viernes, 30 de julio de 2010

Pet Cementery


Una vez analizando y solucionando el mundo con mi amiga P, di con la teoría del “Pet cementery”, me refiero a esa camada de personajes masculinos que alguna vez fueron importantes en la propia vida amorosa. En palabras más simples “los ex”.

Conozco a mujeres que se rayan con el tema de los ex, ya sea porque nunca lograron olvidarlos, dejar de odiarlos o porque simplemente sueñan con un día toparse con alguno de ellos para retomar la relación, por más olor a naftalina que tenga.

Sinceramente yo soy de las mujeres que se inclina por el “pasado, bien pisado”. Pero no siempre fue así, antes era capaz de dar por terminada una relación para, días, meses o hasta años después, retomarla añorando cosas que sólo estaban en mi imaginación o que simplemente nunca más pudieron volver a ser.

Así, abracé la teoría del “Pet cementery”. Los ex son igual que las mascotas muertas que se enterraban en la película “Cementerio maldito”. Si los sepultabas en ese lugar, resucitaban y volvían a tu vida, pero lo hacían como zombies, como entes maléficos que sólo querían asesinarte, por lo que no quedaba otra cosa que volver a enterrarlos, pero esta vez para siempre.

Siguiendo con la hipótesis, yo enterré a varios en esa tierra maldita y efectivamente volvieron convertidos en zombies. Las segundas y hasta las terceras partes siempre resultaron ser un bodrio, sólo comparable a la mayoría de las secuelas de películas de terror.

Recuerdo a uno en particular que quisiera exponer para argumentar mi teoría. A S lo conocí cuando tenía dulces 16 años. Según indicaba mi “enamorómetro” juvenil, yo lo amaba. Él tenía en ese entonces 19 años y mientras yo aún iba en el colegio, él ya había egresado e iba al Preuniversitario. Vivía solo y soñaba con ser médico. ¡Un hombrón!

Anduvimos un par de semanas. Recuerdo las mariposillas en mi estómago cada vez que nos veíamos o me llamaba a la casa para invitarme a salir. Todo, según yo, marchaba regio, hasta que un día le quise presentar a mis amigas y se negó rotundamente argumentándome que él no estaba para pendejadas. Ahí se acabó todo y creí me iba a morir de amor…. Bueno, así estuve hasta que llegó la siguiente fiesta y conocí a otro chiquillo.

Como sea, durante años, mantuve el recuerdo de S como algo sagrado, como un sentimiento tan profundo e intenso. Y vaya, cómo es la vida, que cinco años después, cuando yo ya tenía 20 y algo, un día suena el teléfono ¡y era él! Sí, él mismísimo. Después de reponerme de la impresión, me invitó a salir y yo le dije que sí de inmediato.

En el trayecto a su encuentro lo recordaba como una especie de Tom Cruise mezclado con Brad Pit, el problema fue que cuando lo vi, me encontré con una combinación de Danny DeVito con Jack Black. Estaba gordo, medio calvo y era feo.

Aún así, pensé que quizás la magia volvería una vez que habláramos o nos besáramos. Fue así que a la fuerza me tuve que acordar que no tenía nada interesante de qué conversar y que más encima era un mal besador. Después de un par de salidas furtivas y medias a la fuerza, le tuve que decir que lo prefería en recuerdos, luego lo volví a enterrar esta vez para siempre.

Creo que los ex son entretenidos como tema de discusión con las amigas, o para alimentar la clásica fantasía de “qué habría pasado si hubiésemos seguido juntos” o “qué haría si volviera a encontrarme con él”, pero más allá de eso, son una ¡verdadera lata!

A mis amigos...


Ayer me junté con un amigo de la U al cual no veía hace cuatro años. Fue bonito y divertido volver a vernos, hablar sobre todo lo bueno, malo, bonito y feo que nos ha pasado en todo estos años, pero lo mejor fue darme cuenta que sin importar la distancia y el tiempo, seguían intactos la confianza y el cariño.

Aunque algunos se puedan engañar en una primera impresión, yo soy de esas personas con poco amigos. No por antisocial, ermitaña, o tímida, sino porque, me cuesta mucho confiar en las personas y porque en algunas ocasiones, las decepciones me han dolido lo suficiente como para jurar – en vano - que “nunca más” voy a volver a confiar en nadie.

Sin embargo, cuando confío, lo hago como una niña de tres años, con manos al fuego, ciega, sorda y muda si es que es necesario. Quizás por lo mismo me cuesta tanto “darme”, porque teniendo en cuenta esto, me es muy difícil reponerme de una traición.

Quizás por lo mismo, valoro tanto a los amigos que he ido conociendo a lo largo de mi vida. Ellos son un apéndice de mi corazón, siempre están en mis pensamientos y siempre están en las buenas y en las malas.

