jueves, 17 de febrero de 2011

Volverte a ver


Fue sorpresivo, inesperado, nervioso, bello, romántico, real, ansiado, esperanzado, rosa, feliz, nostálgico.

Volver a besarte fue el inicio oficial de este nuevo capítulo, volverte a abrazar y que me abrazaras fue una forma física de decirnos mutuamente “qué bueno que estés de vuelta, acá conmigo, qué rico que estés en mi vida”.

Los besos tuvieron otro sabor, otra intensidad, otra dirección, lo mismo que tus miradas, tus manos entrelazadas con las mías. Son los mismos labios, son las mismas manos, pero hoy ya no somos los mismos. Hoy ya no estamos parados en el mismo lugar, hoy hablamos otro idioma, hoy hablamos el mismo idioma.

Estar junto a ti en esa banca en medio de una plazita, nerviosa y temerosa por lo que me fueras a decir, me hizo entender que aún con 30 años, aún teniendo más de alguna vez un corazón roto, aún llorando en muchas ocasiones por soledades y abandonos, aún así, soy capaz de sentir, de reparar, de soltar, de perdonar y de entregar.

Entregar mi corazón y entregarme, aún sabiendo que hoy estoy sin personaje, sin máscaras, sin escudos, sin filtro, vulnerable, expuesta al dolor, con susto, pero con mucha fe. Hoy, contigo, siento que sí vale la pena arriesgar, sí vale la pena recorrer, sí vale la pena esperar, sí vale la pena construir.

Esto es nuevo para mí y siento que estoy lista para emprender ese viaje. Nadie sabe dónde ni tú ni yo terminaremos. Yo no sé qué pueda pasar, así como no sé nada en verdad. Sólo sé lo que me gustaría y en lo que tengo fe, y hoy, eso me basta.

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