miércoles, 30 de marzo de 2011

Hay que pedirle al universo….


Yo tengo esta idea que cuando una quiere algo, con todo el corazón, eso se te concederá. Ahora obvio que cosas lógicas, porque si me pongo a pedir acá que me caigan monedas de oro, obviamente que eso no sucederá.

Es una técnica que no es que haya copiado de ningún libro esotérico ni de una ninguna religión o tradición oriental (aunque estoy segura que hay referencia a esto en muchas de ellas), sino que simplemente aplico desde la intuición, onda porque me “tinca” que funciona.

Y le he pedido muchas cosas al universo y éste, en la mayoría de los casos, me ha concedido lo que he pedio. Ahora, tampoco es como una cosa mágica, tipo genio de la botella, lo que pasa es que se te da la oportunidad que pides, depende de una si la tomas o no, si la aprovechas o no.

Ejemplos tengo muchos, pero el último es mi columnita en la revista en que trabajo. Apareció publicada esta semana y es como mi hija. No me importa que tenga que usar seudónimo, ni que en verdad la que escribe ahí es más un personaje que yo (ella es mucho más latera que yo jajjaaja), pero es mi proyecto, mi idea, y me siento contenta. Ojalá mantenerla en el tiempo, eso es trabajo mío también.

Y tengo otros proyectos de columnas también. Y yo que pedí sólo una, para que vean. En cosas del corazón, desde el año nuevo que hice mi pedido para el 2011: “alguien a quien amar y que me ame de vuelta”. Sí, eso fue lo que pedí con los ojos cerrados y con mucha fe. Lo que conlleva una relación bonita, quiero eso, ya está bueno ya. Quiero amar y que me amen.

Y claro, si yo hago este pedido y me quedo mirando el techo o pegada en el pasado, claramente que no va a pasar nada. Pero no hago eso, yo estoy construyendo de a poco, mi relación con M, lentamente va tomando más y más forma. Y lo que es mejor, va haciéndose cada vez más real sin presionar, sin empujar situaciones.

Es como soltar una hoja y dejar que ésta se mueva con el viento, de manera natural. Está siempre la tentación de poner la pata en el acelerador, obvio, pero después digo “¿Y para qué? Si el tiempo sobra”, además que yo la estoy pasado tan bien, estoy por fin disfrutando de lo que tenemos, de nuestro hoy, sin rollos, sin estrés, sin estar preocupada de que si él siente igual o no, de para dónde vamos etc. No tengo pico idea jajaja, pero sí puedo darme vueltas en donde me gustaría ir.

El otro día M, así con mucha espontaneidad (casi contándome que fue a comprar pan en la tarde) me comentó que le había dicho a su madre (sí, The Mother), que estaba saliendo con una niña llamada Jessica (chooooo), una amiga que conocía de la U. Y que ella se había puesto contenta y que como era media buena para el bla bla, a estas alturas hasta sus sobrinos chicos ya estaban enterados.

Yo, diva, obvio, sólo esbocé un “ah, que bien” jajajajaa, pero en realidad figuraba desmayada en mi silla (fue online la situación). Sé (y lo corroboré con otros exponentes del género) que en código masculino, esto contarle a la madre la existencia de una, implica el subir un peldaño más en esto del compromiso. Hoy ya no soy nada para su familia, sino que soy un nombre jajjjaja, es algo así. Desde el tiempo de las cavernas que ellos vienen haciendo lo mismo, por lo mismo, siempre hay que poner ojo, cuando él, le hace el quite a que conozcas a su familia (por muy Adams que sean) o cuando le hace el quite de contarle al mundo sobre tu existencia.

Ahora, nosotras somos distintas encuentro yo. O sea, les contamos a nuestra madre sobre el tipo que amamos y también de aquél que no nos gusta nada. Así es que no vale para nosotras el mismo código. Por mi parte, mis papás ya conocen hace años a M y lo aman, siempre lo amaron, pero no tienen idea que somos hoy más que amigos. Y tampoco podría contarles porque no sé cómo explicarles a ellos lo que tenemos y ni cagando lo llevo como “pololo” a la casa. Así es que por el momento no puedo decir nada, aún cuando me da latita mentir y omitir sobre esta parte de mi vida que es importante. Ya llegará el momento.

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