Hace rato ya que no escribo. No por falta de
ganas, sino que por tener mi cabeza y corazón revuelto. Pero en el buen
sentido. Revuelto de cambios, de ideas, de sueños.
Tanto así que a medida que han ido pasando
cosas, yo comenzaba a escribir algo, pero después se me ocurría que tal vez
había algo más importante de lo que tenía que escribir. Y así estuve un buen rato, así
que decidí hacer una entrada –mix.
En lo laboral mi vida ha cambiado, para bien,
bueno eso espero. Estoy en el proceso de casarme con una empresa y digo en el
proceso porque aún no firmo nada, así que diría que estoy conviviendo. Atenta,
muy atenta, pero tranquila porque sé que pase lo que pase todo saldrá bien.
Además, sigo siendo de espíritu libre. Sigo mi lema que no soy esclava de nada
ni de nadie y que al final hago lo que se me da la gana.
Y este cambio ha trastocado mi vida completa en
verdad. Ha generado una serie de ruidos en otras áreas más personales y que por
lo que estoy viendo, jamás exploradas, hasta hoy.
Ad portas de cumplir 33 años me doy cuenta –con
cierto horror, lo confieso – que lentamente voy echando raíces. Yo, la del alma
y corazón gitano, la que nunca se proyectaba mucho en nada, la que con suerte
sabía que haría el fin de semana, hoy de pronto, ya tiene la semana, el mes, y
prácticamente el año planeado.
Surgen preguntas en mi cabeza y en mi corazón
relacionadas con las cosas que piensan o al parecer, deben pensar las mujeres
de 33 años. Esa cosa que hasta me da nervio escribir llamada….. maternidad.
Esa
cosa de andar con guata, viendo cosas de guagua y ser mamá.
Yo no creo en las coincidencias en la vida, por
lo que no creo que justo, pero justo durante estos días todo sea guagua, es
como una forma de la vida de hacerme ruido en la cabeza. ¿Por qué? Por algo
sabio, obvio. Dudo que sea sólo para espantarme, debe ser para que yo revise
algunas cosas en ese departamento.
Todo partió la semana pasada con la frase “intervenir
en mis planes de maternidad”. ¿Planes de maternidad? WTF! Ahí tomé conciencia
de algo obvio, pero que no sé por qué no había pensado, que ya no tengo 10 años
para eso. Supongo que me pasó porque estoy desfasada, me siento como de 26, 27,
vivo la vida de una mujer de esa edad y no de la clásica de 33. No estoy
diciendo que eso sea malo o bueno, es no más, y también aclaro que soy bastante
feliz con mi vida y con lo que tengo y he logrado.
Pero ya no tengo 10 años, sino que 3 ó 4, jajajaja, y eso como que de pronto me
atormenta. Me río porque lo encuentro tragicómico. Y para mí 4 años son nada,
están a la vuelta de la esquina. Y se vienen las preguntas del mundo que he
tenido que contestar varias veces. ¿Estás enamorada? ¿te proyectas? ¿por qué no
viven juntos? ¿te casarías de nuevo? ¿tienes hijos? ¿quieres ser mamá?
¿Almuerzan juntos? ¿se ven harto? Y un eterno listado de cuestionamientos que a
veces me hacen cuestionarme cosas y me aprietan la garganta. Siempre respondo
con la cara llena de risa, pero siempre me quedan dando vueltas algunas cosas.
La primera respuesta al listado de preguntas es
Sí, la segunda también. Y el resto es un gran NO SÉ. O respuestas medias etéreas
sin mucha consistencia. O sea, yo cacho que son sí, pero siempre pensando en
eso 10 años que ya no tengo.
He conversado del tema con amigas (casi todas
mamás jajajaj) y algunas me dicen que me hago caldo de cabeza. Otras me indican
que es propio de la edad, que está bien organizarse y el resto me dice que es
mejor vivir el presente. Supongo que el último consejo es el que más se adecúa
a mi personalidad.
Como sea, hay una conversación pendiente ahí, en buena, para
desahogarme.
Por otro lado en estos días que me he rodeado
de otros seres humanos ja! He escuchado una infinidad de historias. He
descubierto otra cosa obvia, pero que igual no tenía conciencia, y era que
todos, pero absolutamente todos, de lo que están en pareja, cargan con un
muertito.
O sea yo sé que no hay relación perfecta,
exenta de problemáticas, pero nunca pensé que la vida en pareja implicaba,
tanta, pero tanta paciencia jajajajaa. Que el
loco es fome, que el loco es mamón, que el loco no es ambicioso, que no
es cariñoso, que no ama de manera correcta y ¡uf!
Yo escucho y tomo nota. Me río y me comparo y
reconfirmo que mi relación con N es bien particular, media europea como pensaba
el otro día entre risas. No somos como el común de las parejas que se la pasan
llamándose cada 10 minutos. No estamos pegados
con pegamento y aunque haya gente que no me entienda, a mí me gusta que
así sea. Yo no necesito una lapita, necesito una pareja. Y sé que él está.
En
mis depresiones, momentos tristes, está. Y yo estoy en sus crisis, enfermedades
y males de todo tipo.
Obvio que me cuestiono también lo nuestro en
base a todo lo escrito anteriormente, teniendo en cuenta que el amor por lo
general es egoísta y posesivo. Quizás venimos de otro planeta, no sé. Pero la
verdad es que soy feliz.
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