domingo, 31 de octubre de 2010

Comer, rezar, amar


Hace algunas semanas que se estrenó esta película, pero no había podido verla hasta ayer. Quería verla porque la trama – la de una mujer en busca de su felicidad y su destino – me pareció interesante.

Y vaya, claro que tenía que ir a verla, porque hay increíbles similitudes de que lo que vive “Liz”, (Julia Roberts) con los sucesos que he protagonizado este año.

Porque si bien, a diferencia de Liz, no tengo plata para viajar a Italia y a Bali y tampoco me he visto atraída por alguna gurú India ni he logrado dejar mi mente en blanco, sí durante estos seis meses de alejamiento del mundo laboral me ha permitido escucharme y entender cosas que jamás, pero JAMÁS, habría comprendido si es que hubiese tenido que atender, entre muchas otras cosas, el horario de oficina.

Hay cosas que amé de la película y que me hicieron tanto sentido. Por ejemplo cuando Liz viaja a Roma, los italianos le enseñan lo que ellos denominan “Dolce fare niente” que en castellano es igual a “el placer de no hacer nada”. No he conocido, hasta ahora, ninguna mujer, que me haya dicho que lo pasó chancho durante el tiempo que tuvo que quedarse en casa por cesantía, por pre y post natal o por lo que sea, todas me dicen siempre que se aburren y que no hayan la hora de volver a trabajar.

Yo, en cambio, en estos meses de cesantía impuesta y posterior trabajo freelance, lo he pasado increíble. No me aburro prácticamente nunca. Siempre se me ocurre algo que hacer como ir a algún lugar que no conocía, caminar, disfrutar a mi Marley a concho, ver alguna película buena, comer rico, encontrarme con alguna amiga o amigo, escribir…. Hay tantas cosas por hacer que son incluso más importantes que encerrarse en una oficina y ser productiva. Durante estos meses he podido verme, escucharme y escuchar a otros, como nunca, porque para ser sincera, cuando se trabaja, uno tiende a cerrarse en ese mundo y no ver más allá. Me siento afortunada de poder hacerlo y no, como una floja o desdichada que no tiene la pega del año.

Otra parte de la película que me pareció notable es una escena en que aparece “Liz” junto a una amiga sueca que le confiesa sentirse culpable de degustar tanto comida sabrosa, ya que sus pantalones ya no le cruzan. Ella le dice que si bien no pretende convertirse en obesa mórbida, eso tiene una solución, comprarse una talla de pantalones más grandes y ¡ya!

Hay otra gran lección del filme y que tiene que ver con perdonarse, siempre somos tan culposas. El personaje sentía culpa por haberse divorciado, por haberle roto el corazón a su marido. Y yo, también me sentí una mala mujer por lo mismo durante mucho tiempo. “Si me amas, sigue amándome, si me extrañas, sigue extrañándome. Cada vez que pienses en mí, envíame a amor, enciende una luz, y déjame ir”. Es el consejo que va para quienes nos aman sin que les correspondamos o a quienes amamos sin que nos correspondan.

De acuerdo a la cinta, y también a la espiritualidad hindú debemos ver a todos como maestros, incluso quienes no nos parecen tan buenas personas, todos tienen algo que aportarnos, y podemos aprender de ellos.

Por último y creo que fue lo que más me hizo sentido, es el miedo que a veces no da volver a amar después que nos han roto el corazón. “La única cura para esto es volver a amar”. En la cinta se dice que quien tiene un corazón roto, es alguien que se arriesgó……

A ratos me da pánico volver a amar, me da pánico entregar mi corazón para que después alguien venga y me hiera. Pero, pensándolo mejor, prefiero mil veces que eso suceda antes de convertirme en alguien que no siente o en alguien que huye constantemente, creo que eso te hace perder oportunidades para aprender y para seguir creciendo.

Y por último, pero no menos importante, es una frase maravillosa que dice “perder el equilibrio por amor es parte de tener una vida equilibrada”. Hoy me siento en paz y me da miedo perder eso si es que llegase a enamorarme de nuevo, incluso me da miedo perderme nuevamente debido a un trabajo estable con horario y sus exigencias, pero eso es parte de la vida y no puedo huir por siempre, la clave está en saber enfrentarlo.

En lo personal volvería a renunciar a mi trabajo estable mil y una veces. Volvería a recorrer el mismo camino mil y una veces. Tal como dice la película, muchas veces preferimos la seguridad de la infelicidad, antes que las transformaciones y los cambios… dan miedo. Pero nada dura para siempre….. Nada, por lo que debemos prepararnos para los cambios. Y en eso estoy.

Si fuera mi película mis mandamientos serían: comer, rezar, perdonar, amar....

viernes, 29 de octubre de 2010

Códigos masculinos


Y dicen que nosotras somos las enrolladas, las que no hablamos claramente, las que no decimos lo que queremos porque estamos esperando que el otro adivine nuestros pensamientos ¡¡¡¡pamplinas!!!!!

No sé si es mi suerte, si atraigo a este tipo de hombres, o qué, pero en un solo día pude comprobar cómo dos hombres distintos y que ni se conocen, me dijeron algo que en realidad no era, pero que yo, debía interpretar de otra forma ????????????

Mientras uno, mi famoso ex – que ya tanto he hablado de él en este blog que merecería una estrella en el paseo de la fama – me sacaba pica – y con mucho éxito – con un panorama nocturno al que nunca si quiera pensó en un segundo acudir – otro amigo, uno que hace un tiempo me confesó que yo le “hacía sentir cosas”, me empapaba de una excusa estúpida de por qué no nos íbamos a poder juntar… por enésima vez.

¿Y no se supone que los hombres son los más prácticos y directos? Bueno, les juro que en mi experiencia no es así. Es más, con los años, yo he ido intentando ser cada vez más directa en mis peticiones para que después ninguna pareja diga “oye, pero eso nunca me lo dijiste”.

O sea si yo digo “me gustaría que fueras más cariñoso”, eso es lo que estoy diciendo y no, otra cosa más que esa. Dios. Si digo “no, ¿sabes? No puedo ir porque tengo otro compromiso”, eso es lo que estoy diciendo y no “oh, ahora espero que tu me insistas un poco, y ahí te diré que sí”.

