martes, 11 de enero de 2011

La metáfora de la ropa sucia y otras historias


Dentro de mis múltiples actividades sociales de esta semana jajajajaaj, me junté a almorzar con una amiga, que es freakeadamente una mini versión de mí (digo mini porque es más joven, no porque la minimice). Es divertido, escucharla hablar sobre sus soledades, vacíos y relación tormentosa con un ex que es, por decirlo de alguna forma, un muerto entre las emociones vivientes….

Me angustia su angustia porque es una sensación de presión en la garganta muy similar a la que yo a veces siento. Qué manera de auto flagelarse, de latigarse por errores, qué manera de pensar de que ella “merece” ser castigada por ser “mala?”. Así me sentí cuando recién me separé y fue tan terrible todo ese espiral que me prometí a mí misma jamás volver a ese lugar.

La culpa a una la impulsa a hacer muchas boludeces, a tomar muchas decisiones erróneas y pensar cosas que terminan siendo mandatos boludos, onda “yo merezco esto” o “tengo mala suerte para esto”, pero la verdad es que todos, independiente de lo que nos haya pasado o cómo lo hemos pasado, somos quienes queremos ser, y parafraseando una película de Hollywood (qué Ghandi ni Buda, Hollywood, mujeres jaajjjaaj) “cada mujer tiene la relación amorosa que quiere”.

En fin, la cosa es que eso me hizo reflexionar acerca de las relaciones terminadas que se extienden como zombies, como residuos tóxicos de lo que alguna vez fue. Hay quienes dicen que son súper amigos del ex, yo pensé que podía ser una de las "afortunadas", pero en el camino, me di cuenta que por ahora, ni cagando. Quizás algún día, pero hoy, no.

Y no porque tenga problemas con que él haga su vida, o porque lo extrañe, o porque me vaya a tentar con volver, nada de eso, la verdad es que me da miedo que lo disfuncional que tuvimos se prolongue, en nombre del cariño, bajo un velo mentiroso de “amistad”, camuflando esa cosa media rara de dependencia emocional que se instaló entre los dos y que con mucho esfuerzo he ido sacudiendo.

Por lo mismo, tuve que tomar la determinación de no ver más a mi ex por lo pronto. No puedo predecir si la distancia nos permitirá tener una relación de amistad, algo cordial, no tengo idea, pero me violenta en demasía la sola idea de que él vuelva a rondar por mis territorios, que yo me permita nuevamente hacerme cargo de él, de su soledad. Hace unos días él quería ir a mi casa a lavar su ropa, algo que se había conversado anteriormente (antes que se mudara). En ese momento no me pareció mal, pero ahora tuve que decirle que no.

Su petición de lavar su ropa en mi casa es una metáfora de cómo yo siempre me hice cargo de sus problemas. Y ahora supuestamente debería sentirme mal porque él anda con la ropa cochina, siendo que en verdad tiene mil opciones para lavarla, sólo que él no quiere. Y ¡sorpresa! YO TAMPOCO.

No hay comentarios: