lunes, 9 de agosto de 2010

Señales


El otro día acompañé a un amigo a comprar unas cosas a un supermercado por allá arriba. Yo, que no acostumbro a pasearme mucho por esos sectores top, (me apuno) quedé maravillada con la variedad de productos y por lo enorme del lugar, parecía cabra chica en juguetería nueva.

Eso me hizo pensar en esas señales que indican que estamos envejeciendo o dicho de una manera más elegante, que vamos madurando. Porque les digo, si hace cuatro años me hubieses hablado sobre las bondades de un supermercardo, yo habría dado dos bostezos de pura lata. Las cosas cambian cuando se cumplen 30 años.

Aquí, mi particular listado de estas “señales”:

- “El carrete bullicioso”: Me pasó el año pasado. Con J, decidimos irnos a tomar unas “chelas” a un popular y por cierto universitario local que queda por Manuel Montt. Fue fatal, nos cargó la atención y también el hecho que no se pudiese ni hablar en el lugar, por todo el ruido, que incluían carcajadas estridentes de estudiantes ebrios, sonido de rock pesado del Wurlitzer y choques de las jarras de cerveza contra el piso. Hace unos cuatro años, todo esto habría sido parte normal del carrete, pero ya no, era molesto y fastidioso. “¡Estamos viejos!”, concluimos.

- “Todo el copete sirve”:
Con los años me he ido poniendo bien exigente con el tema del copete. Me encanta tomarme mis tragos de vez en cuando, pero, BUENOS tragos, y no de esos destilados de marca chancho que dejan cañas del terror, o de esos tragos preparados aguados ¡puaj! Pero resulta que a mis 20 y tantos, encontraba que cualquier cosa que tuviese alcohol sabía de lo más bien, incluso llegué a emborracharme “feliz” con cerveza de la más picante o con el ron de una poco respetable marca.

- “Dormir hasta las tantas”: Me acuerdo cuando iba en la U, podía acostarme una noche a las 10 y aún así ser capaz de dormir de corrido y sin culpas hasta las 1 de la tarde del día siguiente. No me significaba ningún esfuerzo ¡rico! Pero, ahora, ya no puedo, aunque quisiera. Porque aunque me acueste tarde, igual, tiendo a despertarme temprano. Es una cuestión de edad y de veras, que lo odio.

- “Como lechuga”: Es algo parecido al punto anterior. Años atrás podía carretear hasta la hora del queso, beber, fumar, bailar y varios otros “ar” en exceso sin convertirme al día siguiente en un estropajo humano. Ya no. Ahora debo cuidarme en ese sentido, porque sé que si carreteo heavy una noche, al día siguiente, todos mis sentidos van a estar dormidos y lo único que voy a querer es dormir, dormir, dormir.

- “Cero rollos”: Esto a veces también lo echo de menos. Cuando tenía unos cinco años menos, recuerdo que no era tan analítica como ahora, llegaba, hacía y deshacía a mi antojo. Si me gustaba alguien, llegaba y me plantaba con ánimo de conquista, total, no tenía nada que perder. Si alguien me caía bien, llegaba y lo convertía en mi mejor amigo (a). Pero ahora no, supongo que la madurez te hace pensar las cosas mil veces antes de hacerlas, para no cometer de nuevo el mismo error, o para que no te pelen. Uno tiende a enrollarse más porque hay cosas que se permiten a los 15 o a los 20 años, pero no a los 30…..

- “Dietas Express”: Odiable, pero es la realidad. Con varios años menos, yo dejaba de comer pan y en un par de semanas, podía bajar unos cinco kilos. Ahora, ya no. No sólo debo dejar el pan, sino que también debo medirme en otras comidas y más encima hacer ejercicios, si es que quiero llegar a algún lugar. ¡Lata!

- “A todo terreno”: Aunque para los que hoy recién me conocen sea una sorpresa, amaba los carretes. Salía, sin importar si hacían varios grados bajo cero, si llovía, tronaba o terremoteaba. La cosa era pasarlo bien. Sin embargo, hoy, la pienso varias veces antes de exponerme al frío de madrugada. Incluso, estoy segura que he pasado de latera, las veces que he desechado alguna diversión nocturna por preferir estar en cama, calientita, abrigada por mi poco sexy y pink pijama de polar, viendo una película buena por el cable.

- “Para ser bellas hay que ver estrellas”: Como la mayoría de las mujeres de este planeta, cuando más joven, seguía religiosamente este dicho, seguramente inventado por un hombre sádico. Sin importar cuánto frío hiciera, yo vestía liviano y juvenil, cosa de verme flaca y top. Nada de esos abrigos gruesos que me hicieran ver más gruesa de lo que soy ¡No! y si había que salir de noche, la ropa que usaba en invierno, era exactamente la que usaba en verano. Pero ya no soy así ¡para nada! Yo privilegio hoy la comodidad y las prendas gruesas. Es que ahora si tengo frío, la paso mal y me dan ganas de virarme de dónde esté. Hoy ocupo camisetas de polar, panties, calcetines gruesos y otros productos anti – frío, que hace algunos años ni muerta me habrían pillado en mi clóset. Yo tengo la teoría que a los hombres les pasa lo mismo, no en vano, la venta de “matapasiones” ha aumentado este invierno, la diferencia es que nadie habla de esto.

- “La gurú”: Por alguna razón, la mayoría de mis amigas tienen varios años menos que yo. Quizás tenga cara de consejera, pero la verdad es que cuando me cuentan sus rollos amorosos o sus idilios semi juveniles, me da ganas de zamarrearlas, ya que las respuestas y las direcciones son tan obvias, pero después me acuerdo que yo también me confundía. Así, muchas veces, sin querer queriendo, me encuentro dando una serie de consejos, sacados de mi baúl de “sabia de los 30”. Me hace sentir vieja, pero por lo menos parezco aterrizada. Pero peor es cuando algunas sub 20 me cuentan sus teleseries y debo disimular para no mostrarme en shock con alguna locura descrita. Incluso he tenido que morderme la lengua para no decir “¡Cómo hiciste eso!”... Vieja, pero digna.

- “Mis favoritas en los estrenos”: Antes, me pasaba que casi todas mis películas favoritas estaban en el peak de la taquilla, sin embargo, hoy es todo lo contrario. Incluso, con estupor he divisado cintas de mi niñez o adolescencia siendo exhibidas por el canal TCM, la señal de cable que da sólo películas, calificadas como antiguas. Y lo mismo me pasa con la música, ya que debo acudir a las emisores más retro para escuchar mis temas preferidos. Dios, lo único bueno es que ser retro hoy está de moda.

- “Si es rico, da lo mismo”: En mis veinte y tantos, la parte física era un tema fundamental, especialmente cuando la meta era sólo conseguir algo pasajero, el famoso y actualizado “touch and go”. Por ende, si yo conocía a un tipo guapo, poco o nada me importaba si es que hablaba puras leseras o si era caballero. Sin embargo, hoy, soy mucho más fijada y, exigente. La lista es innumerable, pero el tipo tiene que tener un buen trabajo, vivir solo, ser más o menor ordenado, higiénico, inteligente, caballero, atinado….. y la lista sigue y sigue.

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