miércoles, 31 de agosto de 2011

Un lindo día


Anoche pude dormir un poquito mejor, ¡por fin! Y hoy desperté temprano, más descansada y más tranquila que cualquier otro día. Me siento algo aliviada porque hoy se acaba la incertidumbre, hoy sabré la verdad, hoy se cierra un ciclo.

Prefiero mil veces saber una mala noticia altiro, sin anestesia, que esperar por una respuesta durante días. Además estoy cansada de esperar, y ya está bueno, es hora de poner límites a eso. Como sea hoy tendré una respuesta de M, mala, buena, más o menos, triste, feliz… pero una certeza.

No aceptaré cosas raras como que aún está confundido, que necesita más días, que mañana, que no sé qué. Nada, lo siento en el alma, pero yo confié en que hoy era el día, me prometió que nos juntaríamos a hablar, que llamaría. Y yo, confié en todo eso, confié en él.

Hoy es un lindo día, la vida me regaló un día soleado y con calorcito. Siempre el sol me sube el ánimo. Hoy siento que es un buen día para conversar de lo que sea, para o dar vuelta la página o para la reconstrucción.

Me siento fuerte y tranquila, una combinación que me permitió salirme de mi cama, ducharme y ponerme bonita. Nada de quedarme en piyama esperando en mi cama, angustiada, por una llamada. Nada más de eso, eso ya se acabó y lo digo con mucha convicción.

Anoche viendo las noticias, pensaba en que hay personas que sufren mucho, que les matan a un hijo, que no las atienden dignamente en un hospital con consecuencias terribles, etc etc etc, mi problemilla amoroso de pronto se vio pequeñito y de pronto, por primera vez en toda esta larga espera, dejé de mirarme el ombligo y miré para el lado.

Pensé en aferrarme a la rabia en un momento, al enojo, a la “no te perdono”, en caso que pasara lo peor, pero después concluí que eso sería malo para mí, por lo que decidí que pasara lo que pasara, yo iba a estar tranquila y satisfecha con el camino recorrido, con los besos dados, con todo lo entregado.

Anoche, antes de dormir, hice un recorrido mental de todos nuestros buenos momentos. Los inicios de nuestra relación, esa conversación en el parque, la primera vez que tuvimos sexo, lo abatida que llegué a él, lo mucho que aprendí, que aprendimos, y cómo fui aprendiendo a amar con el corazón.

Me acordé de las bromas, los momentos lindos, aún cuando nos peleábamos o discutíamos. De nuestras idas al cine, de la vez que fuimos a jugar bowling, de cuando fuimos a la playa, de tantas cosas… esto parece una despedida, lo sé, pero en verdad, sentí la necesidad de acordarme de todo eso. Me hizo sentir feliz en realidad. Feliz de haber entregado en esta pasada sin tanto miedo y sin esperar que sea recíproco. No pierdo de la vista eso, pase lo que pase.

Ojalá me dé la posibilidad de decirle todo esto.

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