Esta es una entrada internacional. La primera
de este blog. La escribo como una diva: en Río de Janeiro, en la terraza con
piscina de mi hotel mientras me bebo una cerveza y veo el atardecer.
Lo hago en medio de mis vacaciones, las
primeras que me tomo sin compañía en mi vida. ¿Por qué decidí ir sola a otro
país? Primero iba a ir con una amiga muy querida, pero eso no resultó, entonces
tuve dos opciones: o buscar a otra acompañante para ir ahora o postergarlas
hasta que alguien me pudiera acompañar.
Sin embargo, estas dos opciones me hicieron
arrugar la nariz. Once again, iba a depender de otro para hacer lo que quería,
por muy amigo o amiga que sea, de nuevo, dependía de la voluntad y tiempo de
otro.
Fue en sólo segundos y sin pensarlo mucho que
decidí que eso no estaba bien, no solo porque estaba agotada y necesitaba vacaciones,
sino porque ir sola era una especie de emancipación emocional, mi bandera de la
independencia, mi forma de decirle al mundo y a mí misma que he parido a una
nueva versión de mí. Una forma también para valerme por mí misma, para
confirmar que yo puedo depender de mí misma sin que mi mundo se transforme en
un caos y sin sentirme abandonada o sola.
Algunos levantaron la ceja cuando comenté esta
decisión, onda “Ay… ¿vas solita?” o peor “Ay, pero ¿sola? Qué fome”. A esas
personas les sonreí y luego bloqueé jejejejje, pero ojo que la gran mayoría,
esas personas que me quieren y conocen mi historia, me aplaudieron. Así que me
quedo con la mayoría.
Han pasado 48 horas desde que estoy acá y puedo
decir con certeza que este ha sido el viaje de mi vida. Sin desmerecer otro
viaje, claro, todos han sido lindos, pero esta es el primero que ha tenido un
solo propósito: Yo. He hecho lo que he
querido, he cometido los excesos que se me ha dado la gana, he hablado con
gente en español, inglés en mi portugués trucho. He conocido lugares hermosos,
y he caminado por Copacabana e Ipanema sintiéndome la dueña del mundo.
He sentido ese cosquilleo en la guata, de que
no sólo todo ha ido bien, sino que este viaje me había estado esperando desde
hace mucho tiempo. Soy libre, me siento libre, y todo lo malo, toda la pena,
toda la rabia – que hoy me parece tan lejana- se ha transformado en esto.
Me siento tan orgullosa de mí misma y de lo que
con lágrimas y sudor he ido logrando construir: una mujer mucho más entera y
segura, lazos de amor mucho más fuertes y reales, un mundo completamente
distinto. He cambiado y con ello, mi mundo ha cambiado. Hay cosas que sin duda
debo seguir trabajando, hay cosas que sé que no podré cambiar, pero sí puedo
amoldar y mejorar. Pero… pero… lo fundamental, ese hoyo profundo en mi corazón,
lo he ido llenando con risas, felicidad, ¡caipiriña! Jajaajjaa, con puras cosas
buenas. Incluso con buenos deseos para otros.
Hoy me declaro una emancipada de mis viejas
formas. Hoy me declaro una rebelde de todo aquello que ayer fui.
2 comentarios:
Esa clase de rebeldía es sana de verda, animo con ello.
Así es!!! gracias :)
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