miércoles, 6 de junio de 2012

Una relación funcional


Cuando me preguntan últimamente sobre mi actual relación de pareja, yo suelo comentar que además de que es una linda relación, que me tiene muy feliz y que encuentro que tiene proyección, agrego “y es funcional”, un adjetivo que al parecer es polémico.

Porque cuando digo “funcional”, me levantan las cejas como diciendo ¿cómo dices eso? Supongo que es un adjetivo que es considerado políticamente incorrecto usarla para describir una relación de pareja, pero para ser bien honesta, que una relación sea funcional (vale decir, que funcione para ambos lados en toda la globalidad que implica compartir la vida de a dos) para mí es una de las bases más importantes de la relación.

Porque hay relaciones súper lindas,  y tiernecitas, pero que no funcionan. Entiéndase esto por relaciones amorfas, en la que cada uno rema para su lado, o en la que no hay comunicación, puntos en común, lugares de encuentro. Relaciones en la que ambos protagonistas no quieren lo mismo, en la que uno debe imponerse con sus deseos, en la que nadie cede. Esas son relaciones disfuncionales, porque para mí, puede existe mucho amor, deseo, pasión y todo lo que quieras, pero cuando ambos quieren cosas distintas o están en momentos distintos, la cosa simplemente NO funcional…. Es una relación disfuncional.

Yo no sé por qué le tenemos tanto miedo a hablar de una relación con más objetividad y por qué nos gusta tanto llenarla de adjetivos clichés que no significan nada. Una relación de pareja se asemeja mucho, pero mucho,  a una sociedad de a dos. Hay que trabajar para que esta sociedad crezca, se mantenga. Hay que escuchar al otro, negociar, pelear incluso a ratos, pero todo eso da lo mismo cuando el objetivo de ambos es continuar con la sociedad, dicho en el lenguaje más amoroso, continuar en un mismo camino.

¿Y dónde quedó el romanticismo? Ustedes se preguntarán. Quedó inserto en todo esto, porque por lo menos para mí hoy, ser romántico no tiene mucho que ver con regalar cosas con forma de corazón ni peluches que al apretarlos dicen “I love you”, romanticismo es saber que cuando yo esté mal o algo me pase, yo voy a tomar ese teléfono, voy a llamarlo y ahí va estar. Que puedo contar con él, saber que si necesito hablar,  él me escuchará. Es incluso  saber que cuando yo ando con ganas de salir arrancando, él va amarrarme en un abrazo para que yo no me vaya.

Una relación funcional es eso. Es una relación que te entrega lo que una necesita y que además tu le entregas al otro, lo que él necesita. Y aunque no haya escrito la palabra en ningún momento de esta entrada, yo sé que estoy hablando todo el rato de una sola cosa: amor.

Hace un tiempo de hecho leí una frase que me hizo tanto sentido y que me confirma estas ideas. “Amar es comprometerse con la felicidad del otro”. Sin duda alguna lo es.

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