viernes, 8 de abril de 2011

Cuéntame otra historia….


He llegado a la conclusión que mi oído debe ser una de mis zonas erógenas más poderosas, incluso quizás aún más que las evidentes. Mi oído erótico le llamo y vaya que es un arma poderosa cuando se trata de navegar por el placer y las fantasías, desde las más clásicas hasta las más inconfesables.

No sé en qué momento descubrí que me excitaban las historias, las palabras (decirlas y escucharlas), quizás fue algo que se fue dando hasta que pillé el efecto erotizante que tenía el vocablo triple X en mí. Ha sido imposible para mí hasta ahora, extraer del menú sexual básico el decir y que me digan frases subidas de tono.

Ahora, debo confesar que hubo un tiempo en que este tipo de cosas me hizo bastante daño al punto que le agarré fobia. Hoy me doy cuenta que eso me pasaba porque con el que practiqué esto de la fantasía hablada no ajusté como base la confianza absoluta y tampoco el precedente de que las fantasías más hardcore (esas en la que incluso se agregan terceros o terceras) sólo quedaban en eso y no implicaban que yo tenía que hacer todo lo que él me confesaba como fantasía.

Sin embargo, después de algunas conversaciones y revelaciones, con M, logré tal sincronía y confianza que sé que fantasía es fantasía y que ninguno de los dos pretende que el otro participe de un trío o haga ni el 5% de las cosas que nos decimos en el furor del momento, porque nos respetamos, nos queremos y no hay espacio para nadie más.

Esto, sumado a la coincidencia que él disfruta tanto como yo de las palabras y de las frases hot, equivale a un festín de un diálogo propio de una película porno o hasta a veces, mejor jajjajaaja.

Me erotizan nuestras fantasías. Me erotiza saber y darme cuenta que yo formo parte de sus fantasías, que si se calienta, no sólo piensa en Mega Fox o en alguna otra chica voluptuosa y elástica de alguna cinta porno, sino que también piensa en mí, en mí que no tengo nada que ver físicamente con ellas, pero que lo excito por ser yo, con mi cuerpo no perfecto, con mi celulitis, estrías y todas esas cosas que tenemos las mujeres reales.

Los dos somos capaces de calentarnos hablando por teléfono sobre nuestras fantasías o incluso leyendo sobre ellas. Así de potente es el tema. Y curiosamente no importa que sepamos que nunca haremos nada de lo que decimos, pero es un deleite para la mente escuchar al otro susurrar aquello que quizás hasta ahora era un gusto inconfesable. Es un deleite, escucharlo gemir o hablar cortado por la respiración y escucharse a uno mismo responder y seguir una historia, sin estar pendiente del “qué pensará de mí” o “quizás esto sea muy fuerte” o “no quiero que me malinterprete”.

A veces estamos juntos y yo le digo “quiero detalles de esa fantasía tuya”, me acerco a él, cierro los ojos y mi imaginación navega hasta ese lugar donde me señala, hacia ese paraje, o hacia ese auto, o donde él sitúe la situación. Mi imaginación y mi oído son tan potentes que puedo llegar a sentir la sensación, el gusto, sólo a través de su descripción de lo que él haría o me haría.

Supongo que cosas de esta índole hacen darse cuenta que el sexo no es sólo genital, especialmente para nosotras. El sexo tiene mucho de cabeza. Soy una convencida que con la debida estimulación podemos hasta tener un orgasmo sin que nos toquen directamente, sólo con la imaginación. No por nada, podemos hacerlo a veces en sueños.

Lo que tenemos me encanta y lo atesoro, porque sé que no es fácil de encontrar. Yo, personalmente me demoré 30 años en encontrar a alguien que en la cama no me juzgara. Por lo que ni muerta descuido esto que tenemos.

1 comentario:

Real Fenix dijo...

El increible poder de la palabra, al decirlas y escucharlas, comparto esto contigo, es genial ese juego, aunque solo lo practico en el momento mismo del acto, tratare de jugar y entablar conversaciones así a la distancia con mi niña..
saludos