Aún cuando es tarde, no puedo dejar de pasar
este momento. No puedo no graficar este momento de completa paz y felicidad.
Es curioso cómo uno se adapta y amolda a todo,
incluso a la tristeza. Incluso a las cosas malas. Es como si de pronto sentirse
como el pico fuera parte de un apartado de la vida, que no debe tener
cuestionamiento.
Supongo que hay momentos en que uno debe
resignarse a eso. Supongo que hay momentos en que no queda más que afrontar el
llanto inesperado y la pena amarga, pero hay momentos en que uno sabe que es
hora de remar. No sé cómo explicarlo, uno lo sabe y punto. Es un cosquilleo, es
una sensación de sentirse parte de algún lugar que quizás te estaba esperando
hace tanto tiempo, sólo que tú no lo
sabías.
Para algunos ese lugar se llama yoga, para
otros, un buen libro, para otros terapia, pero para mí se llama bailar. Hace un
tiempo, decidí tomar clases de baile. Y fue curioso, porque fue casi espontáneo
“quiero bailar”. Eso es todo lo que dije, busqué, coticé hasta que llegué al
lugar donde mi madre tomó clases durante varios años de baile (salsa, merengue,
baile mixto, etc).
Decidí por ese lugar no sólo porque era bueno y
con horarios, precios y locación decente, sino que también porque ella fue
durante tanto tiempo y sé que fue feliz.
Sé y conozco de cerca el amor de mi madre por
la música y por el baile (algo que heredamos mi hermana y yo). Y ojo que mi mamá no
escuchaba Gardel, sino que Michael Jackson, Modern Talking, Freddy Mercury etc.
Y decidí por ese lugar porque me hacía sentido.
Hace años que ella dejó de bailar (fue asidua clienta de la discoteca Las
Brujas con mi padre durante mucho tiempo), pero con el tiempo, por la edad y
esas cosas, dejó de hacerlo y hoy ya lo dejó de lado completamente. Entonces
pensé “yo voy a bailar por ella”.
Así fue. Yo hoy que partí mis clases bailé por
ella. Cada paso de merengue y salsa fue en su honor. Y durante dos horas no pensé en nada más que
la música, el baile y lo feliz que me sentía.
Una felicidad que siento que no sentía hace siglos. Y respecto al baile, siento que no
bailaba hace tanto tiempo… después me di cuenta que en verdad no hace tanto,
sólo hace 4 meses, pero concluí que para mi alma danzarina eso es un siglo. Y que no dejará más pasar tanto
tiempo.
Siento que encontré algo que me hace
inmensamente feliz, algo que es MÍO y de nadie más. Siento que es ahí donde
puedo dejar todos los problemas de lado, que no pienso en nada ni en nadie más
que yo y mis pasitos.
Hoy no sólo remo, remo y remo, sino que también
bailo. Y Bailo muerta de la risa por los caminos difíciles, por la tempestad,
por la mierda, pero de pronto veo cosas bellas, miro el paisaje, que quizás
siempre estuvo sólo que no lo veía.
Escribo esta entrada con la esperanza de un
mañana mejor. Con la esperanza de que la pena y la rabia en algún punto amaine
a tal punto que yo pueda respirar hondo los 365 días del año y decir Soy feliz
por estar viva.
Hoy lo estoy. Y espero que esto sea algo que se
vaya prolongando y prolongando. Si pudiera dar algún consejo para alguien que
lo esté pasando mal, le diría que reme y que no deje de sonreír y bailar. Que
quizás cueste al principio, pero que después uno lo hace ya no por hacerlo,
sino porque se siente bakán. Eso es vivir. Estoy convencida de que de eso se
trata la vida. A eso vinimos TODOS.
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