Y con una sola persona en este mundo: conmigo.

Pienso al igual que esa entrada, que el
problema en cuestión no es entregar, de hecho ser capaz de esto es una
bendición, ya que siento que es sinónimo de tener un corazón sano y gigante, y
bueno… la vida siempre da de vuelta. El problema de esto es a quién uno entrega
tanto hasta que duela. Y el otro problema es la forma de entrega, casi de
manera divina.
Y claro, si uno es capaz de entregar de esta
forma a otro, entonces uno es capaz de entregar amor de manera incondicional a
una misma.
Se me vienen a la cabeza una serie de pensamientos
desordenados que he ido craneando durante varios meses. Sólo que ahora tienen un hilo conductor.
Una, o por lo menos yo, tiendo siempre a intentar entender al otro, tenerle
paciencia, masticar las cosas, darles una vuelta y hasta respetar tiempos. Sin
embargo, cuando se trata de mí, soy bastante más talibana.
Tiendo a ser sumamente drástica con mis
tiempos, onda ‘ya poh, apúrate’ onda ‘ya no deberías hacer esto o lo otro’, me
tengo re poca paciencia, mucho menos de la que le tengo al resto. Me tengo poca
comprensión también y en algunas ocasiones, por otro, he pasado por alto mis
propios procesos para dar algún espacio. Y me he dado cuenta que eso está mal,
o por lo menos, no está del todo bien.
¿Qué soy? ¿Sor Teresita? Nop. No lo soy… soy
mujer de carne y hueso. Y sí, he descubierto que soy mucho más lenta para
digerir las cosas de lo que pareciera o por lo menos como quisiera. De a poquitito he
aprendido a tenerme paciencia, y vaya que tengo que tenerme paciencia.

Estoy en deuda conmigo y ya es hora de saldar
esa deuda. Este es el momento, este es MI momento. Y así será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario