miércoles, 14 de julio de 2010

La maldición del tío Benjamín

Denisse Malebrán tiene una canción notable que dice algo así como “No, no puedo compartir ni un sábado/ Sabes que no hay excusas/ No puedo aparentar que estoy bien aquí sola/ No, no puedo pretender que das un salto/ Sabes que no hay horarios/ Siempre puedo esperar….. Arriesgo penas del infierno/ Desprecios que no esquivo bien.

¡Temón! Supongo que todas conocemos – si es que no hemos sido la protagonista – a alguna mujer que se enamoró de un ¡Sí, lo voy a decir! De un hombre casado, porque aún estando en pleno siglo XXI sigue siendo un tema tabú, como que a nadie le gusta que el mundo se entere que se es “la otra”, “la amante”, “la patas negras”, etcétera, pero yo tengo la opinión que se puede ser, pero ¡Siempre dignas!

Mi mamá desde pequeñita siempre me alertó sobre la existencia de esta cruel plaga: “Hombre casado, hombre muerto”, me repetía para acto seguido contarme la triste y trágica historia de una mujer que no encontró nada mejor que enamorarse del tío Benjamín. En resumen la mujer se murió (literalmente) sola y triste esperando a que él se separara por ella.

Personalmente nunca he sido amante de un hombre casado, quizás debido al impacto que a tan corta edad tuvo en mí la historia del maldito tío Benjamín, quién sabe, pero sí tengo almacenadas algunas historias de alto impacto relacionadas con el tema y que no terminaron de esa manera tan trágica.

Tengo una amiga que fue amante durante varios años de un hombre casado que me tocó la infortuna de conocerlo también (imposible no hacer causa común con el género). Bueno, recuerdo sus mentiras: “yo vivo con mi esposa, pero dormimos en camas separadas y ya no pasa nada” (extrañamente la mujer volvió a quedar embarazada de él); “Ella es una bruja, me trata mal, no me entiende” (mi amiga conoció a su mujer por el azar y quedó sorprendida cuando vio que era un amor y tan tiernucha con su marido); “Me voy a separar cuando mis hijos crezcan, no puedo dejarlos solos, sólo por ellos estoy con ella” ¡cuek!

Ahora, si bien el tipejo es un pobre gallo y un patético, fue mi amiga que le creyó durante varios años, hasta que un día descubrió que él le mentía por un supuesto “viaje de trabajo”, que en realidad se trataba de una segunda luna de miel.

Lloró, y sufrió sin duda alguna. Pero un día rearmó su vida y dio vuelta la página, hasta que la vida le dio la oportunidad para hacer justicia. El tipejo la llamó pensando que ella volvería con él, y ¡no pasó nada!... incluso, creo que en un segundo de desesperación, le dijo que quería tener un hijo suyo….. Doble ¡Cuek! En esta historia nadie se murió, y la justicia divina sí se hizo presente.

Ahora, si bien no he sido amante de un hombre casado, sí he sido la diabólica figura del “casado”, en este caso casada. Lo que pasó conmigo supongo que es lo que sucede en el 1% de los casos, pero soy parte del 1% que se enamoró del “otro” y que se separó con todas las implicancias sociales que eso implica. Porque debo acotar que nadie mira bonito a una “rompe hogares”, pero tampoco nadie aplaude a una mujer “adúltera”, ni mucho menos se da el tiempo para entender.

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