Cuando era muchísimo más joven supongo que no entendía la importancia de la amistad, lo veía como un aspecto poco relevante o reemplazable. Por lo mismo, a lo largo de mi vida, fui perdiendo a personas en el camino, muchas de ellas, seguramente muy buenas personas.

Pero hoy sé mejor, los porrazos me han hecho entender que uno no se las puede en esta vida solo, que los amigos son esa mágica red de amor que está de manera incondicional. Son ellos los que están cuando se rompe una ilusión, cuando alguien te rompe el corazón y son ellos los que siempre te van a escuchar.

Por lo mismo, a mis amigos, los atesoro en una parte especial, son intocables, y los defiendo como una loba. Tal cual yo sé que ellos me defenderían a mí. Aunque me dé miedo reconocerlo, yo no puedo vivir sin ninguno de ellos. Y hoy sé que una relación de pareja quizás puede terminar, pero una amistad del alma es para siempre. Y eso, me hace respirar tan aliviada…

miércoles, 28 de julio de 2010

Las nuevas aventuras de “old” Jessica


Aunque ya lleva varios años al aire, sólo hace una semanas descubrí “The new andventures of old Christine”, protagonizada por la inigualable y ácida Julia Louis Dreyfus, que ya la encontraba genial en “Seinfeld”, ¡programón!

“Christine” es sin duda mi nueva anti heroína, bordea los 40 años, está divorciada, tiene una relación amor – odio con su ex Richard, y se lleva de maravillas con su nueva novia, veinte años menor y – vaya ironía – llamada también Christine.

Mantiene una relación poco saludable y asfixiante con su hermano – con quien convive – y su mejor amiga es Barbara, otra ruda divorciada. Al final del día se siente sola y miserable, pero lo hace con tanta gracia e ironía que es imposible no morirse de la risa con sus desgracias.

Confieso que hay una parte de mí que se identifica mucho con “Christine”, y si bien suelo cultivar constantemente la ironía, me gustaría aprender a reírme más de mis errores y de mis “malos” cálculos (no me gusta usar la palabra fracaso, la detesto, es tan fría).

Sería genial aprender a juzgarme menos, ser menos crítica con cada paso que doy. Supongo que a ratos – y creo que esto le pasa a mucha gente – soy conmigo misma la jueza más perra y desgraciada. Me la paso condenando a veces, y eso ya debe parar.

De hecho, esto está dentro de mis metas 2010, porque soy una fehaciente creyente de que cuando todo anda mal, y todo parece oscuro, lo único que queda es reír, reír y reír.

martes, 27 de julio de 2010

¡Snob!


Me cargan las personas siúticas y sus siutiquerías. No comprendo cuál es el afán de nombrar en inglés cosas tan comunes. Supongo que será porque suena más "top".

De pura mala onda, hice mi propio listado de las palabras pitucas que más odio y su significado real. Si se les ocurren más, cualquier aporte es bienvenido.


“Refreshment”: llámese a la inyección de botox en el rostro, lifting facial y / o cirugía plástica para aparentar menos edad.

“Blackout”: El clásico apagón, pero ABC1.

“Deportes outdoor”: Pasear al perro en el parque, trotar en la vía pública, nada de glamoroso.

“Touch and go”: La forma en que poncean los ABC1.

“¡Hello!”: ¡Aló!

“Front row”: Primera fila, ponte tu….

“Coffee break”: Permiso para capear la pega y de paso tomarse un café

“Anti – age”: Propiedad milagrosa que se les da a la clásica crema antiarrugas

“Fast food”: Comida chatarra

"Fashion emergency": El cambio de look de antaño.

"Makeup": ¡maquillaje!

jueves, 22 de julio de 2010

Ser feliz

Hace un tiempo decidí ponerme una de las metas más difíciles que uno se puede poner: vivir con sentido. Sí, y de paso erradicar de mi existencia todo aquello que se hace de manera robótica, inconciente y sólo “porque sí”.

Ni les cuento lo complicado que es, supongo que eso pasa cuando uno lleva mucho tiempo haciendo todo lo contrario, viviendo una vida cómoda o realizando un trabajo sólo porque es lo que hay o porque tienes miedo de dejarlo y aventurarte a algo nuevo e inesperado.

Hoy busco algo completamente loco y audaz para los tiempos de hoy: ser feliz. Ya no me importa encontrar un trabajo que me permita tener tremendos lujos, ni me importa llegar a ser líder y jefa de una mega empresa. Lo único que me importa es tener un motivo lo suficientemente grande y poderoso para mí que me haga levantarme todos los días temprano sin importar el frío o el sueño.

