lunes, 26 de septiembre de 2011
Estar triste
Es como no poder respirar. Es como no poder dejar de llorar. Llorar por nada, llorar por todo. Es como no poder salir de mi cama, es como no poder dejar de mirar el techo de mi pieza y todas esas grietas en la pared. Es como divisar todas esas grietas.
Es como si el mundo se hubiese olvidado de mí. Es como si Dios y mi estrella se hubiesen olvidado de mí. Es como haberme olvidado de Dios y del mundo. Es como haberme olvidado de cómo sonreír y reír a carcajadas.
Es como haberme olvidado de cómo volver a caminar, volver a tener fuerzas, es como haber quemado por siempre mi capa de súper héroe. Como haberme olvidado de dormir exhausta en la noche, como comer bien y tener fe, de que mañana será otro día, de que todo estará bien, ¿lo estará?
Es como estar sola sin realmente estarlo, pero sintiéndome sola igual. Es como tener ganas de gritar, pero al final callándome porque no quiero preocupar mucho a nadie, mucho menos a mi familia.
Y pensar que me creía invencible, y ahora no soy más que lágrimas esperando que llegue la noche para que termine otro día más, abatida, derrotada, enferma de desilusión y de pena.
Estoy tan cansada, es como si mi cuerpo ya no diera más. Es como si de pronto todo dejara de importarme, incluso aquello que tanto me ha importado en el último tiempo, ¿para qué? ¿para quién?
Me duele pensar en mis anhelos, en mis sueños y en todo aquello que quisiera para mí. Duele menos de pronto, dejarlos ir, despedirme de ellos con el corazón apretado y sin nadie al lado que me abrace y me aliente a seguir, porque al final todo estará bien…. insisto, ¿y lo estará?
Duele menos estar furiosa con el mundo y conmigo. Siempre ha sido mi escudo, y de pronto, no sé por qué eso ya no me funciona, por lo menos, no como antes. Porque sigue volviendo esta pena horrible que me tira al piso, una y otra vez. Es como un monstruo gigante que succiona mis energías y ganas de seguir. Es como un gigante que me impide tomar aire y caminar.
Es como caer en caída libre. No tengo de qué agarrarme, aferrarme esta vez. Es como tener ganas de buscar ayuda y no ser capaz de pedir ayuda. Es no ser capaz de ver esa luz al final del camino, solo veo cosas oscuras. ¿y si no hay luz al final del camino?
Es como saber que lo tengo todo, pero que a la vez no tengo nada. Es desconocer esta parte mía tan triste, entendiendo que siempre he visto las cosas con optimismo, incluso las más terribles. Y si todo pasa por algo, ¿por qué me pasa esto? ¿para aprender qué cosa?
Es como estar, sin estar. Como dar bote, como no encontrar un espacio en este mundo.
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