jueves, 31 de marzo de 2011

Esa queja masculina


Debido a que en el último tiempo he escuchado demasiadas veces de parte de hombres distintos (muy distintos entre sí) la misma queja en contra de nosotras, decidí escribir una entrada sobre esta problemática, porque chiquillas, parece que hay algo que estamos haciendo mal.

He escuchado frases como “es que ella es muy dependiente de mí”, “soy el centro de su universo”, “no me deja tener mi espacio”, “es demasiado celosa”, “es que no tiene nada más que a mí”, “no tiene amigas”, “es acaparadora, a veces”, “me ahoga, porque me quiere ver todos los días”, “no me deja hacer mis cosas”, y un largo listado de etcéteras.

Y sé que estamos hablando de mujeres inteligentes, guapas en muchos casos, profesionales, independientes económicamente y no de huasitas que nunca han salido de su pueblo (con mucho respeto a las huasitas que no han salido de su pueblo).

Una vez alguien me dijo por ahí que cuando nos poníamos así, de inmediato perdíamos el brillo, esa cosa erótica, nos convertíamos en una lata, y bien sabemos todos y todas que nadie quiere estar con una lata.

Creo que todas hemos cometido algunos de los actos denunciados anteriormente. Recuerdo específicamente cuando estaba casada (a mis tiernos 20 y tantos) me “molestaba” que por ejemplo, yo estuviera viendo tele en la pieza y H (mi ex marido) estuviera pegado en la otra pieza viendo Internet. O sea, un rato estaba bien, pero no tantas horas. Supongo que me daba lata que no estuviera pendiente de mí, porque no era de desconfiada, era de mimada.

Supongo que nosotras, en nombre de la feminidad, nos escudamos en esto de andar de mimada por la vida o haciendo pataletas. Y claro, los hombres a la vez, vienen con un gen que les indican que así son las minas (a veces lateras y pendejas) y que hay que aguantarles la lesera hasta que se les ordenen las hormonas. Pero igual después andan pelando, en buena, en mala, como sea, pero se andan quejando.

Yo creo que todo parte de esta idea heredada que debemos centrar nuestra vida en la pareja, en la familia. Pero es un grave error, porque si no está “él” nos quedamos sin nada: sin panorama, sin felicidad, sin arrumacos, y porqué no decirlo, hasta sin amor propio, como si siempre dependiere de otro, el que nos queramos o no.

A mi me ha costado un mundo esto de no ser “acaparadora”, que más quisiera yo que su mundo girara a mi alrededor, y lo digo aún sabiendo que eso no funciona a la larga, que agota y que hace mal, pero igual no más, eso de sentirse poderosa y en control, es como una droga.

Una droga que hay que evitar para dar paso a los espacios ajenos y al propio. Hoy, ya no necesito ver a M todos los días, estar pegada como lapa o esperarlo para hacer algo que yo quiero o me gusta hacer. Y no significa que no lo quiera o que no me guste o que no lo pase bien cuando estamos juntos, todo lo contrario, pero ya sé que hay que darle aire a las relaciones, independiente si son de una semana, un mes o de 10 años.

No es fácil, para nada y todavía se me arranca para el monte esa niña Hitler que todas llevamos dentro jjajajaaj, pero por lo menos ya la tengo plenamente identificada y la mantengo a raya.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Hay que pedirle al universo….


Yo tengo esta idea que cuando una quiere algo, con todo el corazón, eso se te concederá. Ahora obvio que cosas lógicas, porque si me pongo a pedir acá que me caigan monedas de oro, obviamente que eso no sucederá.

Es una técnica que no es que haya copiado de ningún libro esotérico ni de una ninguna religión o tradición oriental (aunque estoy segura que hay referencia a esto en muchas de ellas), sino que simplemente aplico desde la intuición, onda porque me “tinca” que funciona.

Y le he pedido muchas cosas al universo y éste, en la mayoría de los casos, me ha concedido lo que he pedio. Ahora, tampoco es como una cosa mágica, tipo genio de la botella, lo que pasa es que se te da la oportunidad que pides, depende de una si la tomas o no, si la aprovechas o no.

Ejemplos tengo muchos, pero el último es mi columnita en la revista en que trabajo. Apareció publicada esta semana y es como mi hija. No me importa que tenga que usar seudónimo, ni que en verdad la que escribe ahí es más un personaje que yo (ella es mucho más latera que yo jajjaaja), pero es mi proyecto, mi idea, y me siento contenta. Ojalá mantenerla en el tiempo, eso es trabajo mío también.

Y tengo otros proyectos de columnas también. Y yo que pedí sólo una, para que vean. En cosas del corazón, desde el año nuevo que hice mi pedido para el 2011: “alguien a quien amar y que me ame de vuelta”. Sí, eso fue lo que pedí con los ojos cerrados y con mucha fe. Lo que conlleva una relación bonita, quiero eso, ya está bueno ya. Quiero amar y que me amen.

Y claro, si yo hago este pedido y me quedo mirando el techo o pegada en el pasado, claramente que no va a pasar nada. Pero no hago eso, yo estoy construyendo de a poco, mi relación con M, lentamente va tomando más y más forma. Y lo que es mejor, va haciéndose cada vez más real sin presionar, sin empujar situaciones.

Es como soltar una hoja y dejar que ésta se mueva con el viento, de manera natural. Está siempre la tentación de poner la pata en el acelerador, obvio, pero después digo “¿Y para qué? Si el tiempo sobra”, además que yo la estoy pasado tan bien, estoy por fin disfrutando de lo que tenemos, de nuestro hoy, sin rollos, sin estrés, sin estar preocupada de que si él siente igual o no, de para dónde vamos etc. No tengo pico idea jajaja, pero sí puedo darme vueltas en donde me gustaría ir.

El otro día M, así con mucha espontaneidad (casi contándome que fue a comprar pan en la tarde) me comentó que le había dicho a su madre (sí, The Mother), que estaba saliendo con una niña llamada Jessica (chooooo), una amiga que conocía de la U. Y que ella se había puesto contenta y que como era media buena para el bla bla, a estas alturas hasta sus sobrinos chicos ya estaban enterados.

Yo, diva, obvio, sólo esbocé un “ah, que bien” jajajajaa, pero en realidad figuraba desmayada en mi silla (fue online la situación). Sé (y lo corroboré con otros exponentes del género) que en código masculino, esto contarle a la madre la existencia de una, implica el subir un peldaño más en esto del compromiso. Hoy ya no soy nada para su familia, sino que soy un nombre jajjjaja, es algo así. Desde el tiempo de las cavernas que ellos vienen haciendo lo mismo, por lo mismo, siempre hay que poner ojo, cuando él, le hace el quite a que conozcas a su familia (por muy Adams que sean) o cuando le hace el quite de contarle al mundo sobre tu existencia.

Ahora, nosotras somos distintas encuentro yo. O sea, les contamos a nuestra madre sobre el tipo que amamos y también de aquél que no nos gusta nada. Así es que no vale para nosotras el mismo código. Por mi parte, mis papás ya conocen hace años a M y lo aman, siempre lo amaron, pero no tienen idea que somos hoy más que amigos. Y tampoco podría contarles porque no sé cómo explicarles a ellos lo que tenemos y ni cagando lo llevo como “pololo” a la casa. Así es que por el momento no puedo decir nada, aún cuando me da latita mentir y omitir sobre esta parte de mi vida que es importante. Ya llegará el momento.

martes, 29 de marzo de 2011

Little Miss Hilton


Ya, ok, esta entrada va a oler a resentimiento social, pero no puedo evitar comentar que en este país hay cosas que aún funcionan muy mal. Una de ellas es la persistencia de juzgar para mal o para bien a las personas de acuerdo a cómo se visten, cómo hablan, cuánta plata tienen o mejor dicho, cuánta plata aparentan tener.

En mi profesión (periodista, para lo que no lo saben) hay gente chanta y súper chanta, así como también gente muy profesional, aperrada y eficiente. Pero a veces esto da lo mismo, lo que importa al final es sólo la percha. Sí, el body, si es que una es capaz de infiltrarse como cuica, si es que conoces los lugares más onderos y cool de Santiago, si vistes a la moda, si hablas todo en diminutivo onda “pepi, chori, riqui, amigui”, y por supuesto si eres capaz de conocer a medio Chile a través de las famosas redes sociales.

Si eres parte de este club, en este país, estás al otro lado. En mi profesión, da igual si tu CI marca negativo, da lo mismo si tus objetivos de vida son hacerte una cirugía plástica o comprarte el último modelo de zapatos Jimmy Choo, si eres incapaz de escuchar por mucho rato alguna historia dramática y real, porque sólo te interesa lo pink y lindo, si da igual el sueldo que ganes a fin de mes, porque igual va a estar mami y papi para suplir los números negativos y rojos y si piensas hasta el día de hoy que "Karadima" es el nombre de una marca top de jeans.

Little Miss Hilton es un personaje femenino que abunda en el medio donde yo me muevo y típico que terminan escribiendo en revistas importantes femeninas, siendo invitadas a todos los eventos top del circuito, bebiendo champagne aunque no tengan plata ni para cargar la Bip. Y claro, si es por mérito y esfuerzo, ella no merece estar ahí, pero lo está porque tiene la pinta necesaria para estar.

Pero bueno, a cada uno le toca vivir un determinado tipo de vida, y sólo queda esperar que chicas como Little Miss Hilton aprovechen la abundancia que tienen para hacer más cosas que operarse.

Mis primeras veces


Supongo que las primeras veces en todo tipo de cosas nos marcan, ya sea para bien o para mal. Comparto con ustedes un compilado de las mías.

- Mi primera película en el cine: Amo ir al cine desde siempre. Por eso jamás olvidaré que la primera película que fui a ver fue “Batman”, esa protagonizada por Michael Keaton (como Batman) y Jack Nicholson (como el guasón). Quedé encantada y maravillada. Era en la época que vivía en Estados Unidos y que con mis papás y mi hermana, instauramos la tradición del viernes de película.

- Mi primer paso de baile: Fue con "Vogue" de Madonna, bueno por lo menos el primer paso conciente, porque seguramente de bebé ya había intentado menearme. Con esta canción de la diva del pop aprendí a bailar, y bueno, guiada por mi hermana.

- Mi primer lento: Fue a los 13 años en una fiesta de colegio (sí, antes los colegios organizaban fiestas generalmente en sus gimnasios o salas grandes). La canción fue “Under the bridge” de Red hot Chilly Peppers son un niño de mi edad llamado Miguel Ángel (sí, como el pintor). El resultó ser el mejor amigo del primo de mi mejor amiga de entonces. Me enamoré de él como una niña de 13, obvio, nunca más hablamos ni creo que lo vi. Mi primer amor platónico, pero jamás me olvidaré de esa sensación de bailar un lento y de cerca con un niño. ¡Nervios!

- Mi primer beso: Esta historia es exótica, creo que bordea lo erótico o lo loco, no sé. A eso de los 13 años o 12 (no recuerdo bien) me empecé a preguntar si darse un beso en la boca con alguien eran tan increíble como me lo contaban mis compañeritas y amiguitas de colegio. Y como no tenía a ningún chico cerca, y no sabía si lo tendría luego, se me ocurrió una genial idea que llevé a la práctica. Cuando mis papás no estaban, me escapé de casa y me fui a sentar en una banca en un parque cerca de mi casa a “esperar”. Sí, a esperar a alguien a quien besar. No sé porqué, pero sabía que llegaría. Y así fue, al poco rato llegaron dos tipejos (mucho más grandes que yo, onda 18 o 20 años, no sé) empecé a hablar con uno y listo, lo besé jajajajaja. Y salí de la duda. Claro que me cargó, porque no sabía que había lengua involucrada en el asunto. Asqueroso lo encontré. Distinto fue mi segundo beso en una fiesta de colegio con un niño llamado Felipe. Ahí quedé para adentro y claro, me enamoré de nuevo.

