lunes, 30 de diciembre de 2013

Welcome 2014

Acabo de despedirme a mí manera del 2013, a horas de que se acabe este año. Un 2013 que fue luminoso, que fue oscuro. Un 2013 que me obligó a mirarme, y a mirarme bien, que me obligó a mirar mis dolores sin anestesia, mis cojeras, mis carencias, mis trabajos no hechos e inconclusos.

Un 2013 que a la vez ha sido uno de los años más profundos y aleccionadores. Quizás el más sabio de todos mis años. Un año que me obligó a aprender a caerme, y llorar. Un año que me obligó a levantarme, a secarme los mocos y a seguir. Porque no queda otra más que seguir.

Siento que hay una parte de mí que murió este 2013. Siento que gracias a esa muerte, a ese duelo, hoy surge algo muy nuevo, un nacimiento que habría sido imposible sin todo lo oscuro. Porque así es la vida, compleja y hermosa a la vez.

Hoy están en mis pensamientos y en mi corazón todas las personas que quiero desde años, desde siempre y a los que he aprendido a querer en el camino. A esas personas que me sorprendieron. A esos que seguirán conmigo el 2014.

Hoy están en mis pensamientos esas personas que este 2013 perdieron algo: un trabajo, un amor, una amistad, a un familiar, una relación, una casa, dinero, un sueño, una ilusión. Pero, a todos les digo lo que yo pienso, y eso es que no hay pérdida sin compensación, no hay pérdida en vano. Y si uno actúa bien, y si uno lo vive a concho, de la forma posible, con los recursos que uno tenga, la vida, el universo se encarga de abrir paso en la tristeza. La vida siempre encuentra una forma.

Sólo hay que aprender a flotar, dejarse llevar, dejar de intervenir y obstaculizar lo bueno, sólo porque uno está empecinado en retener algo que ya no te corresponde. ¡Dejar ir! Esa es la clave para limpiarlo todo y partir el 2014 con fe, con optimismo y con mucho punch.

2014!!!!!! Espérame, que ¡allá voy! Y 2013… bueno, ¿qué más hacer? Jejeeje, ¡gracias por todas las cosas lindas, buenas e iluminadas! 

martes, 24 de diciembre de 2013

Nadar como se vive


He escuchado y leído que nosotros, los seres humanos, tenemos una estrecha relación con el agua. Durante 9 meses aprox.  flotamos en agua y entiendo que los bebés por instinto saben flotar una vez ya salidos del vientre materno.

Pero…. Algo al parecer nos pasa en medio del camino, como que se nos olvida nadar, flotar y tenemos que aprender de nuevo, casi de cero. Yo recuerdo que aprendí a nadar a mis 15 años en un paseo de curso, una paciente compañera me enseñó a flotar. Y de ahí solita aprendí a desenvolverme en el agua.

A mis 15 años me tiraba piqueros y hasta me lanzaba al mar, uno que no es muy calmadito, por lo menos en las costas de Chile, zona central. Sin embargo, algo me pasó en el camino, como que empecé a ponerme más miedosa. Nunca más me tiré un piquero, nunca más me lancé al mar, comencé a tomar ene resguardos, por miedo a ahogarme o a que me pasara algo malo.

Si voy a una piscina, a pesar que sé nadar y flotar, ni ca me meto en la parte profunda. Mi límite es donde toquen mis pies, si no me da la neura.

El otro día al ir a la piscina, donde nadé hasta quedar con la lengua afuera, me di cuenta del miedito que me da esta cosa de no pisar. Y que es irracional, porque sé nadar. Me entra pánico, y me desespero y como que siento me voy a ahogar sola. No es para nada agradable.

Y deduje que como nado, vivo, con miedo cuando no sé cuán onda es la piscina, incapacitada para tirarme un piquero por miedo a que me pase algo… cuando en realidad NO me pasará nada. Sé nadar, tengo las herramientas para ser totalmente libre, pero me freno porque me da un poquito de miedo no saber dónde piso, lo desconocido, el riesgo, el no tener todo agendado en mi pascualina jaja como le digo ahora, el no tener todo bajo estricto control.

Esto es justamente algo en lo cual debo ponerme a trabajar ¡de cabeza! Y para ello, pretendo dedicar varias tardes del verano del 2014 a piscinear, a terminar con los miedos y a nadar.. flotar, dejarme ir no sólo por el agua, sino que por la vida.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

10 Notas pre 2014

Note to myself 1 : Me acabo de hacer un test que mide la edad mental. Y ¡adivinen! Resulta que  tengo 24 años mentales claro, porque realmente tengo 33. Esto viene a confirmar que estoy desfasada en el tiempo, tal como lo he estado sintiendo e intuyendo hace rato. Y es curioso que calza casi a la perfección: son 9 años de diferencia, bueno, yo me casé hace 9 años. Por ende, estoy segura que a partir de esta decisión y las posteriores decisiones de permanecer en pareja de manera aparentemente perpetua, hicieron que se congelaran mis 20 y algo en el tiempo. He dicho varias veces que yo vivo y siento como una mujer de 27… al parecer no estoy tan perdida en eso. Y si es que siento y vivo como tal, seguramente me comporto como una veinteañera en todo aspecto. Y hay algo en mí que de hecho disfruta con volver a esa edad…

Note tu myself 2: Va de la manito del punto 1. Soy Chucky cuando no consigo lo que quiero o no me dan en el gusto, cual niña mimada. Soy exigente con quienes me rodean, y para qué hablar cómo soy con el ser humano que le toca ser mi pareja. Si bien el concepto de amor que tengo hoy es mucho más sano que el que tenía hace años, aún falta darle varias vuelta de tuerca. Me he dado cuenta que tiendo  a colocar en el otro, la responsabilidad, no sólo de hacerme feliz, sino que además de bancarse TODO sobre mi persona: miserias, preocupaciones, problemas, enfermedades…. Porque sí, soy entregada, es cierto, pero mi entrega es un mono con navaja. Yo te doy, pero ay de ti si no estás cuando quiero y te necesito. Yo hace poco que di en el clavo con este aspecto muy niña y egoísta de mí. Y estoy trabajando para convertirme en la primera en saber cómo bancarme solita. Claro, necesito apoyo, un abrazo, cariño, pero debo entender que el otro no tiene la responsabilidad de llevarme a lapa. Tengo claro que una vez bien logrado esto, habrá que ponerlo en práctica, es imposible pensar que con la teoría me basta, en la cancha se verán los gallos.

Note tu myself 3: Me he reconocido como una mujer bakán. Mi primer impacto fue cuando otros externos enumeraban mis gracias y virtudes y yo los quedaba mirando, como no entendiendo lo que me estaban diciendo. Así que un día dije ¿cómo es posible que otros tengan que advertirme sobre mis cosas buenas y yo no sea capaz de verlas? Durante estos meses me he puesto de cabeza para fijarme en esos detalles que me caracterizan y no sólo redondear en lo malo y en lo que tengo que mejorar. Y digo sin falsa modestia que soy divertida, atractiva, simpática (cuando me siento a gusto o me interesa serlo), inteligente, generosa (lo que más puedo), tengo buen gusto para vestirme, confiable ( a la gente le encanta contarme sus historias y desgracias), soy buena hija y en general buena persona, y me veo linda en tacos. Ah! Y exitosa jajajaajja, soy un partidazo!

