jueves, 24 de noviembre de 2011
En el nombre del pene
Nosotras, las mujeres somos bien buenas para alegar y muchos de nuestros reclamos están relacionados con lo difícil que es ser mujer en una sociedad, o mejor dicho, en un mundo machista, donde ellos ganan más dinero haciendo el mismo trabajo, donde se les permite hacer a ellos más cosas que si nosotras hiciéramos sería mal vistas, que tienen más libertad sexual y que incluso tienen menos problemas consiguiendo orgasmos….
Y nos preguntamos que por qué sólo nosotras tenemos que cargar durante 9 meses con un ser vivo en nuestro vientre, sufriendo todos los cambios emocionales y físicos que ello implica, que por qué sólo nosotros tenemos que padecer todos los meses de dolores pre menstruales, menstruales, andar idiotas por los cambios hormonales e incómodas por los fluidos, que por qué todo nos cuesta todo tanto, el doble, el triple, el cuádruple… ¡no es justo!
Cierto. Pero me puse a pensar qué es ser hombre, o mejor dicho, qué es tener un pene. Un “accesorio” que a mí en lo personal me parece de lo más lindo y divertido, pero que ni muerta me gustaría tener. ¿Tener un pene nos facilita la vida, la existencia? ¿Ser hombre es más fácil?
Como periodista que soy de profesión y vocación, soy bien preguntona, me encanta saberlo todo, así es que recapitulé mentalmente lo que algunos hombres, amigos, pareja, ex parejas, etc, alguna vez me han comentado acerca de su “mini yo”, porque sí, los hombres les colocan nombres a sus penes, por ridículo que parezca.
Mi primera inquietud es relacionada con el sexo. Siempre me he preguntado qué se siente que una parte de uno se erecte , se tense, si acaso uno tiene alguna injerencia en esta manifestación de la excitación….. Acá, me han dicho que sus penes muchas veces tienen vida propia, erecciones matinales sin razón alguna, erecciones sorpresivas en medio del trabajo y en plena oficina y…. falta de erección cuando tendría que haber una. Concluyo que la cosa esa se manda sola. Y eso.. no puede tener nada de bueno.
También me he puesto en la situación de ser la que tiene un pene en la intimidad. Nosotras las mujeres, podemos fingir que tenemos ganas o que incluso acabamos y pasamos piola (no estoy diciendo que eso esté bien, pero sí le quita la presión a la situación), en cambios los hombres están cagado. O rinden o rinden. Es como que sin importar los siglos de evolución y la paridad de géneros, en el sexo, siempre él es quien será el que tiene la mayor responsabilidad, porque claro, si no se le para, si o está de ánimo, si eyacula a los 10 segundos o si se la para ahí no más, no habrá sexo. Uf!!!! Yo paso, prefiero tener vagina.
Más encima nosotras tampoco ayudamos mucho “Ah, es que ya no te gusto”, “Ah, es que tienes a otra”, “Ah, es que te cohíbo”, “Ah es que no te gusta lo que te hago”, “Ah, es que eres gay”…. Pobre gallo igual, si con sólo tener que lidiar con su pene blando, ya tiene suficiente. Al final, somos nosotras que le damos harta o casi toda la responsabilidad a ellos de nuestra propia sexualidad o placer, por que ¡ay de ellos! Si es que no nos hacen llegar. “Ah, es que no sabes cómo tocarme” “Ah es que no tienes mucha experiencia” o peor aún “Ah es que eres malo en la cama”.
El tamaño del pene podría dar para capítulos y capítulos de mitos, quejas y chistes. Que vivan los 20, hasta 30 centímetros…. El otro día escuché que el pene chileno mide 12, 5 centímetros. Claro si, el ideal son 30 centímetros es como para ponerse a llorar. Igual, hay que decir que esta cosa del largo y el tamaño es más bien una fantasía masculina validad y apoyada por nosotras que también nos dio con andar diciendo que mientras más grande mejor. Y… ¿es mejor? Personalmente nunca me he metido ni con un africano ni con un chino (conocidos estos últimos por tener una talla XS), así es que no puedo opinar tajantemente, pero he estado con hombres más equipados en que todo ha resultado un desastre….
Como sea, ellos están obsesionados con los centímetros. Incluso sé que la mayoría, con compañía o en la soledad, con huincha en mano, se lo miden y cuando adolescentes compiten en las duchas o baños por quien tiene el pene más prominente. ¡Cómo debe sufrir un hombre que nace con un pene pequeño! No en vano existen estas cosas que prometen alargar en varios centímetros el aparatito, incluso hay una operación llamada peneplastía que hace lo mismo.
Además, el pene, al parecer, es mucho más sensible de lo que suele mostrarse o solemos pensar. Si el sujeto pierde la pega, si está preocupado por las cuentas, si está agotado o estresado, ¡pum! Tampoco hay erección y ¡pum! Terremoto emocional, porque hay que decirlo, un hombre con problemas con o en su pene, es como un hombre errante, un NO hombre. Distinto nosotras que podemos lidiar con algún problemilla, infección o disfunción en nuestra vagina, no pensamos que ya no somos mujeres o que es el fin del mundo, solemos enfrentar lo que tengamos que enfrentar. Los hombres, no, estos problemas los superan y tienden a esconderse.
Ser hombre en otros aspectos de la vida, tampoco es un dulce. No se les permite tener momentos de debilidad, aún aquél que es más emocional o llora con facilidad es visto como maricón e incluso nosotras las mujeres solemos rechazar a aquél hombre que no se parece a esa imagen traspasada de generación en generación, que pareciéramos llevar en nuestros genes: al hombre proveedor, el macho seguro que llega a nuestra cueva con muchos animales que cazó con su diestra lanza (creada y hecha por él); al Superman: el héroe que nos rescata cuántas veces sea necesario y que abraza y cobija, haciéndonos sentir que con él, nada nos pasará.
Aún, cuando estamos frente a un hombre que no tienen estas características, arrugamos la nariz y salimos huyendo.
Así e que me pregunto si tener que ser proveedor, súper héroe, sin miedo a nada y andar con la libido alta y el pene erecto todo el día, será fácil realmente…. Creo que a ellos también hay que darles un ¡break! Como dirían los gringos.
PD: gracias a dios que no tengo pene.
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