A Cecilia Bolocco le pasó. Una mujer
inteligente, la más bella del universo, con buen apellido, buenos contactos,
entonces ¿por qué a mí no me podía pasar también? Bueno, lo de Cecilia fue más
trágico porque ella se llegó a casar con el personaje que después resultó ser
gay.

Digo al “parecer”, porque yo no lo he
visto dándose un beso con otro hombre, ni acostándose con otros, ni durante
nuestra relación lo pillé viendo ni porno ni haciendo comentarios sobre otros
hombres y tampoco noté nada extraño en el sexo conmigo. Tampoco él ha salido
del clóset ni lo he escuchado decir que es gay. No quiero ser injusta con él
pero tampoco quiero ser más injusta conmigo y no decir la verdad.
Porque yo muchas veces tuve que
“defender” su heterosexualidad durante y hasta después de la relación. “Si me lo
preguntas a mí, él no es gay”. ¿Qué fuente más fidedigna que yo? Pero creo que
fui ciega o mejor dicho, no quise mirar. ¿Para qué, si todo era tan re
perfecto? O por lo menos eso pensaba hasta hace un año más o menos.
Él y sus trajes de marcas
rimbombantes, él y sus putas corbatas de colores rimbombantes, él y sus viajes
– escapadas de la realidad- él y su
obsesión con andar combinado de pies a cabeza, él y su locura por dejar la ropa
lista para la mañana siguiente aunque hayan sido las 4 am, él y su programación
tipo carta Gantt, él y sus tapper preparados por su mamá porque era incapaz de
hacerse un huevo para el almuerzo, él y
sus mentiras me hicieron a mí vivir en una mentira por un año y medio.
Porque a mí lo que me da rabia no es
que el hombre posiblemente sea homosexual, yo respeto tremendamente a los
homosexuales, tengo amistades gays, cero rollos, pero eso es una cosa, y otra
muy distinta que el otro en su “confusión” aparente algo que no eres y de
pasadita, me pase a llevar con sus rollos.
Cuando un día dije “me siento estafada”,
no estaba tonteando. Y ahora te hablo a ti: Tú, tú me estafaste. Sí, tú, el que
todo el mundo quiere como si fueras el viejo pascuero, como si fueras algo así
como súper estrella, cuando no eres más que un mentiroso, un hipócrita que no
quiere a nadie, más que a sí mismo. Tú que sólo tienes a un millón de amigos
porque te pudres por dentro al estar solo, porque no puedes mirarte al espejo,
porque no te aceptas, porque no quieres verte. Sólo te quieres a ti mismo. Ni a
tu un millón de amigos quieres, porque con cero prudencia escuché hablar de
ellos. “Bipolar”, “loca”, “mediocre”, “poca cosa”, fueron algunos de los
comentarios que me hiciste sobre algunos, los más queridos.
Ahí, en ese mismo minuto yo debí
saber con quién me estaba enfrentando: un saco de gueás con recomendación. Un
hombre que vivirá su vida entera aparentando cosas que no son. Me mentiste, y
me dejaste sola cuando más te necesité, porque vuelvo a decir, tu sólo te
quieres a ti mismo. ¿Buena persona? Una buena persona no me dice con soberbia “no
saco nada con llorar sobre la leche derramada, porque ya fue”, cuando yo,
dolida te enfrenté porque cuando pasó lo de mi mamá no estuviste cerca. Y mucho
menos, una “buena persona”, me explica a mí que nunca se acercó (más que un
mail de buena onda) a mí porque “quería hacer una diferencia entre el pololeo y
el término”. Vanidoso, egocéntrico, narcisista. Poca cosa.
Yo ya me cansé. Me cansé de permitir
que tú le hagas pensar al resto que eres tan bueno, y el mejor ex, tan
civilizado y bueno…. No eres más que un saco de mentiras rosadas y tragos de
colores a quien yo amé sin condiciones. Porque yo amé a este personaje ficticio
y conseguí algo con lo cual hoy lucho todos los días: reamar mi vida en base a
la verdad y a la realidad.
A mí no me duele la verdad, prefiero
conocer a alguien que tenga unos defectos abismantes, pero que sea capaz de
mirarme a la cara y de frentón decirme “hola, soy un looser”, porque eso me
da la opción de elegir si estoy o no con él, pero tú no me diste opción. Me
pintaste algo que no era y claro, como dicen, uno puede mentir mucho tiempo,
pero nunca para siempre.
Convertiste una parte de mi vida en
mentira. Y eso ha sido un golpe tremendo, porque me obligó a mirarme también y
rearmarme en un mundo que no es nada de rosado te contaré, donde no hay tragos
de colores sino que destilados, donde la gente está dañada en serio , donde a
veces no hay vuelta atrás, donde a veces uno no está con alguien por amor sino
que por deseo o soledad, donde uno no siempre está cantando bajo la lluvia ni
en los mejores lugares, ni con los mejores amigos, ni con los mejores tragos,
donde uno a veces tiene que comer mierda un rato, porque la vida es así. ¡La
vida es así! Es altos y bajo no es una puta canción eterna de David Guetta.
Mi CM preferido. ¡Buenos días!
¡Buenas noches! ¡Saludos! ¡Un abrazo Jessi! ¿un abrazo por correo
electrónico cuando mi mamá tenía cáncer? ¿Un posteo de saludos cuando yo me
estaba muriendo de pena? ¡Todo es para mejor! Cuando tú jugaste a las barbies y
al kent con mi vida ¿really? Y después… tu buena onda de amigos…. ¡MENTIRA!
Todo lo tuyo es mentira. Y eso es lo que yo no perdono. Porque que me hayas
dejado de querer es comprensible, pero el resto, no es digno de “una buena
persona” como te encanta venderte.
Y lo más triste es que soy la única que
lo dirá y lo gritará, tú no eres buena persona. Y lo digo una y otra vez. Pero
hay algo mágico en todo este proceso, y eso es que yo – con mucho tesón – he ido
reencantándome de nuevo con la vida y el amor, pero con la vida y el amor real.
En fin. Buen viaje, no tengo nada más que decir sobre este tema, ya me exorcicé. Te saqué de mi vida ya y te saco de mi rabia también desde el momento exacto en que publico esta entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario