Wow. No sé ni por dónde empezar, más encima aún
cuando queda poquito para que se vaya este año, todavía la vida y las personas
que me rodean me siguen dando lecciones, algunas incluso sorpresivas.
Voy ser
súper sincera y analizando el año, puedo decir que partí el 2013 de manera
soberbia. Sí, estaba en la cresta de la ola. Así me sentía, así me veía y así
actuaba. Me sentí por un momento casi invencible, lo tenía todo y
estaba súper segura de todo también.
Era tanto mi ensimismamiento que se me olvidó
mirar para el lado, para el frente, para el costado. Sólo era yo, yo y yo. Yo y
mis preocupaciones, yo y mis miserias, yo y mis angustias, yo y mis miedos, yo
y mi trabajo, yo y mis ganancias monetarias…. Y me enceguecí , no vi lo que
estaba pasando alrededor.
Y bueno, como la vida siempre se encarga de
poner las cosas en orden, llegó y de una patá en la raja, me botó de la cresta
de la ola. Y me caí de hocico, y estuve ahogándome en lamentos por un buen
rato, nuevamente enceguecida, llena de rabia, llena de pena.
Mis preguntas fueron las siguientes: ¿por qué
él ya no me quiere? ¿por qué mi mamá está enferma? ¿por qué me pasa esto a mí? Y
mis análisis eran del estilo “es que yo no me merezco esto”, “es que esto está
mal”, “es que esto no es justo” etc.
Y así estuve durante un buen rato: juzgando y
criticando a Dios, a las personas y a la vida. Hasta que… hasta que… algo pasó
en mi corazón y comencé a ver cosas que antes no veía: mis amigos (los de
siempre y los nuevos), mi familia, mi trabajo y mis logros y a mí misma, mujer
fuerte y valiente.
Y recién ahí y de manera muy incipiente y
paulatina vinieron las lecciones, algunas aterradoras, confusas, algunas que me
ha costado aceptar hasta el día de hoy, algunas iluminadas y hermosas.
Comencé
a darle prioridad a esas cosas que a veces pasamos por alto y Ok, quizás no
volví a la cresta de la ola, pero comencé primero a remar, luego a bailar,
luego a flotar, luego a nadar y ahora a surfear.
No soy perfecta, eso lo sé hace rato, pero de a
poco he comenzado a convenir que también me tengo que tener paciencia y perdonar. Dejar de ser tan talibana conmigo mismo ha sido una lucha, porque así
como a veces soy exigente con el resto, también lo soy conmigo y quizás más. He
aprendido que cometo errores, y que voy a seguir cometiéndolos (ojalá con pocas
reincidencias), y que sólo así se aprende, a porrazos.
Soy fuerte, pero ni tan invencible como alguna
vez pensé. Soy sensible, me emociono y sufro cuando alguien me hace daño. Y
lentamente he ido aprendiendo que ser vulnerable no es tan atroz como pensaba. Y
quizás lo más importante es que hay que pensar más que con el corazón que con la cabeza que es media idiota a veces, nos llena de miedo, nos dice cosas
que en verdad no son.
De Osho no tengo nada, pero sí intento siempre
con todas mis fuerzas, evolucionar y ser una mejor persona. Aprender a tener
PACIENCIA, palabra del 2013, que no todo es para ayer y que hay cosas que
tienen que fluir solas y que requieren de tiempo. Aprender a dejar de tener miedo y soltar el volante, porque
no pasará nada malo… todo lo contrario.
Aprender a no ser tan drástica para mis ideas y
decisiones, a entender que en todas las situaciones hay matices, que no todo es
blanco o negro y más importante aún, que así como yo la cago sin malas
intenciones, el resto también la puede cagar sin malas intenciones.
Aprender a dejar de poner sobre otros
responsabilidades gigantes. Tiendo a esperar cosas, tiendo a dar para que me
den devuelta; algo que es muy humano, pero que tampoco está bien, hay que
equilibrar.
Este 2013 también tengo un récord guiness en mi
vida, nunca antes visto: la soltería, el aprender a estar sin pololo, sin
pareja, sin amante, sin nada romántico o sexual y no sentirme desolada. Gracias a todas las
personas que me han acompañado, eso ha sido posible, son muy pocas las veces en
que me he sentido sola, casi nunca y sé que eso se debe a todas esas personas
buenas que me rodean y que me quieren. Me siento súper querida, apreciada y
amada, como nunca antes, ya que he tendido a encerrarme cuando estoy en pareja. Otra lección.
Aprendí lo que significa en pleno la palabra
libertad. Soy libre, y no sólo de compromiso amoroso- eso es lo de menos- soy
libre de hacer lo que se me da la gana, de ir donde yo quiero, comer y tomar lo
que yo quiero, estar con quien quiero o simplemente no hacer nada. Y eso… no lo
puede decir todo el mundo. Soy una bendecida.
Este camino recién se inicia para mí y ya llevo
muchas lecciones aprendidas, y otras a medio aprender y muchas, pero muchas por
aprender.
Del 2014 sólo espero la continuación de estas
lecciones, poder aplicar lo aprendido y seguir conociendo y descubriendo. Tengo
la intuición que de que de eso se tratará el próximo año. Y tengo la sensación
que el 2015 tendrá sorpresas para mí… no sé, es una idea que se me cruza de
cuando en cuando por la cabeza.
El 2014 será viajado si Dios quiere. Lo mío
parte en marzo con el primer viaje que hago a solas y luego continúa en agosto-
septiembre con un importante viaje familiar. Hasta ahí sé, el resto… sólo el
destino dirá.
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