Queridos y queridas seguidores tengo un
problema. Tras una ardua investigación y auto análisis me he cuenta que soy una adicta al miedo compulsivo
a una relación de pareja. Es como si a medida que voy profundizando una
relación, un sentimiento, un lazo o una realidad, al menor detalle, salto como
gato engrifado y me preparo para la huida.
Es como si siempre estuviera lista para salir
arrancando. Siempre estoy con mis maletas hechas. Siempre estoy como esperando r
la fatalidad, por ese “¡viste!, lo sabía” con el que me he acostumbrado a
vivir, a sobrevivir.
Algunos podrán decir que nunca está demás
caminar con cautela cuando se trata de cosas de a dos, que es mejor no entregar
tanto… Ok, si no se trata tampoco de andar con el vestido de novia en la
cartera, pero tengo que la sensación que mi talón de Aquiles, mi propia “bolsita
de pelos con uñas” (me entenderá el o la que vio la peli “Amor en Juego” ) es
mi miedo a sufrir.
Es la base de todo. La razón por la cual busco
detallitos para enojarme y convencerme que es mejor salir arrancando, la razón
por la que hay ciertas situaciones que me provocan soponcio y un ahogo extremo
(es algo físico, como la sensación que alguien me oprime la garganta), la razón
por la cual desconfío y dudo acerca de todo lo bueno que hay en la relación….
Siempre predestinada a la fatalidad.
Y si me pongo a pensar un poquito más me doy
cuenta que desde cierta época en mi vida, siempre he sido yo la que da por
finiquitada las relaciones. Me pasa también que siento que en mis dos últimas
relaciones he sido muy paciente, tolerando lo intolerable, y temo que quizás
haya gastado toda mi paciencia o quizás me haga falta tiempo para recuperar un
poquito. Lo que es ahora, me siento con cero tolerancia y eso no está bien,
porque es como hacer pagar a alguien por los platos rotos de otro (s).
Me doy cuenta de mis diversos actos de
boicoteos, auto boicoteos. A veces me doy cuenta a tiempo, a veces después de
mandarme una frase para el bronce o de tener una actitud ácida, porque cuando
me enojo, no soy como la típica mina
taimada, sino que destilo acidez e ironía y con dos o tres palabras soy
capaz de mandar todo literalmente a la mierda.
El tema es que estoy cansada, agotada de andar
a la defensiva. Porque cansa y creo que cansa al otro también. Así que he
decidido trabajar a full en eso, así como he
trabajado en otras áreas de mi vida.
Y mi primera acción fue comprarme una pizarrita
que colgué en mi pieza y donde pretendo de manera semanal ir colocando una
serie de acciones o deseos a seguir relacionada a este problema o a lo que sea.
Como podrán ver las primeras dos palabras son
bien claras: ¡Confiar! Y la voy a repetir cada vez que la vida me dé razones
para hacerlo, como para convencerme. Y se ve alentador el panorama, porque en
menos de 24 horas, ya hay dos “confiar”.
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