mi ex marido se fuera de casa, él quería a toda costa que conociera a su mejor amigo.

Yo, con sopor y con horror, no fui capaz. Me negué a entrar en su mundo de esa forma, como estrellándome, confundida, tremendamente triste y por imposición. Era como una sensación de ahogo, era como si yo estuviera traspasando mis propios límites….Era otra época.

Hoy sí quiero ser parte del mundo del otro. Hoy sí quiero que él sea parte de mi mundo. Sí puedo y me lo permito también. Quiero conocer a la gente que le importa, quiero conocer los lugares que ama, quiero estar ahí y quizás, sólo quizás ganarme un espacio en su universo.

martes, 21 de diciembre de 2010

Gata engrifada


Tengo miedo, terror para ser más exacta de que me hagan daño. Por lo mismo a veces ando como gata engrifada, ante cualquier señal o signo de “ataque” yo salto, lista para contra atacar, así he sobrevivido toda mi vida, así me enseñaron y aprendí a sobrevivir.

Pero hoy, quiero vivir, ya no me interesa la faceta de “survivor”. Pero eso implica tomar riesgos y aceptar que existe un margen de error. Lo asumo de manera conciente, quizás por primera vez en mis 30 años.

Lo que pasó esa madrugada me hizo darme cuenta cuán vulnerable realmente soy y cuánto susto tengo de confiar en un hombre, sí la misma especie con la que hace un tiempo declaré enemigo público. Cuesta dejar de pelear, de pegar arañazos ante cualquier cosa, cuesta dejar de defenderse.

Hay grandes lecciones detrás de lo que pasó y que poco o nada tienen que ver con mi primera reacción de gata engrifada, con mi primera reacción de huida o de reversa ni con los recuerdos vivos de esos hombres del pasado, ni con las heridas que aún me sangran.

Una de las grandes lecciones es que a veces, sin querer y sin intención, las personas se equivocan. Y duele, vaya que sí, pero el estar frente a un hombre que es capaz de escuchar y entender, me hace darme cuenta que es mejor que la gata engrifada se quede en la casa, ya no la necesito, tan sólo necesito alzar la mano y decir “hey, esto me duele, conversémoslo”.

Descubrí que no sólo me cuesta soltar el pasado, sino que también el futuro, lo que podría pasar. Me cuesta vivir en el hoy, en el presente, en lo que hay y lo que hoy hay es bueno, mucho más de lo que jamás pensé.

Tengo mil inquietudes, mil pensamientos, mil sueños y mil presentimientos, pero siento a la vez que no es tiempo aún de enfocarme en ellos, están, me susurran secretos al oído, pero no puedo hacer más que esperar. Esperarme, esperarlo.

No sé esperar, pero ya aprenderé. No sé tener paciencia, pero tendré a que aprender a tener. Y menos sé soltar el control, pero lo intentaré.

Miau....

sábado, 18 de diciembre de 2010

Y... desperté


Hoy desperté boca arriba, instalada en una cama gélida, media vacía, y vacía mi alma, una vez más. Desperté desnuda, vulnerable, con frío, pero desperté a la realidad, esa que a veces no me gusta y me cuesta ver o escuchar, esa que me aprieta el corazón.

Me costó levantarme de esa fantasía donde todo estaba marchando bien, donde me sentía a gusto, en confianza. No hubo alternativa tampoco, ya que a patadas me sacaron de esa sensación de seguridad. Me levanté y me puse la ropa, confundida y con vergüenza.

Quedé muda, las palabras desaparecieron, se me paralizó la boca. Así me fui en silencio hacia mi casa, hacia el único verdadero lugar seguro que tengo. Me fui en silencio pensando y sintiendo ese mismo vacío de antaño, esa soledad que pensé que había extirpado, pero que con sólo un par de palabras o un par de acciones, volvió a clavarse en medio de mi corazón.

“¿Qué pasa?”, me preguntó, “nada”, logré esbozar, hastiada, enrabiada, cansada, con sueño y aún a medio despertar. Pero la verdad es que pasaba “todo”, pasaba el pasado, pasaba el presente, pasaba la sensación de ser usada, de ser sólo la entretención del viernes, de ser sólo un cuerpo inerte.

De pronto sentí su mano tocando la mía y me incomodó. No sentí la caricia, sino que sólo una mano, ajena, extraña, irreconocible. La distancia se había colado entre los dos.

Y en ese trayecto de vuelta, que me pareció que duró una eternidad, me reencontré con los fantasmas de antaño, con todos aquellos hombres que pasaron por mi vida y que no me enseñaron más que ser fría y no sentir, que me adiestraron respecto a cómo lograr la apatía completa, de cómo tener sexo sin intimidad, de cómo desaparecer y convertirme en otra.

Me reencontré con ellos, me saludaron y creo que hasta quisieron darme la bienvenida, por lo que me tuve que aferrar, por lo que me estoy aferrando, a todo lo que he logrado hasta ahora y que no ha sido cimentado con aire.

Tengo pena, porque hay cosas con las cuales sé que hoy no puedo ni quiero lidiar. Tengo pena porque pensé que quizás esta vez podía ser diferente para mí. Tengo pena porque esta vez confié y confié harto, porque me dejé llevar, porque me reí con ganas, porque tuve fe, porque sé que hay cosas, que como las de esta madrugada, se quedan ancladas en el corazón y no hay vuelta atrás, porque son esas cosas las que detienen el tiempo y los sentimientos que nacen, por muy genuinos que sean, porque son esas cosas las que marcan diferencias, porque son esas cosas las que nos delimitan el querer, el añorar y la realidad.

Con los ojos llorosos hoy por la tarde, tuve que despertarme bien y trazar estos nuevos límites de autoprotección y de cuidado personal Ya no sirve el freno de mano, requiero de un escudo y…. sinceramente no me acomoda, si es que lo quiero es algo lindo y sano. Ya no estoy para escudos ni batallas de control, ya no estoy para andar armando estrategias, hoy estoy para mejores cosas.

Prefiero la sinceridad antes que tanta palabrería, sueños y promesas, mejor aceptar las cosas como son, y los roles que hay. Claro que el papel de la amante del viernes prefiero que se la den a otra. Paso.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Mis proyectos 2011


Este 2010 gané y perdí. Lloré y reí. Recordé y olvidé. Tuve reencuentros y desencuentros. Di la bienvenida y dije adiós.

En vista de todo eso, hice un listado de mis propósitos 2011 que nada tienen que ver con mis deseos para el 2010. Es más, mi vida, casi nada tiene que ver con mi vida del 2010. ¡salud por eso!

  • - Tener una relación de pareja linda, romántica, dulce e intensa.

  • - Aprender a amar y ser amada de manera sana, sin cargas del pasado y sin toxicidades.

  • - Aprender a ser más individual, a ser más egoísta, a quererme más

  • - Aprender a confiar un poco más en las personas

  • - Amar, amar y amar

  • - Ser amada, amada y muy amada

  • - Tener más fe

  • - Aprender a soltar

  • - Ser feliz con el hoy y no pensar en el mañana

  • - Aprender a tener menos miedos a los cambios
  • miércoles, 15 de diciembre de 2010

    Sexo, SExo, SEXo, SEXO!!!!!!


    Me encantan los principios de los principios de las relaciones. Sé que suena infantil y hasta quizás hueco, pero qué ganas que esos momentos, llenos de adrenalina, nerviosismo y química a prueba de cansancio, horarios extendidos y lugares no apropiados, durara para siempre, ya bueno, para no ser tan golosa, por lo menos 10 años….

    Yo ahora vivo uno de esos momentos y los estoy disfrutando a concho, intento captar en mi mente cada uno de los detalles de las caricias, de los besos apasionados, las palabras llenas de deseo, llenas de intensidad e intencionalidad. Son de esos momentos que no hay nada a medias, que uno está donde uno quiere estar y con quien se quiere estar no por compromiso, ni para no hacer sentir mal a nadie, sino por deseo. DESEO.

