jueves, 9 de junio de 2011

Gente abusiva


Hay dos cosas en esta vida que para mí son abominables y que no tienen perdón. Dos cosas que me provocan una profunda rabia, impotencia y me dan ganas de salir a la calle con una escopeta: el abuso sexual o físico contra niños y el maltrato animal.

Estamos llenos de gente abusiva. He escuchado demasiadas historias de personas que fueron maltratadas cuando niños, sicológica o físicamente, o que debieron ser testigos de otros abusos (a hermanos, madres etc), casos bien terribles que ponen la piel de gallina. A mí además me dan ganas de tener una máquina del tiempo para ir a el pasado de esas personas y cambiar la historia…

Sé lo que se siente. Sé lo que es estar o sentirse sola, sé lo que es permanecer callada durante siglos, años, o por siempre. Sé lo que se siente cuando te dicen que es mejor dejar las cosas como están, total no puedes cambiar nada….

Supongo que es por eso que siento tanta empatía con este tipo de historias que me afectan como si me hubiesen pasado a mí. Lo increíble es que quienes hemos sido abusados una vez, esto nos persigue por toda la vida y no estoy hablando ni del recuerdo ni de las consecuencias emocionales o sicológicas que algo así implica, estoy hablando de que la situación de abuso se repite a lo largo de toda nuestra vida en diversos ámbitos: familiar, laboral incluso a nivel de pareja.

Es como si no pudiésemos zafarnos de ese estigma, es como si al enfrentarse de nuevo frente a, por ejemplo, un jefe abusivo, volviésemos a ser ese niñito de 6 años o esa niña de 15 años, vulnerable, asustada y sola. Terriblemente sola y desprotegida.

Tengo la sensación que la vida nos hace eso a propósito, no de maldad, sino para empujarnos a resolver en esta vida lo que tenemos que resolver. La vida nos da siempre la posibilidad para torcerle la mano a aquél o aquellos que nos vulneraron.

Supongo que también por todo lo anterior es que reacciono de la forma en que reacciono cuando alguien o algo ataca a mi Marley, hoy lo más cercano que tengo a un hijo. Sé que soy capaz de enfrentar cualquier peligro con tal de salvarlo. No en vano, una vez lo salvé de un boxer pesado, al que yo misma detuve con mis propias manos, le coloqué la correa y posteriormente agredí a la dueña por tener a esa bestia suelta en la calle. Esa onda. Haría eso y mucho más.

Y puedo imaginarme cómo seré con un hijo. Aunque suene lamentable, yo no confío en NADIE. De hecho, la mayoría de las historias de abusos se dan en contextos de “confianza”, que el abuelito, el tío, el padrino, la nana…. ¡no! Lo siento, pero si puedo, (Y ojalá que pueda) no voy a dejarlo sólo con nadie extraño. Además, le voy a enseñar acerca de los peligros que hay y que nadie tiene derecho a tocarle nada…

Siempre he dicho y con mucha convicción, si alguien me toca un hijo, soy capaz de volverme loca. Eso me hace recordar el caso de hace unos meses del fonoaudiólogo que abusaba de los niñitos… de haber sido uno de los padres de esas pobres criaturas, antes de denunciarlo, habría agarrado un palo, habría ido para allá y le habría pegado. Sin matarlo, claro porque no me interesa caer presa por un enfermo mental. Estas cosas sacan lo peor de mí, en serio.
El abuso en cualquiera de sus formas, saca lo peor de mí. Quizás por lo mismo es que a penas siento en la pega que me están viendo la cara o me están jodiendo, yo altiro me pongo en guardia, comienzo a perder interés y de inmediato empiezo a fantasear con que no voy nunca más.

Lo que yo tengo que aprender es a hablar, a decir aquello que me molesta y a exigir que el abuso pare. Y en eso estoy. Es curioso la fuerza que saco para defender a otros y mi incapacidad de poder defenderme a veces..

1 comentario:

Real Fenix dijo...

totalmente de acuerdo contigo, hoy vivo eso con mi hija de 1 año 5 meses voy a darle todas las armas para que se defienda y sepa cuando alguién esta abusando o pasandose de la raya incluso entre familiares cercanos ya que no corrresponde y de verdad creo que sería capaz de matar con tal de defenderla de un abuso infraganti o ya cometido...