martes, 12 de julio de 2011

Conocer al otro


En mis ya 31 años he convivido con dos hombres, muy distintos uno del otro. Fue en la convivencia misma que los llegué a conocer en profundidad. Sus mañas, manías, sus genios, cosas buenas y cosas malas. Recuerdo que a uno no se le podía ni hablar cuando estaba frente al PC, mientras que el otro no entendía que cuando uno se sacaba la ropa no era necesario dejarla tirada donde cayera jajaja en fin. Cada uno con sus locuras, yo seguramente tengo muchas también.

Pero siento que no es sino cuando uno vive con el otro o comparte harto tiempo en su espacio vital (casa) es que uno recién comienza a conocerlo en toda su magnitud. Porque seamos sinceros, es bien fácil parecer “perfecto (a)” cuando te ven un par de horas fuera de tu casa, toda lindo y producido, recién salidito de la ducha a cuando te ven con el genio matinal y sin ducharte.

Hay quienes prefieren mantener y extender al máximo este velo de “desconocimiento” en la relación, es decir, pololear puertas afueras por mucho tiempo y evitar esta cosa de la convivencia, ya sea de fin de semana o permanente.

Yo, particularmente, soy del grupo que prefiere saber la verdad no más. Y debo admitir que encuentro lindo conocer y reconocer los detalles del otro. Onda, saber si prefiere el café antes que el té, cuántas sacarinas le hecha, si es conversador por la mañana o si es más bien callado, sus rutinas, su mundo, con lo bueno y lo malo que tenga.

Las últimas semanas ha sido de conocer a M. Lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo. Y sí, con todo lo que lo quiero, hay cosas que me desesperan jajaajja, su manía de lavar un plato por 15 minutos, es un ejemplo claro, pero también entiendo que es por esta tendencia suya al comportamiento obsesivo compulsivo que de hecho, detesta él y hasta lo avergüenza. Cuando me enteré que no lo podía evitar y que le daba plancha, me sentí algo absurda por molestarme, y hasta sus manías me parecieron tiernas.

Estuve pensando en las mías, es decir, en mis mañas. Tengo varias como el que me despierto idiota por la mañana, que me carga que me hablen a esa hora y que sólo reacciono después de la ducha. No puedo irme de mi casa sin hacer la cama antes (detesto llegar después y que la cama esté toda desordenada), no soporto no olerme mi propio perfume, andar con el pelo sin lavar ajajaj y muchas otras leserillas que para otro también podría ser insoportable.

Haciendo el link con otro tema, recuerdo que hubo un tiempo en que decidí que cuando volviera a convivir con otro hombre íbamos a tener piezas separadas. Onda que cada uno durmiera en su respectiva cama, para así, evitar la rutina, el aburrimiento y para poder tener espacios individuales.

Comentando mi idea a M, éste me dijo que no le parecía bien eso de dormir separados porque la cama era como el lugar íntimo, como el lugar de la pareja y que era bonito compartir la cama. Y ahí me quedé con mi idea jajjaaja. Le encontré razón, toda la razón, supongo que habrá otras formas de ahuyentar a la rutina.

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