viernes, 4 de enero de 2013

Trabajar con y / o para la pareja


El cliché secretaria – gerente; médico – asistente; amor de oficina entre compañeros se da bastante. Y cómo no si en este país se trabaja de 9 horas para arriba, lo que nos obliga a pasar más tiempo con compañeros, colegas o jefes que con nuestras familias, amistades o parejas. Así que las probabilidades s de terminar enfrascada en un romance, affaire o relación formal con quien se tiene en frente por tantas horas durante, el día, semana, mes y año son bastantes altas.

A quienes entrevisto y sé que tienen una relación con algún colega suyo o a las actrices que están casadas con directores con los cuales trabajan, siempre les pregunto si acaso les gusta trabajar con la pareja o si, por el contrario, puede convertirse – por lo menos a  ratos – en un verdadero cacho o problema.

No sé si será por ser políticamente correcto o vender la pomá, pero la mayoría indica que le gusta. Sólo una vez una actriz me comentó que lo negativo era que una vez que llegaban a casa, seguían hablando de pega  y nunca se lograban desconectar del todo. Been there!

Curiosamente siempre había pregonado que lo ideal es no tener ningún tipo de acercamiento amoroso o sexual con un compañero de trabajo y mucho menos con un jefe. Y como por la boca muere al pez, me ha pasado, ambos casos jajajaja.

Mi ex, ex, lo conocí en la pega, cuando los dos éramos freelance, pero en un momento ambos estuvimos contratados y trabajando para la misma empresa. Lo bueno es que no nos topábamos mucho en la pega, porque hacíamos cosas distintas, aún cuando un par de veces nos tocó salir juntos a hacer alguna nota o reportaje. Pero el problema en  verdad venía cuando llegábamos a casa y seguíamos hablando de los mismos gueones de la oficina, del último pelambre, que este me dijo no sé qué, que tal persona vale hongo…. O sea era como trasladar la oficina completa y toda su mierda a la cama.

O sea, con la pareja igual uno habla de pega, pero es distinto cuando no es el mismo lugar, por último uno se divierte escuchando al otro, pero cuando es la misma cosa, como que no te puedes desconectar.

Lo otro negativo era que todo el mundo andaba pendiente, (aún cuando éramos pololos normales y formales) de que si nos saludábamos o no, que si uno hacía no sé qué, que si uno iba a no sé dónde. Y lo que es peor, alguna polémica del otro siempre recaía en el otro lado. Como si fuéramos siameses.

Lo bueno, de ser pareja y compañeros de pega, era que nos podíamos ir juntos a la pega y de la pega, o  que todo lo relacionado con la empresa nos incluía a los dos, etc.  Pero así como recomendarlo, no. 
Además, que no falta el cahuín desubicado o desagradable de personas mal intencionadas.  

Dejo en claro que nosotros no terminamos por ser compañeros de trabajo, eso no tuvo nada que ver,  ya que fueron otras cosas muy lejanas al trabajo lo que nos separaron, pero insisto, ¿así como recomendarlo? No.

Y tengo otra experiencia. Mi actual experiencia. Para mí era un “BIG no no”  involucrarme de cualquier forma con un jefe mío, eso de ser freelance, igual trae libertad de acción, pero igual una tiene jefes. De hecho, yo ahora tengo 5. Sí, 5. Pero eso es otro cuento.

Lo que me hace sentir menos contradictoria es el hecho que con N nos conocimos hace muchos años atrás cuando ambos éramos unos jóvenes colaboradores; un encuentro que desembocó lentamente en una bonita amistad que se mantuvo por años. Inquebrantable, sagrada, casi apostólica. Y así fue… hasta fines de enero de 2012. Una loca noche de verano, donde insisto, hacía frío. Y eso también es harina de otro costal.

El tema es que justo, justo, cuando comenzamos una relación, él era mi jefe y yo colaboradora. Cuando se dio inicio al “nosotros”, tuve muchas dudas, aprensiones y miedos. De hecho, lo primero que se me vino a la cabeza (y creo que lo dije) fue “es que no se puede, porque eres mi jefe”. Y él con sabiduría freudiana me contestó “y ¿qué tiene? Tu también una vez fuiste mi jefa”. Como que eso me dejó pensando jajaajaja. Cierto, una vez haciendo un reemplazo de editora, lo recluté y me hacía entrevistas.