- Mi primer concierto: Esto es vergonzoso, pero igual. Fue a ver a Los Pericos (sí, el ritual de la banana y toda esa chambonada) fui con mi hermana y yo lo pasé chancho. Fue mi primer show musical en vivo. Durante años guardé las entradas. Así de embalada.

- Mi primer pololeo: Fue a los 14 años y fue con un niño llamado Felipe (no fue el mismo del segundo beso, fue otro). A él lo conocí en una fiesta de un amigo de una amiga. Si lo viera en la calle no lo recordaría, pero me acuerdo que era moreno, alto, medio gordito, pelo liso y negro. Era bueno él, le gustaba harto también. Pololeamos al poco tiempo de conocernos en esa fiesta. Nos juramos amor eterno, me regaló un poema (mi primer poema o escrito de parte de un hombre), un cuerito de amor eterno que llevé en mi muñeca hasta que no dio de roñoso, y un colgante con forma de corazón que decía “Te amo”. Creo que él fue el primero al que le dije que lo amaba y viceversa. Lo tierno es que más que besos y abrazos no pasó nada. De ahí me pateó, yo lloré como magdalena por una hora y se me pasó. No sé que habrá sido de él.

- Mi primera vez lejos de mis padres: Fue a los 17 años para mi gira de estudios. Lo pasé chancho, recuerdo que de los 11 días que duró el viaje, 10 habré estado ebria. Me sentía libre, como que podía hacer todo lo que se me diera la real gana. Maravillosa sensación.

- Mi primera (y única) gran baja de peso: Fue a los 15 años y con un dieta ideada por mí logré bajar 10 kilos. Me veía regia (según yo) claro que tenía que andar contando calorías todo el día y me hacía un lío si es que me veía casi obligada a consumir más (leseras de pendeja). Pero jamás olvidaré la primera prenda que me compré luego de quedar flaca: fue una falda cortita escocesa, de esas que estuvieron tan de moda a mediados de los 90 y que se usaban con calcetas largas y zapatos bajos. Me creía la raja, con mi chaleco negro ceñido al cuerpo, ningún rollo, nada.

- Mi primera relación sexual: Una mierda, omitible absolutamente y si pudiera no lo habría hecho con el sujeto al que le regalé mi flor. Dolorosa, rápida, ni un brillo. Más encima este acto fue seguido a un PLR para mí, y sí, fue un maricón.

- Mi primera PLR: No estoy bien segura, pero creo que fue por teléfono, cuando tenía unos 14 años. Y fue mi primer pololo quien me la dio. Recuerdo que lloré cinco minutos y de ahí estaba pensando en la fiesta de colegio que se venía, cosas de niña.

- Mi primer trabajo: Sin contar la práctica profesional, fue en un conocido sitio noticioso online con el cual tuve un romancillo que duró años, un casamiento que duró un par y posterior divorcio, que fue ansiado, indoloro y rápido. Primero estuve en farándula. Jamás olvidaré que la primera pauta que cubrí fue la despedida de soltero del Negro Piñera en el Passapoga jajajaa, imagínense yo, una pollita, a las 1 am, en un night club, sin cachar mucho, mientras un tipo, ebrio me gritaba “oye, yo te conozco, he leído mucho de tus artículos”, siendo que jamás había publicado nada con mi nombre jajajajaa. O otros tipos con pinta de millonarios y acentos argentinos, que me invitaban a acercarme porque “querían conocerme”. Esa onda.

- Mi primer matrimonio: Jjajja esta la pongo, porque me tinca que me voy a casar una segunda vez. Sí, al puro estilo Liz. Bueno, mi primer matrimonio fue tierno, lleno de ilusión, medio infantil también. La boda en sí fue un lindo momento, por cliché que suene eso, de veras que será irrepetible. Mi primer matrimonio duró un par de años y la separación fue abrupta y dolorosa.

- Mi primera “cogida” sin amor: Fue a los 25 años, ya viejita y ya casada. Creo que el sujeto se llamaba Juan Pablo y era un ingeniero en algo. Jamás olvidaré el olor de su colonia, se echaba tanto el pobre. De hecho la he descubierto de nuevo en otros, ya sea en el metro o donde sea. Jamás me olvidaré que el hallazgo del sexo sin amor fue la pieza de un motel. Yo arriba, él abajo. Yo mirando por la ventana, viendo amanecer y escuchando los pajaritos y pensando “Wow, así es que esto es acostarse con alguien que ni conozco” jajaajjaja.

lunes, 28 de marzo de 2011

Tú, otra vez


Uno de mis pecados capitales es la soberbia. Soy bien orgullosa, especialmente con quienes me han hecho daño. Me cuesta perdonar, cuando el daño ha sido grande y a veces irreversible.

Supongo que tiendo a pasar la cuenta, aún cuando digo que perdono, aún cuando creo que de corazón, que lo hago, no es que me haga. Pero la soberbia es una mala compañía, yo lo sé, por eso cuando mi hermana me llamó ayer temprano y me dijo en un tono tipo ruego “¿te puedo pasar a ver?”, fue como un patada en mi corazón. Me sentí así, soberbia, altanera, independiente de lo mucho que ella la haya cagado conmigo. Supongo que eso no me da el derecho a ser así tampoco.

Así es que no lo pensé dos veces y le dije, que claro, que nos viéramos hoy, a pesar que entre nos, no estoy emocionada con volver a verla. Sé que suena feo y no sé, hasta políticamente incorrecto, pero así lo siento. Creo que pasa porque me estreso cuando nos vemos, porque creo que puede decir cualquier brutalidad o que yo también puedo lanzar cualquier atrocidad.

Bueno, como sea, creo que hice lo correcto, o sea, fui inspirada a contestarle el teléfono y a decirle que nos juntáramos, por esto de hacer lo correcto, de lo contrario, seguramente habría salido arrancando. Bueno, ganas no me faltan.

viernes, 25 de marzo de 2011

Semen


Qué heavy. Estuve revisando un conocido foro femenino en el que se publicó el siguiente tema: “Semen: algunos datos” y dentro de estos “datos” se aportaba que no había que temer tragar el semen durante el sexo oral porque no habían estudios que indicaran que era nocivo para la salud, y lo que era mejor (según la entrada) sólo aportaba 5 calorías jajajaajajaja.

Me dio una risa este último “dato” o sea, de veras, pensé ¿y quién mierda cuenta las calorías del semen?? Y para mi sorpresa (yo diría más mala que buena) ¡varias lo hacen! Y lo que es peor, temen que les pasen cosas terribles por “tragárselo”, otras simplemente dicen que le encuentran olor a cloro y que les da arcadas y las más extremas aseguran que ni muertas lo harían con ningún hombre.

Me asombré que la mayoría opinara que no les gustaba, incluso unas eran más extremas y decían que no les gustaba ni hacer ni que les hiciera sexo oral, que les daba asco o nervios que él navegara en sus profundidades como si aquello fuera cochino, pecado o realmente una chanchada.

Yo no me considero para nada una experta en la materia, ni tampoco tengo (una larga lista de hombres, como una vez dijo alguien desubicado que conozco), pero encuentro el colmo que en vez de gozar, sentir placer o por lo menos intentar sentir placer, nuestra mente esté calculando cuántas calorías tiene el semen, que estemos haciendo arcadas o haciendo algo de mala gana o con ganas de que ojalá acabe luego para terminar con ese suplicio.

Por increíble que les pueda parecer a, los hombres principalmente, conozco a varias mujeres que no les gusta el sexo oral (más que todo hacerlo) y otro grupo que simplemente no lo hacen porque les parece poco higiénico o demasiado triple X. Yo sinceramente, y respetando los gustos de cada persona, creo que hay algo que está pésimo en eso de negarse a esta práctica como si fuese ofrecida por Satán. Quizás donde me gusta tanto, no puedo entender que a las demás no les guste, no sé, no quiero ser prejuiciosa tampoco.

El otro día con mi amiga P justamente comentábamos lo latero que son los hombres asquientos. He conocido varios (demasiados, diría yo) que les da “asco” (literalmente) hacerle sexo oral a una mujer porque no les gusta el olor, el sabor, la cantidad de pelos o la falta de ellos etc etc etc.

Yo prefiero mil veces a un tipo que bueno, quizás no sea muy diestro en la práctica, pero que por lo menos le ponga entusiasmo y esfuerzo. A esos es más fácil educarlos en el acto propiamente tal, pero no así aquél que te mira con cara de asco o hastío o ambas dos cuando les dices que quieres que te haga sexo oral. Como dijo alguna vez mi amiga “hacer sexo oral es rendirse ante los pies ante una mujer”, qué frase más erótica encuentro yo. Demás que hay alguno que lo inhibe.

Mi amiga me indicó su particular teoría respecto a los hombres asquientos y era que seguramente la madre de ellos, eran de esas típicas locas neuróticas con el aseo y la higiene, por lo que les traspasaba esta cosa media maníaca de la limpieza. Puede ser, sin duda, quizás pase lo mismo con las mujeres, aunque creo que con nosotras lo que pasa también es este herencia de que una señorita no le puede gustar chuparle el pico a un hombre por mucho que lo ame, y que si lo hace, bueno, lo debe hacer por “hacer el favor” en verdad.


A mi encanta que me lo hagan y hacerlo. De hecho es parte del menú básico a la hora de tener sexo para mí. Incluso a veces pasa que con M sólo tenemos sexo oral sin penetración y los dos felices, no es que quedemos pensando que no lo hicimos sólo porque no hubo penetración, qué cosa más lesa esa. Además, que con el tiempo y con la práctica, ya vas lentamente cachando ciertas técnicas y también cachando cómo es que te gusta a ti. Si al final cualquier práctica sexual es válida pero para lograr que sea 100% satisfactoria tiene que haber comunicación, mucha conversación y por supuesto, confianza, el mejor afrodisíaco del mundo, según he entendido en el último tiempo.

jueves, 24 de marzo de 2011

La ironía de princesa Leia


Haciendo zapping el otro día me encontré con “Wishful drinking”, el monólogo televisado de Carrie Fisher, la actriz que interpretó a la inmortal “Princesa Leia” de la Guerra de los Galaxias. Sí, esa misma que se encogía el pelo en dos especies de tomates en los costados.

Me he reído como pocas veces. Qué vida de mierda que ha tenido Carrie, pero lo cuenta con tanta gracia e ironía que ando recomendando verla, es hilarante.

De partida, hoy ya no luce para nada como Leia, está con sobrepeso, arrugada, pelo teñido colorín. Irreconocible, pero sin duda está mucho más sabia. Bueno, esto después de pasar por una clínica siquiátrica tras ser diagnosticada maníaca depreseiva y también luego de pasar por un centro de rehabilitación debido a su adicción a las drogas y al alcohol.

