lunes, 29 de noviembre de 2010

Estar sin estar


Tengo el mal de la mamá – pareja, así lo acabo de denominar. No sé bien cuándo surgió esto en mí pero tengo la maldita tendencia de convertirme en esta mujer súper poderosa que cobija a sus parejas, que siente la necesidad imperiosa de salvarlos de sus males, de llevarlos por los caminos difíciles que les toca enfrentar.

Si sé, suena patético y poco saludable. Si sé que no hay nada peor que convertirse en madre de la pareja, si sé, si sé, si sé. Pero aún sabiendo eso, me tienta y siempre estoy al borde de hacerlo, es como si tuviera que concientemente tomar la decisión de detenerme para no volver a caer en eso que tanto daño me hace.

Y eso que odio a los hombres bebés, qué contradicción la mía. En alguna parte de mi historia, creo que fue post separación, mal entendí el concepto de compromiso y de apoyo. A veces pienso que aún hay una parte de mí que se siente tremendamente culpable por algo y que esta es mi forma de compensarlo… no sé.

Después de todo lo que sufrí por hacerme cargo de J, sé lo que implica hacerse cargo de otra persona a tal punto de relegar la vida propia a segundo o tercer lugar. Sé que eso después pasa la cuenta, que después una se siente abusada, cansada y cobras de vuelta todo lo sacrificado y lo que es peor, se alimenta una especie de soledad, ya que convences a la otra persona que tu siempre te la puedes sola… siendo que eso es mentira.

Por lo mismo mi gran misión de lo que queda de esta año 2010 es lo que denomino, estar sin estar, es decir, brindar apoyo, ayuda y comprensión, pero desde una distancia saludable, desde un “te acompaño” y no un “te llevo”. Suena tan fácil, pero vaya qué me cuesta.

Qué más yo quisiera tener una varita mágica para solucionar problemas, pero no la tengo y la capa de súper héroe hace ratito ya que me viene quedando grande. Así como yo debo aprender a no ser rescatada, debo aprender a dejar de rescatar, dejar libre, soltar, esperar y ver qué es lo que pasa en realidad….

M…. estoy pero no estoy, estoy cerca de ti, entiendo lo que me dices y lo que callas. Tus silencios son parte de esta gran lección que debo aprender, tú eres una de mis grandes lecciones de vida, hoy sé que esa es una de las razones por las que la vida nos volvió a juntar. Salud, por eso.

No hay comentarios: