Advertencia: esta entrada fue escrita tras
mandarme una cagada. Para que se tranquilicen, hoy mi psiquis se encuentra en
mejores condiciones. Gracias.
Amigos y
amigas, si la palabra burra en el diccionario tuviera foto, sería mí imagen la
que ilustraría tamaño adjetivo que apunta a persona (mujer en este caso, por
eso lo puse en femenino) testaruda, que no aprende de sus errores y que, dicho
en buen, chileno, la caga sin mucho asco.
Soy una
burra. Y juro que estoy escuchando en estos momentos el reto de mi madre, reto
que no existe más que en mi cabeza, claro porque no pienso contarle mis últimos
pasos porque se vendría un tremendo sermón. Un sermón bien merecido por lo
demás, pero yo soy mi peor verdugo, no hay nadie que me castigue más que yo
misma, cuando la cago, así que creo que por el momento es innecesario (sí, se
me hace, y qué?).
Hoy tuve
una conversación con un representante del mundo masculino y obviamente después
de eso vi la luz, o sea, ya la había visto, pero después de su sermón y su
posterior reto, entendí que era verdad lo que me estaba diciendo: que estaba
dando jugo.
Me siento
con caña moral. Es decir, culpable y lo
que es peor aún, decepcionada y peor aún, decepcionada de mi misma que es lejos
peor que cuando uno siente eso por otra persona. En inglés diría “I let myself
down”. Es una sensación feroz, tan feroz que me dan ganas de arrancarme la piel
de una para ver si puedo dejar de sentirla, pero bueno, a lo hecho, pecho.
Tengo la
teoría que estas cosas pasan o más bien, yo tengo estas actitudes y
comportamientos algo radicales y extremos porque estoy cagada de susto. Porque el amor y el compromiso me generan pánico,
aún cuando sean cosas que yo he pedido, quiero y atesoro. Entonces algo en mi
cabeza loca, hace que yo, tome un hecho puntual, lo transforme en una tremenda
cosa, me enfurezca y mande o (hago que mando) todo a la mierda.
Pero este
mambo yambo sicológico está bueno para contarlo en el diván pero no para
someter a la pareja a ello. Así que luego de darme cuenta que en verdad estoy
dando puro jugo, y lo que es peor, perdiendo puntos como loca, he decidido no
dar más jugo, respirar hondo y contar hasta 1000 si es necesario antes de hacer
una estupidez que podría costarme caro, que podría no tener reversa. Porque las
relaciones son frágiles, todas lo son. O sea, si no la cuidas y la tienes para
la patada y el combo, las cosas se van trizando, desgastando, el otro se va
cansando y hasta una, quien es la que da jugo, se cansa también.
Así que esa
es mi meta para lo que queda de 2012. NO DAR MÁS JUGO. (creo que ya lo he repetido cono 4 veces en esta entrada jajaja)
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