Yo no conocía bien su historia. Ella es hija de Debbie Reynolds y Eddie Fisher, una actriz y un cantante famoso, considerados en ahí por los años 50 como la pareja ideal o dicho en gringo, como los “America’s Sweetheart”. Bueno, quedó la cagá acá porque Eddie, amigo íntimo de Michael Todd, en ese entonces esposo de Elizabeth Taylor (Q.E.P.D), terminó encamándose y casándose con ella luego que ella enviudara. “Él la terminó consolando con su pene”, dice Carrie en una parte de su ácido monólogo.

De ahí sus padres por separado se casaron mínimo unas 6 veces cada uno. Dios. Incluso una vez su madre le pidió, así como de onda, que prestara su vientre, porque como ella ya no podía tener hijos, le resultaba tentador tener un hijo de su nuevo marido ya que tenía tan lindos ojos. Plop. Por suerte, Carrie se negó.

Luego, Carrie se enamoró y casó con un tipo que, como ella misma dice “se le olvidó decirle que era gay”. Cuek. En fin, tragedia tras tragedia. Una de las partes más divertidas es cuando cuenta detalles de su incursión en la cinta de George Lucas.

Cuenta que cuando se presentó con su clásica túnica blanca para la prueba de vestuario, Lucas le dijo “Carrie no puedes usar sostén”, ésta le preguntó “Pero ¿por qué?” y él le explicó “es que en el espacio nadie usa ropa interior” jjajaja y lo dijo en serio.

Hay otro parte chistosa donde ella comienza a hablar sobre cómo su imagen como Princesa Leia comenzó a convertirse en productos de marketing desde muñecas, tazones, y cuanta cosa una pueda imaginarse. Al final dice “menos mal que a nadie se le ocurrió convertirme en muñeca inflable, eso sí que habría sido humillante”, esto, mientras bajaba al escenario la versión inflable del personaje.

Por si les tinca, el monólogo lo están dando por HBO y de veras que es digno de verse. Bueno, por lo menos así lo creo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

“Hacer el favor”



Anoche con mi amiga P sintonizamos por casualidad una programa de Vía X llamado “No eres tú, soy yo”, conducido por Carola Brethauer y por un tipo que, sin ánimo de ofender ni nada, yo ya veía que se ponía a piscolear en el mismo programa y a bailar cumbia o algo, puaj, ¿quién era? No tengo idea, no es conocido y ni siquiera me voy a dar el tiempo para googlearlo, porque era cero aporte. En fin.

El asunto es que anoche el tema especial era “te amo, pero no te deseo, ¿se puede?”. Y Carola Brethauer más que conducir el programa, daba cátedras de cómo somos las mujeres, de lo que queremos, no queremos, y lo hacía con una osadía, que si no fuera mujer, se la creería.

Más encima se mandó el siguiente discurso que reproduzco más o menos fielmente: “Los hombres alegan que no nos gusta el sexo y nosotras, sí, a veces les hacemos el favor, pero no se lo hacemos todo el rato, igual a veces queremos”. Ah?

Y luego se despachó la siguiente reflexión: “Cada día los hombres tienen menos deseo y es porque las mujeres ahora estamos más exigentes, exigimos orgasmos, los hombres están muy flojos”. Ah?

Para colmos, casi al final del programa (que vi sólo por curiosidad de cuánta estupidez se puede decir en media hora) llamó una televidente que aseguraba no sentir deseo sexual con su pareja hace 10 años.

Y Carola, súper ocurrente, le recomendó que mejor era que colgara el fono y se fuera directo a la cama matrimonial y lo hiciera no más, que lo pasara bien y se dejara de leseras. Mmmm, me tinca que si fuera así de fácil, esta señora no habría estado sin líbido hace ya una década. Dios.

Ah, y antes salió un llamado de un tipo que aseguraba que tenía un “tremendo” problema con su líbido porque “sólo” tenía ganas de hacerlo con su pareja máximo unas tres veces por semana (aún estoy preguntándome acerca de cuál era su problema) La cosa es que Carola le preguntó “¿te puedo hacer una pregunta bien íntima? ¿tu te masturbas?”. La pregunta está buena, pero el problema es que se puso ¡colorada! cuando la formuló. Y una mujer que conduce un programa de sexo no se puede ruborizar por la palabra masturbación.

En fin. Mierda de programa, entrelazado más encima con unos gags tipo “Pasiones” que servían de “gancho” (o eso pretendían por lo menos) para hablar de otro problema o situación sexual.

Se nota que es un programa con pocos recursos, pero en realidad ese no es el problema, sino que el contenido y la forma de tratarlo. ¡No podís mandar a una mujer aquejada por un problema de líbido a que se tire un piquero en la cama!

A mí Carola Brethauer me cae bien, la encuentro súper guapa, pero sinceramente no sé en qué minuto ella se convirtió en catedrática de las mujeres chilenas, o sea, no basta haber tenido una separación escandalosa, y hablar de vez en cuando de sexo con voz sexy para realmente hablar de sexo. No digo que uno necesita una maestría, pero sí mucho más humildad y lo que es más importante, NO GENERALIZAR.

Él NO te quiere ¡¡¡¡¡¡¡¡Hello!!!!!!!


Hay una película que vi hace un tiempo con este título, claro que sin el “Hello” (eso es aporte mío), es livianita, pero igual lanza verdades que pesan como el acero. Pero las mujeres (y me incluye con algunos pasajes planchosos de mi vida) somos tan obstinadas que a veces no queremos ver la realidad aunque nos golpee con una palo en la cabeza.

En el último tiempo me ha tocado ser testigo (ya casi ocular) de algunas historias de desamor donde el final se repite: Él claramente no está ni ahí y ella está obsesionada con conseguir su interés, aferrada a esa vez (año cero) cuando él le dijo que sí la quería o aquella vez donde ella pensó que le brillaban los ojos más de la cuenta y que por ende implicaba que la amaba. O sea, nunca lo dijo, y de hecho, de ahí que no para de llorar por sus actitudes, pero está casi segura que vio el brillo.

Y aferrada a ese recuerdo (real o inventado) enfrenta todas las chambonadas y pastelazos de este tipo que la deja plantada, que no volvió misteriosamente a conectarse a las plataformas online, que no llama casi nunca y que ya no le brilla ningún ojo.

Pero no, aún así, pareciera ser que la esperanza es lo último que se pierde, o sea que hay que quemar todos los cartuchos existentes para, después, ya despojada de toda dignidad, y amor propio, poder decir (con cierta tranquilidad y resignación) “Mmm, si, tenían razón, no me quiere, no vale la pena”.

No juzgo, he hecho cosas muy similares alguna vez en mi vida. He tenido guata de callo, he sido gusanito y claro, después he mirado para atrás con vergüenza y me he arrepentido, pero bueno, hay cosas que uno debe experimentar y pasar, para poder entender claramente la lección. Hay algunas que no aprenden nunca, pero eso ya es harina de otro costal.

Acá hice un listadillo (por si puedo aportar algo en este mundo) de aquellas señales que podrían indicar que él no está ni ahí:

- Sólo se ven cuando a él se le da gana, de lo contrario nunca se hace el tiempo

- Durante varios días o en el peor de los casos, durante varias semanas, no llama, no contesta los correos, no contesta el teléfono, no responde en FB, no aparece conectado en MSN. Mujeres!! No es que esté enfermo, ni haya sido abducido por extraterrerestres, es bien poco probable que haya muerto también, por lo que queda una sola razón: NO QUIERE APARECER!

- Cuando tratas de hablar sobre cosas profundas, vaipacea el tema, tira una broma para bajarle el perfil o simple y llanamente dice que no le gusta hablar de cosas densas contigo.

- Le da exactamente igual que tengas a otro (s), estés en pareja, casada, que salgas con otro (s) etc. Incluso, al parecer, hasta le gusta.

- Te sale de vez en cuando con el discurso que en realidad le encanta esta amistad con tanta libertad que tienen, que le da sopor el pensar en tener un compromiso. Ahí está lavándote el cerebro para que no se te vaya a ocurrir cambiar las reglas.
- Sale con otra (s), tiene esposa, pareja estable y no tiene ninguna intención o no muetra ninguna señal de que va a cambiar su estatus.

-

martes, 22 de marzo de 2011

I love Obama


Chile anda revolucionado con la visita de Barack Obama. Y sí, estoy de acuerdo con que ha sido un poquitito too much toda esta pleitesía que se la ha rendido en su honor, esta mega cena con más de 300 invitados, el show de Los Jaivas y esto de regalarle las llaves de Santiago (tan chupapicos que es Pablo Zalaquett de repente).

Me impacta que un solo hombre logre dejar la cagá en el tránsito. Bueno, mal que mal es el hombre más poderoso del mundo, y eso es un hecho objetivo, me guste o no Estados Unidos, me guste o no su forma de gobernar. O sea, es cosa de ver cómo acá muchos están dispuestos a besar el suelo que pisa y bueno, a besar muchas otras cosas más con tal de que él les sonría.

Pero yo quise aportar la arista más Light a este tema. Pucha qué es guapo Obama, o sea a mí me gusta desde que asumió con su sonrisa Pep, su altura, su estampa de pro, sus manos grandes ¡Uf! Confieso que me paso (con todo respeto Michelle) fantasías con Obama y su onda poderosa. Me imagino que la existencia de la humanidad depende de mí, y que si no hago lo que él quiere el mundo dejará de existir…. Obligada a sacrificarse por la causa ¿no creen? Jajajajaa.

También debo decir otra cosa nada que ver, ¿qué mierda hacía Checho Hirane en la cena de Obama de anoche? Había gente curiosa en ese lugar, creo que hasta divisé a Mane Swett. Típico chileno aspiracional, el que era “alguien” debía estar allá comiendo mariscos y no sé qué más con Obami (nótese, yo le coloqué ese apodo para mi fantasía).

En fin, ese ha sido mi aporte light de hoy.

Karadima es un cerdo


Sí, eso es lo que pienso después que se destapara y se revelara ante el mundo el caso de este cura (si es que puede aún llamarse así) que violó y abusó tanto sicológica como físicamente a jóvenes que acudieron a él en busca de guía espiritual, en busca de Dios, encontrándose en cambio, con este pervertido, con este degenerado que no tuvo ningún pudor ni reparo en usar su “poder de hombre de Dios” para hacer lo que se le dio la gana. Asqueroso.

Todo el mundo anda comentando lo “fuerte” de las declaraciones de Hamilton en “Tolerancia Cero” respecto a Karadima y una serie de otros sacerdotes de altos cargos, entre ellos, el ex Arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz.

Cuando me enteré que se había mandado declaraciones fuertes, quise saber qué es lo que tenía a todo el mundo tan impactado y me encuentro con que Hamilton, quien desde los 17 años y durante ¡dos décadas! fue abusado por Karadima, había dicho en el programa que este cura le había cagado la vida, que entre los sacerdotes habían muchos obispos gays y que había otra tracalada que eran conocidos abusadores, que Fco Javier Errázuriz era un “criminal” porque sabía de lo que estaba pasando pero había hecho la vista gorda. Y además se largó con otros nombres de curas conocidos y famosos que también fueron cómplices de los abusos de Karadima.

Estas declaraciones parece que generaron tanto impacto que Juan Carlos Eichholz, uno de los panelistas del programa, le “recordó” a Hamilton en pantalla que estaba en televisión. Plop.

A lo que voy es que no sé qué es lo tan fuerte que dijo Hamilton, porque lo que lanzó fue la pura y santa verdad, una verdad que les duele a la Iglesia católica y a los católicos más fanáticos. Pero es cierto, es un secreto a voces que entre los curas (y también las monjas, porqué no decirlo) hay mucho pervertido, y no estoy hablando de homosexuales, estoy hablando de hombres y mujeres abusadores, que violan, o ejercen castigos físicos sólo porque pueden hacerlo. O sea, esto es algo que viene de hace siglos. Lo que pasa es que a nadie le gusta saber que el curita de la esquina, ese mismo que hace la misa de los domingos y que tiene cara de Padre Hurtado, cuando nadie lo está mirando, le anda tocando los genitales a los niños de la parroquia.

Creo, y les juro que este tema me indigna y me aleja cada vez más del catolicismo, creo ya debemos parar con esto de pensar que porque es cura, es poco probable que sea un violador o un degenerado, que por ser cura, necesita tratos especiales ante la ley o la justicia. Y creo que es súper importante que la Iglesia Católica haga algo por detener este tipo de abusos ejercidos por sus propios miembros, ya sea denunciándolos (en serio y no cambiándolos de parroquia cuando aparece una denuncia), o expulsándolos de la congregación o ¡algo!

Sólo me queda imaginarme lo que debe ser para un niño, un joven, ir a un lugar que se le dice que es bueno, y seguro como una Iglesia, para que hable con un “representante de Dios en la tierra” y termine violado. ¿En quién confiar?, después de algo tan asqueroso que te marca de por vida. Eso sí que es fuerte.

lunes, 21 de marzo de 2011

Tonteras femeninas para el bronce


Me encanta ser mujer, pero hay cosas de mi género que realmente son leseras omitibles. Acá un compilado de las cosas que he escuchado y también aplicado a mi vida, con nefastos resultados, evidentemente.

- “Es mejor no hablar de ciertas cosas”: Tal como dice el estribillo de una canción. Muchas veces he escuchado de ciertas bocas femeninas asegurar que a la pareja JAMÁS hay que contarle todo, que hay cosas del pasado que es mejor guardarse para una. Que no hay nada más atractivo que una mujer con un secreto o un misterio. Hoy encuentro que esta idea es una soberana boludez, con mis 30 años a cuestas creo que una pareja debe conocer el camino que una ha recorrido y que te ha llevado a ser la mujer que eres, y ¡qué si me equivoqué y ¡qué si acerté! Es lo que hay.

- “Nunca hay que decir todo lo que uno siente”: No sé quién cresta instauró en nuestras mentes que una NO debe hablar o decir lo que uno siente o piensa. En cosas de amor, aún es “mal visto” que una mujer tome la iniciativa, que pida cosas. Hasta viejas aún tenemos la infantil esperanza que el pobre sujeto va a adivinar lo que queremos o deseamos. ¡¡No!! Hay que hablar, decir las cosas tal cual son, si te duele algo, hay que decirlo, si necesitas algo, hay que pedirlo!!!

- “Fingir en el sexo”: Se entendía antes en el medioevo, pero ¡ya no! Y estoy casi segura que el 99% de las mujeres en el mundo ha fingido por lo menos una vez un orgasmo, ya sea por amor, por cansancio, por pena, por dolor, por miedo. Sea por la razón que sea, fingir un orgasmo es como inventarse un enemigo por puro gusto. El asunto es bien simple, si estás con un hombre y nunca acabas con él, pueden ser por múltiples razones desde problemas físicos hasta sicológicos. Hay que hacerse responsable de la propia sexualidad y no esperar a que el otro tome cartas en el asunto. Si no tienes orgasmos, bueno, hay que buscarlos una primero, por lo que andar fingiendo es la estupidez femenina, según yo, más grande de todos los tiempos.

- “Hacer de mamá”: Y lo digo por experiencia propia, esto del instinto materno a veces se escapa de control y una termina siendo mamá de la pareja. NO…. NO…. Por favor, si el hombre perfectamente tiene dos manos y puede cocinarse a veces también, lavarse su ropa, tomar sus propias decisiones sin que haya una “brujis” al lado con un uslero. Me cuesta este punto a mi porque tiendo esto de la maternidad amorosa, y es lejos lo peor, porque recuerden, nadie se quiere tirar a su propia madre.

- “Hombres y mujeres somos iguales”: No fíjense ustedes NO somos iguales y benditas las diferencias que a todo esto, no hacen a un género mejor o peor. Esta cosa del feminismo mal entendido creo que nos ha llevado muchas veces a “copiarle” a los hombres hasta sus cosas malas, como esto de fumar como carretonera o tomar como hombre o ejercer un cargo “como hombre”. Lo femenino es bello, y no es sinónimo de andar llorando por los rincones o ser incapaz de tomar una buena decisión porque ese día te llegó la regla. Se trata de potenciar lo mejor de nosotras, lo intuitivo, lo emotivo, la fuerza, y por supuesto, la obstinación.

- “Me cargan los tipos buenos, me gustan más los malos, me gusta que me traten mal”: Creo que no hay mujer que no conozca que no haya proferido por lo menos una vez en su vida esta frase boluda y autodestructiva. Es como decir “qué rico, me encanta que me hagan daño” ¿Aló? Tan masoquista que somos a veces. En fin. Yo ahora he modificado un poco la frase y digo “me gustan los hombres buenos, pero no taaaaaaan buenitos”, lo que es igual a que no me gustan los ángeles, no hay nada peor que tratar de estar a la altura de un hombre hiper correcto o por lo menos uno que se las dé hiper correcto. Son los peores.

- “Él va a cambiar”: Huele a naftalina, pero sí, aún seguimos creyendo que “él” va a cambiar algún comportamiento o actitud que odiamos. La verdad es que eso es bien difícil, más fácil es querer al tipo tal como viene, nadie es perfecto, ni una tampoco. Además si tanto te carga algo, más sincero y sano es decir ¡next!

Too much sex?


A veces me pillo preocupada de un tema algo insólito, lo pienso así porque siempre he alegado que me pasa lo contrario. Como que no hay por donde, si es poco sexo, es terrible, si es mucho sexo, es enfermo y también terrible. ¡Qué joda!

Pero he estado pensando e investigando sobre el tema, y al parecer todo es un asunto cultural relacionado con el género femenino (como siempre). O sea, en esta sociedad si tienes poco sexo, eres frígida y estás condenada a morir “seca”, si tienes mucho sexo, eres maraca, condenada a ser sólo un objeto sexual. Y yo, no soy ni lo uno, ni lo otro, ¡qué hacer!

Si bien ya no es políticamente correcto decirlo, la verdad es que aún persiste la idea en el subconsciente colectivo que a las mujeres no se les puede permitir tanto placer, o sea, si hay mucho ¡algo tiene que andar mal, muy mal! O te están viendo sólo como un objeto sexual, eres ninfómana o derechamente estás mal enfocada en la vida y puede que recaiga sobre un ti las penas del infierno por ser tan calentona y suelta.

Suena insólito, lo sé, pero este tipo de pensamientos sigue rondando por nuestras mentes femeninas, aún hay mensajes en todas partes (conversaciones, bromas, comerciales, publicada, películas) que nos confirman nuestras peores sospechas o aprensiones, que nos dicen una y otra vez que hay mujeres para casarse (las señoritas que nos les gusta tanto el sexo) y las para la cama (las sueltas buenas para el sexo), entonces cómo no sucumbir ante tanto mensaje.

En mi caso particular con M, esta idea estúpida ha pasado por mi cabeza en algún momento, lo confieso con pudor y vergüenza, pero soy honesta por lo menos. El ámbito sexual entre los dos es tan rematadamente bueno (sorry, no estoy sacando pica por si acaso), que nos cuesta a veces convencernos (no sólo yo, a M también le pasa en alguna medida) que es posible tener tanto placer en la vida sin consecuencia nefasta de por medio. Ahora sé que no nos vamos a ir al infierno, tampoco nuestra relación se va a basar en sólo sexo sólo porque tenemos buen sexo y no vamos a dejar de sentir cariño sólo porque tenemos buen sexo.

Sin duda lo que tengo que hacer es dejar de pensar estupideces (mías o escuchadas de otros) y disfrutar el tener una relación, que si bien, tiene puntos débiles y uno que otro defecto, al final del día, me hace feliz.

viernes, 18 de marzo de 2011

Dar


Creo y lo digo con mucha, pero mucha humildad, que soy una persona relativamente generosa. O por lo menos intento serlo todos los días de mi vida. Hay días en que me cuesta más que otros, pero en general siempre estoy conciente que no hay que ser egoísta con las cosas que uno tiene, tanto espirituales como materiales.

Por lo menos, tengo la certeza que he ido creciendo en ese aspecto a lo largo de los años, porque antes sólo era yo, yo y yo. Ahora no, trato de pensar en los demás y de ponerme en sus lugares, aún cuando me cuesta entenderlos.

Bueno, en el amorssh de pareja propiamente tal, he ido descubriendo que la generosidad es esencial, casi es un requisito para tener una relación bonita y saludable. El egoísmo, supongo que es uno de los peores enemigos a la hora de intentar armar algo de a dos. Porque obvio, muchas veces uno quiere algo y el otro no lo quiere, y ahí comienzan los dilemas, de quién cede, quién da más y toda esa vaina que muchas veces latea y sepulta lo que hay.

El asunto es que la semana pasada, cuando mi amiga P, me sacó el tarot, las cartas me indicaron que esta era una etapa en que debía ser generosa, saber dar, sin esperar que se me dé de vuelta lo mismo. Que eso iba a pasar, pero más adelante, y que me tocaba ser generosa no más, eso es lo que la vida hoy me quería enseñar.

Yo sé perfectamente a lo que se refieren las cartas con esto de aprender a dar. Supongo que lo he estado practicando hace rato, pero con M, mis esfuerzos por ser generosa han tenido que doblarse, a veces lo logro y a veces no. Cuando pasa esto último me quedo taimada por no lograr lo que quiero, masticando la rabia y las ganas de salir arrancando, cual niña de 4 años. Lo sé, por lo mismo me cuesta ¡¡¡¡¡ene!!!!!

Anoche estuve en esa parada media ególatra, onda que por qué esto, por qué lo otro, que por qué no le gusta que sea su cumpleaños, que yo que yo que yo y que yo. Me quedé dormida pensando en todo eso y tuve un sueño (confirmado que cuando sueño son premoniciones).

Soñé que viajaba en avión y me encontraba con una amiga del tiempo del colegio y con la que perdí contacto absolutamente, pero de la que sé, por mi papás, que hoy está bien, casada, feliz etc.

La veo en el sueño y yo le digo “sé que estoy viajando, pero no tengo idea para dónde voy. Ha sido un año duro”, acto seguido, ella me abraza, y yo me pongo a llorar en su pecho. Si bien creo que no me lo dice con palabras, siento que con sus caricias, me dice “tranquila, todo va a estar bien”.

Me quedó dando vueltas por la mañana este sueño. De hecho, desperté llorando porque fue el despertador que me interrumpió de sopetón. Mmm, no sé qué significará bien, pero si sé que tiene que ver con mis miedos y con este proceso y viaje que estoy tomando, “todo va a estar bien”, esas palabras me aliviaban harto.

Anoche antes de dormir había tomado una serie de resoluciones de niña mimada. Onda “no lo voy a llamar, no lo voy a buscar, no le voy a decir más esto o lo otro, me voy a alejar”.

Sin embargo, al despertar me di cuenta que hoy, especialmente hoy (pre cumpleaños) él me necesita más que nunca. Y no lo digo así como “oh, me necesita, soy tan importante”, sino que me necesita como apoyo. Nos veamos, no nos veamos, esté bien o mal, se equivoque o me equivoque, él me necesita ahí y con la cara llena de risa.

Si huyo, si salgo arrancando justo ahora, en los momentos difíciles…. es porque realmente no vale la pena estar, o sea si es estar sólo en los buenos momentos, para tirar la talla y para tirar, no me interesa en verdad. Eso es lo que hacíamos antes y yo fui la que dio término a eso.

Ahora, lo que yo debo intentar es lograr todo esto sin hacerme daño. Creo que he manejado el tema lo mejor que he podido. O sea, mil veces mejor que lo que hice con J y sus rollos, donde me gradué como su cheerleader personal. M es otra persona, tiene otro tipo de personalidad, incluso diría que es su opuesto, porque mientras J me succionaba pidiéndome cosas, M NO pide ayuda, es como el otro extremo que si bien es malo también, por lo menos a mí me libera de hacerme cargo de él, aún cuando no hacerlo es un acto de voluntad y conciente.

La cosa es que hoy, a pesar de mis temores, mis miedos, mis ganas de salir arrancando y mis eternas dudas, voy a actuar de manera generosa, así a ciegas no más, sin esperar nada y le voy a decir que por la noche voy a pasar a su casa, esté bien, esté mal, aunque terminemos mirando el techo no más, porque mañana sábado es su cumpleaños y me tinca que le puede venir un bajón heavy. Como que tengo la sensación que estas horas son cruciales, siento como que yo debo estar hoy con él. Qué loco, es un presentimiento en mi corazón.

martes, 15 de marzo de 2011

Me masturbo y fantaseo


La palabra masturbación siempre ha tenido una connotación negativa, yo creo que ahí la Iglesia Católica tiene harto de culpa, es cosa de pensar que los sinónimos populares son “pajearse” o “macaquearse” y un largo listado de otros términos poco honrosos.

Recuerdo la primera vez que escuché esta palabra en mi vida, fue en una película que vi en el cine en que aparecía Whitney Houston: “El guardaespaldas”, esa en la que se enamoraba de Kevin Costner. Sí señor. Se supone que en una escena alguien entra a la pieza de Whitney y se “masturba” en su cama.

Tras escuchar la palabra, recuerdo que le pregunté a mi hermana (con quien vi la película) qué significaba “masturbarse”. Recuerdo sus palabras (nótese el impacto, por eso hay que tener tanto ojo lo que se les dice a los niños). “Eso es algo que se hace y que se siente bien, las mujeres lo podemos soñar, o también podemos sentir, frotándonos con las sábanas o la cama, pero es natural”.

Tenía en ese entonces, no sé, ¿unos 10, 11 años? Y me quedé pensando en eso y con sorpresa me di cuenta que yo hacía eso hace ratito, pero sin saber lo que hacía y sin saber que eso rico y agradable que sentía por hacerlo, eran orgasmos.

Por suerte, y yo creo que casi por casualidad, nunca en mi infancia escuché que alguien hablara en contra de la masturbación o la condenara. Estoy segura que mis papás sabían (qué plancha, Dios), pero nunca me dijeron nada, ni bueno, ni malo y yo tampoco pensé que lo que hacía era pecaminoso, para mí era como, natural no más y listo.

No obstante no a todos les pasa igual. Recuerdo haber tenido un pololo que me contó que le preguntó a un profe de biología de su colegio si es que masturbarse hacía mal y este “docente” (si es que se le puede llamar así) le dijo que si lo hacía mucho, podía quedar estéril y que no era bueno para la salud en general. CUEK! Pobre cabro, traumado seguramente de por vida.

Yo me he seguido masturbando (o auto erotizándome como le gustaba denominarlo en mi antiguo trabajo) durante toda mi vida hasta hoy, estando o no casada, estando en pareja o no, estando o no con amante. Antes igual era algo que no andaba confesando, o sea igual creo que nunca nadie me lo preguntó tampoco. Con J se abrió ese tema, porque él me confesó que lo hacía de cuando en cuando y me animé a contarle que éramos dos. Y hoy, para mí es súper normal, incluso es natural para mí tener en mi velador a Little Paul, nada de cochino ni perverso. Tampoco es que yo ande haciendo una oda a la masturbación, pero si aparece el tema y me preguntan yo digo que lo hago y punto.

Sin embargo, tengo la sensación que no todos lo toman así. Me tinca que hay hombres que se pueden llegar a ofenderse si les confiesas que estando con ellos, igual te masturbas o peor aún, que tienes un vibrador en el velador. Pero pienso que si yo lo hago, eso no significa que no me interesa la otra persona o que es una ofensa grave a la moral y a las buenas costumbres de una relación o que no lo quiero y no sé qué más. Creo firmemente hoy (ojo que antes igual me escandalizaba) que la sexualidad y cómo uno la vive o la siente es algo personal, nadie puede decirte “oye, pero para qué te masturbas si tienes sexo conmigo, ¿acaso no soy suficiente?” Creo que eso va en carriles aparte.

Hoy tengo la percepción que uno debe hacerse cargo de su propia sexualidad, buscar su propio placer, su orgasmo primero, saber qué cosas te excitan, te gustan, cuáles son tu partes sensibles, con qué fantaseas, antes que descubrir todo eso en pareja. Eso es mucho más difícil y creo que hay una tendencia en delegar en otro el placer personal. Onda “nunca me haces acabar” o “no sabes cómo tocarme”…. Si igual el pobre tipo no tiene porqué andar adivinando tampoco, una debe ser una guía.

Esto igual perturba a algunos hombres, que una sea, lo que se llama la “mujer orquesta”, onda “mira, hace esto, así, no, más suave, no más fuerte etc”, es que todo de pende de cómo se diga y el contexto también. Si lo dices así calentona, encuentro que es de lo más hot, pero así como mandona o superada, no, ahí todo mal. Lo mismo pasa al revés.

Yo en estos momentos estoy con una persona muy similar en cuanto a este tipo de pensamientos. De hecho, creo que muchos se escandalizarían con algunas de nuestras conversaciones acerca de esto. Como será la confianza que nos tenemos (casi ciega a estas alturas) que la otra noche le confesé las fantasías que pasaban por mi cabeza cuando estábamos juntos en cama y no son precisamente con él, sino que con situaciones con otros entes masculinos que, aunque suene raro, no tienen rostro ni nombre. Son no más.

Debo confesar que cuando lo confesé me entró la angustia por pensar que quizás él podría sentirse mal, onda como que él no me calienta y que por eso tengo que andar imaginándome cosas, pero me dijo que me tranquilizara, que él entendía perfectamente que eran cosas de la mente y que le parecía de lo más hot mi acotación. Después volvimos a tener sexo jajajajaja. Esa onda. El en cambio, se imagina cosas conmigo, algunas más subiditas de tono, pero quizás también se imaginará de pronto que la que está allá abajo es Megan Fox, anda a saber una.

Ahora tengo clarito que se necesitan muchos siglos de evolución para que no hayan rollos en relación a este tema de la fantasía, para que se pueda hablar abiertamente sin terminar en una pelea o con celos. Lo que sí he dejado súper claro es que yo sólo pienso esas cosas, por nada del mundo voy a ir a hacerlas. O sea, ¡no! En eso rayo la cancha. Total, pensar y fantasear es gratis.

Nell debe morir


El nombre de este personaje está inspirado en una película (muy mala, por cierto) que vimos en el cine hace un tiempo con M y donde aparecía una niña llamada Nell, que finalmente resultaba poseída por el demonio. Desde ese entonces que tenemos esta talla interna en que cada vez que se asoma una cierta parte mía que es destructiva, que está furiosa y que hiere, le denominamos “el nellazo”.

Fuera de leseo, y luego que ayer a regañadientes fuera a mi terapia, mi sicóloga me comentó que efectivamente muchas personas tenían una especie de “personaje” interno que a veces boicoteaba las cosas lindas que logramos. Que había que ponerlo a raya y luchar con él, no quedaba otra.

Me comentó que “Nell” seguramente aparecía cada vez que estaba asustada y que mientras menos hablaba de mis miedos, más control tenía ella sobre mí. Qué espanto, en verdad.

Así es que luego de darle varias vueltas al tema y de patear la perra un rato, decidí, con todas mis fuerzas, que ya es hora que Nell muera. Sí, ni siquiera la quiero dando vueltas por si acaso, ¡quiero su cabeza!

Nell es la que me anda metiendo ideas en la cabeza (Dios, parezco esquizofrénica), al estilo “¿viste? Te dije que no tenías que confiar”, “¡Ah! esto es un castigo” o “No, él sólo te quiere para la cama, ¿qué pensabas?” o “¿Para qué amar, para qué querer?, no seas infantil”. Y así, maldita Nell es una Bitch de tomo y lomo. Y yo, ya no la soporto, la quiero fuera, ¡ahora!

Ahora, para deshacerme de ella, voy a tener que hacer un esfuerzo extra, porque está bien posicionada en algún rincón de mi cabeza. No es llegar y echarla, debo trabajar mucho en mis sentimientos, en mi capacidad de entrega, en mi autoestima, en mi seguridad, y por supuesto en mi capacidad de perdonarme y también perdonar a otros. ¡Uf! Tengo harto que hacer, creo que me van a faltar horas en el día. Pero bueno, voy a darle mi mejor intento.

Y una de las tareas más arduas, supongo, es soltar mi relación pasada completamente. Mierda que me cuesta. Es como intentar extirparme un órgano o algo así, aún sabiendo que así voy a estar mejor. Lamentablemente siento que no soy capaz de dar ese paso netamente por mí, sino que más bien me motiva M y su salud mental. Yo sé que hacerlo sólo por él no está bien, que debería quererlo por mí, pero no lo quiero, ¿qué puedo hacer? Y temo que nunca podré quererlo por mí. Complicado, mucho más de lo que llegué a pronosticar.

Igual quiero decir – con algo de hastío por lo demás – que en el último tiempo me ando sintiendo media cansada, agotada mentalmente. Esta cosa de andar pensando cada paso, de andar analizándolo y cuidándolo todo es un agote tremendo. No me arrepiento, pero sin duda, algunas veces podría dormir tres días de corrido. Así de cansada estoy.

Supongo, pasa lo que dice mi amiga P, que “nadie dijo que sería fácil”. Y pucha a mí como que siempre me cuestan ene las cosas, pero cuando pasa las consigo, generalmente se tratan de cosas importantes y bueno, efectivamente para mí el amor es muy importante.

