jueves, 28 de julio de 2011

Mi día D


Yap, mañana viernes debería ser el día de mi divorcio, digo “debería”, porque resulta que, aunque parezca insólito, los fiscales de los tribunales de familia ayer se fueron a huelga jajajja tengo muy mala cuea, es como dije, la vida me está llevando a vivir una vida de bígama. Pero quiero pensar que igual se va a poder, y si no, seguiré insistiendo.
¡Aunque sea lo último que haga!

Me ha costado tanto divorciarme, siempre pasa algo, o faltaba un papel o no se puede por ley o no sé, es como un chiste ya, pero bueno, aunque tenga que persistir más tiempo, lo lograré. Quiero ser LIBRE, o sea, ya lo soy en la práctica, pero quiero serlo también en el papel.

La relación con mi señor Ex marido (aún hay gente que se espanta cuando se enteran que estuve casada) es normal. O sea, después de estar algo así como 4 años separados, podemos estar en un mismo lugar sin que él se emputezca y yo puedo respirar el mismo aire que él sin que él me haga sentir como pendeja.

El par de veces que nos hemos visto este año por temas del divorcio, ha sido piola. No así como amiguis, pero tampoco somos como los protagonistas de “La Guerra de los Roses”.

Claro que me pasa cuando lo veo, pienso “quién es este tipo, jamás lo pescaría hoy” y lo siento como un total extraño, ese hombre no tiene nada que ver conmigo. Heavy si pienso que me casé con él.

Y remonto nuestra historia (lo que me acuerdo sí). Nos conocimos cuando yo hacía mi práctica profesional en el sitio web de una radio conocida. Él era de la sección de deportes y yo era una jovencita que en ese entonces estaba al lado de un pololo celópata.

Después de un par de meses, comenzamos a andar. Nuestro primer beso fue cerca de la pega y de mi actual casa. Y fue como el resto de nuestra relación, medio infantil como de cuento de hadas… nice.

Nos pusimos a pololear altirito. Era tierno, me gustaba eso, tierno como esos de peluche que uno ve en las tiendas. Protector como un padre, buen hombre. Llegó a mi traumatizado por culpa (como siempre) de una mujer que lo había usado, por lo que yo llegaba a él como la gran salvadora, la chica buena con la que se queda al final.

Su familia me amaba, les caía bien. Incluso le hice clases de inglés a su sobrino. Tierno el chico, ¡debe estar grande ahora! En fin. Mi familia lo amaba a él también. Lo encontraban bueno de corazón y se daban cuenta que me quería.

Me casé con él a los 24 años, él era mayor que yo (7 años), se notaban igual…. Es como si yo ahora a mis 31 años me emparejara con un pendejo de 24…. No, qué lata! Nos casamos por el Civil. Recuerdo que me dio tanta pena que me puse a llorar, pero no así como pena por casarme, si no era una pena extraña, como de desarraigo, era como decirle adiós a mi antigua vida.

Al día siguiente hicimos una fiesta en el salón de eventos de la desaparecida Las Brujas. Yo con mi vestido blanco (arrendado a todo esto, pero lindo) y mis flores en la cabeza…. Bonito. Fue bien bonito.

El fue el primer hombre con el que viví. Y me imagino que debió haber sido duro vivir conmigo. No era una joyita tampoco, era muy niña, no sabía para dónde iba la micro, me mandaba cagazos, era egoísta. Pero aclaro que lo quería, aunque hoy puedan decir algunos lo contrario por mis actos.

Pero lo quise, si no, no me habría casado con él. Pero no lo quise como pareja, sino más bien como un padre o algo así. Alguien que me limpiaba los cagazos. Yo necesitaba en ese entonces alguien que me abrazara fuerte y me dijera que todo iba a estar bien. Y eso fue para mí hasta que ya no lo necesité más.

H, (así se llama) me quiso, eso lo sé. Me amó, me parece que sí, pero creo que amó más lo que él quería que yo fuera más que a mí cómo persona. No se dio el tiempo de conocerme bien o quizás no quería. Nunca llegó a mi y yo a la vez creo que tampoco me di el tiempo para eso.

Me doy cuenta que nunca estuve comprometida con él, si no más bien estaba comprometida con mi ansias de buscar cosas para mí, con mis ganas de tener respuestas a cosas que aún ni siquiera sabía cómo preguntar. Estaba comprometida con mi destino y mi camino.

Pero no todo fue tan malo. Fue un camino de cosas buenas y malas. Recuerdo con cariño nuestra luna de miel a Mendoza o el viajecito a Montevideo. La pasamos bien. Nuestro mundo, los chistes, el cariño que nos unía…. Pero claro faltaban tantas cosas, faltaba amor del potente y bueno, faltaba sexo del lujurioso, faltaba madurez, faltaba todo.

Le fui infiel muchas veces y con distintos hombres y ahora lo digo sin sentirme una mierda humana. Tuvieron que pasar varios años y varia terapias también para que yo lograra por fin dejar la culpa atrás y comenzar a armar el puzzle. Porque una no es infiel de onda…. Siempre hay cosas detrás y no son excusas, sé que le hice daño, pero él tampoco nunca me escuchó cuando yo gritaba por ayuda.

Después de 2 años y medio de casados, una mañana cualquiera del mes de noviembre me desperté harta de la mentira que vivía, harta de mi matrimonio, harta de sentirme una mierda. Me tomé una botella casi entera de un ron barato y en un acto de locura e insanidad lo llamé a la pega para decirle que, me quería separar, que ya no quería más.

Entre que llegó él a casa, mi amiga P, yo gritaba, lloraba, estaba borracha. Uf! tiempos aquellos…. Esa noche se fue y nunca más volvió. Yo, ya estaba con J…. entre medio hubo una llamada suya desgarradora donde me decía que se había enterado de la existencia de J y bueno… el resto ya es historia.

Si me pregunto si volvería a hacer todo igual, si volvería a casarme. Creo que diría que no, que por lo menos omitiría el casamiento, tal vez conviviría. Y no, no repetiría lo de las infidelidades no sólo con él sino que con nadie. Y es por una cosa de auto protección, es mentira que una se las lleva peladas cuando una es la infiel, la mentira hace daño no sólo a quien se le miente, sino también a quien miente. Lección de vida, lección marcada en mi corazón con fuego, para siempre y pienso, aunque suene injusto y doloroso, que H llegó a mi vida para darme esa lección.....

Me pregunto qué habrá sacado en limpio él.... probablemente jamás lo sabré.

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