De hecho, me cargan y cansan las estrategias, esa cosa de “ya, no lo voy a llamar hasta dos días más.. o voy a dejar que llame mejor tres veces antes de contestar”. Nada de eso, si yo quiero ver a alguien, voy y le digo “te extraño, quiero verte” y les juro que no estoy diciendo otra cosa que no sea esa.

Si me siento celosa, no invento una tonterilla sacada de algún jardín infantil para molestar a la otra persona, yo, muy mujer voy y digo “oye, me carga que salgas con tal fulanita, no me gusta” ¡Y ya!!” mil veces mejor quedar de bruja que de loca.

Dios, odio a los hombres a veces. He llegado a pensar que quizás ser lesbiana sea le opción más racional y conveniente, pero mi amiga P, me dice que también son tan o más enrolladas. Help!

martes, 26 de octubre de 2010

Apuntes sobre mi ex


No puedo negar que en medio de mi convivencia con mi ex pareja a veces me asaltan pensamientos asesinos. A veces es como vivir con un recuerdo andante, es como inyectarse a la vena diariamente la confirmación de que lo que alguna vez fuimos, hoy ya no somos más.

A momentos, cuando veo tan lejano el “nosotros versión romántica” he llegado a pensar – y creo que hasta decir – “no sé cómo me pude enamorar de ti”… pero esas son sólo niñerías, porque la verdad es que ambos hemos cambiado, no sólo él. Ambos queremos cosas distintas para nuestras vidas y ambos ya hemos cumplido un ciclo como el famoso “nosotros”.

Si ahora me pongo a pensar en todo aquello que me atrajo de él en un inicio, me doy cuenta que todo se ha ido transformando. Me gustaba cómo él se arriesgaba por mí, porque casada y todo, él se la jugaba para verme, se inventaba excusas para que nos juntáramos en horarios y lugares curiosos.

Me gustaba lo original que éramos, sin serlo seguramente. Me gustaba cómo él en la calle, me tomaba por la cintura, fuerte y seguro, como si nada más en esta vida importara. Me gustaba – aunque debo admitir que también me asustaba – lo mucho que él quería que yo fuera parte de su mundo, de sus tocatas, su música, sus amigos, su historia.

Me gustaba la cara de bobo que ponía después que me besaba, me gustaba que él siempre quisiera más. Me gustaba que podíamos pasar horas y horas hablando de nuestras cosas.

El hoy es bien distinto. Nos hemos convertido en amigos y tengo la sensación que esto lo vi venir hace mucho tiempo. Curiosamente me daba miedo que pasara esto y por lo mismo, me aferré al recuerdo del “nosotros”.

Quizás por miedo a estar sola, tal vez porque no estaba lista para enfrentar la verdad y en una de esas porque soy terca y no quería convencerme que, a pesar de mis instintos y mis corazonadas, él no era la persona que estaba esperando.

Sin embargo, hoy tenemos otras cosas y que no son consuelo de tontos. Tenemos un lazo de profunda confianza y lealtad. Hemos logrado construir también una intimidad especial relacionada con nuestras heridas y dolores. Y pase lo que pase en un futuro cercano o lejano, él siempre será una de las piezas fundamentales hacia la resolución de mis penas más grandes.

Creo que aún existe de parte de ambos, una pequeña parte que se sigue aferrando. No en vano, él me ha dicho muy sutilmente y para ver mi reacción seguramente, qué tal si no se muda en enero…. Y raro, pero en mí también está esa tentación de que él se quede por mucho tiempo más, aún ya terminados y aún ya entendiendo que no pasa nada desde la arista romántica.

Pero, sé, aunque cueste, que debemos cortar ese cordón, de lo contrario, por muy amigos que podamos ser, no avanzamos, nos quedamos estáticos como en una especie de fotografía del pasado. Porque mientras él esté rondando por estos lados, difícilmente yo podré fijarme de verdad y sin pánico en otra persona, difícilmente podré abrir mi corazón a otra persona, porque voy a estar pensando todo el rato en la lealtad que le debo a ¡mi ex!! Eso es muy loco y nos hace mal.

También sé que mientras yo esté rondando él difícilmente se permitirá mirar en serio a otra mujer. Porque sí, tengo claro que habrá otra (s) post yo. No puedo evitar pensar en que más le vale que sea una buena mujer, que le haga bien… o que más le vale que él pueda corregir con ella todo lo que se equivocó conmigo. Y ahí me doy cuenta de este rol maternal que tengo con él me persigue hasta en la amistad….. Dios.

Mi querido J…. es de esas personas que parecen a primera vista tener una de esas cáscaras duras, pero si lo llegas a conocer un poquito mejor, te das cuenta que es pura fachada, una forma de defenderse del mundo.

Hace unas noches me preguntó: “¿Aún me quiere?” y yo le dije que sí, dando a entender que independiente que nos separemos, el cariño persiste. Y hace unos días le pregunté sin rodeos, si le gustaba alguna compañera de trabajo. Me dijo que si bien habían unas bien lindas, ninguna le gustaba. (Silencio). Como no me preguntó nada, le dije “¿y quieres saber si a mí me gusta alguien?” Y él respondió un rápido y escueto “No”.

El otro día le comentaba a una amiga que tenía la sensación que más adelante él se iba a arrepentir de dejarme ir. Y no lo digo como en un tono vengativo típico de las minas despechadas onda “ya, volverás y te diré que No!”. Para nada, acá no tengo de qué estar despechada. Lo digo porque me preocupa que le vaya a doler, pero supongo que también la vida lo ha querido así, y estoy segura que eso no será en vano.

lunes, 25 de octubre de 2010

Cuando sólo quiere darte


El viernes pasado participé con mis amigas C y J de una “piyama party” – nombre siútico de los carretes con quedadas a dormir.

Hablamos de todo y nos reímos a carcajadas, como siempre. C, la amiga, dueña de casa, está en pareja hace algo así como un año, siempre en su estilo, está enamorada hasta las patas, de hecho, me llamó la atención cómo “literalmente” brincaba de alegría y euforia cada vez que sonaba el celular y era su amado.