    Por esa cosa media animalística que tenemos todos los seres humanos, pero que por alguna razón, comenzamos a perder cuando la rutina se instala, supongo que ahí nos humanizamos.

    Esa cosa de oler, saborear, acariciar, besar, tocar, sentir, lamer (y podría seguir con los “ar”) es realmente único. He llegado a la conclusión que al igual que los animales que se gustan por el olor, nosotros, los humanos, funcionamos de manera parecida, hay una cosa de química, de compatibilidad de olores bien interesante y no estoy hablando de colonias, ni cremas ni perfumes, estoy hablando de piel.

    O sea, rico igual cuando se mezclan las dos cosas, pero la química emana del cuerpo y no de la última colección del Emporio Armani, eso es una ayudita que nos brinda el mercado y digámoslo, que a algunos les hace falta conocer un poco mejor, jajaja.

    Hoy me siento deseada como hacía siglos no me sentía, me siento más mina, ando mirando lencería bonita, ando pensando en el kamasutra, en cómo podemos mejorar las técnicas, ando prendía, casi como adolescente. Y me gusta, aún cuando eso implica a la mañana siguiente – luego de tener sexo non stop – me veo obligada a recordar que no tengo 18, sino que 30, al sentir que me duele todo mi cuerpecito (por falta de training) y que lo único que quiero es dormir.

    Los dos nos reímos de nuestros viejazos, a veces a carcajadas. Esa es una nuestras gracias, el “sexo-humor”, como lo calificó yo, podemos estar tirando en un momento y al otro, estar llorando de risa por alguna lesera pasada o del momento. Con él me río y me río.. a veces no puedo parar, no podemos parar, así como a veces no podemos parar de besarnos, tocarnos y mirarnos….. Es como el comercial de Bigtime y la mina que dice padecer de "magnetitis". Yo hoy tengo magnetitis.

    Supongo que estoy en estos momentos exquisitos de libertad, donde – aunque a veces pasan lapsus – está claro donde uno termina y parte la otra persona. No estamos mezclados, no estamos revueltos, estamos juntos, pero con una distancia suficiente para extrañarnos y no hastiarnos. Y me pregunto mil veces ¿será posible mantener toda esta cordura y sanidad cuando algo así se convierte en oficial, cuando entran a jugar las amistades mutuas, los padres, el entorno, la gente, los trabajos, los rollos, los planes, los proyectos, los sueños, los miedos, los egoísmos, las miserias, las trancas, las proyecciones, las expectativas……..? Ay, me estresé.

    Hay gente con fe, que dice que sí, que se puede, pero que hay que trabajar en esa parte, todos los días, hay otros que con un pesimismo terrible, dicen que no, que al final todos llegamos a la misma abulia y están los como yo, que prefieren mantener sus opciones abiertas con un gran e infinito QUIZÁS.

    lunes, 13 de diciembre de 2010

    El desenredo de mi madeja


    A veces me siento enredada entera, pero no hablo de síntomas de confusión, sino signos de no saber resolver algunos asuntos del pasado que por lo mismo, aún me rondan a pesar que ya apestan a naftalina.

    Es un agote el seguir con una patita anclada a lo que fue, anclada a lo que no resultó o a lo que perdí. Es un agote sentir que el presente sigue siendo una extensión muy sutil del ayer. Me aburrí. Además que presiento con todos mis sentidos que el 2011 va a estar enfocado a quemar el pasado y a construir un nuevo presente. Estoy mentalizada en eso, por muy duro que sea.

    Y justamente para no entramparme en ese proceso divino hoy parto nuevamente con mis sesiones con Pamela, esa sicóloga notable que me ayudó en mi momento más triste y oscuro.

    Me da un poco de miedo, lo reconozco, porque sé que de ahí van a salir muchas cosas, algunas quizás no muy bonitas, que tendré que enfrentarlas a cara descubierta, tal como lo he venido haciendo hace un rato. Pero no importa, estoy lista.

    Y en medio de mi camino llamado “desenredando la madeja”, está M…. dulce e intenso. Hay muchas sensaciones y sentimientos que se cuelan entre el espacio que nos une y que me ponen la piel de gallina, que me hacen pensar en cuánto hay de casualidad en esta historia o cuánto hay de destino. En cuánto poder de decisión tuve a la hora de elegir invitarlo a mi mundo o de unir fuerzas, como tan sabiamente me dice.

    Su lucha, sus batallas diarias, me generan gran admiración y lentamente he ido cayendo en la cuenta que él es parte de mi proceso de sanación y reconstrucción. Si bien él no es ninguna solución en sí es parte de una gran resolución relacionado con las cosas que quiero hoy para mi vida, con cómo quiero amar y cómo quiero que me amen, con cómo quiero enfrentar en un futuro una nueva relación libre de episodios tristes o derechamente traumáticos.

    Él es una de las luces en mi camino…..

    martes, 7 de diciembre de 2010

    Mi 2010


    He estado pensando en cómo podría resumir lo que ha sido mi 2010 y llegué a estos calificativos: intenso, eufórico, ilusionado, decepcionado, feliz, infeliz, trabajado, descansado, apasionado, inerte, valiente, cobarde, mágico, infernal, con mucho cambio y con muchas cosas que aún no cambian.

    Así de variado fue este año para mí y sin ánimo de hacer alarde, ni tampoco de caer en contradicciones, creo que ha sido uno de los mejores años de mi vida. Fue el año que desperté, fue el año que tomé conciencia, fue el año, que renuncié a un estilo de vida, fue el año que renuncié a ciertos aspectos oscuros de mi vida, fue el año que renuncié a conformarme y que decidí que para la próxima quiero ser amada, pero bien amada y que quiero amar con todo.

    El 2010 fue el año que ocurrió el milagro del reencuentro con mi sobrina y con mi hermana. El 2010 fue el año en que cumplí 30 años, fue el año que se gestó un proyecto en mi corazón.

    Y claro, fue un año de grandes pérdidas y también de derrotas, batallas no ganadas, pero aún así siento que ha sido un gran año.

    Lo que se viene para mi el 2011 es grande, más cambios, más batallas, más lucha, más ilusiones. Si el 2010 fue el año del cambio, el 2011 quiero que sea – y ojalá que se pueda – el año de concretizar lo soñado y anhelado, aunque sea con pasos de bebé. Lo importante es avanzar y yo quiero sólo mirar hacia delante.

    Hasta este punto volvería a hacer todo lo que hice este año, incluso lo que se podría considerar un error… nada fue un error, todo parece ser parte de algún plan…, ahora cuál.... hay que esperar :)

    miércoles, 1 de diciembre de 2010

    Qué extraño extrañar


    Siento como que si hubiese pasado un siglo desde que no sentía esta cosa gutural, esa sensación de extrañar algo, de extrañar a alguien por ningún motivo aparente, pero a la vez por todos los motivos evidentes.

    Esa cosa de sorprenderme de un momento a otro, sonriendo por recordar algún momento, riéndome por alguna lesera o por alguna declaración que sin decir nada, lo dijo todo.

    Qué tentación dejarme ir por todas estas sensaciones, qué tentación dejar de pensar en todas las circunstancias, peros, en todos los cuidados, frenos de manos, lecciones pasadas y toda esa enorme listado de prevención que uno comienza a acarrear con los años. Pero no puedo, hoy por lo menos, no puedo. Necesito antes hacer mil otras cosas, necesito antes tener esa certeza de que es real.

    Así es que tan sólo me queda extrañar y sentir esto como un mini principio, bien mini, de lo que podría ser...

    lunes, 29 de noviembre de 2010

    Estar sin estar


    Tengo el mal de la mamá – pareja, así lo acabo de denominar. No sé bien cuándo surgió esto en mí pero tengo la maldita tendencia de convertirme en esta mujer súper poderosa que cobija a sus parejas, que siente la necesidad imperiosa de salvarlos de sus males, de llevarlos por los caminos difíciles que les toca enfrentar.

