sábado, 27 de agosto de 2011

Día 2, el día de la nostalgia


Ya he estado acá antes, y sé que el día 2 después de alguna discusión, diferencia o quiebre es el día de la nostalgia. El día que te sacudes un poco más de la pena, de la rabia o la confusión para recordar las cosas buenas, las bromas, los besos, los lindos momentos. El día en que la razón por la cual estabas enojada, molesta, sentida o frustrada parece dejar de tener tanto peso en la famosa balanza que uno le coloca a la relación.

Ayer fue un día gris, un día triste en verdad, pero no estuve sola. Conversé con un par de amigos que se dieron el tiempo de escucharme hablar sin parar de lo que me pasaba, de mis dudas, del famoso email, de lo que podía pasar y de lo que no. De mi pena, de mi rabia, todo obviamente envuelto en mi clásico humor negro (mi método de protección y defensa para no derrumbarme).

Porque no puedo evitar reírme un poco de que una semana me quedo sin pega y a la otra pareciera que me quedo sin pololo. Y pienso “falta que el Marley (mi perrito hermoso) diga que se va de la casa también). Entre nos, no he querido preguntarle jajaaj ¡por si acaso!

Pero más allá de mis auto tallas, que me sirven para despejar un poco el coco, y de mi aparente mala racha, he pensado hasta que me ha explotado la cabeza. De hecho, nuevamente dormí como el pico, inquieta, dándome vueltas y con todas estas ideas dándome vueltas por la cabeza.

He pensado harto, de todo en verdad. De mi cansancio evidente de este bailecito de cuestionar la relación, porque si no es él, soy yo. De estas seudo mandadas a la cresta impersonales (mail, sms, teléfono etc) que son propias de una relación quinceañera y que no encajan con lo que tenemos. ¿Por qué nos pasa eso? Una sola respuesta, porque somos pendejos en ciertos aspectos aún (a veces más yo que él, lo reconozco) y porque tenemos miedo.

Concluí finalmente que eso debe terminar, porque nos desgasta, nos quita energía, no sólo para entregar a la relación, sino que también para emprender otras cosas. Y eso no lo merecemos ninguno de los dos. Más encima, le va quitando peso a lo que tenemos y eso no puede pasar más. O estamos juntos con todo lo que eso implica o no estamos juntos.

Y ahí de pronto se cuela otro asunto sustancial que él mismo expone, respecto a las cosas lindas que tenemos versus los problemas. Como si de pronto aspiráramos a nunca tener discusiones o conflictos. Mi mente sabe que eso no es posible, pero mi corazón parece no convencerse, pareciera aferrarse a esta idea teen que vamos a andar corriendo por la pradera todo el día, felices sin atados. Por ende, cuando aparece algo que genera roce, frustración, pena o rabia, de inmediato, mandamos a la cresta la pradera y nos instalamos en el fango. Como si todo lo construido, besado, abrazado y dicho valiera hongo.

Incluso sé por experiencia propia que en las relaciones súper estables y formales, se siguen dando situaciones así, donde por ejemplo (estoy poniéndome extrema) uno quiere tener una guagua y el otro no. O uno quiere invertir en un proyecto y el otro no… y pienso algo más profundo, esta intolerancia a la frustración, este afán de exitismo (donde uno tiene que obtener todo lo que uno quiere) ha hecho que las relaciones sean desechables, onda, “tu no me das lo que quiero, no sirves, chao”.

De pronto me doy cuenta que estar en una relación implica además de amarse, cuidarse y confiar en el otro, implica aprender a lidiar con la frustración, a lidiar con que somos distintos y que siempre, lamentablemente siempre, van a haber cosas que un día yo voy a querer y él no va a poder darme o él va a querer y yo voy a ser incapaz de entregarle, porque somos quienes somos no más.

Porque a todo esto sólo pareciera que soy yo la que necesita algo y él es el incapaz de dármelo, el malo de la película, el equivocado. Y no es así. Hay cosas que a mí también me cuestan. Supongo que la gracia está en darse cuenta y tener la voluntad de ver salidas, de conversar y de negociar. De ser imposible la negociación, recién ahí ver si es que aquello que se pide, es tan importante como para no seguir en esta empresa que es un camino juntos.

