miércoles, 2 de marzo de 2011

Sobre la lujuria sin freno


El sexo, al igual que muchas otras cosas de la vida, se trabaja de a dos. O sea, creo que es súper posible que dos personas lleguen a conocerse tanto en la intimidad (gracias a la comunicación tanto fuera como dentro de la cama) que pueden llegar a complementarse maravillosamente en el sexo, hacer posiciones placenteras y experimentar miles de orgasmos.

Pero hay algo que científicamente se denomina como química sexual, que son en realidad un conjunto de hormonas y feromonas y muchos “onas” más que hacen que el deseo y la atracción entre dos personas sea algo muy potente, más allá del trabajo en conciencia y en equipo.

En terreno, y con menos términos serios y lateros, yo lo llamo a eso lujuria por el otro, deseo intenso, una cosa que nace en nuestras partes más íntimas, que se extiende por la piel y se expande por el cerebro. Es potente, mágico, una bendición, diría yo, porque no pasa todos los días ni con todas las personas, independiente del grado de amor o cariño que podamos sentir por ese otro.

Personalmente me ha costado mucho poder combinar sexo y amor en una sola relación, porque me ha pasado que o me han amado como una florcita frágil y asexuada o me han querido vestir de látex. O sea, o tenía amor o un buen sexo, pero las dos, no. De hecho, ahora que miro hacia atrás los hombres que más me han amado, en la cama han estado bien bajo las expectativas. Y no estoy hablando de rendimiento ni de querer a una máquina sexual, estoy hablando de deseo, lujuria, de tomarme con decisión, sin miedo y sin andar pidiendo permiso hasta para sacarme la ropa.

Y hoy lo tengo. Tengo sexo y cariño entre mezclado y, aunque había tenido miedo de mezclar, ninguna de las dos adquisiciones opaca a la otra, ambas brillan y se potencian por igual.

Con M me pasa, dentro y fuera de la cama. Es como una energía que lo envuelve todo, y en la intimidad es como una cosa que nunca antes había sentido por alguien, es como si los sentimientos se transformaran en caricias, en besos, en gemidos. Es comunicar cosas del alma a través del placer.

Me encanta tener sexo con él. Sí, y se lo he dicho. Me encanta tocarlo y que me toque, me encantan nuestros diálogos triple X (qué importa que el repertorio comience a repetirse), me encanta que me bese con tantas ganas (Dios qué es importante las ganas que uno le pone al beso), me encanta que me diga cuánto le gusta mi piel, mi cuerpo, mi olor, mi sabor, y por supuesto, mi lujuria y mi deseo, ese legítimo y no el que una termina fingiendo para que el otro se sienta mejor (mal femenino que debemos extirpar totalmente, eso va para mí también).

Me encanta que no le importe el tema de la celulitis y las estrías ni menos lo de los rollitos de más, me encanta gustarle así tal cual soy, que me desee tal cual y que no quiera andar cambiándome ni – por crudo que suene, pero hay hombres que lo hacen –insinuándome a que haga dieta.

Yo respondo evidentemente ante todo estos estímulos (o también llamado motivaciones). Cómo no desear a este hombre que me hace sentir así, linda, seca, interesante…. Cómo no desearlo si con sólo mirarlo un par de segundos, con sólo verlo, puedo ver todo lo que él siente con sus ojos y su cara. Cómo no desearlo cuando me escucha y sé que lo hace, cuando veo cómo lucha por entregarse y soltar ese freno de mano, cuando veo que me valora y me toma en cuenta y lo más importante, cuando da la pelea porque no me quiere perder.

Aumenta el sentimiento, aumenta el deseo, y hoy me doy cuenta que no hay cliché más cierto que el mejor sexo, es el sexo con amor, el carente de sentimiento es simplemente un buen deporte, entretenido, apasionado, todo lo que quieras, pero sólo un deporte.

He estado en los dos lados y lejos me quedo con el sexo all inclusive, me importa un rábano que sea el mismo cuerpo y el mismo diálogo, la misma cama y las mismas manos. Todas estas cosas son infinitamente mías o por lo menos así las siento, las siento como un lugar donde hay espacio para mí, un lugar donde me siento cómoda, tranquila y porqué no decirlo, feliz.

2 comentarios:

RED dijo...

Bellísima entrada!! Me hizo estremecer! Cuántas cosas ciertas. Me gustaría poder encontrar esa gran mezcla sexo+amor que aún no se me ha dado! Así que a seguir buscando!

Alos30 dijo...

Me demoré 30 años en encontrar esa mezcla! jaja no es fácil, por lo menos para mí no lo ha sido. Por lo mismo ahora que lo tengo, no lo suelto ni cagando. Como sea, te puedo decir a ciencia cierta, que es posible tenerlo, existe... así es que sigue buscando no más. :)