jueves, 14 de octubre de 2010

Hasta la próxima


Hoy mi hermana partió de vuelta a Estados Unidos. Antes, la invité a mi casa a almorzar y hablamos, hablamos y hablamos, de mi sobrina, de sus perros, de Marley, de tiempos remotos, de sueños. Y nos reímos, fue como si nunca nos hubiéramos dejado de hablar y pasaron…. cinco distantes años.

Y anoche estaba entusiasmada de que la iba a volver a ver y recordé esa vieja sensación que pensé muerta, de cuando ella venía de visita a Chile y yo tenía 12 años. A veces no podía ni dormir la noche anterior, y cuando llegaba la invadía de historias, de relatos, y sólo quería que saliéramos juntas, las dos solas…

Eran los tiempos en que la admiraba tanto, quería ser como ella, vestirme como ella…. Me preguntó hoy si quería seguir conversando de todo aquello que nos separó, pero le dije que no quería. Creo que tenemos las dos suficiente por el momento, ya habrá más tiempo para seguir hablando.

Aún es tan raro verla en mi casa, es tan raro ver al frente a una persona que se parece físicamente a una en rasgos, en el tono de voz hasta en los gestos o dichos… y es tan raro sentirme aliviada y feliz. Nunca pensé que ese reencuentro sería así. Nunca.

El abrazo de la despedida fue especial y puse mucha atención porque quería recordarlo para siempre. La abracé fuerte y cuando intentó dar por terminado el abrazo volvía a abrazarla. Lentamente veo cómo voy despidiéndome de mi escudo y cómo mi corazón magullado va transformándose.

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