viernes, 13 de junio de 2014

Cartas de amor, correos, posteos y otros….

Yo ya sabía que Frida Kahlo y Diego Rivera habían mantenido un romance tormentoso. Él, poco agraciado y con panza, siempre fue un mujeriego de primera línea. Sólo me queda pensar que conquistaba con su intelecto y buena labia. Por su parte ella, también le era infiel, no sólo con hombres sino que también con mujeres. También una vez escuché por ahí que se llevaban como el perro y el gato y que alguna vez rayaron en la violencia.

Pero no es hasta que una amiga me mostró algunas cartas de Frida a Diego que realmente entendí el tipo de relación de amor que ellos mantuvieron por años, literalmente hasta el último día de la pintora en esta tierra.

Un amor desbordado, un amor cruel, un amor demencial, un amor masoquista, un amor destemplado con varias idas y venidas. Con muchos adioses y varias bienvenidas. Un amor pasional, un amor donde por lo menos uno de los dos (en este caso le tocó a Frida) entrega- como siempre digo – hasta el hígado por el otro.

Acá reproduzco una de estas cartas escritas por el propio puño de Frida:

"Mi amor, hoy me acordé de ti aunque no lo mereces tengo que reconocer que te amo. Cómo olvidar aquel día cuando te pregunté sobre mis cuadros por vez primera. Yo chiquilla tonta, tu gran señor con mirada lujuriosa me diste la respuesta aquella, para mi satisfacción por verme feliz, sin conocerme siquiera me animaste a seguir adelante. Mi Diego del alma recuerda que siempre te amaré aunque no estés a mi lado. Yo en mi soledad te digo, amar no es pecado a Dios. Amor aún te digo si quieres regresa, que siempre te estaré esperando. Tu ausencia me mata, haces de tu recuerdo una virtud. Tú eres el Dios inexistente cada vez que tu imagen se me revela. Le pregunto a mi corazón porque tú y no algún otro. Suyo del alma mía". 
Frida K.

Otra carta, esta la escribió cuando ella se entera en el hospital que le amputarán una pierna:

“No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste el cuerno… no sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres ¿Cómo cayeron en tus enredos? Tú piensas que me encabroné por lo de Cristina, pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mí, primero porque nunca he podido entender ¿qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? Porque no nos hagamos los pendejos Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien, cómo carajos le haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo hijo de la chingada….”

Notable Frida. Y eso también me hizo acordarme de tantas otras cartas que he leído de autoras, pintoras, artistas reconocidas. Todas mujeres inteligentes, todas mujeres admirables, todas mujeres que podrían haber tenido a cualquier hombre, pero que un día se obsesionaron con “ese”, con “ese” que no da su brazo a torcer, con “ese” que uno no lo tiene seguro, con “ese” que puede irse en un abrir y cerrar de ojos.

¿Locura? ¿Ego? ¿Desafío? ¿Amor? ¿Poco amor propio? ¿enfermedad mental?  No tengo idea, pero sí me queda claro que  son estas las historias de amor que trascienden en el tiempo, y no las tipo "bueno y nos conocimos y vivimos una vida plana y nos fuimos de esta vida en silencio". Esas mueren en el olvido, estas otras, inspiran novelas, libros, películas.... 

Ahora, para hacer honor a la verdad Diego también le escribía a Frida “niña bonita”, le mandaba flores, pero claro, me imagino que lo hacía cuando se desocupaba con su amante de turno o cuando ya había terminado un cuadro. Se me hace que su amada Frida no estaba dentro de sus prioridades. CREO. Bueno, por lo menos cuando ella partió de este mundo, él espetó el siguiente halago: “Yo me he dado cuenta que lo más maravilloso que me ha pasado en mi vida ha sido mi amor por Frida”. Un reconocimiento por mortem, estoy segura que ella habría querido escuchar más de eso en vida, pero es lo que hay. Pero si uno se detiene a pensar en este "halago", la verdad es que es sólo un himno hacia él mismo, y hacia SUS sentimientos por ella. En fin. 

Leer las palabras de Frida me hacen recordar mis propias cartas. Bueno, hoy ya no se escriben misivas, sino que correos electrónicos, mensajes en Facebook, SMS, watsapp, etc, pero es más de lo mismo. Tengo en mi mente el recuerdo de uno de mis tantos adioses, tipo: te odio, no me busques más… espero que seas feliz, te odio, un abrazo. Es para la risa, pero hay relaciones así. He escrito también mensajes de odio parido en la versión chilena de “hijo de la chingada” de Frida. He dicho miles de veces yo me aparto de ti…. En fin.

De la pasión a la locura, siempre he pensado que hay un solo paso. Yo soy de las que me cuido bastante de la demencia, lo reconozco. Yo podría decir que hasta hoy mis locuras pasionales han sido temporales, no como Frida que se casó no una, sino que dos veces con panzón y que murió amándolo y prendiéndole velitas. No sé en qué irá eso… si es que hay mujeres más propensas a la locura producto del amor o desamor.

Pensaba que a lo mejor la inteligencia estaba ligada a esto de NO entregarse de manera irracional a un sentimiento o a un impulso, pero parece que las neuronas no tienen mucho que ver con esto, sino que es otra cosa… pienso que tiene que ver con algo patológico. Frida decía que sentía que algo de ella siempre faltaba, que estaba incompleta…. Creo que tiene que ver con esta incesante búsqueda de ese “otro” que “llena” nuestros vacíos, nuestros espacios. Algo que es muy femenino, no sé si es porque lo llevamos en los genes o es algo cultural, o ambas cosas…. Me refiero a la incapacidad o más bien la dificultad de ser capaz de llenar una misma sus espacios, la necesidad que otro venga y los llene, nos haga felices, cuando la verdad es que si dependemos de otro para esta tarea, es como colocar todos nuestros sueños, añoranzas y esperanzas en otro ser humano que está igual de cagado de miedo que una. Mucho peso encuentro yo… pero lo hacemos.

Yo he sido Frida. Yo he tenido a mi panzón también. Todas hemos sido Fridas. Es parte del aprendizaje. Sin Frida no hay luz. Sin Frida no hay evolución. Ahora, perderse en el amor, perder ese equilibrio vital por alguien, por un sentimiento, por una emoción, tampoco lo encuentro de sicopátas, creo que es necesario vivir esto por lo menos una vez en la vida. Claro que con ciertos límites, tampoco se trata de terminar en un asesinato o suicidada. Bueno, así pienso yo, también es porque amo las  buenas historias.  

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