Hoy es mi último día con 33 años. ¡Qué edad!
Cuando sean las 12 de la noche podré decir aliviada que he sobrevivido a la
llamada edad de Cristo. De haber sabido
el 29 de mayo del 2013 al soplar las velitas que iba a ser así de turbulento,
en vez de pedir deseos, me habría
encomendado a Dios y a Osho. Pero no lo sabía, prácticamente no vi venir la
avalancha que se me vino encima, la tragedia JF como le decimos con una amiga.
Yo creo que mis 33 ha sido la edad más
convulsionada que he vivido hasta ahora, una verdadera teleserie mexicana,
donde hubo de todo: amor, desamor, odio, rabia, pena, traición, sexo, locura,
confusión, romances, viajes, reencuentros, desencuentros…. Hubo de todo,
supongo que fueron bien vividos.
Quedando unas pocas horas antes de despedirme
formalmente de mis 33 primaveras no puedo dejar de mencionar todas las cosas
buenas que llegaron de la mano de lo malo, sino sería una malagradecida.
A mis 33 años viajé por primera vez sola y fue
increíble, aprendí el valor de la amistad verdadera, reconocí con los ojos bien
abiertos a las personas que me quieren y que están conmigo en las buenas y en
las malas, reconocí el valor de la familia, me enfrenté a mis contradicciones
sustanciales, aprendí a conocer de cerca mis miserias, a divisar mis demonios y
quizás lo más importante, por primera
vez estuve soltera durante 10 meses y ¡de corrido! Ja!
Aprendí el valor de las oportunidades, me
enteré que los momentos pasan, que el tiempo pasa, que el corazón cambia, que
las personas cambian y que el miedo es el sentimiento más destructivo del
mundo, que paraliza corazones, que espanta sueños, que derriba castillos.
Hace exactamente un año atrás yo estaba en
otra, navegando en mi nubecita rosada, ciega, sorda y a veces hasta muda. Durante
mucho tiempo repetí la siguiente frase “me habría gustado que las cosas
hubiesen sido diferentes”, pero lentamente fui aceptando que las cosas fueron y
son tal cual deben ser, sin un punto más ni una coma menos.
Tantas cosas pasaron en mis 33 que sólo puedo
imaginarme qué puede pasar en mis 34, la vida es un misterio, un día uno está
en un lugar y al día ¡paf! estás en otro.
Curiosamente si alguien me preguntara si yo haría algo distinto si
pudiese retroceder el tiempo, sólo diría que sufriría menos, la vida es muy
corta para lamentarse mucho por una pérdida amorosa. No me arrepiento de todo lo que vino o hice después,
porque creo que fue y ha sido parte de mi camino.
A poco de cumplir 34 años también confieso que
estoy en plena lucha con mis demonios, con los más feos, con esos que creo que
nunca he podido o querido enfrentar hasta hoy. Pero ya llegó mi momento. Y bueno…. como siempre he intentado en mi vida,
a chaparrón ¡una gran sonrisa!
Como es mi cumpleaños, quisiera decretar para
mí unos 34 llenos de felicidad, de paz real, de sabiduría, de madurez, de mucho
amor, en especial de amor propio, me decreto la llegada - cuando esté lista- de
un amor lindo que me haga feliz, y como sé que la vida es de altos y bajos,
decreto que los bajos estén cargados de enseñanzas, como sé que el amor no es
sólo rosa, sino que también espina, decreto que sea una espina que valga la
pena, decreto para mí la capacidad de elegir bien mis batallas, porque sé que
energía y fiereza me sobran, pero
también sé que a veces confundo mis luchas, decreto mucho amor también para mis
seres queridos, decreto tener la capacidad de perdón para quienes me hacen o me
han hecho daño, decreto para mí una segunda oportunidad para amar y que me amen,
decreto que todo lo dañino, tóxico y nefasto que hubo en mis 33 años se vaya y
decreto que mi sueño de mayo no se truncó, sólo está en stand by: EL AMOR SÍ
TRIUNFARÁ. AMÉN.
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