Note to myself 4: Aún cuando a veces tiendo a ser media cerrada para conocer a personas nuevas, debo decir que de a poquitito me he ido flexibilizando en eso. Este año la vida me regaló a nuevas amigas, las que quiero y que sé que me quieren. Y lo mejor es que se unieron a mis amigas y amigos de siempre. Dato curioso: no soy ni la mitad de ermitaña que siempre he dicho ser. De hecho, salvo cuando estoy muy cansada, me encanta salir, reírme, conocer lugares nuevos, platos ricos…

Note to myself 5: Soy una persona particular y me encanta serlo. No llevo mi vida como la lleva la mayoría de la gente. Y claramente no tengo las preocupaciones de una mujer de 33. No añoro la casa propia, ni lloro por los hijos que aún no tengo y mucho menos me ando probando vestidos de novia (ya tuve uno, gracias). No ando pensando en que me quedaré sola, sólo acompañada de mis gatos. No me da miedo el amor, aún cuando he sufrido por amor. Al contrario ¡me encanta el amor! Jejejee. Soy muy amiga de J, mi ex, con el cual me conecta un gran gran amor, pero  no de pareja, sino que de hermandad, de amistad. Quizás en otra vida él fue mi hermano o algo así.
No tengo problemas hoy tampoco en decir y comentar que quiero a mi ex N, con quien espero poder cultivar algún día un nivel de amistad. ¿Por qué no? “¡Ay yo no podría!”, me dicen muchos, pero, yo nunca le he hallado sentido borrar del mapa a alguien que fue tan querido por una, salvo que claro… te hayan hecho alguna chanchada o salvo que una se haya mandado una cagada.
Y lo confieso, soy de esas personas a la que le pasan cosas que nadie entiende y que reacciona de una forma, no sé si calificarla de moderna, pero sí de poco común.

Note to myself 6: Mi mamá. Este 2013 debo decir que pasaron muchas cosas con mi mamá. Bueno, en realidad vienen pasando desde finales del 2011 y 2012. Empezamos a ser amigas, ella dejó de juzgarme tanto y aprendió a escucharme, a la vez yo dejé de juzgarla tanto y aprendí a escucharla también. Nos hicimos muy cercanas, quizás aún más que cuando yo vivía en casa. Aún así, siempre lesa yo, trataba de mantener ciertas distancias porque me ahogo a ratos. Luego, un día, la vi amarilla, me preocupé, sentí una cosa mala en el estómago, lloré por adelantado, se hizo exámenes: primero fue el hallazgo de un tumor en la vesícula, luego la operación y el diagnóstico crudo: cáncer. Jamás olvidaré esa noche cuando mi papá me llamó para contarme. Paseaba a Marley en el parque cuando recibí la llamada fatal. Me tuve que parar, y lloré amargamente sin decir nada que aportara mientras mi papá, seguramente consciente de mi miedo, me hablaba tranquilo y sin ponerle color a nada. Esa noche de junio mi vida cambió y para siempre. Nunca más volví a ver las cosas cómo las veía hasta ese día, y creo que nunca había sentido tanto dolor. Recuerdo que llegué gateando a mi departamento para contarle a F… y lloré, lloré y lloré, no había consuelo y todo lo sentía y veía como una injusticia tremenda. A 6 meses de esa tragedia, puedo decir que mi mamá está bien. Tras la operación ya no se detecta cáncer, ella decidió no hacerse quimio, pero sí hacerse terapias naturales. Cuándo me preguntan cómo está ella, siempre respondo lo mismo: “está mejor que tú y yo juntos”, porque es cierto, mi mamá es una luchadora. Y de ella aprendo. Nunca la he visto llorar. Nunca la he visto quejarse. Nunca la he visto enojada. Al contrario, el otro día me mostró que se había comprado un traje de baño porque quiere irse a las termas con mi papá. Esa es mi mamá, la que combinó su batita rosada con sus pantuflas rosadas cuando fue hospitalizada. Un día mi mamá me dijo que cada vez que se sentía abatida, ella se decía a sí misma “¡vamos que se puede!”, y me aconsejó que eso era lo que tenía que decirme a mí misma. ¿Qué puedo decir? ¿Qué puedo decir de mi papá? Con el cual siempre he mantenido una relación distante y a ratos algo fría, pero que me dio una serie de lecciones de amor  y sabiduría que jamás olvidaré. ¿Qué puedo decir de mi hermana? Que a pesar de la distancia y las piedras en el camino, nada ha sido  lo suficientemente fuerte para romper el lazo. Así son las relaciones fuertes. No importa la distancia, ni el tiempo, ni las complicaciones.

Note to myself 7: Soy libre. O sea, siempre lo he sido, pero no me había sentido así ¿nunca? Y esto no tiene que ver con el tema del pololeo ni el compromiso, tiene que ver con algo más profundo. Soy libre de tomar el camino que se me dé la gana. Soy libre de dejar todo tirado si me da la gana, soy libre de comerme 20 hamburguesas, de escuchar a Aretha Franklin todo el día o irme a casa caminando si quiero. Soy libre de viajar a dónde se me plazca. Soy libre de amar a quién yo quiera, soy libre de estar con quienes quiero estar y libre para dar un paso al costado cuando siento que tengo que darlo.

Note to myself 8: Soy intuitiva, me pasé. Sueño en HD, me pasé. Presiento no sólo en mi corazón, sino que en mi cuerpo, cuando un evento desconocido se avecina.
Suena estupendo, pero no siempre es así, porque a veces no es tan fácil de manejar y uno tiende a asustarse o angustiarse antes de tiempo. Es como el parche antes de la herida. Y lamentablemente uno no saca nada con preocuparse por anticipado. Así que hay que aprender a respirar hondo y entender que sea lo que sea, será para mejor. El plan de la vida es perfecto y aún cuando a una puede no gustarle, hay que hacer el esfuerzo por no intervenir y soltar el volante.

Note to myself 9: Soy feliz con lo que soy, con lo que tengo y he logrado. Nadie me ha regalado nada y me encanta decirlo, porque mi vida la he construido a pulso; con errores y aciertos. Mis relaciones personales también, todo ha sido una construcción. Y espero poder seguir construyendo.


Note to myself 10: La vida puso a prueba mi valentía. Y siento que a ratos flaqueé, mi mente comenzó a llenarme de miedos, porque siempre es mi mente loquilla que me llena de cosas raras. Y me di cuenta que una no puede ser valiente con la mente ni la lógica, la valentía viene de otra parte, viene del corazón, de su parte más profunda, de aquella que sobrevive el dolor. Una mujer me lo dijo de pasadita este año “los problemas no se resuelven con la mente, sino que con el corazón”; su frase estoy segura que no fue al azar, fue una señal. Ser valiente no es dársela de cool y superada por la vida, no es andar lanzando mierda sólo porque una está enojada, no es juzgar al otro con reglas de la inquisición, no es andar a la defensiva, ser valiente en realidad es respirar hondo (1000 veces si es necesario), darse cuenta de lo frágil que uno es, y mostrarse vulnerable con aquellas personas que importan; que el resto sean espectadores del show del lente de sol con el pañuelo en la cabeza, pero no quienes nos importan. Ser valiente es soltar la rabia, es pedir disculpas, reconocer los errores propios, así como los ajenos. Es ser humilde y bajarse del pony. Es mirar al otro (a quien sea) y decirle, "¿sabes? La cagué. Perdóname", aún cuando quizás ese otro también cometió  errores. Ser valiente se logra a través de la disciplina del corazón. Y todos podemos serlo cuando logramos entender que el miedo es sólo algo racional. Ser valiente es confiar en una y en los demás. Es confiar en lo que te susurra la vida. Lo que me lleva a otra gran lección: SER PACIENTE. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

El adiós al berrinche Abigail y el amor por un No!

Me he reído tanto con este concepto que llegó a mí a través de una nota.  Me he reído y también me he sentido muy identificada respecto a esto que los hombres efectivamente tienen más tolerancia a la palabra “No”, mucho más que las mujeres, en su mayoría.

