miércoles, 14 de julio de 2010

El picota

Qué divertido. El otro día una amiga de la vida, con algo de cautela, me dijo: “¿Te puedo hacer una pregunta?”. Típico que eso es seguido por alguna interrogante algo incómoda o vergonzosa, pensé. ¡Bingo! “Es que me contaron algo y quiero ver si es verdad”, siguió.

El personaje en cuestión le contó a mi amiga un extracto de una verdad manipulada a conveniencia con más tintes de mentira que de realidad. Eso me llevó a pensar en que sin importar la edad, ni las circunstancias, los hombres “abandonados”, pueden ser capaces de inventar cualquier cosa – incluso se ha sabido de casos patológicos en que ellos se terminan creyendo la mentira – con tal de que nadie se entere que fueron pateados, exterminados, engañados, eliminados, insultados, rechazados y hasta humillados por una mujer.

Hay distintas tipologías de “picotas”, unos más peligrosos que otros. Están los “picotas – maricones”, es decir, los que le comentan a quien quiera escucharlos que ellos terminaron la relación porque ella era pésima en la cama e intentan formar todo un mito sobre las capacidad amatorias y de flexibilidad de la mujer.

Luego, tenemos a los “picotas en negación”, es decir, los que se rehúsan a aceptar que los patearon, por lo que sólo cuentan que la relación se terminó por decisión mutua. También están los “picotas patéticos”, aquellos que socialmente respiran aliviados porque la relación se terminó, pero que en soledad, lloran, se quejan y lo que es peor aún, escuchan canciones de Arjona.

Seguido tenemos a los “picotas hipersexuales”, (los más comunes, por cierto) que deciden encamarse con cuánta mujer se les cruce para demostrarle al resto que si se terminó, ellos necesitan recuperas el tiempo perdido y volver al ‘sexo – deporte”, la gracia es que todo el mundo, especialmente ella, se entere de todas sus andanzas sexuales por lo que colocan maliciosos comentarios en Facebook o en los Nicks de MSN, onda “soy libre” o menos sutiles como “Mejor sexo 2010 ¡allá voy!”. De paso, estos especímenes también aprovechan para declarar públicamente que no fueron abandonados porque eran malos en la cama. ¡Cualquier cosa menos eso!

Ah, y no puedo dejar afuera a los que de puro picotas se tiran un piquero en la vida nocturna sin retorno, los llamo los “picotas a lo Kike Acuña”. Borrachos todo el día y noche, aparentando que están recopilando los mejores momentos de su vida, para contarles a los nietos. De paso, sienten que el alcohol les da el derecho a decir y hablar de más.

Supongo que el picota del que escribí al principio tiene un poco de todas las tipologías descritas anteriormente. Para él y todos los picotas del mundo sólo una palabra: ¡Supérenlo!

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