En fin, como fiel representante del género femenino, mi amiga apasionada, ya ambiciona en su cabeza casamiento, hijos, casita con reja blanca y otros. Su gran preocupación es cómo saber – sin preguntarle directamente, obvio – si él quiere lo mismo con ella.

Inspirada en esto, me puse a pensar en todas esas señales inequívocas del hombre que no te quiere más que para puro darte. Siempre las reconocemos, ahora, que nos hagamos las locas, es otra cosa. Acá van algunas que recordé, otras que aprendí y muchas ideadas y practicadas por representantes del género masculino.
  • Sale arrancando - en los peores casos hasta sin despedirse- a primera hora después de tener sexo contigo. Ni hablar de arrumacos matutinos y mucho menos desayuno

  • Cada vez que vas a su casa, estás sólo tumbada en su cama

  • Siempre se las ingenia para que no puedas conocer a ninguna amistad suya

  • Nunca te llama, nunca tiene tiempo, salvo cuando quiere darte

  • Te llama siempre de noche… ¡por lo mismo!

  • Siempre quiere hacer todo en casa (comer, ver películas) nunca quiere salir en público contigo, porque ¡adivina! quiere puro darte

  • Se molesta cuando llegas a su casa sin previo aviso “invades mi espacio” es una clásica frase para disfrazar un “hey! sólo te busco cuando te quiero dar y hoy no es el día”.

  • Jamás te ha regalado nada, ni un pedazo de chicle

  • Cuando le hablas de tu día, se pone a bostezar o cambia rápidamente de tema

  • Te habla de otras minas, en lenguaje masculino esto es una forma primitiva de marcar territorio y decir “soy del mundo”

  • Nunca sale contigo y tus amistades, siempre se las ingenia para zafar. Lo mismo va para eventos familiares

  • Se nota que ni siquiera se esfuerza para producirse cuando está contigo

  • Te reitera varias veces que él no está buscando nada serio y que le encanta la amistad especial que tiene contigo, queridas, eso NO es un piropo, es su forma de decirte “¡y no me pidai más!”

  • Siempre te dice que él odia los compromisos y no es del tipo “pololo”. Hay que estructurar mejor la frase: “Odiaría un compromiso contigo y yo no sería tu pololo”. ¿Por qué? “porque sólo quiero darte”.
  • miércoles, 20 de octubre de 2010

    La vida como una maratón


    Hoy tomando once con Paris, hablamos acerca de que todo el mundo siempre anda corriendo, unos corren a la pega, otros corren a casa para ver a los hijos. Al final, para muchos, la vida es una eterna maratón de la que es imposible recuperarse.
    “Hija, la vida es así, el mundo está hecho así”, me dijo Paris y bien en serio en vista a mi absoluta resistencia a pasármela corriendo de aquí para allá, estando en varias partes a la vez y sin estar en ninguna al mismo tiempo. Pariendo hijos que quedan al cuidado de alguna extraña pagada durante todo el día, para regresar de noche y sólo verlos dormir.

    Respeto a quienes lo han decidido hacer así o a quienes no les queda más opción, pero, si puedo elegir, yo no quiero eso para mi vida. Imagínense que me siento culpable por dejar a mi Marley solo en casa por salir a trabajar, cómo será la sensación con relación a un hijo.

    Y es raro, pero pareciera que ese tipo de vida, llena de sacrificios, estilo mártir, pareciera que fuera el camino más fácil de tomar. Lo difícil es lo que quiero yo, una vida tranquila, equilibrada, una vida conciente, llena de lazos construidos por el día a día y no entablados vía online.

    Es como que si todo en la vida te llevara a tomar el primer camino. Y de hecho, ahora en noviembre voy a “enrolarme” nuevamente en ese estilo de vida, por gusto propio en parte, y también por necesidad.

    Pero como soy tozuda, nadie me saca de la cabeza que se puede tener una vida exenta de maratones, llena de pasos lentos, con pausas en el camino y que, más encima, y he aquí la madre del cordero, sea rentable y permita vivir.

    Tiene que haber una forma. Tengo que encontrarla, pero por mientras eso va a tener que quedar en pausa.

    martes, 19 de octubre de 2010

    Amor rosado


    Hoy mirando por la ventana de mi living junto a Marley, que también disfruta de la panorámica, me puse a pensar en mi vida amorosa.

    Aunque parezca raro quizás, hacía harto tiempo que no me detenía a pensar en ese aspecto de mi vida, o sea, hablo de ella y opino también, pero de manera más somera.

    A lo largo de estos 30 años ha tenido sus altos y sus bajos, he llorado, reído, he engañado y me han engañado. He amado, odiado, he acertado y también me he equivocado rotundamente, pero, siempre digna.

    ¿Y ahora qué? eso fue lo que me pregunté mientras atardecía. Sinceramente no tengo ni la más remota idea. O sea, tengo un listado de cosas que sé que no quiero, otro bien extenso de lo que sí quiero y mucha fe.

    A veces sé lo mucho que añoro una pareja que me abrace, que me acompañe, ustedes saben, un otro en quien confiar, salir y reír. Por lo mismo supongo que me da un poco de pavor caer en los brazos del primero que se me cruza, no quiero parecer, como dirían los gringos “needy”. Qué lata las minas necesitadas de cariño, hiper dependientes. No.

    Pero más allá de este rollo mental que me abruma a veces, tengo claro que hoy - Dios ojalá suene lo menos siútico posible- mi corazón está listo o por lo menos mejor preparado en tener una relación de pareja bonita, sana, sin mochilas tremendas de relaciones o traumas pasados.

    De hecho creo que ese fue uno de los grandes errores que cometí con mi querido J. Nos entusiasmamos tanto con nuestro encuentro que nos apresuramos demasiado y bueno, nos caímos. Pero creo que todo lo que se ha escrito en esta historia mía junto a él tuvo que ser tal cual.

    Y si mi corazón ha comenzado a transformarse hoy, estando “terminados” como pareja, me hace confirmar que hay “alguien” allá afuera esperándome hace rato. Y suena medio raro que lo diga, pero tengo la sensación que sabré cuando lo conozca.

    El próximo estreno romántico de mi vida tiene que estar lleno de amor, y pasión, globos colorinches con formas ridículas, corazones rosados, palabras lindas, caricias, complicidad, intimidad, ternura y ya que estoy desatada ¡frases bobas y mamonas!