Siempre se dice que nosotras somos más fuertes emocional y físicamente- esto último por parir seres humanos que salen de nuestra vagina- algo que encuentro totalmente válido, pero en lo que no nos detenemos a pensar es que nosotras, las mujeres, tenemos un grave problema con la palabra “No” o más bien con el tema del rechazo.

Pareciera que los hombres se entrenan más en estas lides por una cosa de género.
-¿Quieres bailar conmigo: No.
-¿Quieres pololear conmigo?: No
-¿Te quieres casar conmigo?: No
-¿Me puedo ir de carrete con mi amigo?: No

Y así, eternamente puedo seguir. Pero vayan a decirle a una que NO. ¿Qué?, ¿qué no quieres qué cosa? Entonces agarra tus pilchas mugrientas y ándate a la cresta hijo de puta.
Jaajajaajaja, no puedo dejar de reírme al verme tan reflejada en esto que pareciera una caricatura. Creo que todas llevamos dentro un poco de Abigail, esa mujer que se vuelve loca si es que no consigue lo que quiere, cuándo lo quiere y cómo lo quiere. Esa mujer que con un “No” saca lo peor de sí, porque… porque…. ¡porque no es justo! Tal cual diría una niña de 5 años.

En este camino de meses de análisis interior y exterior, puedo detectar claramente mi temperamento y carácter seudo infantil, onda princesa que llevo a cuestas durante estos 33 años en este planeta.

O sea, siempre he sabido que soy mimada y caprichosa; que me gustan las cosas a mi pinta y ritmo, pero jamás me imaginé que podía convertirme en chucky si es que no me daban lo que quería cuando se me daba la gana.

Acá entran a jugar una serie de factores: infantilismo, inmadurez, princesa style, egoísmo y egocentrismo. Quizás fue porque de niña fui consentida. Aún recuerdo vívidamente que a mis tiernos 5 años, cuando alguien me decía que “no” a algo, yo o me iba a encerrar a mi pieza para tirar todos mis juguetes – incluso los más queridos – al suelo o me iba al living, cual mini drama queen, a lanzarme de cabeza sobre el puff para exclamar a viva voz y con llanto incluido: “¡¡¡¡Es que nadie me entiende!!!!”.

Esta anécdota infantil puede parecer divertida cuando se tiene 5 años, pero no cuando se tiene 33 años.  A esta edad las rabietas Abigail más bien parecen una muestra de pendejería y falta de criterio que pueden llevarte a cagarla sin vuelta atrás.

Así que estimadas y estimados todos, yo hace unos días que me despedí de manera (espero) definitiva de estas pataletas, por inconducentes, por estúpidas y porque de verdad afectan mi belleza facial que he logrado recuperar y hasta mejorar gracias no sólo a kilos de cremas nocturnas, sino que gracias a pensar positivo, sin rabia ni rencor.

Y pienso ahora: un “No” puede ser algo temporal o puede ser un “Sí” a algo mucho mejor. Un “No” podría ser lo mejor que me podría pasar en la vida. Me ha pasado, de hecho. Gracias a varios “No” yo he logrado en la vida mucho más de lo que alguna vez quise o pretendí conseguir con un tibio “Sí”.


Podría escribir un libro completo con todos los mejores NO de mi existencia. Y juro que agradecería con un baile a quienes amablemente me despejaron el camino.




domingo, 8 de diciembre de 2013

Lecciones de vida 2013

Wow. No sé ni por dónde empezar, más encima aún cuando queda poquito para que se vaya este año, todavía la vida y las personas que me rodean me siguen dando lecciones, algunas incluso sorpresivas.

Voy  ser súper sincera y analizando el año, puedo decir que partí el 2013 de manera soberbia. Sí, estaba en la cresta de la ola. Así me sentía, así me veía y así actuaba. Me sentí por un momento casi invencible, lo tenía todo y estaba súper segura de todo también.

Era tanto mi ensimismamiento que se me olvidó mirar para el lado, para el frente, para el costado. Sólo era yo, yo y yo. Yo y mis preocupaciones, yo y mis miserias, yo y mis angustias, yo y mis miedos, yo y mi trabajo, yo y mis ganancias monetarias…. Y me enceguecí , no vi lo que estaba pasando alrededor.

Y bueno, como la vida siempre se encarga de poner las cosas en orden, llegó y de una patá en la raja, me botó de la cresta de la ola. Y me caí de hocico, y estuve ahogándome en lamentos por un buen rato, nuevamente enceguecida, llena de rabia, llena de pena.

Mis preguntas fueron las siguientes: ¿por qué él ya no me quiere? ¿por qué mi mamá está enferma? ¿por qué me pasa esto a mí? Y mis análisis eran del estilo “es que yo no me merezco esto”, “es que esto está mal”, “es que esto no es justo” etc.

Y así estuve durante un buen rato: juzgando y criticando a Dios, a las personas y a la vida. Hasta que… hasta que… algo pasó en mi corazón y comencé a ver cosas que antes no veía: mis amigos (los de siempre y los nuevos), mi familia, mi trabajo y mis logros y a mí misma, mujer fuerte y valiente.

Y recién ahí y de manera muy incipiente y paulatina vinieron las lecciones, algunas aterradoras, confusas, algunas que me ha costado aceptar hasta el día de hoy, algunas iluminadas y hermosas. 

Comencé a darle prioridad a esas cosas que a veces pasamos por alto y Ok, quizás no volví a la cresta de la ola, pero comencé primero a remar, luego a bailar, luego a flotar, luego a nadar y ahora a surfear.

No soy perfecta, eso lo sé hace rato, pero de a poco he comenzado a convenir que también me tengo que tener paciencia y perdonar. Dejar de ser tan talibana conmigo mismo ha sido una lucha, porque así como a veces soy exigente con el resto, también lo soy conmigo y quizás más. He aprendido que cometo errores, y que voy a seguir cometiéndolos (ojalá con pocas reincidencias), y que sólo así se aprende, a porrazos.

Soy fuerte, pero ni tan invencible como alguna vez pensé. Soy sensible, me emociono y sufro cuando alguien me hace daño. Y lentamente he ido aprendiendo que ser vulnerable no es tan atroz como pensaba. Y quizás lo más importante es que hay que pensar más que con el corazón que con la cabeza que es media idiota a veces, nos llena de miedo, nos dice cosas que en verdad no son.

De Osho no tengo nada, pero sí intento siempre con todas mis fuerzas, evolucionar y ser una mejor persona. Aprender a tener PACIENCIA, palabra del 2013, que no todo es para ayer y que hay cosas que tienen que fluir solas y que requieren de tiempo. Aprender a dejar de tener miedo y soltar el volante, porque no pasará nada malo… todo lo contrario.

Aprender a no ser tan drástica para mis ideas y decisiones, a entender que en todas las situaciones hay matices, que no todo es blanco o negro y más importante aún, que así como yo la cago sin malas intenciones, el resto también la puede cagar sin malas intenciones.

Aprender a dejar de poner sobre otros responsabilidades gigantes. Tiendo a esperar cosas, tiendo a dar para que me den devuelta; algo que es muy humano, pero que tampoco está bien, hay que equilibrar.

Este 2013 también tengo un récord guiness en mi vida, nunca antes visto: la soltería, el aprender a estar sin pololo, sin pareja, sin amante, sin nada romántico o sexual y no sentirme desolada. Gracias a todas las personas que me han acompañado, eso ha sido posible, son muy pocas las veces en que me he sentido sola, casi nunca y sé que eso se debe a todas esas personas buenas que me rodean y que me quieren. Me siento súper querida, apreciada y amada, como nunca antes, ya que he tendido a encerrarme cuando estoy en pareja. Otra lección.