    Si sé, suena patético y poco saludable. Si sé que no hay nada peor que convertirse en madre de la pareja, si sé, si sé, si sé. Pero aún sabiendo eso, me tienta y siempre estoy al borde de hacerlo, es como si tuviera que concientemente tomar la decisión de detenerme para no volver a caer en eso que tanto daño me hace.

    Y eso que odio a los hombres bebés, qué contradicción la mía. En alguna parte de mi historia, creo que fue post separación, mal entendí el concepto de compromiso y de apoyo. A veces pienso que aún hay una parte de mí que se siente tremendamente culpable por algo y que esta es mi forma de compensarlo… no sé.

    Después de todo lo que sufrí por hacerme cargo de J, sé lo que implica hacerse cargo de otra persona a tal punto de relegar la vida propia a segundo o tercer lugar. Sé que eso después pasa la cuenta, que después una se siente abusada, cansada y cobras de vuelta todo lo sacrificado y lo que es peor, se alimenta una especie de soledad, ya que convences a la otra persona que tu siempre te la puedes sola… siendo que eso es mentira.

    Por lo mismo mi gran misión de lo que queda de esta año 2010 es lo que denomino, estar sin estar, es decir, brindar apoyo, ayuda y comprensión, pero desde una distancia saludable, desde un “te acompaño” y no un “te llevo”. Suena tan fácil, pero vaya qué me cuesta.

    Qué más yo quisiera tener una varita mágica para solucionar problemas, pero no la tengo y la capa de súper héroe hace ratito ya que me viene quedando grande. Así como yo debo aprender a no ser rescatada, debo aprender a dejar de rescatar, dejar libre, soltar, esperar y ver qué es lo que pasa en realidad….

    M…. estoy pero no estoy, estoy cerca de ti, entiendo lo que me dices y lo que callas. Tus silencios son parte de esta gran lección que debo aprender, tú eres una de mis grandes lecciones de vida, hoy sé que esa es una de las razones por las que la vida nos volvió a juntar. Salud, por eso.

    domingo, 28 de noviembre de 2010

    El duelo ha comenzado…. ¡bienvenido!


    Supongo que a veces peco de soberbia, “tengo todo superado”, creo que dije hace un tiempo respecto mi término con J, con quien tuvo una relación importante que me dejó tantas lecciones así como asuntos por resolver. Sin embargo, ayer, al ver sólo un atisbo de la realidad, es decir, que en serio terminamos y que en un mes o algo más vamos a vivir separados, me hizo sentir tremendamente triste y mirando la que fue alguna vez nuestra cama, sentí una cosa rara en la garganta y me largué a llorar mientras Marley me miraba pidiéndome una explicación.

    El llanto me pilló de sorpresa porque venía contenta, me sentía feliz y entusiasmada no sólo por mi nuevo trabajo, sino que también por esta relación especial que tengo con M que, debo acotar, me ha hecho renacer en aspectos muy importantes para mí.

    Perofue en ese preciso momento, mientras me secaba las lágrimas, me di cuenta que realmente no tengo nada superado, que mi mente lo entiende perfectamente, pero aún tengo que convencer a mi corazón, que es bien testarudo.

    En ese preciso instante supe que el proceso de duelo acababa de partir, que no estoy preparada ni en lo más mínimo para estar con alguien más como pareja, que no estoy lista para volver a amar y tener una relación linda y con proyección y que voy a tener que hacer uso del freno de mano que justamente pelaba unas entradas atrás. Me guste o no, hoy no puedo darme el “lujo” de enamorarme. No puedo, porque podría hacerme y hacer daño.

    En ese instante también supe que este duelo voy a tener que vivirlo bien, no como el duelo que viví por mi separación, voy a tener que hacerlo solita, sin un hombre que esté recogiéndome del suelo, tal como J, lo hizo en su momento. O sea, necesito apoyo, pero no que alguien luche por mí o me solucione la vida, tengo que aprender a hacer eso solita, aprender a cuidarme y a hacer las cosas por mí.

    J, la vio difícil cuando yo estuve hecha un bulto humano, me vio llorar a gritos por otro, me vio borracha, inconciente, me vio enrabiada con el mundo, con el amor, conmigo misma. Jamás olvidaré esa sensación por las mañanas de sentirme asqueada conmigo misma por sentirme feliz con otro hombre. NUNCA MÁS.

    Se viene un tiempo difícil, mucho más de lo que había pronosticado, porque hay una parte de mí que se rehúsa a “soltar”, que se niega a dejarlo ir y él a su vez, tampoco lo hace más fácil….. pero la decisión ya está tomada y sólo queda ser valiente.

    Su partida me tiene el corazón dividido en dos. Por un lado siento que será menos doloroso que tener que verlo todos los días y presenciar a cada rato cómo agonizamos como pareja, pero por otro lado, alejarme de él va a ser como sacarme el corazón con la mano, y voy a tener que hacerlo y nadie ni nada podrá ayudar en eso, ni siquiera lo lindo que tengo con M. Esta vez no permitiré ser rescatada.

    Él lo entiende bien, porque somos amigos, porque me conoce, porque sabe lo que me pasa y por lo que he pasado, porque él ya tiene suficiente con sus propios demonios, con su propio pasado, porque no puede ni tiene por qué lidiar conmigo. Y viceversa. Y es curioso…. Pero creo que la vida lo volvió a poner en mi camino por lo mismo, porque esta es una lección que debo aprender.

    Lo confieso, estoy muerta de miedo y supongo que tengo todo el derecho de estarlo, porque estoy en una especie de punto en mi vida en que hay decisiones que van a cambiar por mucho tiempo el rumbo de las cosas…. Estoy en un momento de nuevos comienzos y de finales tristes. Pero a pesar del miedo, sé que, como siempre, saldré parada y más sabia…

    El otro día ironizaba con mi vida… tenía unas chalas regalonas a luca que amaba porque eran cómodas y lindas, sin embargo, el Marley las mordisqueó y quedaron por debajo horribles.

    Pero igual las usaba, aunque, como decía M, “estuvieran hechas mierda”. Hasta que un día las miré y tenían hasta un hoyo en la suela. Encontré que era demasiado y las boté a la basura en un acto de psicomagia: “si están hechas mierda, ya no me sirven”. Sin embargo, las extraño, aún sabiendo que estaban para la cagada… pero sé que ya no podré tenerlas devuelta, y que tendré que comprarme unas nuevas que no dejaré que se estropeen tanto.

    Las chalas hechas mierda es una bandera de lucha hoy en mi vida. Y al igual que a ellas, seguramente extrañaré a J, lo nuestro, por muy disfuncional que haya sido. De hecho, ya lo extraño…. El duelo ha comenzado: que venga lo que tenga venir, hoy estoy lista para enfrentarlo.

    Y bueno, si bien sé que hoy no estoy lista para una nueva relación, quiero estarlo en un futuro, me debo mí misma ese amor rosado con gusto a chicle de fruta, un amor con proyección, de a dos, un amor lindo, romántico que me haga suspirar de felicidad y no de angustia.

    domingo, 21 de noviembre de 2010

    Mi propio Dawson’s Creek (versión light)


    Con M nos conocimos hace unos diez años en una impersonal sala de clases por medio de un muy buen amigo mío de aquella época universitaria. Si cierro los ojos y me concentro bien en recordar el momento exacto, creo hasta verme, toda flaca, con mi adorado pantalón de cotelé celeste ajustado, mi largo pelo ondulado adornado por un cintillo, sentada en un banco, tomando apuntes e intentando no quedarme dormida en medio de una latera clase de opinión pública.

    No recuerdo exactamente cómo o por qué comenzamos a ser cada vez más amigos, creo que fue gracias a un trabajo para esa clase que nos obligó a pasar más tiempo juntos, no estoy muy segura, pero como haya sido, nos convertimos en bien cercanos al punto de compartir conversaciones eternas por teléfono sobre nuestras ideas, opiniones, sueños y experiencias… incluso las más intimas.

    No teníamos amigos en común en la Universidad porque él había entrado varios años antes que yo, por lo que poco o nada conocía a los de mi generación, pero eso no fue impedimento para juntarnos y matarnos de la risa.

    Típico que nos molestaban “ehhhh, M….” me decían a mí, hasta Paris y Frank, que a todo esto lo conocían y lo adoraban, me predecían que íbamos a terminar pololeando (no uso este verbo desde hace mil años, pero en esa época el romance era igual a pololeo). Y yo con cara de “párenla por favor” siempre respondía lo mismo “somos sólo amigos, además, lo conozco demasiado para verlo de otra forma”…. Ahora veo esto como un argumento curioso, por lo bajo.

    Tengo hartos recuerdos de nosotros versión amigos, recuerdo que luego de un término amoroso, lo invité a un concierto de Shakira con mi primer sueldo de practicante, recuerdo su auto rojo que me sirvió más de alguna vez de locomoción hacia mi casa, recuerdo sus historias de mujeres y wafles (hasta hoy lo tonteo con eso), sus tradicionales asados en la hermosa casa de sus papás….

    En fin. Pasaron los años, y bueno, en medio de todo eso, conocí al hombre que se convirtió más tarde en mi marido. Recuerdo muy bien que se lo conté feliz a M en una conversación por teléfono y su reacción fue curiosa, porque en vez de alegrarse, me acuerdo que me dijo que tuviera cuidado porque (después de conocerlo) no confiaba en él y que no le tincaba para mí y que no sé qué más…. Yo quedé plop y media enojada, pero no caía, tan pava, como siempre.

    Recuerdo que ese tiempo, Paris, en uno de sus momentos luminosos me dijo “es que tu le gustas”, pero no le hice caso. Nos fuimos alejando, recuerdo que en esa época él andaba medio herido por una desilusión amorosa y andaba con cada mina para pasar el rato, algo que me molestaba, debo acotar.

    Hasta que un día puse fecha a mi matrimonio. Estaba feliz, y obvio que lo invité, él en esa época era sin duda mi mejor amigo, incluso en aquél entonces mucho más que P. Sin embargo, dos meses antes de mi casamiento me inventó miles de excusas para no ir, y yo, con la neura propia de una novia, lo mandé literalmente a la mierda.

    Me casé….. y pasó por lo menos un año o quizás más y nunca más supe de él. A todo esto, mi en ese entonces marido nunca lo podía ver, le cargaba, supongo que “olía” algo por ahí… en fin. Hasta que un día me mandó un mail pidiéndome disculpas, y yo le respondí feliz, nos volvimos a ver en aquél entonces un par de veces más. Nos recontamos la vida, me explicó que había sentido “celos de amigo” y que por eso había reaccionado así por el tema de mi matrimonio.

    Yo, por mi parte, en esa época andaba perdida, dando bote, con un matrimonio de mentira, pero inconciente de lo que se me venía. Él, por su parte, también estaba con alguien especial y ese alguien se convirtió años después en su novia.

    Volvimos a alejarnos por las circunstancias y en medio de todo ese tiempo, la vida de ambos cambió del cielo a la tierra. Yo me separé, conocí a J, pasé por momentos dolorosos, terribles, pero aleccionadores, me contrataron en un trabajo… uf miles de cosas por mi lado.

    Y pasaron varios años, hasta que un día hace unos cuatro o cinco meses, de la nada, y sin saber bien por qué, lo busqué por MSN y aún tenía la misma cuenta. Ahí nos volvimos a reencontrar.

    El reencuentro en esta pasada fue distinto, o sea, seguíamos siendo los mismos, nos reíamos de las mismas leseras y teníamos la misma química, pero él, por primera vez confesó que “sentía cosas por mí”. Y bueno, para tratar de resumir, una cosa llevó a la otra y hoy somos… no sé qué somos, pero sí puedo decir que me encanta lo que tenemos.

    Esta es la primera vez en mi vida que primero soy amiga y luego algo más, siempre he sido reticente con esas relaciones, ya que para mí un amigo es como un hermano, sin embargo, tal vez esto no es un mandamiento. La gracia es que la química de los dos se traslada a lo íntimo y nos seguimos riendo, seguimos hablando. Sinceramente creo que no pasó antes porque no se podía, y que fue ahora, porque era el momento. La vida nos rejuntó seguramente para sacar tremendas lecciones y yo hoy tengo el corazón abierto para aceptarlas con humildad.

    Con él me permito ser yo misma, ser honesta, no tengo la necesidad de recurrir a la mentira, al “personaje”, ese que me impedía generar verdaderos lazos de intimidad con otro, por miedo a que si me veían cómo realmente era, media torpe y asustadiza, dejaría de ser atractiva. Confío en lo que me dice y también en lo que no me dice.

    Y estuve pensando en mi argumento universitario de “no puede pasar nada porque lo conozco demasiado”. Yo creo que tiene relación con mi pánico a combinar sexo con sentimientos, esa es mi discapacidad emocional y la reconozco. Es como si durante toda mi vida siempre he tenido que optar o por tener buen sexo o una relación de amor. Temo ser herida, lo sé, pero de a poco he ido soltando ese miedo, porque prefiero eso antes que aparentar en la cama ser alguien que no soy y que de hecho, no quiero ser.

    jueves, 18 de noviembre de 2010

    Como la nueva del curso


    Así me sentí hoy en mi primer día oficial de vuelta al mundo laboral. Si bien tuve mis aprensiones, siento ahora que hace bien de vez en cuando llegar a un lugar nuevo, con otro ritmo, con caras nuevas, desafíos nuevos, por último digo yo, si hay un cahuín ya no es la misma lata que me mamé durante varios años de mi anterior pega… parecía disco rayado el “Ahora sí que me voy” (grillos). Incluso me he enterado de que hay gente que lo sigue diciendo jajaaja, me da un poquito de risa malévola, lo siento.

    Debo admitir que lo que más me cuesta a mí es la interacción con el resto y no porque el mundo me caiga mal o porque yo sea una persona desagradable, sino que en esos aspectos soy más bien tímida, reservada…. Y hoy estuve especialmente callada, claro que piolita pero con las antenas bien paradas para cachar qué onda el resto….

    Los observé y mientras algunos se contaban el dramón sentimental de la semana, otros se tiraban tallas, otros se echaban la choreá jajajaja, en fin, un mundo completamente nuevo. Ahora, voy a intentar mañana hablar más, supongo que el mundo se merece una oportunidad y quizás si me muestro demasiado ensimismada crean que es porque me creo la raja jaajajajja, pasa eso…

    Siento que estoy en un lindo momento de mi vida, uno desconocido y lleno de cambios, tantos que a veces me mareo porque son cambios en cada uno de los aspectos de mi vida, laboral, sentimental, familiar….

    Yo grafico los cambios como olas inmensas, para no ahogarse hay que dejarse llevar por ellas y yo hago todo lo posible para dejarme llevar, para no aferrarme al pasado, a la comodidad al miedo de sentir que es verdad que nada es para siempre y que todo se transforma….

    Incluso la otra vez tuve una idea media loca que J odió - debo acotar – en medio de divagaciones comenté que era un poco ridículo que la gente llorara tanto en los funerales o que incluso hiciera misas recordatorias todos los meses para seguir llorando a la persona…. Suena insensible, pero es todo lo contrario, tengo una corazonada, de que la muerte es un cambio más, el único quizás que sabemos que tendremos. Todos vamos para allá.

