Soy una adolescente atrapada. Soy
una adolescente de 33 años. Y digamos que soy una adolecente con ingresos –
vale decir con dinero para gastar y hacer lo que quiero – y soy una adolescente
que vive sola (bueno, casi , con roomate), pero que tiene la libertad para llegar
al hogar a la hora que se le plazca.
Soy… el sueño de toda niña teen!
Pero el tema es que sigo teniendo 33 años y digamos que no soy Benjamín Button,
vale decir, no me voy rejuveneciendo con los años.
Pero como sea, hace rato que
había estado teniendo esta inquietud. Por eso siempre me llamaba la atención
que la mayoría de mis amistades y grupo social fueran sub 30. Prácticamente no
tengo ninguna amistad casada y mucho menos con guagua. A lo más tengo una que
otra amistad con hijos. Pero son los menos.
Yo me rodeo de gente, que yo
defino, como de espíritu juvenil. Onda que carretean, salen, viajan, son
libres.. personajes que aún no tienen miedo de reír a carcajadas, bailar a
saltos o tomarse un shop un día lunes.
Esos personajes que si el viernes tienen ganas de irse a la playa el fin de
semana y tienen los medios, llegan y lo hacen, porque nada los ata ni los restringen.
Ahora, también comprendo por qué
siempre me he emparejado con hombres similares en ese sentido.
Jamás podría
estar al lado de un tipo con terno y corbata, con horarios rígidos, con un
maletíncito lleno de papelitos, que me hable de a cuánto está el dólar, que me
diga que el fin de semana vamos a ir a un asadito donde la gorda que nos espera
con su delantalcito y sus 3 bellos hijos.
Mis parejas han sido juveniles
como yo, porque claramente yo NO debo ser del gusto del ejecutivo tampoco y no me
muevo en ese mundo de vino y queso. Bueno, de vino sí (me encanta), pero así
como una cosa siútica, no. Soy la del happy hour, la del baile zamarreado, la
del reggaetón o del ritmo que venga, soy la que conoce las canciones de moda,
la que tira tallas en doble sentido y se ríe con ellas, soy la que no mira la
hora cuando me junto con alguien, porque no tengo horarios. Soy libre… libre…
libre como lo quisiera cualquier adolescente, sólo que tengo la verdadera
libertad para hacerlo.
Esto me pasa por desfasada.
Porque viví las cosas al revés. Porque me fui de la casa de mis papás (que eran
bien estrictos) a la casa matrimonial. Porque me casé muy pendeja (a los 24
años), porque recién vine a conocer el mundo que me correspondía a los 18 o 19
años a la edad en que me convertí en “señora”.
¡Cuántos cagazos me mandé en esa
época! Luego como que me calmé, y seguí otra senda, la del romance eterno.
Cálculo que he estado “enamorada” durante ¡20 años! de mi vida, sí.. sólo que de
distintos hombres. ¡20 años en pareja! ¡20!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! es
heavy.
Entonces, ahora, que no estoy ni
en pareja, ni enamorada y ni cerca de nada romántico, me pasa que hay una parte
de mi que se rebela por todos esos años de entrega abnegada. Ok, lo pasé bien,
y no me arrepiento. Fueron buenos hombres, todos, me amaron y los amé. Ok. Pero
a pesar de ello, postergué una parte súper importante de mi vida: YO, por
gusto, por elección, sí, pero me postergué.
Y recién a mis 33 años me doy
gustos y recién a mis 33 años me doy prioridad. Y recién a mis 33 años hago
realmente lo que se me viene en gana y no le tengo que dar explicaciones a
nadie. Y recién a mis 33 años me empiezo a conocer…. Y parece que soy re
divertida jajajaajajja. Mucho más de lo que yo creía ja! Y al que no le gusta…
bueno, pienso que la puerta es bien anchita!
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