Aprendí lo que significa en pleno la palabra libertad. Soy libre, y no sólo de compromiso amoroso- eso es lo de menos- soy libre de hacer lo que se me da la gana, de ir donde yo quiero, comer y tomar lo que yo quiero, estar con quien quiero o simplemente no hacer nada. Y eso… no lo puede decir todo el mundo. Soy una bendecida.

Este camino recién se inicia para mí y ya llevo muchas lecciones aprendidas, y otras a medio aprender y muchas, pero muchas por aprender.

Del 2014 sólo espero la continuación de estas lecciones, poder aplicar lo aprendido y seguir conociendo y descubriendo. Tengo la intuición que de que de eso se tratará el próximo año. Y tengo la sensación que el 2015 tendrá sorpresas para mí… no sé, es una idea que se me cruza de cuando en cuando por la cabeza.


El 2014 será viajado si Dios quiere. Lo mío parte en marzo con el primer viaje que hago a solas y luego continúa en agosto- septiembre con un importante viaje familiar. Hasta ahí sé, el resto… sólo el destino dirá.


sábado, 7 de diciembre de 2013

Drama kings

Este posteo tiene dedicatoria, es para ustedes: los hombres atormentados, los con miedo, los irresolutos, como diría mi madre, los confundidos, los con crisis existenciales, los dramáticos.

Sucede que en mi vida he tenido de pareja a varios de estos especímenes y sucede que conozco varios casos de amigas que también han estado acompañadas por ellos.

Ustedes son, sin duda, un arma de doble filo; una generación de monos con navaja: son buenos, tienen un noble corazón, aman, pero al momento de los quiugos, al momento de los problemas de verdad, al momento de decir, “no te preocupes, esto lo vamos a solucionar los dos de algún modo”, tiran el poto para las moras.

Yo he tenido buenas parejas, es cierto. Pero todos, salvo una honrosa excepción, al menor problema, no se resistieron a mi “esto se acabó”, a la primera, agarraron sus dos pilchas y se fueron. Tristes, dolidos, sin duda… pero se fueron.

Lo mejor viene después, cuando ellos arman verdaderas loas y odas en torno a una. “Es tan buena”, “es tan exitosa”, “tuvo tanta paciencia”, “es tan fuerte”, “ella merece ser feliz”, “yo no la pude hacer feliz”, “marcó mi vida”, “nunca nadie fue como ella”, “ no creo que nadie me vuelva a amar como ella lo hizo”, “la perdí” ETC. ETC ETC.

Estimados todos, por una parte agradezco tanta alabanza, pero ellas tan sólo vienen a confirmar lo que yo ya sé. ¿Por qué no mejor sorprender y contarme algo que yo no sé? Estimados todos, y si soy tan bakán ¿por qué se retiraron o por qué no pusieron resistencia a lo que quizás pudo ser un capricho mío? 
Estimados todos: ¿por qué cresta después vuelven muy priscos esperando encontrar a esa mujer tan bondadosa y paciente? ¿No será un poco barza?

Les apuesto que no lo han pensado. Les apuesto que ustedes piensan que una queda congelada en el tiempo, en ese tiempo que ustedes tanto añoran con nostalgia quinceañera. Ese período de entrega de esa mujer tan buena que no supieron retener y que creen haber “perdido”, como quien extravía un llavero, cuando en realidad lo que pasó es que dejaron ir, que es muy distinto y mucho más crudo y menos lastimero.

Estimados todos, les aviso que yo podré acomodarme a muchas cosas, así de versátil soy, pero si hay algo que jamás seré es un recuerdo inmaculado, jamás seré un amor platónico al que ustedes puedan recurrir cada vez que se den cuenta que sus vidas no mejoraron sin mí, cada vez que se den cuenta que en realidad no era yo el problema, sino que ustedes y sus incapacidades para ser valiente y seguir.

Yo no seré jamás una mujer puesta en un altar al que ustedes entregarán rezos y dejarán flores para sentirse mejores con sus miserias a cuestas. Yo soy, y siempre seré, una mujer de carne y hueso, con grandes virtudes y una serie de defectos.
Les recuerdo que soy gruñona, a veces hasta intolerante a ciertas situaciones, que no hablo por la mañana y que cuando me enfermo me pongo idiota. Les recuerdo que soy mimada y me encanta salirme con la mía, que soy media extrema y radical para mis ideas…

Ustedes prefirieron sólo lidiar con la parte bonita, con la mujer buena y paciente, pero cuando se encontraron con lo otro… o se fueron o lo bloquearon y eso, a mí no me interesa.
Yo quiero un hombre que me quiera, que me ama con loca pasión con TODO el paquete que incluye mi persona. Un hombre que me sepa retener cuando yo dudo y que no, por el contrario, me llene más de dudas.

Yo quiero un hombre que no sea tan dramático y que no se tome la vida tan en serio. Un hombre que sepa enfrentar sus miedos como un adulto y no como un pendejo cagado de miedo. Un hombre al que yo no le  tenga que estar diciendo lo que tiene que hacer todo el rato, un hombre al cual admirar en todo sentido de la palabra. Un hombre que me lleve. Un hombre que la lleva.

Durante un tiempo había estado reticente al tema del amor, aún creyendo con mucha fuerza en este sentimiento, me refugié un rato en mis cosas. Si bien aún estoy en ese proceso, ya siento en mi corazón de a poco, las ganas y la voluntad de encontrar a alguien como lo que acabo de describir.



No quiero a más gueones dramáticos, no quiero a más gueones perdidos buscando no sé si a mamá o algo que no sólo yo no tengo, sino que no me interesa tener. Quiero a un hombre que me persiga, que me tape de besos, de mimos, uno que esté seguro que yo soy, y que en momentos de dudas, en vez de convertirse en un cacho, reme junto a mí en medio de las confusiones, en medio de las tempestades, en medio del tiempo bonito y soleado, pero que reme y que no tire el remo porque…. Porque simplemente no sabe.






lunes, 2 de diciembre de 2013

Quistes ¡fuera!

Descubrí algo nuevo en este camino y se llama: perdón. De a poco he ido entendiendo que el perdón no sólo es una cosa del corazón, sino que también de la cabeza. Es algo que se logra de manera emocional, pero también racional.
Porque a veces el corazón es terco, ofuscado y por qué no decirlo, egoísta. “Es que no fue justo”, “es que yo no me lo merecía”, “es que él fue egoísta”, “es que él debió estar”, es que… es que.. es que… es que ¡nada!

Me cuesta de repente recordar que las personas, incluso las que más quiero,  son seres  humanos, igual que yo, con defectos y virtudes, y que tienen todo el derecho a equivocarse…. Pero que a pesar de ello, aún cuando quizás me hicieron daño, no lo hicieron con intencionalidad.

También he tenido que entender que hay ciertas cosas que hay que vivir sola y en silencio, que no se puede depender de un solo ser humano, que no se le puede colocar esa responsabilidad a una sola persona, ya que para eso uno también está rodeada de otras personas: familia, amigos, compañeros y principalmente está uno mismo.

La rabia y la pena en estado prolongado se transforman en quistes en el corazón. Una puede pasarlas por alto, bloquearlas, pero tarde o temprano reaparecen quizás con la misma persona o a veces con otras que no tienen nada que ver, pero sólo basta una coincidencia, una palabra similar, para que se desate toda la mierda.

Así que es mejor soltar, pensar, perdonar y seguir. Cuesta a veces, pero se puede cuando hay voluntad de la mente y también amor en el corazón.