    Durante tanto renegué del amor con gusto a chicle de sandía, pero la verdad es que creo que se puede tener eso y también realidad con profundidad. Quiero a un hombre – no un niño – que diga que lo vuelvo loco (en el buen sentido, claro), que ansía besarme y verme, Ah! que ame a Marley, que si lo digo que “no”, se la rebusque para que le diga que sí, que si le digo “hey, seamos amigos mejor”, me mire – cual Jude Law – me tome por la cintura (fuerte, esto es sustancial) me acerque a él y me tape la boca con un beso increíble. (Suspiro)

    Domadora de elefantes



    Anoche tuve uno de esos sueños que sé que son importantes, de esos que transcurridos los hechos, después recuerdo y digo ¡ja, ya lo había soñado!

    El sueño comienza cuando veo a mi actual jefa que me invita a un asado en su casa, conozco a su marido y todo es muy “nice”. Incluso ella me presenta con mucha confianza. De pronto, hay un fade out y me veo rodeada de elefantes, sí de elefantes.

    En un inicio me atacan, parecen furiosos, y yo muy asustada. Sin embargo, en un momento pienso o digo “¿y si les doy de comer?”, y hago esto, y de pronto los elefantes se calman y están a mi merced.

    A primera hora: San Google. Busqué lo significaba soñar con elefantes y me aparecieron estas interpretaciones bastante interesantes.

    “Ser atacado o lastimado por un elefante: desgracia que el soñador recibirá de un gobernante o de un jefe de alta jerarquía; mas si el agredido está enfermo: su muerte.

    Otros interpretan que el elefante es: un rey o persona de gran poder, generosa, paciente y discreta. Un golpe de la trompa de un elefante: buen vaticinio.

    El elefante simboliza la fuerza, la prosperidad, la longevidad y la memoria. Soñar que montamos o conducimos un elefante es signo de éxito gracias a las cualidades que simboliza el elefante o gracias al apoyo de personas poderosas e influyentes que no olvidan los favores que les hicimos en el pasado.

    Símbolo de la potencia, de la fuerza, el elefante, visto en sueños, indica la importancia de que los medios de los que usted dispone actúen de manera acertada.

    Darle de comer: un personaje influyente le asegurará su apoyo".


    El sueño lo interpreto de la siguiente forma: los elefantes (porque eran varios) representan personas de autoridad, de alta jerarquía que en un inicio me atacan, me asustan, se imponen, y me dominan. Sin embargo, en un punto me ilumino, doy vuelta la situación y los domestico, los someto, los domino.

    De hecho la interpretación que indica que darles de comer implica el apoyo de una persona influyente, creo entender en quién se hace referencia. Lo otro interesante que puedo acotar es que mi papá colecciona figura de elefantes, debe tener más de cien y él en mi vida siempre ha sido un símbolo de poder y de autoridad.

    Supongo que el sueño es bastante explícito y es lo que sucederá. Igual qué miedo el momento del ataque! Ajajaaj.

    Ahora, debo confesar que ayer conversando con mi jefa me comenzó a dar esa especie de claustrofobia laboral, es como un sofocamiento que debe ser muy parecido al que sufren las personas que se ahogan con las relaciones y que están a punto de casarse.

    Creo que hasta tuve flashbacks de luces artificiales, papeles de oficina y de clips de tamaño humano. Relojes gigantes y jefes con caras desfiguradas. Horror. Pero me repongo al pensar que no es PARA SIEMPRE, y que hay un final, claro que eso también tiene su costo ¡Dios! Como odio el dinero ¡Dios! Cuánto lo necesito a veces.

    lunes, 18 de octubre de 2010

    Noviembre: ¡aquí voy!


    Mientras mi nueva jefa me detallaba sobre los cuidados que debía tener al enfrentarme al gerente hormonal o sobre cómo debía ser con la vendedora histérica, una pequeña vocecita en mi cabeza me preguntó: “¿En qué te estás metiendo?”.

    Me da susto volver a las pistas, esas llenas de gente media loca, esas pistas adornadas por el estrés y por metas. Pero me guste o no, hoy no me queda más remedio que enfrentar todo esto con una gran sonrisa en la cara.

    Supongo que lo que me brinda algún nivel de alivio es que pase lo que pase, será por un tiempo determinado: 6 meses. Y si sobreviví dos años en mi anterior trabajo, bueno, creo que podré salir viva de esto.

    Ahora, qué pasará conmigo después de ese tiempo, es un absoluto misterio y por lo mismo, me veo también en la obligación de tomar los resguardos necesarios para no ser engullida por esto de que no hay nada gratis en esta vida.

    Enfrento este nuevo desafío de manera muy distinta a cómo enfrenté mis anteriores trabajos. Primero lo hago desde la vereda de la conciencia, o sea, el ofrecimiento no es algo que me llegó, sino que fue algo que yo misma busqué y que acepté.

    También lo enfrento con mucha tranquilidad y a sabiendas que nadie se muere si un mail llega más tarde o si algo no resulta a la primera. Y, supongo que esto es lo más importante, lo enfrento amando mi libertad y bien clara que soy libre ante todo y ningún jefe hormonal puede quitarme eso.

    viernes, 15 de octubre de 2010

    Palabras que quedan


    A Frank le cuesta un mundo el tema de las emociones y de la afectividad. Si bien sé que me ama, creo que contadas veces en mi vida me lo ha dicho. Me lo ha demostrado, sin duda alguna, pero cuando se trata de verbalizarlo o de traducir el cariño en un abrazo en una caricia, le cuesta.
    Pero cuando Frank habla, vaya, siempre me hace llorar. Hace unos días me pasó un escrito suyo de hace un tiempo para que lo leyera y para que le diera mi opinión "acerca de la redacción".
    Ya, al segundo párrafo yo estaba llorando como una niña, qué importaba la redacción, sus palabras tenían tanta sensibilidad que me olvidé de las reglas ortográficas. Tras terminar, como hija de mi padre, me dieron tantas ganas de abrazarlo, pero no pude, así es que lo único que hice fue hacerle un cariñito por la espalda. Me pidió que se lo pasara en limpio y yo, quise compartir esto con el mundo. :)


