¿Qué es el amor? Yo creo que nadie en este
mundo podría dar con una definición exacta. Ni Osho con sus mensajes profundos,
ni Paulo Cohelo con sus mensajes sabios y algo grandilocuentes. El amor es para
cada uno de nosotros algo distinto. Para algunos es sentir el olor a pasto
recién cortado por la mañana, para otros es ver a un hijo decir su primera
palabra y para otros es sentir un cosquilleo especial al ver un mensaje o un
llamado de una persona especial.
El amor en todas sus variedades es maravilloso.
El amor mueve al mundo, el amor – en el formato que venga (romántico, de
pareja, de padres, de hermanos, de amigos etc) es un sentimiento y una
experiencia profunda que vale la pena sentir y vivir aún cuando quizás no sea
para siempre.
Y como verán yo soy number one fan del amor. Es
curioso. Será porque soy terca como mula, o porque tengo una fe del porte de
este planeta o porque tengo un corazón a prueba de balas, pero yo no he perdido
la fe en el amor ni en las relaciones de pareja. Aún hay patria, señores.
Tras el término con N, debo confesar que
trastabillé en cuanto a las cosa de la fe en el amor. Maldije y bueno, me
confundí (cómo amo esa palabra ahora jejejee) y dudé. Sin embargo, ya con los
meses y tras entender ciertos matices, tras comenzar a perdonar y a perdonarme,
debo decir fuerte y claro que aún soy una creyente en que dos personas pueden
ser felices en un mismo camino. No sé si para siempre (no soy tan devota), pero
sí por el tiempo en que lo desee el destino y la historia.
Porque yo creo en el destino. El destino, Dios,
el universo, los astros, la vida o como se llame nos junta y nos separa y a
veces hasta nos vuelve a juntar y a separar. Y dudo que en esto existan malas
intenciones, no hay juegos macabros ni mala suerte. Cada cosa es y está como
debe ser y como debe estar, aunque no nos guste el orden. ¿Por y para qué? Para
aprender. Y bueno, a veces hay lecciones más difíciles que otras o más
dolorosas. Lo abismante es que la vida se encarga de reeditar nuestros errores
una y otra vez hasta que aprendamos. Por las buenas o por las malas.
Cuando se acaba una relación, consuelos como “ya
llegará otra persona” o “te volverás a enamorar”, son como un chiste de mal
gusto. No alivian, aún cuando sea obvio y real. Ya, estando más lejos del
dolor, del luto y de la pérdida, siento en mis entrañas que así será, pero
antes, sólo debo entender y vivir un par de cosas más. No es que yo ahora me
vaya a enclaustrar, ni nada, pero como que presiento que ese nuevo amor (sea
algo fugaz, duradero, importante o ni tanto), llegará cuando yo esté preparada,
no antes. Y siento también que no tengo que hacer nada. Sólo seguir caminando,
conociendo, aprendiendo y viviendo.
Usualmente las personas tienden, en su
depresión, a pensar que quedarán solas o que nadie los amará bla bla, y es
legítimo. A mí no me da miedo eso, porque sé que no me quedaré sola. Sólo he
tenido miedo a no volver a amar a alguien, pero ya he visto que eso no es así.
Uno vuelve a amar con la misma o con más intensidad.
En esta pasada, no siento ese miedo. Sé mejor
quién soy y qué es lo que tengo para dar y también – y esto es nuevo salido
recién del horno- qué es lo que quiero dar. Ya vendrá mi momento, mientras
tanto, intento ser lo más feliz que puedo, con los ojos y el corazón abiertos.
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