Descubrí algo nuevo en este
camino y se llama: perdón. De a poco he ido entendiendo que el perdón no sólo
es una cosa del corazón, sino que también de la cabeza. Es algo que se logra de
manera emocional, pero también racional.
Porque a veces el corazón es
terco, ofuscado y por qué no decirlo, egoísta. “Es que no fue justo”, “es que
yo no me lo merecía”, “es que él fue egoísta”, “es que él debió estar”, es que…
es que.. es que… es que ¡nada!
Me cuesta de repente recordar que
las personas, incluso las que más quiero,
son seres humanos, igual que yo,
con defectos y virtudes, y que tienen todo el derecho a equivocarse…. Pero que
a pesar de ello, aún cuando quizás me hicieron daño, no lo hicieron con intencionalidad.
También he tenido que entender
que hay ciertas cosas que hay que vivir sola y en silencio, que no se puede
depender de un solo ser humano, que no se le puede colocar esa responsabilidad
a una sola persona, ya que para eso uno también está rodeada de otras personas:
familia, amigos, compañeros y principalmente está uno mismo.
La rabia y la pena en estado
prolongado se transforman en quistes en el corazón. Una puede pasarlas por
alto, bloquearlas, pero tarde o temprano reaparecen quizás con la misma persona
o a veces con otras que no tienen nada que ver, pero sólo basta una
coincidencia, una palabra similar, para que se desate toda la mierda.
Así que es mejor soltar, pensar,
perdonar y seguir. Cuesta a veces, pero se puede cuando hay voluntad de la
mente y también amor en el corazón.
Hoy camino con todos los lindos
recuerdos que tengo en mi corazón y evito cualquier pensamiento negativo o
dañino. Es un tremendo trabajo, que requiere de mucha paciencia y mucha, pero
mucha voluntad. Pero al sentir que sigo avanzando en paz me siento orgullosa de
mí y me hace entender que es real la imagen que tienen mucho de mí: mujer
aperrada, aguerrida y buena de corazón.
2 comentarios:
Muy buenoooo!!!!!
:) Saludos!!!
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