    Porque al final, creo que cuando uno llora a un muerto, llora por uno, porque uno va a echarlo de menos. Bueno, salvo que el deceso haya sido producto de algún accidente horrible o por asesinato.. ahí quizás es más factible que uno llore de pena, pero cuando se trata de gente de edad…. Creo que hay que dejarlos partir. Esta idea debe ser más vieja que el hilo negro, pero no sé, nunca antes había sentido que esa era la verdad de la milanesa. Mmmm como que me fui en volá jajaja.

    martes, 16 de noviembre de 2010

    Freno de mano


    Recuerdo que cuando era chica, tipin 14, 15 o 17 años (uuuu jajaaj) cuando me gustaba alguien (de manera romántica) o cuando me sentía enamorada, me entregaba a ese sentimiento en cuerpo y alma (que no mal entienda eso del cuerpo jajaja).

    No me hacía mayores preguntas como, hacia dónde podía ir esa relación, si me convenía o no, si me hacía bien o no, si él era independiente, si estaba resuelto. Sólo me bastaba que el chico me gustara, diera ricos besos y estaba lista. Todo el resto eran meros detalles que ni siquiera se me cruzaban por la mente.

    Pero hoy – afortunada o desafortunadamente – no es así. Y no soy solo yo, sino que todos mis pares treinteañeros andan con el freno de mano de emergencia. Supongo que pasa porque ya todos conocemos – bueno, la mayoría por lo menos – el gusto amargo de perder a alguien, de que no nos corresponda o de no ser capaz de corresponder. Y no sólo reconocemos el sabor, sino que no queremos volver a sentirlo más.

    ¿Funciona el famoso freno de mano? Para ser bien honesta, yo creo que sí pero sólo cuando aún estamos en ese momento neuronal, cerebral y mental en que podemos decidir: o avanzamos o retrocedemos. En ese momento el freno de mano sirve, pero cuando se traspasa ese umbral, deja de tener efectividad, ya que ya estamos inmersos en los sentimientos profundos, navegamos por el océano de las ilusiones y de los sueños románticos…. Y no hay freno de mano, que por bueno que sea, que nos pueda ayudar a salir de eso sin que duela o sin que haya consecuencias, buenas o malas.

    Me he pillado diciéndome a mi misma como si fuera un rezo o un mandamiento “no puedo darme el lujo de enamorarme ahora”. Y lo digo con convicción y aferrada a todos los puntos irresolutos de mi vida, siento que tengo tanto qué hacer antes de embarcarme en otra relación de pareja….. me da pánico nuevamente postergarme o encandilarme con la maravillosa droga del amor para, una vez más, sentir en un futuro, que hubo cosas que debí hacer antes y que de haberlas hecho, quizás, sólo quizás, esa relación habría resultado mejor….. Divago, lo sé.

    Una vez conversando con mi amiga P, le confesaba que sentía que pedía tan poco en relación a un “otro romántico”. No soy una mujer fijada en grandes lujos, soy más bien simple, y lo único que pido es un hombre que no lleve en su espalda traumas infantiles terribles, heridas abiertas o ideas fijas equivocadas como la búsqueda de una segunda mamá.

    Mi amiga P, con su sabiduría casi oriental, me dijo que ya a estas alturas era imposible pedir un hombre virgen en cuanto a dolores, que la hazaña real era encontrar uno que a pesar de todo eso, haya tenido un proceso de sanación bueno o que enfrente sus penas o dolores de manera saludable y positiva. La clave está, según y mi amiga, y lo confirmo es encontrar una PAREJA, que tal como dice la palabra es alguien que vaya a la par contigo, de la mano, y no detrás o encima y no uno convertida en mochila humana.

    Y me quedé pensando en mi misma… yo tampoco soy un lirio, tengo algo de camino recorrido (que NO es igual a estar carreteada jajaja ojo) y recién ahora he podido enfrentar mis demonios personales con mayor efectividad, por lo que soñar con una especie de príncipe (me carga este concepto, pero es para graficar) sin complejos o rollos es simplemente fantasioso. Mejor, la realidad.
    A pesar de todo lo anterior, debo reconocer que hay momentos en que me dan ganas de volver a sentir cual quinceañera, sin restricciones, sin tanto miedo, sin pensar en el futuro y sin tanta coraza.

    En esta película “Comer, rezar, amar”, se decía que “quien tiene un corazón roto, es porque se arriesgó y la única forma de sanarlo es volviendo a amar”. Supongo que esa es la gran verdad que lo envuelve todo. El miedo nos paraliza y también nos hace perder oportunidades. Suena simple, pero…. es una tarea que creo que demora una vida completa.

    jueves, 11 de noviembre de 2010

    Congelada


    Soy de esas personas que de tanto intento, de tanto esfuerzo, generalmente logra las cosas que quiere, y eso va también para las que no son buenas ni tampoco sanas.

    A veces debo reconocer que me desconcierta lo que muchas mujeres - me incluyo - están dispuestas a ceder, a tolerary a postergar en nombre del amor por un hombre. Supongo que la vida al final es ensayo – error, y de este tipo de cosas uno aprende, crece y evoluciona, a eso vinimos.

    Como sea, aunque me da un poco de pudor confesarlo, yo, en nombre del amor, y con mucho esfuerzo mental y entrenamiento, le puse “pausa” a mi vida sexual a tal punto de que de pronto, sin si quiera darme cuenta, dejé de “tener ganas”, dejé de buscarlo, dejé de sentir deseos. El sexo de pronto, dejó de ser parte de mi vida a pesar que desde que nacemos todos, sin excepción alguna, somos seres sexuales.

    Ya no lo extrañaba y así como me despedí del sexo, me despedí también de las caricias, los abrazos bien dados y hasta de los besos. A pesar de todo lo anterior, algo en mi interior, sabía que habían dos caminos, o me resignaba a una vida mutilada, feliz en algunos aspectos, pero castrada en otros o con el corazón en la mano, me armaba de valor y terminaba con esa seudo relación de pareja.

    Después de mucho tiempo, opté con la garganta apretada – aunque parezca increíble – por la segunda opción. Sin embargo, por haber intentado tanto tiempo controlar el deseo, mi parte sexual, se adormeció tanto que temí nunca más volvería a despertar.

    Me pasó hace unos días cuando en un momento me sentí congelada. “No siento mucho”, pensé en un instante donde tendría que haber sentido de todo. Aterrada, volví a intentarlo y felizmente comencé a sentir….

    El camino del descongelamiento es largo y lleno de aprendizaje, dejar de ver el sexo como un apartado extraño de mi vida, dejar de sentir besos apasionados como ajenos y lejanos, será un proceso, dejar de sentirme incómoda con caricias será también una gran misión.

    Pero lo importante es que nunca más voy a permitir hacerme tamaña injusticia.

    martes, 9 de noviembre de 2010

    Violencia sobre violencia


    Me cuesta escribir del tema, pero de manera directa y también indirecta he experimentado y presenciado de cerca situaciones de violencia. Hay ciertos episodios en mi vida relacionados con el tema que quisiera borrar de sopetón, pero no se puede, tan sólo puedo recordarlos con dolor y sacar grandes lecciones de ello, lecciones que se resumen en un “nunca más quiero eso para mi vida, nunca más quiero exponerme de esa forma”.

    Debo reconocer que me ha impactado algunas reacciones que ha generado la ya famosa campaña contra la violencia del Sernam, esa en que aparece Jordi Castell y otras figuras como Jorge Zabaleta, dejando en claro que maricón es el mejor apelativo para un hombre que le pega a una mujer.

    Hoy además me enteré que habían aumentado el número de denuncias de mujeres maltratadas en Chile y también en otras partes del mundo donde también se da esta campaña. Desde esa arista, el mensaje me parece bueno, adecuado y positivo, pero incompleto.