Me convenció, y me convencí. Pero a sabiendas que no iba a faltar el asshole que iba a concluir que la relación era una forma mía de “trepar” hacia el poder (o sea, yo trepo, pero no hacia el poder, ustedes me entienden) , que era tener pega asegurada y cuánta lesera más. Obviamente que quienes dijeron eso, o lo pensaron,  no me conocían porque yo soy lo menos interesada del mundo, ¿prueba? Mi largo listado de pololos pobres que he amado locamente. ¡Hello!

Además, como me creo el cuento y siento que hago bien mi  trabajo, esos comentarios de pasillo o a la pasada y por la espalda, sinceramente no me importaron y hasta hoy no me importan. O sea, ya he demostrado con creces que no necesito encamarme con nadie para tener pega o ganar plata. Así que ¡next!

Ahora, a mí me pasa algo raro o quizás no tan raro. Es que cualquiera podría pensar que como tengo de jefe a mi pololo, yo voy a flojear, o hacer lo que se me da la gana, total…. Yo soy al revés. Como es mi pololo, siento el doble de responsabilidad a la hora de trabajar. Siento que si le fallo en lo laboral, también le fallo en lo otro y eso no me lo permito. Soy bien estricta con eso.

Además, he sido majadera en pedirle que por favor, si hay alguna entrevista o nota que no le guste o que encuentre mala etc, tiene que decírmelo. Críticas constructivas, siempre son bienvenidas. También procuro que no me dé pega sólo porque sabe que necesito la plata etc, o sea,  si me va a pedir algo es porque realmente lo necesita. Me enfurecería saber que él me da trabajo o notas por compasión. No, para mí el trabajo es un ítem diferente. 

Y hasta ahora hemos funcionado bien. Y ojo, que él sí me ha llamado la atención por alguna entrevista y o nota, me ha dado recomendaciones para mejorar. No es que me encuentre todo lindo y que por eso no hemos tenido problemas. Incluso me ha quitado cosas porque simplemente no estaban valiendo la pena hacerlas por un tema de pinchazos (trabajo en un portal noticioso).

Y yo, como soy patuda y soy su pareja jajaja también le hago comentarios positivos y negativos cuando así lo amerita la situación.

Ahora, hemos entrado a una nueva faceta donde estamos más conectados laboralmente. Y no niego que de repente es medio colapsante, entre tratar al otro de “amor” y a la vez proponerle temas, que me los rechace o acepte, hablar por cosas puntuales, etc. Cansa. Pero es una faceta, nada más. Cosa de hábito no más. Quizás distinto sería que él fuera mi jefe y yo trabajara en una oficina y sentada al lado de él. 

Tengo la impresión que ahí podríamos entrar en un territorio peligroso, quizás sin retorno. Pero gracias a Dios que podemos  trabajar juntos, pero a la distancia.

También tenemos el tema de hablar bastante de los mismos gueones (incluso son los mismos que los de mi ex ex jajajja), las mismas problemáticas, pero… igual como yo ya no estoy allá físicamente,  lo vivo de otra manera. Puedo tomar distancia y no enputecerme por algo y lo que es mejor, seguramente hay chismes baratos (algunos me llegan al correo de las brujas, pero otros no), entonces no me eveneno.

¿Lo recomiendo? Tampoco. Creo que lo mejor sería estar con alguien que estuviera en una pega completamente distinta.  Pero esto es lo que me tocó ahora. En todo caso no será para siempre, dudo que vaya jubilar ahí.

En general, a la gente le parece “interesante” que periodista – editor tengan una relación. Algunos seguramente lo tachan de anti ético o generador de conflicto de intereses. A otros les parece tierno y romántico y a la mayoría les parece horny jajajajaja. Y para ser bien honesta, aunque ya se me ha ido quitando, en un inicio, me parecía de lo más calentón el tirar con el que es mi jefe, pero más calentón aún, es tirar con el mejor periodista de todos (eso se mantiene).  Es como “sí, esa que se lo está comiendo, esa soy yo” JA! 

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