Hace unos días tuve un sueño.
Soñé que veía una serpiente, la tomaba sin miedo, y la colocaba en un acuario
con agua. De pronto, por arte de magia, yo me convertía en esa serpiente. Podía
mirar el mundo a través de sus ojos y pensaba: “me habría gustado estar en un
lugar más grande”. Fin del sueño.
Le he dado varias vueltas a este
sueño. Descubrí lo potente que es el simbolismo de la serpiente, que por el
contrario de lo que muchos pudiesen pensar, no tiene nada que ver con el
infierno, ni el demonio, sino que por el contrario, está relacionada con la sabiduría, la
transformación (cambio de piel) y con la sanación (muchas serpientes son usadas
para sanar o curar).
El tema es que en mi sueño, yo,
voluntariamente y sin pensarlo mucho, la colocaba en un acuario. Muy bonito,
muy adhoc, muy seguro, pero, sigue siendo un acuario. Y eso me dio para pensar acerca de algunos baches de mí misma que encuentro y uno de ellos es que yo
a veces tiendo a encerrarme solita… solita me pongo trabas quizás o tiendo a
convertirme por voluntad propia en prisionera. Ok, no será una cárcel, sino un
acuario, pero no es igual a ser libre y nadar a donde uno quiera….
Este sueño me hace sentido con la
actual etapa de mi vida, que yo llamaría “lanzamiento al vacío”. Estoy en ese
preciso momento en que estoy entre dejarme llevar por la vida v/s intentar seguir controlando la vida. Pero
estoy a algo así como a un paso de soltar completamente. De hecho hay una palabra que se viene a la
cabeza hace rato.. y esa es “pronto”, como el inicio de teleserie!!! Jajajaja,
es como cuando dan la sinopsis de una buena teleserie, con su trailer y soundtrack incluido, uno queda enganchada y te dicen “pronto”.
También debo decir que estos
meses de proceso han sido parecidos a un parto. Sí señor, esto es parir de
verdad a una nueva persona y yo sólo espero que ya esté en las últimas
contracciones y que salga lueguito jajajjja.
Reconozco que soy sumamente
apurona y muy cómoda, por mí que todo el proceso de conocerse y revisarse y
perdonarse dure 1 día jajaajjaajja. Soy hedonista también, me gusta el placer,
la felicidad permanente, por ello, me cuesta tanto lidiar con una angustia o
una pena. O sea, soy de la que si le dicen “si te pones de cabeza y gritas tres
veces tu nombre, se te pasará todo”, yo lo hago.
A veces me pasa también – cuando me
siento muy mal – que me dan ganas de arrojarme a los brazos de
cualquier gueón con tal de distraerme o aminorar el famoso proceso, tal como lo
había estado haciendo desde siempre, pero…. pero…. aún en los momentos malos,
llego a la conclusión que NO PUEDO, no es que NO QUIERA, es que no puedo. Así
de heavy.
Porque rememoro y pienso que no
puedo pasar de una linda historia de amor, llena de buenos recuerdos y entrega
a una historia tórrida, sin sentido con algún tonto útil. Sería para mí, como
retroceder a mi época de las cavernas, como escupir en todo lo que he aprendido
ahora, como burlarme de mí misma y NO PUEDO. Ahora, hasta me pregunto por qué
antes podía y ahora no, siendo que pasaba de relaciones que para mí fueron
importantes a otras que también se transformaron en importantes….
¿Cómo lo hacía? Creo que era
porque era menos consciente, tenía más energía y porque pensaba que la “hacía”
con eso, pero como ya sé que voy para atrás con eso, entonces no puedo… por
ahora, ya llegará el tiempo en que estaré en “good shape” y me volveré a
enamorar y a emparejar. Pero lo primero es… ver con qué material realmente
cuento y qué cosas puedo mejorar.
Tengo 33 años, la edad en que
murió Cristo y una serie de personajes místicos y de otras religiones. Y yo
creo que el que sea este proceso ahora no es para nada una coincidencia. Nada
lo es, de hecho.
Es la edad del cambio, de la
transformación. Y yo que pensé que mi llegada de los 30 había sido ya un cambio
jajjjjaa, no sabía lo que me esperaba! Pero bueno, piano piano.
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