domingo, 15 de septiembre de 2013

El amor

¿Qué es el amor? Yo creo que nadie en este mundo podría dar con una definición exacta. Ni Osho con sus mensajes profundos, ni Paulo Cohelo con sus mensajes sabios y algo grandilocuentes. El amor es para cada uno de nosotros algo distinto. Para algunos es sentir el olor a pasto recién cortado por la mañana, para otros es ver a un hijo decir su primera palabra y para otros es sentir un cosquilleo especial al ver un mensaje o un llamado de una persona especial.

El amor en todas sus variedades es maravilloso. El amor mueve al mundo, el amor – en el formato que venga (romántico, de pareja, de padres, de hermanos, de amigos etc) es un sentimiento y una experiencia profunda que vale la pena sentir y vivir aún cuando quizás no sea para siempre.

Y como verán yo soy number one fan del amor. Es curioso. Será porque soy terca como mula, o porque tengo una fe del porte de este planeta o porque tengo un corazón a prueba de balas, pero yo no he perdido la fe en el amor ni en las relaciones de pareja. Aún hay patria, señores.

Tras el término con N, debo confesar que trastabillé en cuanto a las cosa de la fe en el amor. Maldije y bueno, me confundí (cómo amo esa palabra ahora jejejee) y dudé. Sin embargo, ya con los meses y tras entender ciertos matices, tras comenzar a perdonar y a perdonarme, debo decir fuerte y claro que aún soy una creyente en que dos personas pueden ser felices en un mismo camino. No sé si para siempre (no soy tan devota), pero sí por el tiempo en que lo desee el destino y la historia.

Porque yo creo en el destino. El destino, Dios, el universo, los astros, la vida o como se llame nos junta y nos separa y a veces hasta nos vuelve a juntar y a separar. Y dudo que en esto existan malas intenciones, no hay juegos macabros ni mala suerte. Cada cosa es y está como debe ser y como debe estar, aunque no nos guste el orden. ¿Por y para qué? Para aprender. Y bueno, a veces hay lecciones más difíciles que otras o más dolorosas. Lo abismante es que la vida se encarga de reeditar nuestros errores una y otra vez hasta que aprendamos. Por las buenas o por las malas.

Cuando se acaba una relación, consuelos como “ya llegará otra persona” o “te volverás a enamorar”, son como un chiste de mal gusto. No alivian, aún cuando sea obvio y real. Ya, estando más lejos del dolor, del luto y de la pérdida, siento en mis entrañas que así será, pero antes, sólo debo entender y vivir un par de cosas más. No es que yo ahora me vaya a enclaustrar, ni nada, pero como que presiento que ese nuevo amor (sea algo fugaz, duradero, importante o ni tanto), llegará cuando yo esté preparada, no antes. Y siento también que no tengo que hacer nada. Sólo seguir caminando, conociendo, aprendiendo y viviendo.

Usualmente las personas tienden, en su depresión, a pensar que quedarán solas o que nadie los amará bla bla, y es legítimo. A mí no me da miedo eso, porque sé que no me quedaré sola. Sólo he tenido miedo a no volver a amar a alguien, pero ya he visto que eso no es así. Uno vuelve a amar con la misma o con más intensidad.


En esta pasada, no siento ese miedo. Sé mejor quién soy y qué es lo que tengo para dar y también – y esto es nuevo salido recién del horno- qué es lo que quiero dar. Ya vendrá mi momento, mientras tanto, intento ser lo más feliz que puedo, con los ojos y el corazón abiertos.





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