Hoy camino con todos los lindos recuerdos que tengo en mi corazón y evito cualquier pensamiento negativo o dañino. Es un tremendo trabajo, que requiere de mucha paciencia y mucha, pero mucha voluntad. Pero al sentir que sigo avanzando en paz me siento orgullosa de mí y me hace entender que es real la imagen que tienen mucho de mí: mujer aperrada, aguerrida y buena de corazón.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Hacerle caso al corazón

No es una tarea fácil ni simple en especial cuando se es parte de un mundo lleno de ruido y de redes sociales. Añoro la época en que uno no sabía nada que uno no quisiera saber y que el único modo tecnológico de comunicación era el teléfono.

Porque ahora está el Facebook, el Twitter, el whatsapp, el Instagram, el mensaje de texto ¡uf! Y hay que aplicar “bloqueo” a todo para poder estar en paz, sin ruido, sin malos entendidos, sin comentarios raros y a veces hasta mal intencionados. Esa es la realidad.

Pero bueno. Cuando uno consigue hacer todo esto, recién comienza el proceso “normal”, el resto es puro cachuereo del cual uno se va alimentando, que no sirve de nada, y que sólo entorpece y nubla la verdad que te susurra el corazón.

Yo siempre he sido de seguir impulsos por curiosos que parezcan. De hecho, me defino como una mujer bastante particular para vivir mis procesos y para entablar relaciones. Hasta el día de hoy la gente me pregunta por mi amistad con J, quien fue mi ex, la  gente no la entiende, muchos la juzgan y hasta ven debajo del agua.

Yo ya me acostumbré que así sea. Y no me molestan las preguntas. Yo, en esa pasada seguí mi impulso de transformar esa relación de amor, que estaba desgastada, a otro tipo de relación, mucho más sana y más positiva. Y…. acerté.

Incluso creo que los grandes aciertos de mi vida, han sido cuando he seguido mi corazón. En la pega me pasa igual. Todo el mundo me miró  con los ojos bien abiertos cuando hace unos años, tomé la decisión de renunciar a un trabajo estable en busca de mis sueños. Ok, no sucedió lo que yo esperaba, pero sí pasó algo mucho mejor. Gracias a esa decisión, quizás impertinente para muchos, hoy soy la editora de una revista. Una cosa, llevó a la otra. Fue un camino que fui construyendo, pero me llevó a un mejor lugar.

Y esto mismo se puede  reproducir en el amor. Muchos me aconsejan que yo debería volverme loca y tener sexo salvaje con el primero que se pasa por delante, otros – en su versión más romántica- me recomiendan buscarme lueguito otro amor (como si estas cosas una las pudiese conseguir en el almacén de la esquina).

Agradezco los tips jejejej, me imagino que son con la intención de que esté aún más feliz, pero la verdad es que mi impulso de este momento está dirigido a otras cosas que poco o nada tienen que ver con meter a un hombre en mi cama o en mi corazón.

No es que esté cerrada al amor ni al sexo, en lo absoluto, me encantan ambas cosas, sólo que en este minuto de mi vida, nada de esto calza. Ahora, los temas son otros, el conocerme, el pararme cada vez mejor en el mundo, el descubrir cosas nuevas, el ser feliz conmigo y con lo que tengo.

Mi intuición me dice que ese es el camino de ahora y que no debo salirme de ahí, debo trotar como esos caballitos que sólo miran hacia adelante. Todo lo demás, es ruido, es confusión. Y aún me queda por avanzar en esta carrera de auto descubrimiento .

He aprendido tantas cosas en el camino, como por ejemplo, que no todo lo que parece es… no todo lo que brilla es oro, no todo lo que se ve en la superficie es  real. Y también sé que estas cosas una las logra dilucidar cuando no hay ruido.

En silencio puedo ver clarito clarito, que lo que estoy viviendo ahora es quizás uno de los procesos más importantes de mi vida. Que acá conseguiré herramientas que después voy a necesitar, seguramente en alguna nueva relación, pero más que todo, en la vida misma.

Para ser súper honesta también, a diferencia de lo que pude haber pensado en antaño, no me genera ninguna angustia el pensar en mi futuro amoroso. Y eso es bastante, ya que he visto a harta mina –especialmente las que pasan los 30- preocupadas por lo de la ausencia del mino. Aferradas a lo que sea, con tal de no estar solas o con tal de "agarrar" algo llamado "matrimonio" o "guagua". Terrible sensación debe ser esa.... 

Aclaro también que no es que  no me interese, es sólo que para mí – mujer que casi nació pololeando – la gracia es no estar en pareja y no con… y también es porque yo sé que no terminaré sola, rodeada de gatos… como lo piensan algunas traumadas. ¿Por qué lo sé? Lo dice la estadística y me lo dice el corazón. Por lo mismo, le hago caso, porque es mucho más astuto que mi cabezota que a veces me tira puras ideas lesas.


viernes, 22 de noviembre de 2013

Momentos, astros, renovación y amor

Me siento bien. Es más, puedo asegurar con cierta sorpresa que hacía mucho tiempo que no me sentía así. No es que haya sido miserable antes, sólo que hacía tiempo (por no decir nunca) no me sentía así de segura, tranquila y equilibrada.

Hoy me siento segura de quién fui y de quién soy también. Y me siento en paz con todo y con todos. Me gusta esta nueva versión de mí misma que lentamente ha ido apareciendo. Quizás… siempre he sido así, sólo que por alguna loca razón (dicen que le llaman miedo) no me había percato de aquello, no me había dado esa posibilidad. ¿Por qué? Ahora me pregunto… no lo sé, no ha sido sólo por miedo… quizás es porque pensaba que la vida era de una forma y ¡Ups! Jaajjaj parece que no era así.

Me he sorprendido con pensamientos positivos hacia mi persona, onda me compro algo y encuentro que me queda la raja, siento que estoy más flaca y que mi piel ha ido recuperando lozanía, a punta de cremas y esfuerzos jajaja, pero lo he ido logrando. Lo mismo que el pelo y el color en general de mi persona.

Me río más de lo que acostumbro a reírme…  y eso es bastante, ya que incluso en mi peor momento, lanzaba carcajadas. Y es curioso como me siento hoy: feliz… feliz porque lo tengo todo para serlo. Una vez lancé esta frase cuando pololeaba con N… y claro, ahí sentía que tenía all inclusive… pero hoy a pesar de no tener al lado una pareja, me siento igual.

Hace unos días se me ocurrió, de onda, ver qué es lo que me podían decir los astros y las estrellas respecto a mi presente y el futuro. Y curiosamente me dijo todo lo que yo intuía, pero una de las cosas que más me llenaron de positivismo es que las cartas me reconfirmaron que estoy pasando por un muy buen momento…. Ese exacto momento donde uno es libre en plenitud, donde se hace todo lo que uno quiere y no lo que uno debe.

Y más lindo aún, me dijo que estaba rodeada de gente muy buena, personas que me han acompañado de otras vidas pasadas; algo que yo también he sentido hace un rato. Y el sentir que estás rodeada de gente positiva  y de buenas intenciones es una bendición, no siempre es así…. Y por algo es así hoy, y ese es uno de los tantos regalos del 2013. Y vaya qué regalo que es.

No quisiera ofender ni lastimar a nadie del pasado con mi grito de libertad y felicidad. No es que yo antes haya sido infeliz, para nada. Al contrario, ahora que lo pienso, con cada pareja que he tenido, he sentido en su momento, felicidad; de la sincera, de esa que te inyecta de energía y que te hace correr por el famoso campo de flores. Hoy siento mucho agradecimiento por cada uno. Porque cada uno me ensenó algo del amor y también de mí misma.