Yo tiendo a no hablar, a no negociar y altiro a lanzarme a la opción “Exit” y él también, digámoslo. ¿Por qué? De nuevo por lo mismo, porque somos pendejos y tenemos miedo.

Las preguntas que me he hecho entre ayer y hoy son las siguientes: ¿Quiero estar con él? ¿Por qué quiero estar con él? ¿lo que nos llevó a este punto es tan importante para terminar? ¿lo que pido no es negociable? ¿vale la pena hablarlo?
Ahí me he estado dando vueltas. En la confusión he respondido a todas “no sé” jaajajja. Pero ya hoy, más tranquila y con una intuición mejor posicionada he logrado conjeturar todo lo expuesto anterior y además responder a las preguntas claves: Sí quiero estar con él, porque lo quiero y lo amo y no porque me dé miedo estar sola, lo que nos llevó a este punto es el miedo a avanzar, lo que pido hoy es negociable y sí, vale la pena hablarlo hasta que nos desmayemos.

Él me pidió unos días, no más del martes o el miércoles me puso, para pensar con más claridad. Yo necesito que él, al igual que yo, piense con claridad, no saco nada con ser la única clara acá, por lo que creo que eso estuvo bien, sino estaríamos donde mismo y esto habría reventado de nuevo quizás en una semana más.

He decidido adelantarme un par de días e ir a hablar con él. Corriendo el riesgo de siempre, que no esté o que esté en una postura negativa o que simplemente no me abra la puerta. Si no supiera qué mierda le voy a decir o para qué voy, no valdría la pena, pero le voy a decir exactamente lo que acabo de escribir acá, ojalá me pudiese salir tan clarito, pero típico que cuando estoy nerviosa, doy vueltas y no voy al grano, por lo que tendré que casi hacerme un punteo jajajaja.

Pero como sea, voy a hacerlo, aunque me tiemblen las rodillas. Sin embargo, me voy a tomar un día más para seguir aclarándome, aunque implique dormir mal una noche más, no quiero hacer nada demasiado impulsivo ni apresurado. Lo digo con convicción porque esta es la última vez que lo hago, es mi último tirón de energía para nuestra relación, pero siento que vale la pena.

Ahora, la pregunta del millón ¿en qué onda estará él? Releyendo por undécima vez su mail, por lo menos ayer se notaba preocupado, pero tranquilo. Fue un correo amoroso igual, con un “te quiero” al final acompañado con el nombre que yo le digo cariñosamente. Quizás qué ha pasado por su cabeza después, eso no lo sé, puede que de pronto el miedo o su hastío hayan podido más y tenga la película clara y diga que se acabó a pesar de lo que voy a decir. Pero por lo menos, sentiría que no fui yo la que se dio por vencida. Él una vez me dijo que sentía que no había nada tan grave en nuestra relación para terminar (eso fue hace unas semanas atrás), yo se lo voy a recordar. Él me enseñó a que cuando habían peleas, uno podía enojarse sin tener que mandar todo a la cresta, también se lo recordaré.

Entiendo que esté cansado, porque yo también lo estoy. Otro cuento es si declara que él siente que no puede seguir o que no está para comprometerse más en nuestra relación. Ahí, bueno…. No queda mucho por hacer más que con el corazón apretado, decir adiós, pero si es así, quiero que me lo diga mirándome a los ojos, quiero escucharlo decir esas palabras con decisión y seguridad, nada de “creo” o “parece”.

¿Qué dice mi intuición? Que no está todo perdido, que es posible avanzar. Y que efectivamente este es el final de un capítulo, pero el inicio de uno nuevo, uno mejor. Que él está triste y con todos los recuerdos clavados en la mente. Sé que me extraña, lo siento en el corazón, y no puedo estar tan equivocada. Ahora, no sé si tenga algo en limpio, pero quizás lo que le voy a decir, le dé un empujoncito para aclararse.

No pienso perderlo sin dar la pelea. Eso también se lo voy a decir. La pregunta es ¿está dispuesto a pelear conmigo? Ya lo sabré. Pero repito, estoy agotada de esto, aún queriéndolo mucho, estas situaciones deben detenerse ahora, porque yo ya no doy más y necesito concentrarme en algo importante: ¡buscar pega! Jajajajaa. Dios.

¡Qué larga la entrada! uf! perdonen por dar la lata, pero es algo catártico. :)

No hay comentarios: