miércoles, 12 de enero de 2011

Mandatos que dañan


Mi famosa amiga P (que tiene varias menciones honrosas en este blog) se mudó conmigo el domingo pasado, llegó con su maletita y toda su buena onda a alegrarme la vida a alegrarnos la vida. A Marley también le pareció buena la compañía, aunque aún no se acostumbra a que ella pueda abrir la puerta con su llave jajajjaja, le choca eso, pero ya se acostumbrará, de a poquitito.

Esta es la primera vez que vivo con una amiga, o había vivido sola o con parejas, y si bien pensé que una no sabe cómo irá a resultar, el antecedente de haber podido sobrellevar (y sobrevivir) la convivencia con dos hombres distintos, me hizo predecir que todo iba a estar bien jajajajajaa.

Hay personas que son cuáticas con su “territorio” onda, “¿me comiste un pedazo de mi queso?, ¿por qué?” o “¿quién me sacó shampoo?” o “Me cambiaste todo de lugar, ¿por qué?” o “Esto siempre va aquí”. Qué soponcio!

Si bien no sabía cómo podía reaccionar, la verdad es que algo me conozco y deduje que era medio imposible que me comportara de esa manera. Me di cuenta de otro aspecto de mí misma y que tiene relación con que me agrada que la persona se sienta en su casa, cómoda, contenta, me gusta que mi amiga P sienta y sepa que no tiene que pedir permiso para sacar aceite o usar más confort.

De hecho el otro día mientras cocinaba (una de sus maravillosas gracias de las que yo carezco) me dijo “chuta, no compré aceite”, mientras miraba directamente al aceite que yo había comprado. Y yo “sí, en verdad yo me voy a llevar ahora mi aceite a mi pieza” y nos reímos.

Además, está el plus que la conozco hace más de 10 años y sé cuán importante es para ella sentirse parte de algo, no andar como bola huacha y como la quiero, supongo que me esfuerzo, aunque no es mucho esfuerzo, fluye no más.

En estos días de convivencia me he sentido acompañada, es una alegría inmensa llegar a mi casa y que esté ella, que nos contemos sobre nuestro día (nefasto o feliz) que hablemos hasta la hora del queso sobre la vida, la inmortalidad del cangrejo o de películas de Hollywood. Siento que ella me hace más feliz. Y de pronto, con absoluta sorpresa, me doy cuenta que por primera vez quizás en toda mi existencia, algo tan simple como una amistad me hace más feliz de lo que me puede hacer una romance o una pareja….

Supongo que mi sicóloga tiene razón, uno de los mandatos mal entendidos o mejor dicho mal enseñados de Frank y Paris es el concepto de que la máxima felicidad tan sólo se consigue a través de una pareja, qué cosa más lesa, y malsana. Creo que de ahí se origina mi angustia, la presión en la garganta, porque de acuerdo a este precepto, el estar soltera implica andar errática, perdida y sola.

Estuve pensando – con una cuota de rabia- los mandatos heredados que me han ido anulando y convenciendo de algunos conceptos alejados de la realidad. Comparto acá algunos míos:

- “Vamos a ver cuánto te dura éste” (tras anunciar que estoy con nueva pareja)

- “Es que siempre te aburres ligerito” (al contar sobre alguna discusión con alguna pareja o tras anunciar que estoy con nueva pareja)

- “Bueno, si te aburres, le das la patada no más” (en medio de la relación misma y a veces a pito de nada)

- “Te gustar estar sola, tu espacio”

- “Lo que pasa es que nunca te has enamorado” (tras terminar alguna relación)

- “Es que eres tan chispita” (luego de dar una opinión con convicción)

- “Eres como Elizabeth Taylor” (luego de haberme separado UNA vez)

- “No eres para estar en pareja mucho rato”


HEAVY. ME PREGUNTO HASTA DÓNDE HE ESCUCHADO ESTOS MANDATOS , HASTA DÓNDE LES HE HECHO CASO. PERO LO QUE SÍ TENGO CLARO ES QUE NINGUNO DE ESTOS ES REAL, PORQUE DESPUÉS DE ESCRIBIRLOS Y REELERLOS, ME DI CUENTA QUE ESA PERSONA NO SOY YO Y NADIE QUE ME CONOCE RECONOCERÍA ESTOS RASGOS EN MI.

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