En mi deber de escribir sobre amor y sexo, me
veo en la necesidad moral y ética en anunciarle a los que aún andan con
pajaritos en la cabeza que cuando se ama y se es amado no todo es color pink.
Aún en las relaciones que son bellas y sólidas
siempre hay paredes que derribar, fantasmas que espantar, y caminos que
moldear. Y como ya he repetido mil veces en este blog, el amor no lo es todo.
Es una tremenda motivación, inspiración, una tremenda razón para avanzar, pero
acá para conseguir traspasar barreras, impera más la razón, más la estrategia
que el corazón. Lo siento si con esto desilusiono a alguien, pero es lo que
pienso.
Para solucionar problemas de a dos, se requiere
justamente esto, dos personas. No hay problema de pareja que sólo uno pueda
enmendar en solitario y mucho menos en silencio. Hay que hablar, hay que
discutir, hay que pelear (sin gritos, pero sí con respeto y argumentación), hay
que disentir.
Porque las parejas que no lo hacen…. No existen.
Y si existen, igual no son reales.
Siempre habrá cosas del otro que molestan,
siempre habrá cosas de una que molestan al otro. Siempre habrá que ceder, y
siempre habrá situaciones en que el otro tendrá que ceder por una. Es la
ecuación de una relación madura y sana.
En lo personal creo en el trabajo en equipo en
la pareja. Algo difícil de conseguir, pero que creo que se logra conversando,
siendo sincero frente a lo que sea, aunque cueste, aunque incluso lo que uno
tenga que decirle al otro pueda causar alguna herida o decepción. Porque el
simple hecho de tener la valentía de hacerlo, dice una sola cosa: el deseo de
enmendar, el deseo hacer que las cosas funcionen.
Bueno, por todo lo anterior, es así como hoy enfrento o intento enfrentar mi relación con N con quien he podido de a poquito ir construyendo una bella relación, que no es perfecta (gracias a Dios), pero que justamente en en sus imperfecciones encuentro grandes verdades y lecciones que me hacen crecer y agrandan mi corazón.
Bueno, por todo lo anterior, es así como hoy enfrento o intento enfrentar mi relación con N con quien he podido de a poquito ir construyendo una bella relación, que no es perfecta (gracias a Dios), pero que justamente en en sus imperfecciones encuentro grandes verdades y lecciones que me hacen crecer y agrandan mi corazón.
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