jueves, 15 de julio de 2010

"Pico"

No es una palabra muy elegante, pero a mí me encanta usarla. Sí, ¡me encanta! Pocos se dan cuenta del poder de esta tan mal mirada palabra. Incluso he instado a algunas amigas a ocuparla como símbolo de liberación al estrés constante, al acoso laboral permanente o a la superación de las exigencias propias y ajenas.

Hay que hacer el ejercicio por lo menos una vez en la vida, así es que te aconsejo que pienses en alguna situación estresante o terrible en que sientes que todo se descontrola, y desborda en que sientes que no puedes hacer nada por detener el evidente fracaso de una idea, acción o situación.

Una vez concentrada en esto di fuerte y sin titubeos “Pico” y luego, si te animas, puedes gritarlo ¡Picooooooo! Es tan power la verbalización de esta palabra, que hasta escribirla hace bien.

Onda, ¿tu jefe te pide hacer más de lo que puedes en nueve horas? Bueno, haz lo que puedas y ¡pico! Ojo, que también se acomoda a situaciones amorosas, onda, te acostaste con él y no te ha vuelto a llamar ¡Pico! Es maravilloso.

He hecho mi investigación y según la Real Academia Española (RAE) tiene varias acepciones y sólo en Chile y en Costa Rica significa pene. Curiosidades.

Ahora, lo increíble es que la palabra también puede ser usada como una exclamación negativa, onda “¿cómo te fue?”, “como el pico”. O “me quedé hasta la hora del pico”.

Pero sin duda alguna, yo prefiero su poder liberador, es la palabra que ocupo cuando, con justa razón y por razones de salud mental, hay que mandar un ratito al mundo a la chucha.

Sólo hay una situación en la que no me gusta la palabra y esa cuando es usada por los hombres para decir “esa mina tiene cara que le gusta el pico”. Es redundante, porque a todas las mujeres nos gusta ¡hello! Salvo las lesbianas, obvio.

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