Eso sí, siento que el último amor fue la lección más potente y no lo digo porque haya sido el más reciente, sino porque ha sido el que más cosas lindas y positivas me ha dejado, y eso hasta incluye los desmadres y los errores propios y ajenos.

Hoy entiendo completamente que todo calza, que cada amor llegó cuando tenía que llegar y se acabó cuando tenía que hacerlo. No importa que haya sido doloroso o duro, porque pienso que si fue necesario para sentirme como hoy o ver las cosas como las veo hoy, bueno… debo estar agradecida.


Yo no sé qué va a pasar con el tiempo… no soy adivina, aún cuando soy muy intuitiva. Pero ya el futuro no me genera angustia ni miedo… porque por alguna razón, yo sé en mi corazón que no sólo todo va a estar bien, sino que va a estar mucho mejor de lo que jamás pensé que estaría. Sé que se vienen muchas sorpresas, de esas buenas, de esas que te hacen llorar pero de felicidad.
Y estoy súper motivada por ver qué es lo que me depara la vida. Estoy súper entusiasmada por revelar ese regalo….


sábado, 16 de noviembre de 2013

Sin mirar atrás

En el proceso post ruptura hay un tiempo en que la nostalgia y el recuerdo constante de la otra persona pareciera un estado permanente. Hay personas que viven esta etapa con mucho llanto, con mucha pena, y están las personas como yo que parten por la rabia, la incomprensión absoluta y la impotencia. Ahora los de la pena inicial, igual como que pasan por la rabia, siento yo, es parte “normal” del proceso, sólo que yo por lo menos parto primero con la rabia.

De ahí sigo con la pena y la nostalgia a full. Así me sucedió por lo menos en esta última pasada. Fueron meses muy duros donde compartí algunas cosas y callé otras tantas para vivirlas en silencio, porque así lo sentí necesario en su momento.

Si bien siento que sería muy soberbio asegurar que ya estoy súper mega superada, sí puedo afirmar que lo peor ya ha pasado. Lo supe una mañana no hace mucho. Fue como haber estado en una centrífuga que me tiró de allá para acá. Cometí errores, desaciertos, pero de a poquito comencé a comprender, a escuchar y a escucharme a mí misma. Y ahí comencé a acertar. 

Lentamente comencé a salir a flote, primero con mi humor negro, luego con una carcajada de verdad, saliendo, conociendo, escuchando, hablando, aprendiendo a ser feliz con todo lo que tengo (que es mucho, mucho). Aprendí a no quedarme pegada en lo que fui, o en lo que fue, aprendí a mirar con los ojos bien abiertos el hoy y enfocarme más bien en lo que vendrá. Siento a veces que esto es una preparación para “algo” mayor, sólo que no sé de qué se trata… aún.

No es fácil dejar de lado los recuerdos de ese amor que fue tan lindo y que me hizo tan feliz. No es fácil aceptar que se acabó, por lo menos esa parte de la historia. Y no estoy sola en esto, estoy segura hoy que nos pasa a todos: hombres, mujeres, confundidos y claros. A todos. Y todos nuestros procesos son válidos. Pero un tip para quienes en estos momentos están pasando por lo mismo o por algo similar: se puede. Y no sólo se puede, se debe, es nuestra responsabilidad y deber aprender a dar vuelta la página, porque ahí, justo ahí, en esa esquina, seguramente está esperando algo y si uno está todo el rato recordando el pasado, es muy probable, que pasemos por el lado y no lo veamos. No hay que cometer tamaña injusticia. Abran bien los ojos, porque hay algo ahí. 

Hoy me siento una mujer mucho más libre y creo ya comienza a notarse, quizás en cosas pequeñas, pero se me nota.  Y bueno… quizás tuve que habitar un rato en esa centrífuga para entender algunas cosas que probablemente en mi campo de flores dibujado, jamás hubiese entendido. Y si es así, bueno…. Así tuvo que ser.

Anoche cantando unas canciones de una cantante que me gusta mucho, recordé mi adolescencia. Esos 15, 16 años…. Y me doy cuenta- con mucha emoción- que mi corazón a pesar de haber sufrido uno que otro rasguñón, sigue igual de fuerte y con fe. Ni el dolor, ni las penas lo han cerrado y eso es una bendición de Dios que lo agradezco como un tremendo regalo.

Pienso, siento, perdono, me perdono y avanzo…. Sin mirar para atrás.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Estoy en deuda

Y con una sola persona en este mundo: conmigo.

Hoy leí la entrada de otro blog que hablaba sobre las “mujeres grifo”, esas que entregan amor como en chorros gigantes a un otro masculino, las que entregan hasta quedar vacías, las que entregan incondicionalmente, sin medirse, sin pensar mucho…

Pienso al igual que esa entrada, que el problema en cuestión no es entregar, de hecho ser capaz de esto es una bendición, ya que siento que es sinónimo de tener un corazón sano y gigante, y bueno… la vida siempre da de vuelta. El problema de esto es a quién uno entrega tanto hasta que duela. Y el otro problema es la forma de entrega, casi de manera divina.

Y claro, si uno es capaz de entregar de esta forma a otro, entonces uno es capaz de entregar amor de manera incondicional a una misma.

Se me vienen a la cabeza una serie de pensamientos desordenados que he ido craneando durante varios meses. Sólo que ahora tienen un hilo conductor. Una, o por lo menos yo, tiendo siempre a intentar entender al otro, tenerle paciencia, masticar las cosas, darles una vuelta y hasta respetar tiempos. Sin embargo, cuando se trata de mí, soy bastante más talibana.

Tiendo a ser sumamente drástica con mis tiempos, onda ‘ya poh, apúrate’ onda ‘ya no deberías hacer esto o lo otro’, me tengo re poca paciencia, mucho menos de la que le tengo al resto. Me tengo poca comprensión también y en algunas ocasiones, por otro, he pasado por alto mis propios procesos para dar algún espacio. Y me he dado cuenta que eso está mal, o por lo menos, no está del todo bien.

¿Qué soy? ¿Sor Teresita? Nop. No lo soy… soy mujer de carne y hueso. Y sí, he descubierto que soy mucho más lenta para digerir las cosas de lo que pareciera o por lo menos como quisiera. De a poquitito he aprendido a tenerme paciencia, y vaya que tengo que tenerme paciencia.

Así que he decidido conscientemente- lo pongo así porque creo que es una decisión tomada hace rato – en girar ese grifo de amor incondicional y all inclusive hacia mí; tratarme bien, quererme, pololear conmigo, hacerme feliz, evitar lo dañino, aprender de mí  y de mis errores. Navegar por un tiempo sin pareja y no porque estoy herida o con miedo o porque no tengo qué dar (porque tengo harto que dar), sino porque lo que tengo ahora me lo quiero regalar a mí.



Estoy en deuda conmigo y ya es hora de saldar esa deuda. Este es el momento, este es MI momento. Y así será. 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Fuera del acuario

Hace unos días tuve un sueño. Soñé que veía una serpiente, la tomaba sin miedo, y la colocaba en un acuario con agua. De pronto, por arte de magia, yo me convertía en esa serpiente. Podía mirar el mundo a través de sus ojos y pensaba: “me habría gustado estar en un lugar más grande”. Fin del sueño.

Le he dado varias vueltas a este sueño. Descubrí lo potente que es el simbolismo de la serpiente, que por el contrario de lo que muchos pudiesen pensar, no tiene nada que ver con el infierno, ni el demonio, sino que por el contrario, está relacionada con la sabiduría, la transformación (cambio de piel) y con la sanación (muchas serpientes son usadas para sanar o curar).

