Han sido días duros en muchos sentidos. Han sido días de muchas dudas,
conjeturas, teorías, sensaciones, sentimientos, resentimientos, tristeza, enojo…
mucho de todo. Y no voy a andar pensando que esta montaña rusa de emociones ha
llegado a su fin, creo que recién partió, pero, estoy lista para afrontar todo
este proceso con mi máxima valentía y convencimiento posible.
Revisándolo todo y con la mente un poco más despejada, puedo ver cómo la vida se fue
engranando de tal manera para prepararme de la mejor forma para afrontar lo difícil y que se resume en dos patitas: el fin de mi
relación con mi lindo N y la enfermedad de mi mamá. Dos situaciones personales
fuertes, que me remecen, que me han botado al piso, pero que siento que tienen un
sentido. Nada pasa porque sí, y hasta donde yo sé, las cosas pasan por un
motivo: para aprender.
Y si bien recién parto este camino ya hay
lecciones que empiezo a digerir con mucha emoción. La primera tiene que ver con
los lazos de amistad. Durante mucho tiempo (quizás demasiado) yo he estado
reticente a la gente en general. Por malas experiencias, por una parte mía
media ermitaña, por miedo, por egoísmo, por muchas cosas negativas que no había
podido resolver.
Sin embargo con el tiempo, y en especial en la
antesala de todo esto tan difícil, yo de a poco fui soltando eso. Fui dando,
entregando, estrechando relaciones, y hoy veo cómo aquello se traduce en un
apoyo generalizado de quienes me quieren. Apoyo irrestricto, mensajes,
llamados, palabras de apoyo y de alivio. Sin eso, sería todo mucho más duro.
Los amigos son parte importante de la vida y
son quienes están siempre con uno, en las buenas y en las malas. Y de eso jamás
me olvidaré. Y aún cuando yo ahora está a veces triste, hay pendientes que
tengo por hacer por personas que se han portado maravillosamente conmigo.
La segunda lección es el amor por la familia,
por mi mamá, por mi papá, por mi hermana. Hasta hoy había sido más bien reacia
a muestras de cariño en extremo, a decir “te quiero”, a llamar mucho, a
demasiada cercanía, como que hasta me molestaba. Pero hoy, con todo remecido,
me doy cuenta del error cometido y que Dios me ha dado la oportunidad para
enmendarlo, para cambiar. A través de una enfermedad asquerosa, cierto, de
manera dura, pero.. a veces así es la única forma en que uno aprende, a palos.
Yo amo a mi familia. Amo a mi hermana, aún
cuando nuestra relación se fracturó hace años, a mi sobrina, a mi papá, aún
cuando he sido tan crítica y hasta media descariñada con él y a mi madre…. Gran,
gran mujer… de la que por un tiempo quise marcar diferencia y ahora pienso que
me gustaría tener la mitad de su vitalidad y fuerzas.
Y la tercera lección y seguramente no la última
ni la menos importante. El amor. Y N, mi lindo N quien fue mi pareja por casi 1
año y medio. Quien me acompañó en una etapa importante de mi existencia donde
aprendí tantas cosas y donde aprendí a pararme de manera distinta en la vida. Y quien hoy no está conmigo en este proceso difícil con mi madre. Algo que en algún punto me decepcionó, me llenó de pena y rabia, sin embargo, ayer, F me dijo algo que me hizo tilín en la cabeza: "quizás tenías que vivir esto sola". Y fue como crash bum bang! porque me hizo mucho sentido. Hay muchos "quizáses" en esto... quizás qué habría pasado si hubiésemos estado juntos, qué habría pasado si esto hubiese sido hace 1 mes atrás, qué pasa si esto pasó porque es un camino mío y no de él y la vida de alguna forma me lo "saca" del camino justamente por ello.... y quizás es porque esto es el inicio de otro proceso donde él no podía estar.... No lo tengo claro, aún.
Como sea, hoy, con mucha humildad, nos recuerdo así:
enamorados, amándonos, riéndonos, paseando, comiendo, conociendo,
conociéndonos, tomando, viajando, comprando, conversando, tirando, siendo
felices en una relación linda y sana. Llena de sueños, de proyecciones, llena
de panoramas, llena de gente, de familia, de amigos, de gente buena. Yo lo
recuerdo a él como el gran hombre que fue conmigo y yo me recuerdo como la
mujer más resuelta en que la me fui convirtiendo. Sin él, nada de eso hubiese
pasado. Y pienso que aún sabiendo que esto tendría un final, yo no me habría
perdido ni muerta este año y medio, porque como he dicho antes, ya cualquiera se hubiese querido tener si quiera un mes de lo que nosotros construimos.
Yo fui muy, muy feliz con él. Y tal como me
dijo una voz en off en un sueño hace unos días no me olvidaré de Baires. Ni de
nosotros tomados de la mano y no en un afán románticón con elástico, sino que
en un afán por transformar todo ese amor en algo poderoso y positivo para mi
vida. El amor por los demás, el amor por mí misma, el amor por hacer el bien y
por esa cosa misteriosa llamada vida.
Ah!!! Y una última lección… estoy trabajando en
ello… ser más humilde y menos soberbia y agradecer más jejejeje, una pega de por vida
seguramente.
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