    La soledad del viejo


    Qué bello era visitar a papá y a mamá
    Qué lindo era contarles mis penas y alegrías
    Exagerar mis triunfos o mitigar mis derrotas
    Sentir la caricia tierna de mamá
    O la palabra optimista de papá
    Pero ellos ya partieron, lejos, lejos, al más allá
    Qué remoto me parece jugar con mis hijas
    Poder enseñarles, verlas crecer
    Hablar con ellas día a día sabiendo que eran tan sólo mías
    Pero así crecieron y en un instante también partieron, llevándose algo irremplazable dentro de mí
    Mi trabajo, qué linda manera de gastar energía y agotarse, ganando dinero
    Bella y noble mi profesión, ayudar a hacer el bien, mitigar el dolor
    ¡Oh! cómo anhelo volver a ser aquél enfermero
    Pero la justa y merecida jubilación llegó y sólo me quedan la memoria y la frustración.
    Mis amigos ¿qué pasó?, alguno ya murió
    Otros, no sé, quedan pocos, quizás se pusieron viejos antes que yo.
    Sin saber, las distancias se alargan inexorablemente
    Y en verdad me canso
    ¡¡Sí!! me canso exageradamente
    El mundo se hace pequeño ¡Oh! Dios tan pequeño
    Que sólo cabemos dos.

    jueves, 14 de octubre de 2010

    Hasta la próxima


    Hoy mi hermana partió de vuelta a Estados Unidos. Antes, la invité a mi casa a almorzar y hablamos, hablamos y hablamos, de mi sobrina, de sus perros, de Marley, de tiempos remotos, de sueños. Y nos reímos, fue como si nunca nos hubiéramos dejado de hablar y pasaron…. cinco distantes años.

    Y anoche estaba entusiasmada de que la iba a volver a ver y recordé esa vieja sensación que pensé muerta, de cuando ella venía de visita a Chile y yo tenía 12 años. A veces no podía ni dormir la noche anterior, y cuando llegaba la invadía de historias, de relatos, y sólo quería que saliéramos juntas, las dos solas…

    Eran los tiempos en que la admiraba tanto, quería ser como ella, vestirme como ella…. Me preguntó hoy si quería seguir conversando de todo aquello que nos separó, pero le dije que no quería. Creo que tenemos las dos suficiente por el momento, ya habrá más tiempo para seguir hablando.

    Aún es tan raro verla en mi casa, es tan raro ver al frente a una persona que se parece físicamente a una en rasgos, en el tono de voz hasta en los gestos o dichos… y es tan raro sentirme aliviada y feliz. Nunca pensé que ese reencuentro sería así. Nunca.

    El abrazo de la despedida fue especial y puse mucha atención porque quería recordarlo para siempre. La abracé fuerte y cuando intentó dar por terminado el abrazo volvía a abrazarla. Lentamente veo cómo voy despidiéndome de mi escudo y cómo mi corazón magullado va transformándose.

    miércoles, 13 de octubre de 2010

    Los 33


    Lo de los mineros no ha dejado de impactarme. La valentía de estos hombres, la lucha por la sobrevivencia, incluso su fe en alguna fuerza superior que ellos llaman Dios.

    Sé que muchos critican a los medios de comunicación, de que los periodistas parecen pirañas detrás de los familiares, o del testimonio llorado o de lo que sea, que son los profesionales de esta carrera que transforman un drama humano en un verdadero circo, y de los más rascas.

    Siendo periodista y colega de estas “pirañas” defiendo con uñas y dientes la carrera, bien ingrata especialmente en Chile, poco valorada, mal pagada y más encima, mal mirada.

    Si todos los noticieros de Chile y del mundo arribaron hasta allá, si los periodistas han entrevistado hasta el cansancio a los familiares, sin han indagado en los pasajes más íntimos de estos 33 hombres ha sido también porque la gente necesita eso, porque si nadie viera este tipo de noticias, créanme que no habría un seguimiento en vivo en cadena.

    A las personas les interesa saber de todos estos detalles: qué cara puso la mujer cuando vio a su marido emerger de la tierra, cómo fue el abrazo con los hijos, cuáles fueron sus primeras palabras, qué habrá pasado por su cabeza durante este encierro angustiante de más de dos meses….

    Y quiero pensar que no es por morbo, es porque hoy todos necesitamos saber que los milagros existen, que vale la pena tener fe, que la gente se une en momentos de horror y no se matan entre ellos, que hay algo superior a todos nosotros, que hay un destino y que todo, incluso lo más terrible, tiene un sentido.

    Supongo que hoy, con todo la tecnología y lo multimedial ya no nos sirve eso de que sólo hay que tener fe, necesitamos verlo, palparlo, a través de nuestro plasma, Blackberry, iPhone o de lo que sea.

    Sinceramente, yo me enorgullezco de ser chilena no sólo hoy ni para los 18 de septiembre, sino que siempre. Tenemos nuestras bajezas, como todos, y somos pequeños en muchos aspectos, pero me da la sensación que somos un país con alma que aún es capaz de emocionarse.

    Y respecto a mis colegas, también es un orgullo ser periodista, porque digan lo que digan, somos el cuarto poder, y tener la facultad de llevar un poco de fe y de esperanza a todas las personas no sólo en Chile, sino que en el mundo, transforma una piraña en un mensajero.

    martes, 12 de octubre de 2010

    Debajo del dolor


    Dios. Estoy entusiasmada y hasta podría decir que estoy contenta. Se supone que mañana me voy a encontrar con mi hermana, sí, la misma a la que sentencié como muerta hace cinco años, la misma que juré hace cinco años jamás volver a ver ni hablar.

    Recuerdo exactamente el día que tomé esa determinación. Fue en marzo (recuerdo hasta el mes) después de una agria, amarga y dura conversación con ella por teléfono a larga distancia. Pero lo que nos separaba en ese entonces, no sólo era un océano, sino que las circunstancias, mi rabia, mi dolor, mi silencio, su bloqueo, su incredulidad y su egoísmo.

    Lloré harto. Me acuerdo que mi ex marido me abrazó y me dio cierto consuelo, pero en realidad nunca nadie ha podido consolarme, ni siquiera mi súper sicóloga con todo lo sabia que es.

    En estos años he sido yo la que se ha consolado. A veces en los lugares equivocados y otras veces con las personas equivocadas, pero en el último tiempo, he logrado alivio en cosas que me hacen bien, en cosas que me hacen feliz.

    Dios. Ha sido un largo camino y con tropiezos varios, pero es raro que lo que diga, pero creo que de poco me arrepiento, supongo que los daños a terceros es algo que me gustaría borrar, pero tengo la corazonada que hasta eso ha de tener un sentido, por duro que suene.

    Me da miedo tener algún tipo de expectativas, pero ellas brotan casi de manera incontrolable. Y es como que si ayer se abriera algo o más bien como si ayer se hubiese cerrado un círculo, un capítulo, como que si ayer comenzara de manera oficial una nueva época en mi vida, como si desde ayer mis heridas y todos mis miedos comenzaran lenta y cautelosamente a tomar nuevas formas.

    Y me doy cuenta que debajo de todo ese enojo, de toda esa rabia, de todo ese dolor mío y de todo ese orgullo, había sólo vulnerabilidad, tristeza y unos deseos enormes para que ocurriera lo que ayer pasó, para que alguien, quien fuera que sea, me mirara, y me pidiera perdón. Quizás eso era lo único que quería….

    Me hubiera gustado que estuviera mi amiga P cerca, pero justo anda en su aventura. Ella ha estado conmigo en mis peores momentos y bueno, ya llegará la instancia para compartir esto.

    lunes, 11 de octubre de 2010

    Reencuentro


    Cuando abrí la puerta y me encontré con la hermana que había declarado muerta hace ya cinco años me quedé helada. Supongo que mi cara habrá sido una mezcla de “plop, exijo una explicación”, “qué mierda haces aquí” y “no puedo creerlo”.

    Me sonrió y me preguntó si podía pasar. Esta petición, tan simple, tan evidente, hace un par de años habría desencadenado un vendaval de duros epítetos de mi parte sumado a un puertazo fuerte en la cara, sin embargo hoy, se resolvió en un “sí, claro”, seco, quizás hasta poco amable, pero por lo menos afirmativo.

    Le pregunté sin rodeos y casi cerrando la puerta “¿qué haces aquí, qué quieres?”, yo siempre a la defensiva y con escudo en mano, así tuve que aprender a sobrevivir. “A conversar, si es que tú estás dispuesta”, me contesto, tan segura que no me quedó otra que dejar de lado un rato la armadura y escucharla.

    Nos sentamos en el sillón, mientras Marley revoloteaba por el lugar, siempre tan amistoso mi bello canino. Primero hablamos de cosas cotidianas, y luego de atragantarme con dos vasos de jugo en sobre de frutilla, decidí que mejor hablar ahora ya, para qué, seguir alargando lo inevitable.

    Y hablamos. Luego de cinco años de silencio y de distancia sepulcral hablamos. Yo fui quien partió, sin saber dónde mierda partir. ¿Del principio, de la mitad, de las consecuencias, del hoy? Así es que partí por donde se me ocurrió y le dije sobre todo el dolor que padecí por su culpa, por la culpa de su marido. Le hablé de cómo esto ha afectado mi vida, en la relación que formo con los hombres, en la intimidad.

    Le dije que me parecía de locas su decisión de seguir con él, a pesar de lo que sucedió. Le dije que durante muchos años la odié, que estuve tan enojada, pero que hoy, si la invitaba a entrar a mi casa, si podía conversar con ella, era porque ya podía, no sé si perdonar, pero lo menos puedo decir las cosas como son. Le hablé sobre la culpa, y sobre cómo durante muchos años – más de lo recomendado – me sentí responsable de lo que había pasado a pesar que sólo tenía 15 años.

    Ella me escuchó atentamente y también me habló. A su manera, me pidió perdón, a su manera me explicó porqué hizo lo que hizo y aún hace. A su manera, intentó explicarme que “esas cosas pasan, hay cosas peores”.

    Rebatí esta “normalidad” que ella plasma sobre algo horroroso, y lo hice sin gritar sin llorar, lo hice como una adulta, sin sentir que la herida me sangraba, lo hice con altura de miras y de pronto, ella me dio pena, porque entendí que es lo que hay, pedir otra cosa de ella, esperar que ella me haya defendido como lo hacen las hermanas normalmente o pretender que ella entienda que lo que pasó conmigo no fue “una estupidez” o “algo menor”, sino que un abuso, sería pedir que ella fuera otra persona.

    Le dije que ella estaba avalando algo que no era normal, hasta donde yo sé no todos los hombres de 30 años andan toqueteando a pendejas de 15. Y hasta donde yo sé si una pareja mía lo hiciera, después de denunciarlo, lo echaría a patadas de mi casa. Pero ella, no. Y supongo que esa es su forma de lidiar con el horror, de lo contrario, quizás se trastornaría (aún más).

    Ahí me di cuenta que una conversación no podría hacerla entrar en razón, ni menos 10 años de terapia. Y volvió a darme pena. Y mientras me hablaba, de repente yo dejé de escucharla para mirarla…. Tan raro verla en el living de mi casa, en mi espacio, en mi vida.

    Hace varios meses mi sicóloga me dio como tarea escribirle una carta a mi hermana. Evidentemente no para mandársela sino que para estampar aquello que me gustaría decirle hoy. Lo que resultó de eso fue una carta terrorífica que si me llegara a mí, me darían ganas de matarme. Pero fue un buen ejercicio, quizás de no haber sido por esa carta, eso mismo se lo habría dicho hoy.

    ¿La perdono? Supongo que esa es la gran pregunta que todo el mundo espera que yo conteste. Y sólo tengo una respuesta “no lo sé”. No sé si algún día la pueda perdonar, no sé si algún día pueda confiar en ella. No sé si algún día pueda dejar de sentir dolor por lo que pasó.

    Pero verla me hizo bien, es un paso gigantesco hacia algo bueno, hacia la paz, hacia el “soltar”. De ahí hablamos de sueños, de tarot y de premoniciones. Hace años soñé que me reencontraba con ella mientras vestía un abrigo rojo (hoy como hacía frío llevaba uno así) y ella también soñó algo similar.

    Era el momento. Y mientras hablábamos y hasta nos reíamos de algunas leseras, vi en ella varios rasgos míos, y eso fue grato, reconocer un lazo que había dado por muerta por defensa propia.

    No sé qué va a pasar. Pero ella vino hasta acá, hasta mi mundo, ella me pidió perdón, ella se emocionó. Y eso, no puedo dejar de tomarlo en cuenta. El resto, sólo el tiempo lo dirá.

    jueves, 7 de octubre de 2010

    El tiempo pasa…. Y no en vano, dicen


    Ayer por la tarde estuve sintonizando “10 años menos”, uno de mis programas fetiches que dan por Discovery Home and Health. Para los que nunca lo han visto, el fin es hacer que una mujer o un hombre – que de entrada luce vieja (o), se viste pésimo y tiene más arrugas que pata de elefante – luzca 10 años más joven de lo que en realidad se ve. Usualmente la edad en que queda es la edad que realmente tiene.

    En fin. Me divertí con un episodio especial de una mujer que iba a ir al reencuentro con sus ex compañeras de colegio a quienes no veía hacía 20 años, por lo que quería lucir increíble y, por supuesto, joven. El programa lo logra con maestría: un buen maquillaje, un notable peinado y unas buenas pilchas y ¡listo!

    Y me puse a pensar. ¿Cómo me encontrarían mis ex compañeras de aula? Uf! Ya no mantengo contacto con ninguna, mal que mal salí del colegio hace…. Dios, 12 años, qué cruel son los números a veces.

    Así es que me puse a indagar. Primero busqué el anuario de cuando salí del colegio, ahí por el año 1998. Me vi y claro, ahí tengo mucha más cara de pendeja y mi cabello es negro, y largo…. Pero tampoco es como para decir ahora ¡Dios, qué me ha pasado! Supongo que la gente me seguiría reconociendo… siempre he sido tan positiva.

    De ahí se me ocurrió la genial idea de buscar a mis ex compañeritas por Facebook. Ojo, yo no tengo Facebook, porque sé que soy muy tentada y curiosa y probablemente estaría pegada viendo la vida de mis ex amores, amantes etcétera, así es que lo he evitado con éxito hasta el momento.

    Pero aún así, Face… te permite buscar a la gente y ver por lo menos su foto de perfil. Bueno, buscando con anuario y dos apellidos en mano, me encontré con varias ex compañeras. Vaya… hay algunas que, no es por ser mala,, pero como que les pasó un tractor encima. Otras podrían ser perfectamente mis madres o por lo menos mis hermanas mayores y otras ¡se hicieron de nuevo! Por lo que podrían para por mis hijas.

    Hay una en particular que me dejó para adentro, era una mezcla rara entre las pechugas de Luciana Salazar y la boca de la Presidenta de Argentina, Miss Botox, de hecho me dio un poco de susto.

    Pero también estaban las que se veían prácticamente iguales, o sea, un par de kilitos más quizás, pero hasta tenían el mismo peinado y cara de niñita salida de colegio de monja, ojo, dije sólo la cara.

    Obvio que busqué también a las más populares o que se creían bakán en esos tiempos. Muchas de ellas hoy tienen hijos, otras las pilló la comida chatarra y sólo un par mantiene esa pose de “hey, yo soy popular”.

    Me dio risa igual, un poco maldadosa, pero risa al fin y al cabo. También me percaté de otro fenómeno, que las más feas de cara o no tenían foto en su perfil, o tenían pero así como un perrito o una flor, “mejor”, pensé yo también.

    Estoy segura que si yo tuviera Facebook más de alguna se habría reído de mi actual apariencia onda “ayyy de a dónde colorina, mira, está mucho más gorda”, etcétera, pero eso me da igual, además que no tengo Face, así es que van a tener que seguir imaginándose cómo estoy.

    Ah, y obvio que rastreé a viejos amores, pero para mi mala suerte, o no me acordaba del segundo apellido – quizás nunca lo supe – o tampoco tenían Facebook o lo que es peor, no me acordaba ni siquiera del nombre jajajajaja.

    Sí encontré a un par, uno estaba de papito corazón y el otro, aparecía en un bar con dos minas al lado, así de extremos han sido siempre mis gustos. ¡Amén!

    miércoles, 6 de octubre de 2010

    Frases idiotas para mujeres desesperadas


    Dicen que no hay nada mejor que escuchar un consejo, pero creo que a esto habría que agregarle, “siempre y cuando no sea genuinamente estúpido”.

    Supongo que todos y todas alguna vez hemos seguido al pie de la letra o hecho caso de un consejo malo, o alguna frase necia, especialmente en el ámbito amoroso. Estas son algunas que rememoré.


  • “En una relación, siempre hay uno que ama más. Es mejor que uno no sea esa persona”.

  • “Los hombres tienen sus necesidades, por lo que si tú no estás dispuesta a satisfacerlas, otra seguramente sí lo estará”

  • “Cuando te enamoras, los amigos pasan a segundo plano”

  • “Pasados los 30 años, sólo vas a encontrar hombres separados, u hombres cachos”

  • “El amor todo lo puede”

  • “Si tu vida marital es una lata, no hay nada mejor que tener un amante”

  • “Un clavo saca a otro clavo/ a rey muerto, rey puesto”

  • “Yo nunca te vi enamorada” (dicho luego que acabas de terminar una relación o luego que te patearon)

  • “Él nunca me gustó para ti” (Bis)

  • “Eres muy joven para saber lo que es el amor”

  • “Guarda esas lágrimas para algo más importante”

  • “Hay que besar a varios sapos para poder reconocer al príncipe”

  • “El amor duele”

  • "Si te trata mal es porque le debes gustar"
  • martes, 5 de octubre de 2010

    Hombres Freaky: ¡atrás!


    Advertencia: estos hombres aún anda sueltos por las calles, por lo que cualquier semejanza con la realidad debe ser tomada muy en serio. ¡HUYAN!

    Inspirada en una tragi cómica historia que me contó mi amiga P, y de la que sólo puedo decir que están involucrados elementos tan dispares como el tarot y las orgías sexuales, quise hacerle un homenaje a mi maestría en hombres cagados del mate que alguna vez obtuve con honores y distinción.

    El primero que se me viene a la mente es el recuerdo de un sujeto que tuve la desgracia de conocer en uno de mis cumpleaños (no diré más). Comenzamos a hablar por MSN y una cosa llevó a la otra y terminamos envueltos en una relación rarísima, digna de algún guión de David Lynch o de David Cronenberg.

    Entre que le gustaba jugar con mi mente y que le pegara cachetadas en la intimidad, terminó por trastornarme un poco, aunque debo aclarar que ya debí estar bien trastornada por sólo permitir el ingreso de un tipo así en mi vida. Pero eso no es todo lo freak, el espécimen en cuestión tenía doble y hasta triple personalidad. De hecho, su amiga más cercana, que de hecho también conocía, me hablaba de él como si fuera un pobrecito, con tan mala suerte en el amor, pero que buscaba de manera incesante alguna chiquilla casi virginal para esposarse ¿aló?

    También recuerdo a uno que estaba embelecado con la idea de que iba a tirar con una mina casada (yo). Tan así que cuando estábamos en medio del acto me dice – y lo que es peor, en serio – “ah nunca antes le había tocado el seno a una mujer casada”. ¡¡¡¡¡¡Next!!!!!!

    No puedo dejar afuera a un tipejo que conocí en una comida donde habían varios abogados conocidos, unos que incluso salen en la tele. El tipo, seguramente con el cerebro aguado por el alcohol, tomó mi mano y comenzó a leerla. Sí, cual gitano. Y era del tono “veo a un hombre en tu futuro que te hará feliz” jajajajaja, aún me da risa.

    ¡Ah! Está el freakísimo, oriundo de una ciudad del norte de nuestro bello país. Ahora, que miro para atrás, me tinca que era sexópata, o mitómano, no lo sé. El tipo tiraba con cualquier cosa que se moviera, bueno, y que no se moviera también. No sé en qué pensaba cuando le di mi número, pero era bien crazy, incluso una vez me dejó llena de chupetones el muy picante. Y ahí mi amiga P llegó al rescate y me colocó un bistec en lo chupetones y me los maquillo. Qué tiempos esos…

    Y para coronar este listado de hombres con serios problemas mentales, recuerdo uno que me propuso alguna vez hacer un trío con su señora, pero lo más chistoso es que el tipo quería hacer primero un “control de calidad”, onda, que tirara sólo con él primero para ver si funcionábamos. Súper considerado con la mujer…. Para que quede claro que tan loca no estaba, salí huyendo de ahí.

    Mmmmm, nota para mí: objetivo 2011: ¡no más freaks!

    lunes, 4 de octubre de 2010

    Conexiones


    No creo en las coincidencias ni en el azar, pero tampoco soy una creyente que toda nuestra vida está predestinada desde el primer respiro. Supongo que pienso que la verdad y las respuestas están en el medio. O sea, tenemos un destino, pero eso no quiere decir que somos víctimas de él y que no podemos hacer nada para cambiar el rumbo de las cosas.

    En mi vida se han repetido varios episodios de manera casi increíble. De hecho, las cuatro personas más importantes de mi vida, que he conocido en el camino o con quienes mantengo hasta hoy una hermosa amistad, tienen heridas parecidas, dolores sorprendentemente semejantes.

    Esas penas las he ido descubriendo con los años y a la vez tienen relación con mis propias vivencias. Lo curioso es que no son amigos entre ellos, sino que yo soy el factor común de estas historias, ¿cómo tanta coincidencia? Yo no lo creo.

    Y, como siempre, tengo una teoría. Yo, sinceramente no me caso con ninguna verdad, pero estoy pensando que el habernos conocido no es por el azar, sino que estuvo predestinado, y que hay un fin para esto: para que en esta vida resolvamos todo aquello que nos duele, que terminemos con algunas historias de horror que seguramente nos vienen siguiendo desde hace muchas vidas.

    Sé que suena cosa de locos, y hasta me cuesta explicarlo claramente, pero tengo la corazonada que tiene que ver con esto de las reencarnaciones. De hecho se supone que uno va aprendiendo a ser mejor persona vida tras vida. Sin embargo, cuando no aprendemos las lecciones, nuevamente en la vida que sigue nos vemos enfrentados a los mismos dilemas y así,hasta que entendamos….

    También el otro día leí que a veces pasa que cuando se hacen juramentos en una vida, estos nos persiguen por siempre hasta que aprendemos a liberarnos de ellos, como promesas de venganza, o juramentos de odio o de desamor, por eso siempre tengo cuidado cuando lanzo cosas al viento, las auto profecías son increíblemente poderosas.

    Si bien todo esto es confuso, hace unos meses, tuve la claridad suficiente para saber aquello que pocas personas saben en sus vidas: su misión en este planeta. En medio de lágrimas y sintiendo un profundo dolor supe que mi tarea en esta vida es enfrentar lo más sanamente posible esa pena negra y esa rabia sorda que llevo conmigo desde que tengo 15 años, un poco por mí, pero principalmente para que mis hijos, para que los hijos de mis hijos y para que todas las generaciones que vienen no tengan que repetir una historia de abuso por la que yo pasé y por la que otras mujeres de mi familia también pasaron.

    Porque es increíble como este tipo de historias se van repitiendo, pareciera que fueran casi una herencia. Este descubrimiento lo hice cuando en una sesión de terapia como tarea tuve que dibujar en papel craft mi árbol genealógico, tarea no menor. Ahí con mi terapeuta – mujer increíble y sabia – nos dimos cuenta cómo la edad de 15 marcó a las mujeres de mi familia. Heavy, da para otro tema.

    En fin, cuando me di cuenta de la conexión que yo tenía con estas cuatro personas, me puse a llorar, un poco por pena y un poco por emoción, porque creo que nos juntamos en esta vida para acompañaros y ayudarnos en esa dolorosa travesía que implica enfrentar el dolor y perdonar.

    Perdonar…. Aún esa palabra me suena tan fría y lejana, pero por lo menos hoy ya no me levanto todas las mañanas tan enojada, hoy me levanto contenta y con mucha, pero mucha fe, “todo va a salir bien”, me digo siempre.