El otro día P me volvió a sacar el tarot. No me lo sacaba hace más de un mes. Y las cartas esta vez (por primera vez) fueron buenas y hablaron de amor todo el rato. Decían que yo ahora estaba en el comienzo de un amor importante, potente. Que la actitud que tenía ahora era masculina, de “ya, vamos para acá, yo te guío, te llevo”, que había aprendido muchas cosas del pasado donde sufrí bastante, pero que hoy me tocaba dar mucho, entregar y ser muy generosa, que me iba a costar porque yo estoy acostumbrada a ser protagonista, reina, pero que hoy era así, no obstante, ya que me iba a tocar ser reina en el futuro. Además, me pedía que no me enrollara con los asuntos “materiales” de la relación, onda, que me olvidar de cómo va a pasar tal cosa o cómo hacer no sé qué cosa, que lo dejara tranquilo no más. Incluso pregunté específicamente por M y me salió la carta de Cupido que tiene una historia bien interesante, ya que Cupido va a flechar por encargo a una mujer, se equivoca y terminar flechándose él y enamorado de ella…. Qué lindo ¿no?

lunes, 14 de marzo de 2011

El pasado


Es como escuchar un pito constante en el oído, como un peso extra en la espalda, ya casi inaguantable. Es como caminar en círculos, pero aferrada a la esperanza que igual se va a llegar a algún lugar distinto, es encontrarse parada una y otra vez sobre la misma roca sin saber cómo nuevamente se llegó ahí. Es impotencia, tristeza, es cansancio.

Hay días en que hago mucho ruido, hablo hasta por lo codos, cuento y escucho miles de historias, en que me río a carcajadas y que no puedo parar. Hay días en que tengo respuesta para todo y si no me la sé, me la invento, que tengo teorías para cada cosa, que tengo fe.

Y hay días como hoy que ando muda, en mi propia versión “Mute”. En días como hoy siento que si no tengo silencio, si alguien me empieza a hablar mucho o me hace demasiadas preguntas, voy a colapsar. Y así transito, callada y ausente, porque a pesar que estoy, como todos los días, en realidad me encuentro en otra parte, lejana, distante, y sin habla.

Siento que hoy no tengo nada qué decir, nada qué aportar en la vida de otro. Por lo mismo, prefiero estar callada. A pesar de esto en mi cabeza hay un ruido espantoso, llego a marearme, que esto, que lo otro, que pasó esto, que lo otro, que qué es, qué significará, que me duele, que no lo soporto, que pasó hace tanto tiempo, que hay que soltar, pero no puedo, que quiero avanzar, pero estoy atascada, etc etc etc.

Supongo que en el pasado todos hemos hecho algo de lo que no estamos orgullosos, algo de lo que más tarde que temprano, o más temprano que tarde, nos arrepentimos y terminado pidiendo perdón a la otra persona, a uno mismo, a Dios o a todos los anteriores.

Pero cuando se está al otro lado de la moneda, cuando es una la dañada y a la que le tienen que pedir perdón, pucha qué parece difícil que un simple “disculpa, me equivoqué” sea suficiente.

Supongo que es normal, pero yo empatizo con todos aquellas personas (hombres o mujeres) que han padecido dolores similares a los míos. A veces esta empatía aparece aún cuando ni sé quiénes son y me cuentan una historia, a veces esta empatía se traduce en rabia y en enojo. Y ahí me quedo con eso, masticando la rabia que es ver cómo a veces el dolor propio no es tomado en cuenta, al estilo “pero si no le hicimos nada”.

A mí él tampoco me hizo “nada”, y de pronto pareciera que hubiese sido necesario que me hubiese hecho “algo” para que alguien validara toda la pena, el abandono y la rabia. Ya, eso no más que no tengo nada más qué decir.

viernes, 11 de marzo de 2011

Terremoto en Japón, Tsunami, fin del mundo, calentamiento global, 2012


Y agrego a esto un GRAN ETC en relación a diversos sucesos que los expertos y los no tan expertos, relacionan con la posible llegada (y ya media trillada, hay que decirlo) del fin del mundo. Ustedes saben, esto de que el mundo se destruirá o autodestruirá y que moriremos todos. R.I.P.

Hay gente que si bien asegura padecer de trastornos ansiosos o crisis de pánico por el suceso de hechos naturales traumáticos, estoy segura hay una parte en ellos, que le fascina estar en constante alerta, onda “en cualquier momento moriremos, en cualquier momento todo esto ya no existirá, Ah!!! Mira lo que pasó, esto salía en la predicción Maya, ¡se viene el 2012”.

A mí, al contrario, y no es por dármelas de cool ni alternativa, este tipo de predicciones o anuncios apocalípticos me dan una soberana lata. Supongo que por ser periodista, sé que la mayoría de las noticias relacionadas con el tema y vendidas con tanto bombo y platillo son infladas (sí, lo son, lamento matar la ilusión). Recuerdo que en mi antiguo trabajo debía encontrar (o inventar) alguna predicción escalofriante sobre el fin del mundo, porque a esas notas les iba la raja y nos subía el ranking. Cero importancia al impacto, la cosa es que se leyera harto, qué importaba si eso expandía la locura y la paranoia. Y lo mismo hacíamos cuando aparecía alguna enfermedad (idealmente con tintes de epidemia), sembrábamos el pánico con cuñas sacadas fuera de contexto o con cifras terroríficas en el titular. Y asumo mi cuota de responsabilidad social en eso.

Por eso me da un poco de risa cuando leo las entrevistas de seudo expertos que pronostican cataclismos o cuando las predicciones Mayas sobre el 2012 son interpretadas casi como que va a venir un meteorito (muy Hollywood), se van a salir los mares y vamos a morir todos. Y risa también me da la gente que no duerme por las noches pensando que puede estar a punto de morir.

Mi ex jefa era una loca histérica cuando se trataban de estos temas apocalípticos, bueno, también era loca histérica por tantas otras razones, pero me basaré en esto. Ella fue la primera persona que vi que con orgullo mostraba su mascarilla luego que a los días se alertara sobre la gripe porcina. “Se van a agotar”, decía ella, un poco feliz, (qué susto) y claro que se empezaron a agotar porque hay más gente loca como ella en este país y en el mundo.

A ella le encantaba toda la cosa terrible, el pensar que nos vendrían a invadir los Ovnis o que el mar nos iba a arrasar o que iba a haber un ataque nuclear. Todo estos eran asuntos que le fascinaban, y por qué no decirlo, hasta le calentaban. Loca deschabetada. Y yo tenía que mamarme todas esas leseras desde mi puesto y con cara de pregunta, latera.

Lo cierto es que es horrendo lo que acaba de pasar en Japón y me imagino sin duda que la gente que viven en las costas chilenas deben estar asustados por las alertas PREVENTIVAS (no olvidemos, eso por favor) de Tsunami producto del terremoto 8,9 (rectifico, 9,1) en Japón, pero ¡ya! de eso a hablar que al mundo le queda poco, es too much.

Además, si estoy terriblemente equivocada y todas las predicciones apuntan a eso, y bajara E.T y nos comerá o nos ahogaremos y se derretirán los glaciares, ¿podré hacer algo? NO. La naturaleza es así no más y si en este minuto o en un rato más me cae un meteorito en la cabeza, sería penca, porque siento que me queda demasiado por hacer y vivir, como que no sería justo, pero ¿cuándo la muerte lo es?

Para el 27-F (me encanta esta sigla es tan.. tan Hollywoodense) yo pasé el terremoto sola en mi depto con Marley. Al momento de percatarme que la cosa estaba peluda, me paré de mi cama, tomé al Marley en brazos y me puse en el dintel de la puerta de calle, tal cual Frank me había enseñado para que no se me cayera nada encima de mi cabeza. Durante esos minutos, agarré con fuerza a mi hermoso canino y esperé. Se me pasó por la mente que algo malo podía pasar, pero yo estaba entregada, porque sentía que si tenía que pasar, iba a pasar igual, me diera o no un ataque de histeria.

Supongo que muchos pensarán que soy insensible o no sé, pero me pasa que no me dan miedo este tipo cosas. O sea, claro si viviera en la costa y me están diciendo que se viene un Tsunami, me daría mucho susto y saldría arrancando, pero eso es una situación de sobrevivencia y no pensar que acá, sentada en Santiago, prácticamente va a venir una ola de Japón y me va a ahogar. O que se va a venir una réplica de 9.0.O sea, por favor, menos histerismo, tontera y MUCHO MENOS HOLLYWOOD.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Pornografía 2.0


Siempre me he resistido a la pornografía, más específicamente a las películas triple X. Y no por una cuestión religiosa o moral, sino por una cosa de sentir que este tipo de cintas vulnera la dignidad de la mujer, al mostrar a minas hipersexuales (que se calientan siempre y más rápido que un pestañeo), sometidas como esclavas sólo a los gustos (y en algunos casos hasta humillaciones) masculinas. En este tipo de producciones tan sólo importan el pene (erecto y de grandes proporciones) y el champañazo final. La mina da exactamente igual.

El asunto es que hace unas semanas con M, sintonizamos en conjunto, el canal Playboy. Y como soy curiosa, me quedé pegada viendo algunos programas y me llevé la grata – y erotizante, porqué no decirlo – sorpresa que en cada una de las series (o como se llamen) el hombre le hacía sexo oral a la mujer. Me encontré con una seguidilla de “encuentros” donde notaba una democratización del acto sexual. No percibí que la mujer era sometida, para nada, incluso hasta en algunas escenas ella la llevaba y hacía lo que quería con el sujeto en cuestión, que claro, también su gracia era el pene erecto y de grandes proporciones, pero por lo menos estaba dispuesto a satisfacer a su compañera.

Y no sólo eso, incluso pillé uno que hasta usaba condón. Sí, una película porno donde un hombre usaba condón. Casi me caí de espaldas. Es lo que llamo pornografía 2.0, ya estaba bueno ya, de pronto la mujer ha dejado de ser esta “cosa” para llegar y meterla, de pronto la industria se da cuenta (Aleluya) que para los hombres y también para las mujeres es erotizante ver a una mina gozar, porque seamos sinceras, nosotras difícilmente podemos llegar a un orgasmo a través de una penetración fuerte, ruda y que dura 2 minutos, la gran mayoría de las mujeres en el mundo acaba a través del sexo oral o la masturbación. Es así no más la cosa.

Conversando esto con mi amiga P, dimos con otra maravillosa conclusión. Como es bien sabido, y nos guste o no, la mayoría de los hombres se “culturiza” a través de estas películas, es decir, piensa que el sexo es como un porno (debe durar 4 horas en la cama, tener el pene enorme y meterla como sea y por donde sea), por lo que viendo este tipo de pornografía, creo que podría “educarse” de mejor forma, creo que podrían entender por fin que el sexo debe ser democrático, que nos gustan las caricias y no sólo el mete y saca, de hecho, sin esto, perfectamente podemos tener una vida sexual happy.

Ahora, también me tocó ver la contraparte de esto hace unos días en un motel. La pornografía de antaño, esa con la mina calentona que sólo hace sexo oral, que la cachetean, le escupen y hasta la atragantan con “aquello”, si señor, eso se llama “gagging”, una práctica sin duda perturbadora. Y para qué vamos a preguntarnos si es que algún hombre ahí aparece con condón… o sea ¡no!

Lamentablemente creo que este es el tipo de porno que más vende, el que se consume más. Y no me voy a andar haciendo la cartucha tampoco, o sea, igual es erotizante, pero hasta ciertos límites y esos límites, para mí son bien delgados, un poquito más allá y ya me empieza a generar cosas negativas, bueno…. es que también depende de las experiencias personales. No creo que uno puede decir “la pornografía es mala”, todo depende, pero en mi caso particular, creo que es mejor obviar la que es más hardcore.

Hay mujeres que se horrorizan con este tipo de cosas, yo lo sé. Hay mujeres que se mueren si es que saben que sus parejas o esposos ven porno a escondidas. Yo, la verdad es que hoy me lo tomo con andina, o sea, yo puedo entender perfectamente que está relacionado con la fantasía, con la cosa voyerista que todos tenemos, no es un secreto para nadie de que a los hombres le encanta mirar.