Algunos podrán decirme que soy altruista, o utópica, que no existe el trabajo perfecto, pero una amiga me dijo algo tan sabio el otro día “una es quien lo hace perfecto”. Y eso busco, sentirme orgullosa, más allá de lo monetario o del prestigio de no sé qué. Ahora, esto sé y me guste o no, tengo que combinarlo con algo que me permita vivir y comer, si tampoco soy una carmelita descalza.

Vieran todas las tentaciones que tengo para hacer completamente lo contrario. Y vieras lo difícil que es decir que “no”, a algunas ofertas para volver a una vida sin sentido. Es un riesgo que he decidido tomar, el riesgo de ser realmente feliz y de no seguir huyendo de este mundo.

martes, 20 de julio de 2010

Marley: el súper perro


Llegamos hasta Marley un domingo 17 de mayo tempranito en la mañana. Luego de darle, muchas vueltas en mi cabeza respecto a si tener o no a un perro, me decidí, así es que partimos hasta un mall pituco donde sabíamos que había una jornada de adopción de perros rescatados de un centro de tortura canina en Lampa (que se hacía pasar por un refugio de perros).

Dimos una vuelta por ahí, y con desazón me di cuenta que no podía llevarme a ninguno de los que quedaban por adoptar, ya que eran demasiado grandes y yo vivía en un departamento. Además, quería tenerlo desde cachorro y todos los canes tenían sobre un año.

Sin embargo, J, vio que en la entrada estaban regalando otros cachorros. Yo tomé a una negrita, bien gordita, pero algo tímida y él tomó al Marley, quien lo miró y le lamió la cara mientras movía su colita de un lado para otro. Acto seguido, lo tomé y me hizo lo mismo. Ese día, Marley nos eligió como sus papás humanos.

Según me contaron, su corto pasado canino indicaba que su madre perruna era callejera y lo parió a él y a su hermano (que ya había sido adoptado) en una casa abandonada. Pero estaba demasiado enferma, para cuidarlos y seguir viviendo. Una señora pirula y de buen corazón, se apiadó de los cachorros y los decidió regalar.

Marley cambió mi vida y el sentido de ella también. Cada día aprendo más de él y de su fabulosa capacidad de amar. Porque él ama sin esperar nada de vuelta, él ama sin rencor, él ama sin condiciones y sin importar si eres bonito, o si tienes un regio trabajo o una linda casa, él ama porque simplemente existes para él.

Sólo quienes han tenido o tienen un perro pueden entender el vínculo que se forma con un compañero canino. Recuerdo que alguien de corazón poco generoso alguna vez me dijo que parecía que yo estaba “enamorada” de Marley, por mi constante preocupación, por mi cariño.

La connotación que esa persona le dio a su particular juicio fue, por decir lo menos, grosero y poco humano. Porque sí, estaba y estoy enamorada de Marley, y a mucha honra, así como estoy enamorada de lo lindo de la vida, del verano, de la gente buena, de las acciones nobles.

Marley es mucho más que un perro para mí, es mi talón de Aquiles. Él me salvó y me sigue salvando todos los días. Él es símbolo de todo lo hermoso y noble de mi relación de pareja, que por conflictiva que pueda parecer a veces, “engendró” este canino bello.

Marley me ayudó a enterrar para siempre y en buena hora, la idea que tenía en mi cabeza – también validada por otros - sobre mis supuestas incapacidades maternales, mi supuesta incapacidad para hacerme cargo de otro ser que no sea yo, mi hipotética incapacidad para amar sin miedo, con entrega y compromiso. Yo amo a Marley, aún cuando duele, porque sé que él no vivirá para siempre.

De hecho, después de ver por segunda vez “Marley y yo” (película que inspiró su nombre) y romper en un llanto incontrolable al final, decidí no ver más películas de caninos que mueren.

Sin embargo, hay un cortometraje sobre la relación perro – humano que sintonicé hace un tiempo en VÍA X, que resume todo esto, que. Se llama “Todo sobre mi perro” y les pongo el link, lloré de principio al final, y sólo espero que Marley en su momento final pueda decir o sentir lo mismo que “Marimo”.

Véanlo!

http://www.youtube.com/watch?v=NTMYdIAVQe0

El divorcio sigue siendo un pecado


No sé si me pasará a mí no más o qué, pero a todas las entrevistas de trabajo que he tenido post separación, una de las primeras preguntas que me formulan está relacionada a mi no existente vida marital.

- “¿Estás casada?”

- “No, separada”

- ¿En serio? ¿A qué edad te casaste?

- “A los 24”

- ¡Súper joven! ¿Y cuánto duraste?”

A esas alturas de la entrevista ya estoy sumamente incómoda y media dormida, porque mi separación no sólo es etapa superada, sino que también huele a naftalina.

Y lo peor está por preguntarse en todo caso.

