El año
pasado justamente cerca de esta fecha escribí “Decir Te amo”, que
con el tiempo se ha convertido en una de las entradas más leídas de este blog.
Incluso más que aquellos textos relacionados con sexo, lo que es ya decir
harto. Me llama la atención que sea así, por lo que deduzco que el fenómeno se ha dado porque debe
ser un tema recurrente y de preocupación universal.
En ese
momento, escribí acerca de lo difícil que se convertía a los 30 y tantos
decirle al otro “te amo”, de los miedos, de las aprensiones de no estar
equivocada, de decírselo a la persona correcta y en el momento correcto etc.
A un año de ese pensamiento y estando mi vida
en un punto MUY lejano en el que estaba en ese momento, con otras ideas, con
otra persona, con otros trabajos, con otros aires, voy a rectificar algunas
apreciaciones.
No sé por
qué, si será por miedo, porque nos llenan la cabeza de leseras, porque somos
inseguros, pero, efectivamente a medida que van pasando los años, se va
haciendo más difícil decirle al otro “te amo”. Cuesta que salga la palabra y en
los casos más complicados, cuesta que salga el sentimiento.
Es como si
uno dijera “te amo”, y quedaras sin ningún tipo de armamento emocional frente
al otro. Es como “¡Dios! Me ha descubierto”, y siento que sinceramente le
estamos poniendo un poquito de color.
Me parece
que es una palabra con la que no hay que jugar ni decir a la chuña, pero
tampoco es como para que nos enrollemos tanto. Supongo que el miedo pasa, por
la reacción del otro frente a nuestra confesión. Y es aquí donde quiero poner
énfasis para que vayamos entendiendo bien qué es lo que nos están diciendo.
Cuando decimos te amo y nos responden:
*Gracias: Estamos hasta el pi… si
alguien nos sale con esta respuesta educada, mejor respirar hondo y repensar
para dónde va el tema.
*(Nada, sólo una sonrisa): Cuando la otra persona se queda
muda. Puede ser porque quedó en shock (lo que podría implicar una
recapacitación posterior) o porque no tiene nada que decir.
* ¿Qué vamos a ver en la tele?: Mejor salir corriendo.
* Yo no siento lo mismo, pero no sé más
adelante: La típica
del cobarde winner. No te ama, pero te mantiene expectante para que te quedes.
CHO LO VIVÍ!!!
*¡Me ganaste! Pero para allá voy: Respuesta sincera, que te pide que esperes.
Respuesta que amerita paciencia.
*Yo no, lo siento: Mejor salir volando. Y vestirse en caso de estar desnuda.
*Yo amo a otra: Amerita despedida con garabato incluido.
*No sé lo que es amar: Mejor arrancar, típica respuesta
del gueón atormentado.
*Yo te quiero: Te están marcando los límites sentimentales.
Onda, tu me amas, pero yo sólo te quiero.
*Yo nunca he podido volver a amar: Gueón traumado, pegado con la ex. ¡Huir!
*Yo también: ¡BINGO!
Seguramente
hay personas que después de responder algunas atrocidades descritas acá, se
arrepienten y todos terminan viviendo felices, comiendo perdices, así que
tampoco es para tomarlo al pie de la letra, sino que tan sólo como una linda
referencia.
También creo
que además de estar pendiente en lo que podría decir el otro, o su reacción, es
vital que uno esté seguro de lo que está diciendo, porque si uno dice “te amo”,
sólo porque quieres escuchar lo mismo, no vale.
Cuando uno
ama y lo dice de corazón, sin esperar mucho, sin susto, sino tan sólo motivada por un
acto natural, la respuesta, si bien igual es importante, no resulta tan sentenciadora.
¡Digo yo!
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