El tema es que en mi sueño, yo, voluntariamente y sin pensarlo mucho, la colocaba en un acuario. Muy bonito, muy adhoc, muy seguro, pero, sigue siendo un acuario. Y eso me dio para pensar acerca de algunos baches de mí misma que encuentro y uno de ellos es que yo a veces tiendo a encerrarme solita… solita me pongo trabas quizás o tiendo a convertirme por voluntad propia en prisionera. Ok, no será una cárcel, sino un acuario, pero no es igual a ser libre y nadar a donde uno quiera….

Este sueño me hace sentido con la actual etapa de mi vida, que yo llamaría “lanzamiento al vacío”. Estoy en ese preciso momento en que estoy entre dejarme llevar por la vida v/s intentar seguir controlando la vida. Pero estoy a algo así como a un paso de soltar completamente. De hecho hay una palabra que se viene a la cabeza hace rato.. y esa es “pronto”, como el inicio de teleserie!!! Jajajaja, es como cuando dan la sinopsis de una buena teleserie, con su trailer y soundtrack incluido, uno queda enganchada y te dicen  “pronto”.

También debo decir que estos meses de proceso han sido parecidos a un parto. Sí señor, esto es parir de verdad a una nueva persona y yo sólo espero que ya esté en las últimas contracciones y que salga lueguito jajajjja.

Reconozco que soy sumamente apurona y muy cómoda, por mí que todo el proceso de conocerse y revisarse y perdonarse dure 1 día jajaajjaajja. Soy hedonista también, me gusta el placer, la felicidad permanente, por ello, me cuesta tanto lidiar con una angustia o una pena. O sea, soy de la que si le dicen “si te pones de cabeza y gritas tres veces tu nombre, se te pasará todo”, yo lo hago.

A veces me pasa también – cuando me siento muy mal – que  me dan ganas de arrojarme a los brazos de cualquier gueón con tal de distraerme o aminorar el famoso proceso, tal como lo había estado haciendo desde siempre, pero…. pero…. aún en los momentos malos, llego a la conclusión que NO PUEDO, no es que NO QUIERA, es que no puedo. Así de heavy.

Porque rememoro y pienso que no puedo pasar de una linda historia de amor, llena de buenos recuerdos y entrega a una historia tórrida, sin sentido con algún tonto útil. Sería para mí, como retroceder a mi época de las cavernas, como escupir en todo lo que he aprendido ahora, como burlarme de mí misma y NO PUEDO. Ahora, hasta me pregunto por qué antes podía y ahora no, siendo que pasaba de relaciones que para mí fueron importantes a otras que también se transformaron en importantes….

¿Cómo lo hacía? Creo que era porque era menos consciente, tenía más energía y porque pensaba que la “hacía” con eso, pero como ya sé que voy para atrás con eso, entonces no puedo… por ahora, ya llegará el tiempo en que estaré en “good shape” y me volveré a enamorar y a emparejar. Pero lo primero es… ver con qué material realmente cuento y qué cosas puedo mejorar.

Tengo 33 años, la edad en que murió Cristo y una serie de personajes místicos y de otras religiones. Y yo creo que el que sea este proceso ahora no es para nada una coincidencia. Nada lo es, de hecho.
Es la edad del cambio, de la transformación. Y yo que pensé que mi llegada de los 30 había sido ya un cambio jajjjjaa, no sabía lo que me esperaba! Pero bueno, piano piano.  



sábado, 2 de noviembre de 2013

El amor sí triunfará


Hay personas quienes sufren la más mínima pena de amor y cierran su corazón  por mucho tiempo o peor; para siempre. Y están las personas como yo quienes a pesar de sentir dolor en el corazón, ya una vez recuperadas, creen con más fuerza. ¿Consuelo de tontos? ¿Ingenuidad? ¿incapacidad para no aprender? Na… creo que se llama resiliencia.

Porque si bien es verdad que soy de aquellas que tienen serios temas con la tristeza y huyen de ella, como huyen las golondrinas del invierno, una vez pasada la mierda, la rabia y las ideas fijas, una vez aceptada la pena y todo el llanto que viene con ella, llega la lluvia de claridad. Y esa claridad, mezcla de intuición y certeza, nunca me falla. Por lo mismo,  digo convencida y con vehemencia que creo más que nunca en el amor, en sus hilos, en su sabiduría. Y en cómo nos hace ser mejores personas, más evolucionadas y sabias. No importa que a veces se logre a través del dolor…. Pero ¿qué más hacer? Es imposible conocer la luz si no has pasado por la oscuridad. La vida es así.

Reviso mi vida y veo que he tenido la bendición no sólo de amar sino de que me amaran de vuelta. Me he enamorado ya varias veces y se han enamorado de mí varias veces. Y eso es algo que sé que no todos pueden decir. Lo sé. Es cosa de escuchar a la gran cantidad de gente que habla del amor como si se tratara de una enfermedad contagiosa, una peste de la que hay que protegerse, vacunarse, alejarse.

He visto personas que la han pasado mal, jamás encontrando un amor correspondido. Y una ya no sabe qué pensar, si es simple mala suerte, mal ojo, persecución de lo imposible o peor aún, un castigo auto impuesto. Algo así como una condena.

He visto también personas en el otro extremo, quienes han sido amados, pero que nunca han amado y que no se han dado cuenta del tesoro que significa que alguien en este mundo tan inmenso, variado y a veces perdido, te considere especial.

También escucho mucho el “es que no estoy preparado (a) para tener una relación”, como si tenerla implicara algún nivel de estudio o magister. Creo que nadie está “preparado” para nada, sólo que unos tienen más recursos que otros, pero nadie nunca está “listo”, es simple, o te arriesgas o no.
Por otro lado está el muy de moda “es que no tengo tiempo para tener una relación”, una de las grandes mentiras de este siglo. ¿Qué es esto de no tener tiempo? Todos tenemos tiempo cuando queremos.

Mi estado actual es el siguiente: siento la necesidad de estar sin pareja por un tiempo (no sé por cuánto tan vidente no soy), porque es parte de mi proceso y porque es la única forma que hay (el camino largo) para aprender bien y extirpar de raíz todo aquello que no me aporta, pero sin duda, el día en que me enfrente a alguien que me mueva el piso (tipo terremoto del 2010) yo no dudaré en arriesgarlo todo, TODO una vez más y aventurarme en un nuevo camino acompañada. Seguramente con más herramientas y recursos que otras veces. Idealmente más sabia y menos errática.  Esa es la gracia.

Pero… mientras tanto, se diría que tanteo el terreno, me muevo de allá para acá, y observo. Pienso ¡mucho! Y siento ¡mucho! Esto es casi como una gimnasia emocional en la que estoy hace varios meses; una forma novedosa para poner en forma el corazón.











Yo y mi ego

Todos tenemos un lado miserable, hasta el cristiano más bueno. Todos luchamos día a día con nuestros propios demonios. Algunos luchan contra su ira, otros con su envidia, yo lucho contra mi ego que al parecer es mucho más grande de lo que a veces puedo dimensionar.

Soy una buena persona o por lo menos lo intento ser y esta confesión no tiene nada de auto flagelante, porque creo que en cada proceso, lo vital es también ser honesta con una misma y mirarse sin máscaras, sin esta no poco común auto compasión desmedida que uno tiende a tenerse. O sea, tenerse compasión está bien, pero andar por la vida pensando que todo lo malo ocurre por culpa del otro, no lo está. Andar por la vida como víctima es un error.

Hay que mirarse bien y ver la miseria propia. Y mi miseria creo que se llama egoísmo. Siempre he sido consentida y mimada, me gustan las cosas a mi pinta y cuando no son a mi pinta ya no me gustan mucho. Y no oculto mi molestia, tiendo a ser vengativa incluso. Aún cuando no lo hago conscientemente.