- “¿Tienes hijos?”

-“No”

- (Suspiro de alivio)

Es como si se dijera “Bueno, se separó, pero por último no tiene hijos, punto a favor”. Esta situación me ha pasado varias veces. Incluso alguna vez, una jefa de recursos humanos, que más parecía de la SS, me preguntó la razón de mi separación, como si yo le fuese a contar mis intimidades a ella, una total extraña sólo por obtener un empleo.

Aprendí que mi respuesta políticamente correcta debía ser “Me casé muy joven, pero esa experiencia me ayudó a madurar”. Con esto, logro que no me pregunten más estupideces y que podamos seguir con las preguntas realmente importantes.

Es raro, pero siempre se habla del famoso empoderamiento de las mujeres, de la equidad de género y nos llenamos la boca balbuceando que hoy todas podemos hacer lo mismo que los hombres, sí ¡seguro! Porque hasta donde yo sé a ningún hombre le preguntan si es divorciado o si es papá de trillizos o si vive solo o tiene dos amantes.

Recuerdo cuando recién me separé. Mi ex se fue de la casa y yo seguí (hasta hoy) viviendo en el mismo lugar. Nunca se me olvidará la cara de reprobación de los mismos conserjes del edificio, cada vez que volvía de noche o llegaba con alguna amiga o peor aún, cuando iba a algún amigo a visitarme. Incluso uno tuvo la desfachatez de preguntarme qué es lo que había pasado con mi ex, que hacía tiempo que no lo veía. Yo, la tonta, le di las explicaciones del caso, siendo que debí, responder que lo había asesinado y enterrado debajo de la alfombra de mi living. ¡Imbécil!

Esa época fue dura. Porque mientras juraban que estaba viviendo “la vida loca”, entre ellos mi ex que aún debe creer que estoy de luna de miel en Hawai, yo me deshacía llorando todas las mañanas, tardes y noches. Y no porque lo extrañara, sino porque independiente de todo eso, duele acabar con una relación, más aún con un matrimonio, duele tener que reconstruirlo todo, y como si eso no fuese suficiente, porque más encima tienes que tolerar al mundo apuntándote como si fueras una “bitch”, una mujer con colmillos, desequilibrada y mala persona. ¡Cómo haces sufrir a ese hombre que fue tan bueno contigo! ¡Mala mujer!

Me sentí así, como una “yegua”, durante más tiempo de lo saludable, era como que si no merecía que nadie me quisiera, no merecía pasarlo bien, creo que incluso creí que era justo que me sintiera así. Y tuvieron que pasar por mí varias sesiones con mi sicóloga estrella, para que pudiera entender de que yo no era culpable de todo.

Pero hay algo que rescato de aquella época oscura y eso es que en ese tiempo, descubrí quiénes eran mis verdaderos amigos. Si bien quedaron bien pocos, ellos, sin importar la razón de la separación, me apoyaron y estuvieron ahí, siempre. No me hicieron muchas preguntas y sólo me blindaron en silencio. Mis padres, a su modo, también estuvieron ahí por mí. Son los incondicionales.

El resto, desapareció, pero me alegro que haya sido así. Incluso tuve que soportar que durante los dos años siguientes los amigos – matones de mi ex me hicieran la “ley del hielo” en el trabajo seguramente también hablando pestes de mí a mis espaldas.

Jamás olvidaré cómo una amiga del alma, literalmente me levantaba del piso, mientras yo, lloraba como una mujer poseída. Y tampoco olvidaré cómo mi actual pareja me tomó en sus brazos y me sujetó fuerte en medio de la tormenta, aún cuando yo le pedía a gritos que me dejara sola, que se fuera de mi vida, que no lo necesitaba. Sin ellos, jamás hubiese podido seguir y quizás, sólo quizás habría cometido la locura de seguir casada a una mentira.

Supongo que jamás comprenderé qué relación hay entre una entrevista de trabajo y el hecho de ser divorciada o madre soltera o amante, o cualquier tipología barata que se le puede dar a una mujer.

lunes, 19 de julio de 2010

Hannah Montana ha muerto


Me da un poco de risa Miley Cyrus, ahora anda con medias rotas (a propósito), incluso en su último video “Can’t be tamed”, da vida a una especie de ángel negro, rudo y provocativo “Está en mi ADN”, reza una parte de la canción.

Tanta provocación tiene a las viejas de muerte, ya que sus pequeñas hijas, seguidoras de las series de Disney, están preguntando a dónde se fue su Hannah Montana. Si ella existiese de verdad, creo que habría que sospechar que pequeña Hannah creció y ahora vende crack o que descubrió que su verdadera vocación estaba en las películas triple X.

Pero supongo que la verdad es que Miley quiere dejar de ser tierna y comenzar a ser sexy. Lo mismo le pasó a Britney y también a Christina Aguilera. Al comienzo de sus carreras parecían más niñitas de las monjas que cantantes pop, le hacían oda a la virginidad y a las canciones tiernuchas o derechamente cursis.

Hoy Britney y Christina están convertidas en mujeres hipersexuales que jadean y gimen en sus videos y lucen ropa de látex. El sexo vende más que la imagen de una chiquilla casta y pura, es obvio.

Pero esto me hizo pensar sobre la eterna rivalidad: Mujeres tiernas y bonitas v/s las eróticas y bombas sexuales. Marcos es un ilustre representante del pensamiento machista en el que hay tantos miembros en Chile. Y me confirma esta teoría indicándome sin siquiera arrugar la nariz: “Hay mujeres para amar y casarse y otras para darle (tener sexo, por si alguien no entendió) y pasar sólo el rato”.

Esta teoría si bien la encuentro del tiempo de las cavernas, tiene algo de verdad o por lo menos algo de realidad le damos tanto hombres como mujeres. Voy a exponer mi caso que no deja de inquietarme a veces.

Yo, supongo que caigo dentro del grupo de “mujeres para amar” y no sé si sea por mis increíbles virtudes. A veces pienso que los hombres que han pasado por mi vida (en su gran mayoría) me han querido para casarse o para algo serio, por el aspecto que doy de niña bonita y buena. Incluso he tenido algunas peleas cuando pregunto cómo me definirían, sexy o linda, y siempre es esto último lo que impera, y para qué voy a mentir, quisiera ser a veces, una bomba sexy, ya que ser la chica linda, cansa y hasta aburre.

A la vez, he tenido amigas que son sensuales y eróticas por naturaleza, que hasta fuman sensual y que incluso al comprar pan en la esquina inspiran erotismo. Sin embargo, ellas siempre se quejan que los hombres no las toman en serio, que lo único que las quieren es para la cama y que cuando preguntan cuál es su mayor atractivo siempre la respuesta va relacionada a algo sexual. Supongo que eso también agota.

Supongo que lo ideal es ser un “combo femenino”, o sea 2 X 1, ser una niña buena y tiernucha, pero a veces ser una escandalosa dominatriz con látigo incluido. El sueño de la piba…. Seguramente el sueño de Miley.

jueves, 15 de julio de 2010

"Pico"

No es una palabra muy elegante, pero a mí me encanta usarla. Sí, ¡me encanta! Pocos se dan cuenta del poder de esta tan mal mirada palabra. Incluso he instado a algunas amigas a ocuparla como símbolo de liberación al estrés constante, al acoso laboral permanente o a la superación de las exigencias propias y ajenas.

Hay que hacer el ejercicio por lo menos una vez en la vida, así es que te aconsejo que pienses en alguna situación estresante o terrible en que sientes que todo se descontrola, y desborda en que sientes que no puedes hacer nada por detener el evidente fracaso de una idea, acción o situación.

Una vez concentrada en esto di fuerte y sin titubeos “Pico” y luego, si te animas, puedes gritarlo ¡Picooooooo! Es tan power la verbalización de esta palabra, que hasta escribirla hace bien.

Onda, ¿tu jefe te pide hacer más de lo que puedes en nueve horas? Bueno, haz lo que puedas y ¡pico! Ojo, que también se acomoda a situaciones amorosas, onda, te acostaste con él y no te ha vuelto a llamar ¡Pico! Es maravilloso.

He hecho mi investigación y según la Real Academia Española (RAE) tiene varias acepciones y sólo en Chile y en Costa Rica significa pene. Curiosidades.

Ahora, lo increíble es que la palabra también puede ser usada como una exclamación negativa, onda “¿cómo te fue?”, “como el pico”. O “me quedé hasta la hora del pico”.

Pero sin duda alguna, yo prefiero su poder liberador, es la palabra que ocupo cuando, con justa razón y por razones de salud mental, hay que mandar un ratito al mundo a la chucha.

Sólo hay una situación en la que no me gusta la palabra y esa cuando es usada por los hombres para decir “esa mina tiene cara que le gusta el pico”. Es redundante, porque a todas las mujeres nos gusta ¡hello! Salvo las lesbianas, obvio.

Placeres culpables


En el último tiempo tengo hartos placeres culpables televisivos, ustedes saben, esos programas que nos provocan placer y satisfacción pero que muchas veces nos da pudor confesar que vemos.

El primero que se me viene a la cabeza es mi reencantamiento (suena mejor que adicción) de “Dawson’s Creek”, una serie juvenil de los 90 que están dando por LIV. La amo, me creo la Joey Potter (interpretada por la entonces poco conocida Katie Holmes, mami de Suri) y hasta en momentos de desquicio absoluto hago links de su vida con la mía jajajaja ¡esa onda! Bajo ahora la música de la serie y espero con ansias los siguientes capítulos.

Tengo otros placeres culpables televisivos. Me devoro las tonterillas de MTV onda “My sweet 16” o también la versión latina “Quiero mis 15”. Siempre que veo algún capítulo, me siento tan aliviada de no haber nacido siendo millonaria, es que los chiquillos que obligan a sus padres a celebrarles de manera apoteósica sus cumpleaños número 15 son insoportables, quejumbrosos y tienen cabeza de aire.

También veo “Parental control”, ese programa es que los padres le muestran dos posibles candidatos a su hijo (a) para que de una buena vez deje a su actual pareja que por lo general es una abominación.

Otro programa que veo es “Runway proyect”, me encanta cuando Heidi Klum repite religiosamente lo mismo en la ceremonia de eliminación “en el mundo de la moda un día estás dentro y otro fuera”. Siempre quedo para adentro cuando recuerda que Heidi es madre de cuatro hijos ¡cómo tan regia!
Me encantan todos esos programas de enchulamiento, onda “10 años más joven”, el de Tim Gunn o “No te lo pongas”. Siempre concluyo que todas, sin excepción y sin importar la edad o el tipo de cuerpo que la naturaleza nos dio, podemos lucir glamorosas y regias si supiéramos qué ponernos.

Cada vez que puedo sintonizo también “El encantador de Perros”, ya que César Milán es un maestro. ¡Maestro!! He tratado de aplicar el “chsssssss” con mi Marley pero éste me mira sin entender, hay que ser César Milán para que resulte.

Y en cuanto a televisión abierta no me pierdo “Martín Rivas” jajajaaj, es como catártico, tanta maldad junta y tanta injusticia contra la mujer. Pero a veces me horrorizo pensando en que las cosas no han cambiado tanto. O sea, las mujeres adúlteras siguen siendo más mal miradas que los hombres infieles. Aún hay clasismo y la tontera del apellido y el rechazo absoluto al escándalo. En fin.

También veo “Fiebre de baile”, ¡sí, lo dije! Veo ese programa, en parte para ver a Rodrigo Díaz, que aunque sea evidentemente gay, tiene un cuerpo... y también en parte para ver, con cierto recelo y envidia, lo confieso, cómo lo hacen esas guapas de la farándula. Las odio un poco a todas jajajaja, especialmente a la con nombrecito “fino”, ¿Jhendelyn? Es regia, no puedo negarlo, pero para no confesarlo, siempre aclaro que de cara es picante…… ¡pero si lo es!

El sin sentido

El sentido de la vida. ¡Uf! Ya, la pura frase es pesada como mil kilos de piedras en una mochila sobre la espalda. Es un concepto tan amplio y también tan manoseado, incluso se ocupa para vender, onda “regalos con sentido”; “organiza una navidad con sentido”.

Curiosamente muchas veces se le vincula a aquello que justamente no tiene ningún sentido, porque para qué hacernos los lesos, ¿qué saca uno tener una navidad con arbolito y muchísimos regalos, súper nice, si mientes, pisoteas a los demás con tal de conseguir lo que quieres, y prefieres estar online que vivir una vida de verdad durante todo el resto del año?

Hoy con una amiga conversaba sobre lo terrible de la falta de sentido en la vida. Azota como fuego en una herida. Yo he sentido esa carencia y es como sentir de pronto que ya no hay ningún motivo por el cual levantarse todas las mañanas, sonreír y peor aún, y creo que esto es lo primordial, para “esperar” para tener esperanzas de que todo cambiará.

En lo personal, yo viví durante mucho tiempo sin sentido. Fue raro ese tiempo, no tenía idea de por qué hacía las cosas y eso abarcaba desde el trabajo hasta mi vida más personal.

Yo, humildemente creo que el verdadero sentido de todo, no está donde la publicidad intenta hacernos creer que está, onda en el mejor crédito, ni en el mejor empleo, ni en el mejor plan de celular y ni siquiera en la mejor propiedad, sino que está en la razón que nos motiva a adquirir todas esas cosas. Siempre digo, da lo mismo la acción, es la intención la que cuenta más.

A veces yo le hallo más sentido a pasar varias horas tejiendo – mi nueva afición – que reventarme el lomo trabajando para poder comprarme algo material y puede que un día le halle más sentido a comprarme un rico berlín para la once que ponerme a pensar en todo aquello que está mal en mi vida.

