Pensaba en
lo siguiente: con los años y las etapas que uno va quemando en la vida, los
piropos o halagos que a uno le gusta escuchar de un hombre van cambiando.
A los 15
años uno podía derretirse porque te decían que eras linda, a los 20, porque
eras sexy y deseable, pero a los 30 pasa algo con esto. O sea, no es que a una
no le guste que le digan bonita o sensual, pero, por lo menos en mi caso,
siento que soy mucho más que eso (dijo la humilde jajaja).
No, pero
hablando en serio, a mí lo que hoy me derrite es un hombre que valore mi
trabajo, que me diga que soy buena profesional, que le parezca atractiva mi
parada en la vida, la forma en que enfrento la vida, más que soy bonita o
tierna.
Nunca
olvidaré que a mis 20 y tantos años, un tipo se le ocurrió decirme como máximo
halago “me encanta tu pelo”. O sea, la etapa de mi atractivo en la cabeza (soy
crespa y colorina) como que lo encuentro trillado. Y a estas alturas, creo que
vomitaría si alguien va y me dice que le gustan mis ojos. O sea ¿es broma
cierto?
Pero no
había cómo escuchar que un hombre poco menos que aullara por los encantos
sexuales y sensuales de una. Ya está bien, aún me gusta eso, pero tiene que ir
acompañado por estos otros halagos a los que hago mención y que tienen que ver
con el carácter de una.
Pasa lo
mismo para el otro lado. A mis 15 años yo buscaba a un chiquillo que besara
bien. A mis 20 años, buscaba a un jovenzuelo que follaraba bien, a mis 30 años,
busco un hombre que me bese, me folle y me quiera bien. Más claro que eso, imposible…
ahora quizás qué busque a los 40. Bueno, pero eso da para otro blog.
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