Es como que a veces los árboles no me dejan ver el bosque. Siento rabia cuando  las cosas no resultan como yo quiero. Tiendo a actuar como si tuviera la verdad absoluta sobre las cosas.

Hoy miro para atrás con mucha más objetividad lo que fue mi relación con N, una bellísima historia de amor, sin manchas, sin peleas horribles, muy sana. Y si bien tengo súper claro que el tango se baila de a dos, me doy cuenta de lo egoísta que fui a ratos en la relación y ya fuera de ella también.

De hecho, veo que en algún punto cuando aún estábamos juntos estaba tan llena de mí misma que no veía ni escuchaba nada.  Era como que si  todo se hubiese tratado de mí, de lo que a mí me pasaba o no, de lo que a mí me molestaba o no, de lo que yo quería o no. De lo ofuscada que estaba. Y lo que es más grave, de lo poco o nada que me importaba demostrarlo en actitudes, frases o hechos.

Me doy cuenta de lo dura que fui con él y bueno, conmigo también. Me doy cuenta de muchísimas cosas ahora y que sé que me servirán para no volver a cometer los mismos errores en un futuro. Y lo veo no sólo con  él, veo también lo egoísta que fui con otras parejas, como si por el hecho de estar molesta, herida o chata, se me diera el derecho de olvidarme completamente de la otra persona y sólo centrarme en mí, en mis deseos y en lo que quiero. Eso no está bien y esto es algo que he venido repitiendo como un patrón…. Es la primera vez que me doy cuenta y ya es hora de cambiar.

Sin duda, no será de la noche a la mañana, pero sé que podré ir mutando de a poco. En este tiempo he tenido que aprender tantas lecciones y sé que aún quedan muchas cosas por revisar, ver, enmendar. Pero todo a su tiempo. Paciencia…. Paciencia. 

jueves, 31 de octubre de 2013

Que vuelva el amor old school

Advierto que  ya pasé por la etapa del odio parido en contra del género masculino. Que ya pasé por la etapa de meter a todos en un mismo saco – ustedes saben, repetir esa odiosa frase que reza así: “todos son iguales”- y de maldecirlos a uno por uno.

Advierto también que,  aún cuando a veces no entiendo mucho a los hombres, me encantan y que probablemente nunca dejarán de encantarme y sorprenderme (de buena forma) sin embargo….

Hay algo que me llama mucho, pero mucho la atención y que me tiene algo jodida y podrida. ¿Dónde cresta quedó el romance? Yo no sé si es porque me he rodeado  de hombres muy boludos en el último tiempo o si esto es un fenómeno nacional y/o universal, pero ¿qué les pasa a los hombres con las redes sociales?

Me explico. Ahora, hay hombres – no todos, aún tengo fe- que ocupan Facebook, Twitter, Whatsapp y hasta el chat de gmail para intentar tener alguna especie de “relación” con una, y lo que es peor, hay hombres que creen que poniendo “me gusta” en la foto de perfil   o en cualquier posteo, es sinónimo de “conquista”. Como que con eso, la hacen… con eso, una debiese entender que ellos tienen “interés” en una. ¿Ya?

Y para qué decir si te hablan por chat ¡uy! Mejor darse con una piedra en el pecho que te vio conectada y te habló. ¡cuánto riesgo! ¡cuánta iniciativa! ¡cuánta motivación! CUAK!! ¿perdón?

Yo uso las redes sociales, pero ¿para entablar relaciones o iniciar romances? Te la creo para los pendejos de 18, ó 20 años, que nacieron en la era de la cosa online, pero para nosotros, los de la era pre Internet, donde Messenger en su momento fue furor y donde la llamada del hombre interesado sí era muestra de interés, el “me gusta”, o el whatsapp vale CALLAMPA. ¿Quedó claro?

Supongo que estoy acostumbrada a otra cosa, a que me llamen por teléfono, a que me busquen, a que se junten conmigo a conversar, y no a que me posteen gueás. Y ha sido así desde siempre. Ahora que recuerdo, en la adolescencia era brígido, porque el tipo el cuestión no sólo tenía que llamar (no había otro modo de contacto), sino que también pasar por el filtro del papá que contestaba el teléfono y preguntaba  quién chucha quería hablar con su hija. Eso era tener cojones, eso era, mostrar real interés, eso era jugársela. No, escribir cualquier idiotez sentado en la comodidad del hogar, jurando que con eso, se toma ventaja.

¿Qué pasó con el amor old school? Ese tiempo donde los hombres eran tipos con iniciativa, que invitaban, que tenían ideas, que eran creativos. Ahora, no, hay hombres (no todos) tremendamente pajeros que hay que andar diciéndoles a dónde ir porque a ellos no se les ocurre nada, están demasiado atentos a sus pelusas en el ombligo o muy preocupados de rascarse las bolas. Pareciera que no hay tiempo para hacer tantas cosas a la vez…

Tengo que concluir que hay hombres así porque hay mujeres que los toleran así, que hay mujeres que le prestan ropa y también el poto. Digamos las cosas como son. Porque si un hombre ve que con esa actitud se está quedando virgen, es más que probable que se ponga más proactivo. Pero yo no sé ustedes, pero yo  a un hombre así de pajero, sin mundo, que  esconde su cobardía e inseguridad en sí mismo en las redes sociales, no le prestaría ni una pechuga y para qué hablar de sexo… porque también concluyo que un gueón que no es capaz de mover su raja por una mujer que supuestamente le interesa, debe ser un LATA en la cama… el típico idiota que espera que una haga todo mientras él está acostado mirando el techo. Literalmente.

Bueno, a raíz de la aparición de estos personajes – cuya  existencia desconocía hasta hace poquito- también me doy cuenta de las cosas que busco en un hombre, aquello que me atrae, me calienta y aquello que me mata la libido.


Incluso constatando mi pasado amoroso, puedo decir con certeza que a mí me gusta el hombre old school. Ese que me pasa a buscar a la casa, que me llama, que me  busca y que me muestra parte del mundo que yo desconozco y que puede ser tan simple como un local bonito para comer, una picada, un parque, un lugar… nada tan engorroso.

Me gusta el hombre inteligente, ambicioso, que ama lo que hace y que hace lo que ama, el hombre que tiene tema de conversación más allá de fútbol, la cerveza y de sí mismo, que es capaz de hablar de todo tipo de temas. Me gusta el hombre que me persigue y que es proactivo, que se le ocurren ideas, panoramas, cosas entretenidas para hacer y que está pendiente de eso… Me gusta el hombre con humor,  capaz de reírse de todo y de sí mismo y que escucha.

Ni siquiera acá estoy hablando de andar regalando flores ni bombones  (como que eso es lindo pero tampoco va tanto conmigo). Estoy hablando de un hombre que es capaz de conquistar en vivo y en directo y no por Facebook, que te dice “me gustas” a la cara y no se anda dando vueltas con indirectas o estupideces.

El posteo, el mail, el chat y todos lo demás son sólo apoyos, jamás pueden ser la base y quien crea lo contrario o más bien, quiera lo contrario, no quiere un relación. Porque en el amor, tener relaciones online – aún cuando tienes a la persona al lado- es como creer que es lo mismo tener sexo con una muñeca inflable que con una mujer de carne y hueso.

Bueno, este es un llamado a estos hombres online, please, ya somos muchas hartas de esto. Muevan sus culitos y háganle un favor a la humanidad, desconéctense de sus notebooks o celulares y apuesten por contacto de verdad. Lo otro es… simple y llana… idiotez. GRACIAS.