Creo que al final, uno es quien le da el sentido a la vida.

miércoles, 14 de julio de 2010

La maldición del tío Benjamín

Denisse Malebrán tiene una canción notable que dice algo así como “No, no puedo compartir ni un sábado/ Sabes que no hay excusas/ No puedo aparentar que estoy bien aquí sola/ No, no puedo pretender que das un salto/ Sabes que no hay horarios/ Siempre puedo esperar….. Arriesgo penas del infierno/ Desprecios que no esquivo bien.

¡Temón! Supongo que todas conocemos – si es que no hemos sido la protagonista – a alguna mujer que se enamoró de un ¡Sí, lo voy a decir! De un hombre casado, porque aún estando en pleno siglo XXI sigue siendo un tema tabú, como que a nadie le gusta que el mundo se entere que se es “la otra”, “la amante”, “la patas negras”, etcétera, pero yo tengo la opinión que se puede ser, pero ¡Siempre dignas!

Mi mamá desde pequeñita siempre me alertó sobre la existencia de esta cruel plaga: “Hombre casado, hombre muerto”, me repetía para acto seguido contarme la triste y trágica historia de una mujer que no encontró nada mejor que enamorarse del tío Benjamín. En resumen la mujer se murió (literalmente) sola y triste esperando a que él se separara por ella.

Personalmente nunca he sido amante de un hombre casado, quizás debido al impacto que a tan corta edad tuvo en mí la historia del maldito tío Benjamín, quién sabe, pero sí tengo almacenadas algunas historias de alto impacto relacionadas con el tema y que no terminaron de esa manera tan trágica.

Tengo una amiga que fue amante durante varios años de un hombre casado que me tocó la infortuna de conocerlo también (imposible no hacer causa común con el género). Bueno, recuerdo sus mentiras: “yo vivo con mi esposa, pero dormimos en camas separadas y ya no pasa nada” (extrañamente la mujer volvió a quedar embarazada de él); “Ella es una bruja, me trata mal, no me entiende” (mi amiga conoció a su mujer por el azar y quedó sorprendida cuando vio que era un amor y tan tiernucha con su marido); “Me voy a separar cuando mis hijos crezcan, no puedo dejarlos solos, sólo por ellos estoy con ella” ¡cuek!

Ahora, si bien el tipejo es un pobre gallo y un patético, fue mi amiga que le creyó durante varios años, hasta que un día descubrió que él le mentía por un supuesto “viaje de trabajo”, que en realidad se trataba de una segunda luna de miel.

Lloró, y sufrió sin duda alguna. Pero un día rearmó su vida y dio vuelta la página, hasta que la vida le dio la oportunidad para hacer justicia. El tipejo la llamó pensando que ella volvería con él, y ¡no pasó nada!... incluso, creo que en un segundo de desesperación, le dijo que quería tener un hijo suyo….. Doble ¡Cuek! En esta historia nadie se murió, y la justicia divina sí se hizo presente.

Ahora, si bien no he sido amante de un hombre casado, sí he sido la diabólica figura del “casado”, en este caso casada. Lo que pasó conmigo supongo que es lo que sucede en el 1% de los casos, pero soy parte del 1% que se enamoró del “otro” y que se separó con todas las implicancias sociales que eso implica. Porque debo acotar que nadie mira bonito a una “rompe hogares”, pero tampoco nadie aplaude a una mujer “adúltera”, ni mucho menos se da el tiempo para entender.

El picota

Qué divertido. El otro día una amiga de la vida, con algo de cautela, me dijo: “¿Te puedo hacer una pregunta?”. Típico que eso es seguido por alguna interrogante algo incómoda o vergonzosa, pensé. ¡Bingo! “Es que me contaron algo y quiero ver si es verdad”, siguió.

El personaje en cuestión le contó a mi amiga un extracto de una verdad manipulada a conveniencia con más tintes de mentira que de realidad. Eso me llevó a pensar en que sin importar la edad, ni las circunstancias, los hombres “abandonados”, pueden ser capaces de inventar cualquier cosa – incluso se ha sabido de casos patológicos en que ellos se terminan creyendo la mentira – con tal de que nadie se entere que fueron pateados, exterminados, engañados, eliminados, insultados, rechazados y hasta humillados por una mujer.

Hay distintas tipologías de “picotas”, unos más peligrosos que otros. Están los “picotas – maricones”, es decir, los que le comentan a quien quiera escucharlos que ellos terminaron la relación porque ella era pésima en la cama e intentan formar todo un mito sobre las capacidad amatorias y de flexibilidad de la mujer.

Luego, tenemos a los “picotas en negación”, es decir, los que se rehúsan a aceptar que los patearon, por lo que sólo cuentan que la relación se terminó por decisión mutua. También están los “picotas patéticos”, aquellos que socialmente respiran aliviados porque la relación se terminó, pero que en soledad, lloran, se quejan y lo que es peor aún, escuchan canciones de Arjona.