    Supongo que quienes no han visto de cerca la violencia intrafamiliar, deben pensar que con que las mujeres denuncien – o los hombres, porque ojo muchos de ellos también sufren en silencio – estamos al otro lado, y nos podemos dormir tranquilos. Ojalá fuera tan fácil, si estuviéramos en una película de Hollywood probablemente así sería, pero la realidad es mucho más compleja.

    La realidad es que puede que una mujer denuncie que es golpeada por su pareja, marido o por quien sea. Puede que su dignidad y su autoestima sufra tremendamente por este vejamen, puede que sus hijos también sean marcados de por vida, pero eso NO significa que ella va a pedirle que él se vaya de casa, NO significa que ella va a pedir la separación, NO significa que va a dejar de amar a su agresor ni que lo va a dejar de justificar.

    La denuncia es sólo un paso, nada más, por lo mismo, no es poco común que ellas vuelvan con sus agresores y lo que es más peligroso aún, lo hacen convencidas que con un solo “perdóname”, el sujeto va a cambiar de la noche a la mañana casi por acto de magia. La cosa, no funciona así, el círculo de la violencia es complejo y difícil pero no imposible de romper, pero con ayuda de profesionales, de amigos, familia, pero lo más importante con la toma de conciencia de la propia mujer de que lo que está viviendo está mal, que no es normal, que es doloroso y que le hace daño.

    Otra arista de esta realidad es que a todos nos gustaría que los agresores, los hombres que golpean, fueran monstruos con dos cabezas, con jorobas en la espalda, siniestros y malvados, pero la realidad es otra. Muchos son buenos hijos, buenas personas, buenos trabajadores….. por lo que encuentro yo, y seguramente muchos podrán estar en desacuerdo, satanizar al sujeto hace que sea más fácil para nosotros decirle “maricón”, ya que es más complejo y confuso ponerse a pensar en qué es lo que lleva a un hombre a golpear o agredir a una mujer.

    Incluso es tan complejo el tema de que un hombre puede convertirse en golpeador en un tipo de relación y en otra, jamás levantarle la mano a una mujer.

    No voy a dar nombres, porque la persona se redimió, pero yo me vi envuelta durante un tiempo en una relación que “coqueteaba”, por así decirlo, con la violencia. Nunca me golpeó, pero cuando peleábamos él me gritaba y yo le gritaba, y caíamos en esta especie de círculo tóxico donde ganaba el que gritaba más fuerte. Si bien nunca me tocó, sí una vez me jaló del brazo tan fuerte que me dejó un moretón feo. Fue horrible y eso es algo que llevo en mi corazón y que me marcó por siempre.
    Terminé la relación, muerta de susto y de pena, porque a pesar del jalón yo sabía que era un buen hombre, y no es por justificar, pero era hijo de padre golpeador y de una madre que lo permitió. No era poco probable que el “gen” de la violencia también lo llevara en su interior, y vaya cómo es la vida, explotó conmigo.

    Volví con él, pero no así como así, me vi en la obligación de someterme a una terapia, y lo mismo él, para poder entender en qué momento entrábamos a este círculo. Y aunque esto se da poco o quizás casi nunca, salimos de él. Nunca más volvimos a pelear así, y aprendimos a reconocer cuando una discusión podía pasar a otra cosa, por lo que de manera inmediata la conversación se terminaba hasta nuevo aviso.

    La relación igual terminó por otras causas ajenas a la violencia, pero evidentemente nunca se puede tener una relación sana después de haberse acercado de esa forma a la violencia. Ahí me di cuenta que la línea es muy delgada, que violencia no es sólo un golpe, una patada, es a veces mucho más sutil como un “estás gorda”, un “eres tonta” o un simple grito.

    Recuerdo que hubo un tiempo en que sentí un tremendo rechazo por su madre, me pregunté mil veces, cómo era posible que una mujer dejara pasar por toda esa mierda a sus propios hijos, cómo no lo terminaba por último por ellos. Pensé muchas cosas, como que la señora era manipuladora, egoísta, que lo único que siempre le importó era ÉL y maní con los demás. Al final se separó, pero ya el daño estaba hecho.

    Sin embargo, una tarde, conversando sobre la vida, ella habló sobre su miedo de envejecer y quedarse sola….. y me dio pena, porque ella era incapaz de asumir lo que permitió y el daño que le produjo a sus dos hijos. Fue ella la que los castró… llevar eso sobre la espalda, debe ser tan atroz, tan atroz, que mis juicios valóricos respecto a su comportamiento están demás, supongo que con eso, ya tiene suficiente.

    Creo que todas y todos debemos estar atentos a las señales porque todas y todos podemos vernos envueltos en situaciones de alto riesgo. Una vez escribí un reportaje sobre el tema y me gané un premio del Sernam. Lo del premio me dio casi lo mismo, pero me emocionó el que fuera acerca del tema, lo sentí como un llamado, como una señal. Nada es al azar. Ay creo que me extendí….

    Acá va el link del mencionado reportaje, lo encontré en el ciber espacio del recuerdo.

    http://www.terra.cl/zonamujer/index.cfm?id_cat=2007&id_reg=1125850

    viernes, 5 de noviembre de 2010

    Lohan ¿qué hiciste?


    No es que sea media esquizoide ni nada, ni soy biopolar ni tengo un trastorno de personalidad, pero mi lado B se llama Lohan, sí, aunque suene ridículo y hasta me dé un poco de vergüenza sacarlo a la luz pública.

    Lo inventó mi amiga P, en esos tiempos turbios míos, medios caóticos, medios divertidos y muy aleccionadores. Cada vez que hacía alguna travesura, mi amiga me decía “Lohan”, obviamente inspirada en la actriz Lindsay Lohan que por esos tiempos – sigue igual en todo caso – se mandaba cada embarradita. En fin.

    Siempre hemos leseado con “Lohan” y “Lily”, que es el alter ego más siniestro de P y que junto a Lohan son dinamita, jajajajaa, por algo somos amigas ¿no?

    En fin. Hace un tiempo, varios años ya, diría yo, di por muerta a Lohan, para enrielar mi vida que en ese momento estaba llena de mentiras, dobles y triples vidas, de sexo sin sentido y muchas otras cosas más.

    Goodbye Lohan, QEPD, RIP, escribí hace unos años, dedicándole varios homenajes sentidos y otros no tanto. La cosa es que me he dado cuenta que Lohan aún vive en mí, claro que una versión mucho más nice, más ingenua y menos truculenta que la de antaño, de lo contrario no podría ser compatible con mis actuales 30 años, con el camino que he tenido que recorrer para saber qué es lo que quiero y quién soy realmente.

    Lohan es mi versión más sexual, se maneja mejor con los hombres que yo, y sabe exactamente qué decir o qué hacer para salir winner. Es estratega, todo el rato y a los hombres les encanta jajajaa. Supongo que ella es mi muletilla para enfrentarme a ciertas situaciones y me funciona aún, pero me la tengo que tomar a sorbos pequeños porque too much de Lohan es… fatal

    domingo, 31 de octubre de 2010

    Comer, rezar, amar


    Hace algunas semanas que se estrenó esta película, pero no había podido verla hasta ayer. Quería verla porque la trama – la de una mujer en busca de su felicidad y su destino – me pareció interesante.

    Y vaya, claro que tenía que ir a verla, porque hay increíbles similitudes de que lo que vive “Liz”, (Julia Roberts) con los sucesos que he protagonizado este año.

    Porque si bien, a diferencia de Liz, no tengo plata para viajar a Italia y a Bali y tampoco me he visto atraída por alguna gurú India ni he logrado dejar mi mente en blanco, sí durante estos seis meses de alejamiento del mundo laboral me ha permitido escucharme y entender cosas que jamás, pero JAMÁS, habría comprendido si es que hubiese tenido que atender, entre muchas otras cosas, el horario de oficina.

