domingo, 2 de enero de 2011

Año nuevo, vida nueva


Fue sin duda una semana ruda, pero una vez más sobreviví y lo que es mejor, culminó inesperadamente feliz. Me gusta la felicidad inesperada, esa que llega a la puerta de uno sin que uno tenga la más mínima sospecha.

En estos momentos siento un alivio maravilloso, es como haberme sacado 10000 kilos de encima de los hombros. Es como estar acostada en una hamaca, sintiendo una brisa agradable en el rostro y con el sonido de parajitos de fondo. Así me siento hoy y como soy a veces un poco lesa, me lo cuestiono, me pregunto cuándo irá llegar la tristeza por la partida J. Y espero así y sigo esperando.

Igual no quiero que parezca como que me siento aliviada porque deshice de él ni mucho menos, para nada, tiene más que ver con la sensación de tranquilidad por haber hecho – como pocas veces en mi vida – lo correcto y de la forma correcta, sin mentiras de por medio, sin salvavidas imaginarios, sin prisa y con convicción. Ni parecido a cómo me sentí cuando me separé, tan sola, tan triste, tan abandonada. Algo que no tenía a la vez ninguna relación con una pérdida amorosa, sino que más bien el horrible tránsito en que me encontraba, lleno de cosas contradictorias, lleno de engaños y de auto engaños también.

De todos modos, me sigo declarando de duelo, por lo que mi nueva libertad me la tomo en cuotas, no vaya a ser que termine evadiendo la pena una vez más. No quiero evadir nada, que venga lo que tenga que venir.

Hoy tengo claridad de mente, sé cuáles son mis demonios, los reconozco y trabajo para saber enfrentarlos mejor cada día. Ahora sé que esa resanción asfixiante que se me instala de repente en mi garganta tiene relación con mi miedo crónico al abandono, a la desaparición de personas importantes en mi vida.

Sé que la mayoría de mis inseguridades tienen que ver con eso, y que a veces mi mente me juega malas pasadas. Me pasa con M, pero estoy aprendiendo de a poco a racionalizar ese pánico y lentamente estoy viendo algunos resultados.

M…. el otro día por primera vez y de manera absolutamente inesperada me dijo que me quería mucho. Quedé para dentro, sólo atiné a decirle “yo también” casi con un susurro, me pareció tan inesperado que después incluso dudé que haya escuchado bien, así de lesa me pongo a veces, pero ayer lo confirmé, eso es lo que me había dicho.

Esto de quererlo, igual viene de antes, viene de la época en que fuimos sólo amigos, pero ahora ese querer es distinto, es un querer con ternura y también con deseo, es un querer bonito.

El 2011 para mí no sólo es la partida de un nuevo año y una nueva vida, sino que también es el puntapié oficial de una segunda etapa con él. De hecho, ayer fue inaugurada con una inesperada visita suya a mi casa. Él en mi casa, se hizo más real, se unió oficialmente a parte de mi mundo. Y me sentí feliz, a gusto, cómoda. Me gustó y mucho.

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