Seguido tenemos a los “picotas hipersexuales”, (los más comunes, por cierto) que deciden encamarse con cuánta mujer se les cruce para demostrarle al resto que si se terminó, ellos necesitan recuperas el tiempo perdido y volver al ‘sexo – deporte”, la gracia es que todo el mundo, especialmente ella, se entere de todas sus andanzas sexuales por lo que colocan maliciosos comentarios en Facebook o en los Nicks de MSN, onda “soy libre” o menos sutiles como “Mejor sexo 2010 ¡allá voy!”. De paso, estos especímenes también aprovechan para declarar públicamente que no fueron abandonados porque eran malos en la cama. ¡Cualquier cosa menos eso!

Ah, y no puedo dejar afuera a los que de puro picotas se tiran un piquero en la vida nocturna sin retorno, los llamo los “picotas a lo Kike Acuña”. Borrachos todo el día y noche, aparentando que están recopilando los mejores momentos de su vida, para contarles a los nietos. De paso, sienten que el alcohol les da el derecho a decir y hablar de más.

Supongo que el picota del que escribí al principio tiene un poco de todas las tipologías descritas anteriormente. Para él y todos los picotas del mundo sólo una palabra: ¡Supérenlo!

¡Al carajo!

Me acuerdo cuando tenía unos 18 años y me imaginaba a los 30. En mi proyección de vida, me veía mayor, casada, con mínimo dos hijos, con un súper trabajo y con el mentado sueño de la casa propia ya cumplido siglos atrás. En resumen, me veía con la vida ya resuelta.

Hoy tengo 30 años y físicamente aún parezco de 20 y siempre, jamás he usado traje de dos piezas ni mucho menos me pongo esos tacones de terror tipo ejecutiva. Me casé, pero me separé también, y hoy convivo con otra pareja. No tengo hijos – sólo un canino peludo que me hace muy feliz – hace poco renuncié a lo que se suponía que sería el “súper trabajo”, pero que resultó ser mucho menos que eso, y en verdad el sueño de la casa propia nunca ha sido un sueño para mí. En resumen, poco he podido resolver aún, pero a la vez siento que tengo un millón de nuevos comienzos esperándome.

De esto puedo hacer mil y un análisis sicológicos profundos y sesudos pero ¿saben qué? ME DA LATA, porque aunque para algunos parezca a veces difícil de entender, yo soy feliz.

Claro que tengo mis momentos, como cuando se cuela por mi cabeza nuevamente la imagen que tenía a los 18 sobre cómo sería mi vida a los 30 o cuando se cuela en mi cerebro lo que la sociedad en la que vivo dicta sobre cómo debiese ser – comentario aparte, he llegado a la conclusión de que eso del llamado “reloj biológico” es realmente una joda y una nueva forma de represión femenina. Cuando eso me pasa siempre me hago la misma pregunta, ¿quién es la que vive todos los días tu vida, tú o los demás? La respuesta es obvia ¡al carajo con los demás!

Supongo que hay personas a las que les toca más fácil y que efectivamente a los 30 años pueden tener todo encaminado y resuelto. A ellos los catalogo como los “shiny happy people”, todos conocemos mínimo a uno. Me refiero a esa gente que casi todo les sale bien, que se casan con el amor de su vida y que lo de “hasta que la muerte los separe” es literal, que tienen una linda casita – de esas con una rejita blanca – que aman a todo el mundo pero que por alguna razón alguien los detesta, seguramente por envidia.

Los “shiny happy people” suelen estar ajenos a la fealdad del mundo, a que efectivamente hay malas madres, abusivas y crueles, a que hay hombres que golpean a las mujeres y que incluso las matan, a que hay gente que violan a niños e incluso a sus propios hijos y que duermen tranquilos por la noche y con la conciencia tranquila. Y les digo, si es que este párrafo les pareció “heavy”, probablemente son parte de este conglomerado tan Pink y light, tan nice….

Yo pertenezco a ese otro grupo, a los que saben que todas esas asquerosidades suceden y peor aún, que suceden más frecuentemente de lo que uno pudiese imaginarse. A lo largo de mi vida, he conocido gente bastante perversa, pero por raro que suene, han sido ellos los que han puesto a prueba mi fe y valentía.

Debo confesar que hubo un tiempo que me burlé y detesté a los “shiny happy people”, pero a mis 30, me he dado cuenta que son necesarios y que hasta yo los necesito en mi vida. Y bueno, quizás a mí no me tocó vivir en la casita con la rejita blanca, pero sí puedo decir hoy que, poco a poco he podido ir construyendo mi camino, pintándolo a mi gusto, con mucho esfuerzo, pensando que tal vez, sólo tal vez, mis hijos y los hijos de mis hijos puedan habitar esa casita con la rejita blanca.