Ahora, esto también tiene que ver con límites, porque si tu hombre se la pasa viendo porno o prefiere masturbarse antes que tener sexo contigo o no puede calentarse sin tener de fondo en la tele a minas gimiendo, bueno ahí, yo creo que hay que salir arrancando.

martes, 8 de marzo de 2011

Ser mujer


Hoy es nuestro día. Aunque para ser bien sincera, creo que todos los días del año deberían ser nuestro día, pero digamos que de manera oficial y para la tarjeta, hoy 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer.

Y no podía dejar de escribir sobre lo que es ser mujer, aunque bueno, cada una es un mundo distinto, cada mujer es distinta en su manera de actuar, ser, pensar y sentir, por más que intenten ponernos etiquetas. Supongo que esa es una de las gracias de ser mujer, nuestra complejidad es maravillosa, encuentro yo, claro que bien llevada y no propia de una loca de patio o una histérica. Para qué exagerar la feminidad.

Personalmente el 2010 y principalmente este inicio de 2011 me he acercando a todo lo que significa ser mujer, el trabajar en la parte emocional, en la sensibilidad, en esto de hablar sobre lo que uno siente, es todo un nuevo universo para mí. Es que siempre había sido más bien masculina, y creí sentirme cómoda con eso, pero la verdad es que era sólo una falsa sensación de seguridad.

Para mí hoy, ser mujer es un universo lindo. Me gusta emocionarme hasta las lágrimas con alguna película romanticona, pero también me gusta el ser capaz de superar un miedo o una pena, el avanzar sin miedo, el concretar sueños. Porque las mujeres no somos estas florcitas delicadas que hay que andar salvando, somos fuerza, empuje y vaya que somos obstinadas jajajajaja, eso sí que creo que es una característica que nos llega a la mayoría. Cuando nos proponemos algo de corazón, la mayoría de las veces lo conseguimos.

No voy a detenerme mucho en esto de que es maravilloso ser mujer porque puedes dar vida. O sea, sí, es una de las gracias y una de las bendiciones, pero es una, y no es lo único, ya que una es capaz de ejercer la maternidad de tantas otras formas que no implican un parto de por miedo. El discurso de que si no eres mamá no eres una mujer completa está tan trillado, ¡Gracias a Dios!

Hoy, me gusta tener ovarios (aún cuando cada 28 días aprox me duelen o me molestan), me gustan mis pechugas, mis piernas, y hasta mi vagina (sí dije VAGINA, qué espanto provoca esa palabra en algunas personas), el echarme crema en el cuerpo todas las mañanas , el comprarme accesorios que combinen con mi ropa, el ser ñoña y romántica etc etc etc.

Yo encuentro que ser mujer es la raja. Ni ca! Sería hombre, qué lata…

FELIZ DÍA PARA TODAS!!!!

Revival


Hoy he resucitado. Ayer me vino como una especie de crisis emocional y de pánico, supongo que generada por muchos sucesos consecutivos, que para bien o para mal, me desencadenaron un colapso, de esos que creo que no me venían hace tiempo. Todo era malo, todo era una mierda, todo era negro, todo estaba oscuro, y nada tenía sentido.

De regreso a casa, furiosa, caminando como yegua desbocada y después de hacer una llamada digna de una loca de patio (de esas que dan miedito) llegué a mi casa y me puse a llorar. Ahí me di cuenta que hacía tiempo que no lloraba así, hasta el pobre Marley sufrió con mi crisis, ya que no tuve el ánimo para darle su paseito de la tarde. Pobre, pero entendió y se quedó echadito al lado mío sin molestar, como si supiera.

Luego de mi llanto y de tener la noción que estaba furiosa pero conmigo misma, me vino, obvio, el arrepentimiento y la plancha de actuar como loca bipolar. E hice un segundo llamado que se extendió en una conversación mucho más equilibrada y lógica.

Esto debe parar, porque puede que un día lo vuelva a hacer y lo que diga sea tan feroz (siempre trato de superar mi ferocidad) que no pueda retractarme y ahí, cagué no más. Y yo, no estoy dispuesta a perder lo que tengo por arranques de pánico. No señor. Me ha costado demasiado encontrar a una persona como M, me ha costado demasiado sentirme feliz y tranquila en un lugar de trabajo, y mierda que me ha costado sentirme bien conmigo misma. Así es que el resto, se puede tomar un taxi e irse a la chucha.

Mi tendencia al boicot emocional es un mal que adquirí en algún momento y que me tinca que aparece cuando las cosas están marchando “demasiado” bien. Es como que yo no me la creo, es como que si algo dentro mío dice “eso es imposible, algo malo tiene que haber”, y así busco lo que sea, y donde sea, una confirmación a mis peores sospechas.

Ya no quiero ser así, ya no quiero sentir así. El pasado me tiene chata, las cosas malas de una época también. Ahora, también tiendo a andar hurgando en esos lugares a veces o también tiendo a exponerme a cosas que sé que me hacen daño, pero como me las doy de “chora del puerto”, creo que ya tengo todo superado. Pero no, hay ciertas cosas que aún me generan sensaciones encontradas, que me dejan pensando y que abren heridas antiguas.

La cosa es que estoy de vuelta, yo, la mismísima, la valiente, la que no se encoje de hombros cuando le preguntan si es que va a seguir en un camino o no, sino que simplemente avanza, la que no le supera el pánico por sentir cosas por alguien, la que sabe que al final del día todo va a estar bien, la que no le teme a los cambios sino que los busca, la que es capaz de entregar el corazón porque sabe que está en el lugar correcto, con la persona correcta y en el momento correcto.

Pico con los miedos a sufrir, con las dudas de quién puede entregar más o menos, con mi susto a que me van a abandonar porque ya no soy una novedad en la cama, que me van a dejar de querer, (en serio que padezco del síndorme del perrito abandonado), con mi miedo al futuro, de lo que vendrá. Anoche M me dijo algo bien cierto, que al final nadie sabe lo que pasará, pero que sin duda el mañana es consecuencia del HOY. Y es ahí donde pretendo quedarme. ¡He dicho!

lunes, 7 de marzo de 2011

Chata


En días como hoy ya no doy más. Me siento como en una especie de pozo sin fondo, frío, oscuro y solo, lleno de ecos, lleno de recuerdos horribles, repleto de imágenes del pasado que pensé olvidados o más bien superados, pero que en verdad no están ni lo primero ni lo segundo.

En días como hoy estoy agotada. Agotada de caminar, de nadar contra la corriente, de hacerme la valiente, de hablar, de decir las cosas que me pasan, de hablar, sin que me escuchen de verdad. En días como hoy los malditos peluches vuelven a rodearme en círculos. No tengo cómo escapar de ellos, no sé cómo salir de ahí y hasta en una de esas, hay una parte de mí que no quiere tampoco.

Me gustaría cerrar los ojos y olvidarme de todo y de todos. No tengo ganas de hablar de nada, y mucho menos de mí misma, de mis intentos de reinvención, de mis sueños ilusos y a veces hasta infantiles, de la prédica diaria que al final, todo va a estar bien. Hoy nada está bien. Y yo, fluctúo entre la euforia y el pesimismo más oscuro y negro. De pronto, hasta mis logros dejan de tener sentido. ¿Para qué? Si al final estoy parada sobre la misma roca que detesto tanto. Si al final hasta mis nuevos caminos me llevan a la misma roca, es como andar en círculos por años. Y estoy chata. Chata de andar, chata de defenderme, chata de hacerme entender, chata de luchar.

En días como hoy, quisiera volver a ese “ni ahísmo” practicado durante años, esa sensación de “nada”, porque así supongo que duele menos vivir, duele menos cuando te hieren. No esperar cosas de la gente siempre deja varas bajas, por lo que nada puede doler, total, nunca esperaste nada tampoco, total, sigues tan sola como al principio, total nunca esperaste apoyo, compañía ni menos empatía.

Lamentablemente yo sí espero todo eso. Lamentablemente ya me duele y lamentablemente quiero dejar de estar parada en esa roca. Pero en días como hoy, eso parece ser absolutamente una misión imposible.
Mañana será otro día, eso espero.

viernes, 4 de marzo de 2011

Mujeres con mujeres, hombres con hombres


Alguna vez, hace muchos años atrás, una chiquilla media gótica (y bien clever, debo agregar) hizo la práctica en mi antiguo trabajo. Me tocó compartir un poco con ella, (por fuerza de las circunstancias) y jamás olvidaré el speach que se mandó una vez en pleno almuerzo y delante de mis ex compañeros de pega (todos pacatos y que se las daban de cartuchos).

“Todos los seres humanos somos bisexuales, o sea, yo me enamoro de la persona y no de su sexo”, fue la frasecita que se lanzó y dejó a todos con la comida atragantada y sin habla. Nadie, en ese entonces dijo nada, creo, sólo creo que uno (un gay) entre dientes dijo que eso no podía ser así.

Por cosas de la vida y por relatos de otros, he estado pensando seriamente en el tema. Y me pregunto lo clásico, si es que estuviera en una cárcel de mujeres con cadena perpetua o por muchos años, si acaso, no terminaría enamorada de otra mujer o simplemente encamada con otra, por un asunto de necesidad física y emocional. Mmmmm, difícil responder eso, supongo en cosas así, viene de perillas el dicho “en la cancha se ven los gallos”, el resto sólo son suposiciones.

Yo soy heterosexual, me gustan los hombres. Y no lo digo así con orgullo, por si aca jajajaja, lo digo, porque es así no más, nací así, me gustan los tipos. Pero tampoco he estado en alguna situación donde haya habido alguna amiga o una mina que me haya propuesta algo distinto, por lo que tampoco, me gustaría poner las manos al fuego por mi heterosexualidad. O sea, alguna vez… emm, alguna vez tuve un mini episodio, pero supongo que curá no vale. Así es que rectifico, así, buena y sana, nunca he tenido una invitación lésbica.

Hoy está como de moda esto de ser bi o como diría mi amiga P, heterocurioso. Conozco a varios hombres, que han tirado con tipos o que tiran con tipos, que les gusta la rudeza del pene, pero que también alaban las pieles suaves femeninas, la sensualidad de las mujeres, etcétera.

Últimamente estoy realmente pensando en hacer el siguiente parangón: Si fuiste infiel una vez eso no te hacer ser un eterno infiel ¿cierto? por lo que si eres hombre y te tiraste a otro hombre en un X contexto, eso no te hace gay ni bisexual. Y así lo creo, distinto es si hay una continuidad en la acción, o sea si siempre andas tirando con hombres o también con mujeres. No sé, me parece algo nebuloso el tema, pero sí hoy debo admitir que ya no tengo una opinión tan drástica, onda “ah te metiste con un tipo, eres gay, ah te besaste con una mina, eres lesbiana”, No. Soy mucho más open mind, supongo que eso te lo va dando los años, los caminos recorridos y la experiencia. La vida no es blanco o negro, está lleno de matices.

Además, en el tema sexual, creo que es muy, pero muy peligroso andar rasgando vestiduras o andar pregonando lo que es bueno o lo que es malo. O sea, como digo soezmente, el poto es de uno, cada uno sabe lo que hace con él y cada uno lo administra también como se le dé la gana.

Así es que nada, supongo que mantendré por siempre mis opciones abiertas, porque al final, uno realmente nunca sabe cómo te sorprenderá la vida.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Sobre la lujuria sin freno


El sexo, al igual que muchas otras cosas de la vida, se trabaja de a dos. O sea, creo que es súper posible que dos personas lleguen a conocerse tanto en la intimidad (gracias a la comunicación tanto fuera como dentro de la cama) que pueden llegar a complementarse maravillosamente en el sexo, hacer posiciones placenteras y experimentar miles de orgasmos.

Pero hay algo que científicamente se denomina como química sexual, que son en realidad un conjunto de hormonas y feromonas y muchos “onas” más que hacen que el deseo y la atracción entre dos personas sea algo muy potente, más allá del trabajo en conciencia y en equipo.

En terreno, y con menos términos serios y lateros, yo lo llamo a eso lujuria por el otro, deseo intenso, una cosa que nace en nuestras partes más íntimas, que se extiende por la piel y se expande por el cerebro. Es potente, mágico, una bendición, diría yo, porque no pasa todos los días ni con todas las personas, independiente del grado de amor o cariño que podamos sentir por ese otro.

Personalmente me ha costado mucho poder combinar sexo y amor en una sola relación, porque me ha pasado que o me han amado como una florcita frágil y asexuada o me han querido vestir de látex. O sea, o tenía amor o un buen sexo, pero las dos, no. De hecho, ahora que miro hacia atrás los hombres que más me han amado, en la cama han estado bien bajo las expectativas. Y no estoy hablando de rendimiento ni de querer a una máquina sexual, estoy hablando de deseo, lujuria, de tomarme con decisión, sin miedo y sin andar pidiendo permiso hasta para sacarme la ropa.

Y hoy lo tengo. Tengo sexo y cariño entre mezclado y, aunque había tenido miedo de mezclar, ninguna de las dos adquisiciones opaca a la otra, ambas brillan y se potencian por igual.

Con M me pasa, dentro y fuera de la cama. Es como una energía que lo envuelve todo, y en la intimidad es como una cosa que nunca antes había sentido por alguien, es como si los sentimientos se transformaran en caricias, en besos, en gemidos. Es comunicar cosas del alma a través del placer.

Me encanta tener sexo con él. Sí, y se lo he dicho. Me encanta tocarlo y que me toque, me encantan nuestros diálogos triple X (qué importa que el repertorio comience a repetirse), me encanta que me bese con tantas ganas (Dios qué es importante las ganas que uno le pone al beso), me encanta que me diga cuánto le gusta mi piel, mi cuerpo, mi olor, mi sabor, y por supuesto, mi lujuria y mi deseo, ese legítimo y no el que una termina fingiendo para que el otro se sienta mejor (mal femenino que debemos extirpar totalmente, eso va para mí también).

Me encanta que no le importe el tema de la celulitis y las estrías ni menos lo de los rollitos de más, me encanta gustarle así tal cual soy, que me desee tal cual y que no quiera andar cambiándome ni – por crudo que suene, pero hay hombres que lo hacen –insinuándome a que haga dieta.

Yo respondo evidentemente ante todo estos estímulos (o también llamado motivaciones). Cómo no desear a este hombre que me hace sentir así, linda, seca, interesante…. Cómo no desearlo si con sólo mirarlo un par de segundos, con sólo verlo, puedo ver todo lo que él siente con sus ojos y su cara. Cómo no desearlo cuando me escucha y sé que lo hace, cuando veo cómo lucha por entregarse y soltar ese freno de mano, cuando veo que me valora y me toma en cuenta y lo más importante, cuando da la pelea porque no me quiere perder.

Aumenta el sentimiento, aumenta el deseo, y hoy me doy cuenta que no hay cliché más cierto que el mejor sexo, es el sexo con amor, el carente de sentimiento es simplemente un buen deporte, entretenido, apasionado, todo lo que quieras, pero sólo un deporte.

He estado en los dos lados y lejos me quedo con el sexo all inclusive, me importa un rábano que sea el mismo cuerpo y el mismo diálogo, la misma cama y las mismas manos. Todas estas cosas son infinitamente mías o por lo menos así las siento, las siento como un lugar donde hay espacio para mí, un lugar donde me siento cómoda, tranquila y porqué no decirlo, feliz.

Soltar, liberar ¡ahora!


Durante cerca de dos semanas físicamente no he estado en mi mejor momento, fui invadida por una maldita cistitis que me llevó a derrochar (es que me duele gastar en médicos) dinero en un doctor y en un remedio carísimo.

Me dio fiebre, ardor, me sentía rara, mal, decaída, irritable, y qué lata sentirse así cuando todo el resto de la vida marcha de maravillas, como que si estás enferma no puedes disfrutarlo bien, así de importante es la salud. En fin.

El tema es que empecé a googlear un montó de cosas sobre la cistitis y entre prevenciones, medidas caseras y remedios, di con el significado emocional de esta enfermedad. Decía que suele darle a quienes han terminado una relación y no han podido soltarla aún, que la vejiga se veía afectada por penas y rabias acumuladas y no liberadas.

Y fue como “Oh!” cuando le leí, porque claro, hay un montón de factores por las que me dieron cistitis, pero nunca antes me había dado tan heavy. Y eso me hizo reflexionar acerca de esto de soltar, liberar el amor pasado.

Siendo bien auto crítica y con la mano en el corazón, creo que aunque ya hayan pasado varios meses desde que terminamos con J, y ya tres meses desde que no vivimos juntos, aún no he sido capaz de poner este asunto en orden. Voy a terapia, pienso mucho en el tema, y hasta a veces me desespero, pero cuando se trata de poner en práctica todo lo reflexionado, como que tengo miles de piedras que me topan y me impiden seguir.

Aclaro que esto no tiene nada que ver con la existencia de residuos amorosos entre los dos. Puedo hablar por mí y digo, sin duda alguna, que ya no me siento enamorada de mi ex, no pienso ni lo veo como un objeto amoroso ni romántico. No lo deseo sexualmente (eso ya pasó a mejor vida hace años), pero creo que las cuentas pendientes son las que no me permiten hacer cosas prácticas como dejar de hablar con él para siempre y eliminarlo de mis espacios online.

Como dice mi sicóloga hay una parte de mí que inconcientemente le pasa la cuenta, hay otra parte de mí que necesita ese alimento del ego de sentir “ah, me buscas, aún me necesitas, pero ya es muy tarde” y por último aún siento esa cosa tan disfuncional de “pobrecito” por él, cual hijo o bebé abandonado.

Creo que ya hace ratito que debería haber soltado. O sea, igual siento que lo he ido haciendo de a poquitito, primero la parte del amor, luego la parte de echarlo de menos, luego el sentir que mi vida es mejor sin él, pero aún me falta esa última sacudida, la final, la que me libera completamente. Y creo y espero, que ya va a llegar, cuando realmente me decida a hacerlo, así de simple. Eso o morir de una infección poco glam en el futuro.

martes, 1 de marzo de 2011

Completos extraños


Nunca deja de sorprenderme cuando alguien me cuenta que lleva 10, 15, 20 o más años de matrimonio o en pareja. Como que me impacta que dos personas puedan literalmente compartir prácticamente una vida completa, con todas sus transformaciones y cambios, porque vaya que uno cambia y cambia la vida en una o más décadas. Es cosa de ponerme a pensar quién era yo hace sólo unos cinco años para darme cuenta que uno va evolucionando y bueno… también involucionando.

¿Cómo es que una pareja logra sobrevivir entre tanto camino nuevo, transformaciones, crecimientos y crisis? Bueno, aunque suene algo pesimista, la verdad es que aún estoy esperando conocer a aquella pareja lo logra de verdad y no sólo aparentemente.

Conozco a muchas parejas, con y sin libreta, y claro, han estado juntas durante varias décadas, se han visto las caras en las buenas y en las malas, han despertado juntos casi todas las mañanas durante ese tiempo, algunos incluso han formado familia, pero, la gran mayoría pareciera considerar al otro como un extraño del que poco sabe y lo que es peor, poco interesa saber. Heavy.

Lo veo en mis padres, que sé que se quieren, pero tanto bache en el camino los ha roído, les robó los cariños y arrumacos (si es que alguna vez hubieron), las palabras bonitas, el amor tierno, dejando en cambio una relación forjada por el cariño, por la comodidad y la costumbre, por el “ya llevamos muchos años juntos para separarnos”. Yo, por ejemplo, no me atrevería a preguntarles a ninguno de los dos que si tuvieran la posibilidad de volver al pasado, si es que se casarían de nuevo. Me da miedo la respuesta y la verdad es que en este caso, prefiero la duda.

Miro un poquito más allá y me encuentro con lo mismo, personas que si bien han pasado años juntos, que han formado una familia, en verdad hoy son completos extraños. Se acaban los aniversarios, los besos, las palabras de apoyo, se acaba el compañerismo, la complicidad, se acaba el amor de a dos.

Yo no juzgo porque nunca me ha tocado estar tantos años con una pareja, mi experiencia más cercana fue cuando estuve casada y viví con el que fue mi esposo, durante dos años de corrido. Ahora, si bien fue una relación marital de corta duración sí puedo testificar que él jamás me conoció ni se dio el tiempo de conocerme, decidió (sin mala intención, estoy segura) aferrarse a esa imagen que tenía de mí, puesta en un altar que me quedaba grande. A la vez, yo desconocía detalles básicos de él, como por ejemplo, cuánto ganaba, o qué es lo que menos le gustaba de su pega. Tan poco lo conocía que todos los cumpleaños y navidades era un suplicio porque nunca sabía qué regalarle. Jamás se me va a olvidar cuando una amiga una vez me dio dos alternativas para obsequiarle y yo no me pude decidir por ninguna, porque no tenía idea, ¡ni cerca andaba!

Supongo que nuestra relación llevada a 10 años después habría resultado un Frankestein sin pies ni cabezas, donde cada uno habría hecho lo que se le diera la gana y sin importarle en qué estaba el otro. Pero me escudo que era pendeja y no sabía lo que hacía.

Supongo que debe ser súper triste un día cualquiera despertarte y mirar para el lado y encontrarte acostada ( y lo que es peor, comprometida) con un personaje desconocido, que ya ni te gusta. Y me da miedo, porque pasa y ¡harto!

Me pregunto qué es lo que yo podría tener de especial para que aquello no me pase a mí también. No tengo súper poderes ni capa de heroína, supongo que lo único que tengo es conciencia, fe y voluntad de que eso no suceda.

Anoche M fue a mi casa de sorpresa y de puro lindo en verdad. Hablamos, hablamos, hablamos toda la santa noche. Hablamos de nuestras historias pasadas, de algunas penas, de amores y desamores, de relatos truculentos, de otros más serios. Me habló sobre sus enamoramientos de infancia, de la primera niña que le rompió el corazón, de la primera vez que él le rompió el corazón a alguien…. Yo le conté acerca de mi primer lento, de mi exótica historia en la plaza y mi primer beso, de los abandonos de terceros, de lo lindo y doloroso que es vivir.

Y me pregunto, de todo corazón, si estas ansias por hablar y por conocer al otro que hoy tenemos y sentimos, algún día irán a desaparecer con el letargo del tiempo, si habrá algún punto en que ya no queden ganas por contar más historias… cruzo los dedos para que no sea así.