sábado, 7 de abril de 2012

El sexómetro


El sexo es importante en una relación de pareja. Creo que da lo mismo la frecuencia, lo que importa (según mi visión) es la calidad y es la capacidad de ambos de sentirse cómodas y satisfechas en los encuentros.

Supongo que esta ola de “exitismo” que guía nuestra vida en todos sus ámbitos, hace que nos comencemos a obsesionar por contar cuántas veces tiramos a la semana o al mes para luego comprobar, generalmente con horror, que estamos muy por debajo de la media o de lo que indican las encuestas o estudios.

Pero la verdad es que nunca hay que hacerle mucho caso a los números, ya que cuando se trata de preguntarle a alguien si está contento o contenta con su vida en la cama o sobre cuán activa es su vida sexual, la mayoría de las personas (hombres y mujeres) mienten. Es como lo que pasa con los sueldos, típico que la mayoría se suman varios ceros para no parecer menos y aparentar, en el sexo pasa algo similar.

Debo confesar que hubo un momento de mi vida en que sobredimensioné la importancia del sexo en una relación. Creo que fue porque venía traumada de la falta de sexo de una relación pasada y cómo ésta no resultó, supuse que el buen sexo era la solución a todos los problemas de a dos, que todo podía resolverse si había entendimiento en la cama, pero con el tiempo, me fui dando cuenta que si bien el sexo es importante, no es lo más importante o por lo menos no debiese serlo.

Porque aunque una pueda hacerse todas las posturas del kamasutra con alguien y tener multiorgasmos, cuando se carecen de otros condimentos fundamentales en una relación como lo son la generosidad, la confianza, el compañerismo y el amor, el sexo no sirve casi de nada.

Ahora, no quieres decir que me haya dejado de gustar ¡nada que ver! Me sigue gustando igual que siempre, pero ahora me lo tomo de otra forma. No todo gira en torno al sexo, ya no es para mí el eje central, sino que un aspecto más de la relación. Y de pronto toman más fuerza, cosas más cotidianas, como sentarme con mi pareja a comer algo y hablar con él por horas y horas, compartir momentos, crear recuerdos, reírnos de leseras, sentir que va a estar cuando yo lo necesite, sentirme tranquila porque lo que hay hoy no va a cambiar de sopetón mañana por un cambio de ánimo repentino o producto de un desbalance de algún químico en el cerebro. Esa onda…

Hoy privilegio otras cosas, aquellas que están fuera de la cama, como una palabra linda y sorpresiva, como una actitud valiente del otro y propia también. Como el hecho de admirar a la persona con la que estoy, y sentir que estamos en la misma frecuencia en momentos similares. El buen sexo se deriva de todo esto y el hecho de no basar una relación en lo que uno obtiene y siente en la cama, hace que todo sea más sólido.

Con esto, no estoy diciendo que mi anterior relación estaba basada en el sexo, pero sí creo que cometimos el error de llenar varios espacios con la cama, especialmente en un inicio. Quizás debimos habernos empeñado más en construir con esa misma pasión y fuerza un nosotros más fuerte…

Pero… así se aprenden las grandes lecciones, cometiendo errores o más bien desaciertos. Y en este nuevo viaje, llevo una gran mochila de puras lecciones que pretendo aplicar de la mejor manera posible.

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