domingo, 23 de enero de 2011

Me aburrí (de mí misma)


Yo no sé si les ha pasado a alguno de los que está leyendo esta entrada, pero hoy ando aburrida de mí misma. Estoy lateada de escucharme hablar o pensar sobre los mismos rollos de siempre, de mis historias tristes, dolorosas o furiosas. Estoy chata que sean ellas las que a veces tengan el control sobre mi vida y no yo, la de ahora, la que sabe o por lo menos cree saber, las cosas que le hacen daño y actúa de acuerdo a lo que cree correcto o real.

Mi amiga P el otro día me dijo que quizás ya era hora de aceptar aquello que duele, soltar y perdonar. Dejar ir…. A veces pienso que estoy un poquito enamorada de mis dolores, como que no sé qué hacer sin ellos, y quizás se han vuelto de una u otra forma en una muletilla, o una excusa para huir, para no atreverme a ciertas cosas, para quejarme todo el día y no hacer nada.

A veces me dan ganas de ser otra persona, de llamarme de otra forma, de ser distinta, de tener historias diferentes, quizás unas más alegres y menos determinantes. Por naturaleza soy alegre y creo que soy divertida también, pero a veces, los rollos me consumen, me atascan, me frenan y ahí quedo, pensando, muerta de susto y pasándome cada rollo, dignos de un libro de Stephen King.

En general me considero una mujer valiente, de hecho, quienes conocen mi historia personal, también lo opinan, una mujer de decisiones, a veces radicales para algunos, a veces locas para otros, a veces llenas de coraje para los demás. Pero hoy no me siento valiente, me siento media cobarde en verdad.

Me escondo a veces. Y no sé en qué minuto le tomé tanta fobia a que algo duela. Me resisto, aferrada a cualquier cosa, a lo que sea, con tal de que no me duela. Pero en ese proceso sé que puedo perderme de todo lo bonito, del viaje que es en realidad la vida. Mi resistencia al dolor, a un corazón roto, a un “no”, me hace estar lista siempre para huir, lista para salir corriendo, enojarme y agregar más rollos a mi historia.

Pero parece que la vida lo que me está queriendo decir hoy es que esa es una lección que voy a tener que aprender, me guste o no. El dolor quizás sea parte de la lección o mejor dicho, el aceptarlo y aprender de él es parte de la enseñanza.

Si bien aún soy parte de la resistencia, he decidido que hay cosas que voy a sellar bajo siete llaves en un libro mental de recuerdos, en un libro mental de PASADO, PISADO, y no se habla más del tema. Estoy chata de vivir entre medio de fantasmas y recuerdos dolorosos que realmente son parte del pasado, uno lejano, que ya no quiero que me defina.

Hoy soy bien distinta a lo que era hace, no sé, 5 años. Y claro, todo es parte de mi historia y me ha ido transformando, pero es pasado y ¡listo! Hablemos de otra cosa.

Supongo que esto pasa cuando uno no entierra bien a sus muertos, cuando – justamente por pánico a la pena y al dolor - uno no resuelve las cosas a tiempo, sino que mucho después y por goteo. Soy una optimista hasta la muerte, así es que voy a pensar que aún estoy a tiempo para hacer un triple pack y enterrarlos a todos.
De lo contrario, creo que siempre estaré en el hoy mirando para atrás y mirando hacia delante con miedo. Así es que como muchas otras decisiones indeclinables que he tomado en el último tiempo, esta es una de ellas. Y aunque lo diga cagá de susto, lo digo con convicción. Hay temas que no volveré a abordar, por ejemplo, con M, que se supone que es parte de mi hoy, pero que de pronto, también parece ser parte del ayer y está bueno de eso… HE DICHO.

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