    Hay cosas que amé de la película y que me hicieron tanto sentido. Por ejemplo cuando Liz viaja a Roma, los italianos le enseñan lo que ellos denominan “Dolce fare niente” que en castellano es igual a “el placer de no hacer nada”. No he conocido, hasta ahora, ninguna mujer, que me haya dicho que lo pasó chancho durante el tiempo que tuvo que quedarse en casa por cesantía, por pre y post natal o por lo que sea, todas me dicen siempre que se aburren y que no hayan la hora de volver a trabajar.

    Yo, en cambio, en estos meses de cesantía impuesta y posterior trabajo freelance, lo he pasado increíble. No me aburro prácticamente nunca. Siempre se me ocurre algo que hacer como ir a algún lugar que no conocía, caminar, disfrutar a mi Marley a concho, ver alguna película buena, comer rico, encontrarme con alguna amiga o amigo, escribir…. Hay tantas cosas por hacer que son incluso más importantes que encerrarse en una oficina y ser productiva. Durante estos meses he podido verme, escucharme y escuchar a otros, como nunca, porque para ser sincera, cuando se trabaja, uno tiende a cerrarse en ese mundo y no ver más allá. Me siento afortunada de poder hacerlo y no, como una floja o desdichada que no tiene la pega del año.

    Otra parte de la película que me pareció notable es una escena en que aparece “Liz” junto a una amiga sueca que le confiesa sentirse culpable de degustar tanto comida sabrosa, ya que sus pantalones ya no le cruzan. Ella le dice que si bien no pretende convertirse en obesa mórbida, eso tiene una solución, comprarse una talla de pantalones más grandes y ¡ya!

    Hay otra gran lección del filme y que tiene que ver con perdonarse, siempre somos tan culposas. El personaje sentía culpa por haberse divorciado, por haberle roto el corazón a su marido. Y yo, también me sentí una mala mujer por lo mismo durante mucho tiempo. “Si me amas, sigue amándome, si me extrañas, sigue extrañándome. Cada vez que pienses en mí, envíame a amor, enciende una luz, y déjame ir”. Es el consejo que va para quienes nos aman sin que les correspondamos o a quienes amamos sin que nos correspondan.

    De acuerdo a la cinta, y también a la espiritualidad hindú debemos ver a todos como maestros, incluso quienes no nos parecen tan buenas personas, todos tienen algo que aportarnos, y podemos aprender de ellos.

    Por último y creo que fue lo que más me hizo sentido, es el miedo que a veces no da volver a amar después que nos han roto el corazón. “La única cura para esto es volver a amar”. En la cinta se dice que quien tiene un corazón roto, es alguien que se arriesgó……

    A ratos me da pánico volver a amar, me da pánico entregar mi corazón para que después alguien venga y me hiera. Pero, pensándolo mejor, prefiero mil veces que eso suceda antes de convertirme en alguien que no siente o en alguien que huye constantemente, creo que eso te hace perder oportunidades para aprender y para seguir creciendo.

    Y por último, pero no menos importante, es una frase maravillosa que dice “perder el equilibrio por amor es parte de tener una vida equilibrada”. Hoy me siento en paz y me da miedo perder eso si es que llegase a enamorarme de nuevo, incluso me da miedo perderme nuevamente debido a un trabajo estable con horario y sus exigencias, pero eso es parte de la vida y no puedo huir por siempre, la clave está en saber enfrentarlo.

    En lo personal volvería a renunciar a mi trabajo estable mil y una veces. Volvería a recorrer el mismo camino mil y una veces. Tal como dice la película, muchas veces preferimos la seguridad de la infelicidad, antes que las transformaciones y los cambios… dan miedo. Pero nada dura para siempre….. Nada, por lo que debemos prepararnos para los cambios. Y en eso estoy.

    Si fuera mi película mis mandamientos serían: comer, rezar, perdonar, amar....

    viernes, 29 de octubre de 2010

    Códigos masculinos


    Y dicen que nosotras somos las enrolladas, las que no hablamos claramente, las que no decimos lo que queremos porque estamos esperando que el otro adivine nuestros pensamientos ¡¡¡¡pamplinas!!!!!

    No sé si es mi suerte, si atraigo a este tipo de hombres, o qué, pero en un solo día pude comprobar cómo dos hombres distintos y que ni se conocen, me dijeron algo que en realidad no era, pero que yo, debía interpretar de otra forma ????????????

    Mientras uno, mi famoso ex – que ya tanto he hablado de él en este blog que merecería una estrella en el paseo de la fama – me sacaba pica – y con mucho éxito – con un panorama nocturno al que nunca si quiera pensó en un segundo acudir – otro amigo, uno que hace un tiempo me confesó que yo le “hacía sentir cosas”, me empapaba de una excusa estúpida de por qué no nos íbamos a poder juntar… por enésima vez.

    ¿Y no se supone que los hombres son los más prácticos y directos? Bueno, les juro que en mi experiencia no es así. Es más, con los años, yo he ido intentando ser cada vez más directa en mis peticiones para que después ninguna pareja diga “oye, pero eso nunca me lo dijiste”.

    O sea si yo digo “me gustaría que fueras más cariñoso”, eso es lo que estoy diciendo y no, otra cosa más que esa. Dios. Si digo “no, ¿sabes? No puedo ir porque tengo otro compromiso”, eso es lo que estoy diciendo y no “oh, ahora espero que tu me insistas un poco, y ahí te diré que sí”.

    De hecho, me cargan y cansan las estrategias, esa cosa de “ya, no lo voy a llamar hasta dos días más.. o voy a dejar que llame mejor tres veces antes de contestar”. Nada de eso, si yo quiero ver a alguien, voy y le digo “te extraño, quiero verte” y les juro que no estoy diciendo otra cosa que no sea esa.

    Si me siento celosa, no invento una tonterilla sacada de algún jardín infantil para molestar a la otra persona, yo, muy mujer voy y digo “oye, me carga que salgas con tal fulanita, no me gusta” ¡Y ya!!” mil veces mejor quedar de bruja que de loca.

    Dios, odio a los hombres a veces. He llegado a pensar que quizás ser lesbiana sea le opción más racional y conveniente, pero mi amiga P, me dice que también son tan o más enrolladas. Help!

    martes, 26 de octubre de 2010

    Apuntes sobre mi ex


    No puedo negar que en medio de mi convivencia con mi ex pareja a veces me asaltan pensamientos asesinos. A veces es como vivir con un recuerdo andante, es como inyectarse a la vena diariamente la confirmación de que lo que alguna vez fuimos, hoy ya no somos más.

    A momentos, cuando veo tan lejano el “nosotros versión romántica” he llegado a pensar – y creo que hasta decir – “no sé cómo me pude enamorar de ti”… pero esas son sólo niñerías, porque la verdad es que ambos hemos cambiado, no sólo él. Ambos queremos cosas distintas para nuestras vidas y ambos ya hemos cumplido un ciclo como el famoso “nosotros”.

    Si ahora me pongo a pensar en todo aquello que me atrajo de él en un inicio, me doy cuenta que todo se ha ido transformando. Me gustaba cómo él se arriesgaba por mí, porque casada y todo, él se la jugaba para verme, se inventaba excusas para que nos juntáramos en horarios y lugares curiosos.

    Me gustaba lo original que éramos, sin serlo seguramente. Me gustaba cómo él en la calle, me tomaba por la cintura, fuerte y seguro, como si nada más en esta vida importara. Me gustaba – aunque debo admitir que también me asustaba – lo mucho que él quería que yo fuera parte de su mundo, de sus tocatas, su música, sus amigos, su historia.

    Me gustaba la cara de bobo que ponía después que me besaba, me gustaba que él siempre quisiera más. Me gustaba que podíamos pasar horas y horas hablando de nuestras cosas.

    El hoy es bien distinto. Nos hemos convertido en amigos y tengo la sensación que esto lo vi venir hace mucho tiempo. Curiosamente me daba miedo que pasara esto y por lo mismo, me aferré al recuerdo del “nosotros”.

    Quizás por miedo a estar sola, tal vez porque no estaba lista para enfrentar la verdad y en una de esas porque soy terca y no quería convencerme que, a pesar de mis instintos y mis corazonadas, él no era la persona que estaba esperando.

    Sin embargo, hoy tenemos otras cosas y que no son consuelo de tontos. Tenemos un lazo de profunda confianza y lealtad. Hemos logrado construir también una intimidad especial relacionada con nuestras heridas y dolores. Y pase lo que pase en un futuro cercano o lejano, él siempre será una de las piezas fundamentales hacia la resolución de mis penas más grandes.

    Creo que aún existe de parte de ambos, una pequeña parte que se sigue aferrando. No en vano, él me ha dicho muy sutilmente y para ver mi reacción seguramente, qué tal si no se muda en enero…. Y raro, pero en mí también está esa tentación de que él se quede por mucho tiempo más, aún ya terminados y aún ya entendiendo que no pasa nada desde la arista romántica.

    Pero, sé, aunque cueste, que debemos cortar ese cordón, de lo contrario, por muy amigos que podamos ser, no avanzamos, nos quedamos estáticos como en una especie de fotografía del pasado. Porque mientras él esté rondando por estos lados, difícilmente yo podré fijarme de verdad y sin pánico en otra persona, difícilmente podré abrir mi corazón a otra persona, porque voy a estar pensando todo el rato en la lealtad que le debo a ¡mi ex!! Eso es muy loco y nos hace mal.

    También sé que mientras yo esté rondando él difícilmente se permitirá mirar en serio a otra mujer. Porque sí, tengo claro que habrá otra (s) post yo. No puedo evitar pensar en que más le vale que sea una buena mujer, que le haga bien… o que más le vale que él pueda corregir con ella todo lo que se equivocó conmigo. Y ahí me doy cuenta de este rol maternal que tengo con él me persigue hasta en la amistad….. Dios.

    Mi querido J…. es de esas personas que parecen a primera vista tener una de esas cáscaras duras, pero si lo llegas a conocer un poquito mejor, te das cuenta que es pura fachada, una forma de defenderse del mundo.

    Hace unas noches me preguntó: “¿Aún me quiere?” y yo le dije que sí, dando a entender que independiente que nos separemos, el cariño persiste. Y hace unos días le pregunté sin rodeos, si le gustaba alguna compañera de trabajo. Me dijo que si bien habían unas bien lindas, ninguna le gustaba. (Silencio). Como no me preguntó nada, le dije “¿y quieres saber si a mí me gusta alguien?” Y él respondió un rápido y escueto “No”.

    El otro día le comentaba a una amiga que tenía la sensación que más adelante él se iba a arrepentir de dejarme ir. Y no lo digo como en un tono vengativo típico de las minas despechadas onda “ya, volverás y te diré que No!”. Para nada, acá no tengo de qué estar despechada. Lo digo porque me preocupa que le vaya a doler, pero supongo que también la vida lo ha querido así, y estoy segura que eso no será en vano.

    lunes, 25 de octubre de 2010

    Cuando sólo quiere darte


    El viernes pasado participé con mis amigas C y J de una “piyama party” – nombre siútico de los carretes con quedadas a dormir.

    Hablamos de todo y nos reímos a carcajadas, como siempre. C, la amiga, dueña de casa, está en pareja hace algo así como un año, siempre en su estilo, está enamorada hasta las patas, de hecho, me llamó la atención cómo “literalmente” brincaba de alegría y euforia cada vez que sonaba el celular y era su amado.

    En fin, como fiel representante del género femenino, mi amiga apasionada, ya ambiciona en su cabeza casamiento, hijos, casita con reja blanca y otros. Su gran preocupación es cómo saber – sin preguntarle directamente, obvio – si él quiere lo mismo con ella.

    Inspirada en esto, me puse a pensar en todas esas señales inequívocas del hombre que no te quiere más que para puro darte. Siempre las reconocemos, ahora, que nos hagamos las locas, es otra cosa. Acá van algunas que recordé, otras que aprendí y muchas ideadas y practicadas por representantes del género masculino.
  • Sale arrancando - en los peores casos hasta sin despedirse- a primera hora después de tener sexo contigo. Ni hablar de arrumacos matutinos y mucho menos desayuno

  • Cada vez que vas a su casa, estás sólo tumbada en su cama

  • Siempre se las ingenia para que no puedas conocer a ninguna amistad suya

  • Nunca te llama, nunca tiene tiempo, salvo cuando quiere darte

  • Te llama siempre de noche… ¡por lo mismo!

  • Siempre quiere hacer todo en casa (comer, ver películas) nunca quiere salir en público contigo, porque ¡adivina! quiere puro darte

  • Se molesta cuando llegas a su casa sin previo aviso “invades mi espacio” es una clásica frase para disfrazar un “hey! sólo te busco cuando te quiero dar y hoy no es el día”.

  • Jamás te ha regalado nada, ni un pedazo de chicle

  • Cuando le hablas de tu día, se pone a bostezar o cambia rápidamente de tema

  • Te habla de otras minas, en lenguaje masculino esto es una forma primitiva de marcar territorio y decir “soy del mundo”

  • Nunca sale contigo y tus amistades, siempre se las ingenia para zafar. Lo mismo va para eventos familiares

  • Se nota que ni siquiera se esfuerza para producirse cuando está contigo

  • Te reitera varias veces que él no está buscando nada serio y que le encanta la amistad especial que tiene contigo, queridas, eso NO es un piropo, es su forma de decirte “¡y no me pidai más!”

  • Siempre te dice que él odia los compromisos y no es del tipo “pololo”. Hay que estructurar mejor la frase: “Odiaría un compromiso contigo y yo no sería tu pololo”. ¿Por qué? “porque sólo quiero darte”.
  • miércoles, 20 de octubre de 2010

    La vida como una maratón


    Hoy tomando once con Paris, hablamos acerca de que todo el mundo siempre anda corriendo, unos corren a la pega, otros corren a casa para ver a los hijos. Al final, para muchos, la vida es una eterna maratón de la que es imposible recuperarse.
    “Hija, la vida es así, el mundo está hecho así”, me dijo Paris y bien en serio en vista a mi absoluta resistencia a pasármela corriendo de aquí para allá, estando en varias partes a la vez y sin estar en ninguna al mismo tiempo. Pariendo hijos que quedan al cuidado de alguna extraña pagada durante todo el día, para regresar de noche y sólo verlos dormir.

    Respeto a quienes lo han decidido hacer así o a quienes no les queda más opción, pero, si puedo elegir, yo no quiero eso para mi vida. Imagínense que me siento culpable por dejar a mi Marley solo en casa por salir a trabajar, cómo será la sensación con relación a un hijo.

    Y es raro, pero pareciera que ese tipo de vida, llena de sacrificios, estilo mártir, pareciera que fuera el camino más fácil de tomar. Lo difícil es lo que quiero yo, una vida tranquila, equilibrada, una vida conciente, llena de lazos construidos por el día a día y no entablados vía online.

    Es como que si todo en la vida te llevara a tomar el primer camino. Y de hecho, ahora en noviembre voy a “enrolarme” nuevamente en ese estilo de vida, por gusto propio en parte, y también por necesidad.

    Pero como soy tozuda, nadie me saca de la cabeza que se puede tener una vida exenta de maratones, llena de pasos lentos, con pausas en el camino y que, más encima, y he aquí la madre del cordero, sea rentable y permita vivir.

    Tiene que haber una forma. Tengo que encontrarla, pero por mientras eso va a tener que quedar en pausa.