domingo, 24 de noviembre de 2013

Hacerle caso al corazón

No es una tarea fácil ni simple en especial cuando se es parte de un mundo lleno de ruido y de redes sociales. Añoro la época en que uno no sabía nada que uno no quisiera saber y que el único modo tecnológico de comunicación era el teléfono.

Porque ahora está el Facebook, el Twitter, el whatsapp, el Instagram, el mensaje de texto ¡uf! Y hay que aplicar “bloqueo” a todo para poder estar en paz, sin ruido, sin malos entendidos, sin comentarios raros y a veces hasta mal intencionados. Esa es la realidad.

Pero bueno. Cuando uno consigue hacer todo esto, recién comienza el proceso “normal”, el resto es puro cachuereo del cual uno se va alimentando, que no sirve de nada, y que sólo entorpece y nubla la verdad que te susurra el corazón.

Yo siempre he sido de seguir impulsos por curiosos que parezcan. De hecho, me defino como una mujer bastante particular para vivir mis procesos y para entablar relaciones. Hasta el día de hoy la gente me pregunta por mi amistad con J, quien fue mi ex, la  gente no la entiende, muchos la juzgan y hasta ven debajo del agua.

Yo ya me acostumbré que así sea. Y no me molestan las preguntas. Yo, en esa pasada seguí mi impulso de transformar esa relación de amor, que estaba desgastada, a otro tipo de relación, mucho más sana y más positiva. Y…. acerté.

Incluso creo que los grandes aciertos de mi vida, han sido cuando he seguido mi corazón. En la pega me pasa igual. Todo el mundo me miró  con los ojos bien abiertos cuando hace unos años, tomé la decisión de renunciar a un trabajo estable en busca de mis sueños. Ok, no sucedió lo que yo esperaba, pero sí pasó algo mucho mejor. Gracias a esa decisión, quizás impertinente para muchos, hoy soy la editora de una revista. Una cosa, llevó a la otra. Fue un camino que fui construyendo, pero me llevó a un mejor lugar.

Y esto mismo se puede  reproducir en el amor. Muchos me aconsejan que yo debería volverme loca y tener sexo salvaje con el primero que se pasa por delante, otros – en su versión más romántica- me recomiendan buscarme lueguito otro amor (como si estas cosas una las pudiese conseguir en el almacén de la esquina).

Agradezco los tips jejejej, me imagino que son con la intención de que esté aún más feliz, pero la verdad es que mi impulso de este momento está dirigido a otras cosas que poco o nada tienen que ver con meter a un hombre en mi cama o en mi corazón.

No es que esté cerrada al amor ni al sexo, en lo absoluto, me encantan ambas cosas, sólo que en este minuto de mi vida, nada de esto calza. Ahora, los temas son otros, el conocerme, el pararme cada vez mejor en el mundo, el descubrir cosas nuevas, el ser feliz conmigo y con lo que tengo.

Mi intuición me dice que ese es el camino de ahora y que no debo salirme de ahí, debo trotar como esos caballitos que sólo miran hacia adelante. Todo lo demás, es ruido, es confusión. Y aún me queda por avanzar en esta carrera de auto descubrimiento .

He aprendido tantas cosas en el camino, como por ejemplo, que no todo lo que parece es… no todo lo que brilla es oro, no todo lo que se ve en la superficie es  real. Y también sé que estas cosas una las logra dilucidar cuando no hay ruido.

En silencio puedo ver clarito clarito, que lo que estoy viviendo ahora es quizás uno de los procesos más importantes de mi vida. Que acá conseguiré herramientas que después voy a necesitar, seguramente en alguna nueva relación, pero más que todo, en la vida misma.

Para ser súper honesta también, a diferencia de lo que pude haber pensado en antaño, no me genera ninguna angustia el pensar en mi futuro amoroso. Y eso es bastante, ya que he visto a harta mina –especialmente las que pasan los 30- preocupadas por lo de la ausencia del mino. Aferradas a lo que sea, con tal de no estar solas o con tal de "agarrar" algo llamado "matrimonio" o "guagua". Terrible sensación debe ser esa.... 

Aclaro también que no es que  no me interese, es sólo que para mí – mujer que casi nació pololeando – la gracia es no estar en pareja y no con… y también es porque yo sé que no terminaré sola, rodeada de gatos… como lo piensan algunas traumadas. ¿Por qué lo sé? Lo dice la estadística y me lo dice el corazón. Por lo mismo, le hago caso, porque es mucho más astuto que mi cabezota que a veces me tira puras ideas lesas.


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