martes, 26 de julio de 2011

Estupidez humana de jornada completa


Los seres humanos somos muy estúpidos a veces y digo “somos”, porque no puedo obviar que soy de la misma especie, por lo que concluyo que debo llevar también el gen de la imbecilidad.

Es como si no creciéramos nunca. Es como si aún ya de adultos y a años luz del jardín infantil y del mismo colegio, siguiéramos entrampados en roles tontos.

No falta la que aún tiene complejo de “presidenta de colegio”, esa que siempre quiere estar al frente de todo, que quiere ser la cara visible de todo o la pesaíta del curso que siempre quiere (o aparentar) que hace bien todo, la perfecta, la competitiva a cagarse, la que se las da que es mejor que todo el resto.

Y luego, tenemos al que le gusta manduquear, sólo porque le gusta dar órdenes y no porque tiene don de mando. Se hace lo que él ordena, porque simplemente él lo ordena, no siente la necesidad de dar argumentos, mal que mal él es el jefe.

Está la sapa o el sapo, el que siempre tiene un cahuín y si no lo tiene, lo inventa. El guata de callo, el patero, el patético, y por supuesto el matón del curso, el que le encanta ponerle la pata encima del que sabe que no puede defenderse.

El guatón simpático, bueno para la chela, las parilladas y la talla, la loca anoréxica, la loca de patio, la mina que se cree sexy bom bom y que pareciera que todo el rato tiene ganas de sexo, la mina que todos se quieren comer, la nerd, la fea envidiosa, la gorda simpática, el reventado penoso, el jote acosador....

La conflictiva (la misma que todos a sus espaldas aseguran que le falta vitamina P), la amiga de todos, la hueca que no cacha na y que llegó a un puesto alto sólo por ser clarita o derechamente chupa... ah y por supuesto el que alega por todo y nunca está conforme con nada.

Y aún de viejos, hay bandos, grupitos que se odian a muerte unos con otros, que se hacen zancadillas. Realmente no podemos ser más ridículos. Debo confesar que a ratos esto me da risa, otras veces me da susto y el menor de las veces me da rabia.

Con los años, descubrí que realmente en todas partes se cuecen habas… sí esas malditas putas habas. No hay caso, pero también entendí que hay lugares peores que otros.

Hay lugares donde el número de matones o de jefes autoritarias traspasan mi nivel de tolerancia, que ya es más bajo que hace 5 años.

Pasa que uno va aprendiendo cosas, truquillos y pasa que me di cuenta que nada vale tanto la pena como para hipotecar la vida o la salud mental.

NOTA DE AUTORA: CUALQUIER SIMILITUD CON LA REALIDAD, NO, NO ES COINCIDENCIA JO JO JO

No hay comentarios: