domingo, 29 de abril de 2012

Síndrome Polly


El otro día me estaba acordando de esta película que tanto me hizo reír – y que he visto mil veces en el cable – que se llama “Mi novia Polly”.

En la peli sale Jennifer Aniston como Polly y Ben Stiller como Reuben Ambos ex compañeros de colegio se reencuentran de manera fortuita y comienzan un romance, el tema es que él era tremendamente estructurado (maniático diría yo) y ella tremendamente dispersa. Mientras la vida de Reuben estaba completamente planeada, desde qué iba a hacer a penas pusiera un pie fuera de su cama hasta cuando se fuera a dormir, Polly con suerte, sabía qué iba a hacer en el día (en el mismo día).

Bueno, señores y señoras, yo soy Polly y en vez de tener un hurón, tengo a Marley. No seré gótica, ni punky, ni pockemona, pero soy antisistémica a morir. Ahora, lo curioso es que yo divido mi vida, entre lo laboral y personal. Vale decir, en lo profesional, soy una persona tremendamente organizada, exigente, disciplinada, si no lo fuera, no podría tener tres trabajos y por lo general las personas que me rodean en ese ámbito me tienen considerada como matea y responsable.

Mi lado Polly me aparece en la vida extra laboral. En las relaciones sociales con mis cercanos y con el resto del mundo. Yo vivo mi vida pensando que los compromisos y los “tengo que hacer” se deben tolerar en el trabajo, pero no en la vida. Y me pasa que cuando aparece la frase “es que tu tienes que….” (ir, decir, hablar, hacer) o cualquier otro verbo que concluya la frase, a mí de inmediato se me acaban las ganas de hacer lo que “tengo que hacer”, y generalmente no lo hago. Mi respuesta siempre es la misma y es bastante irritante (lo sé): “es que yo NO tengo que hacer nada”.

Debo confesar que ser Polly me agrada, claro que hasta cierto punto, porque también a veces esto me juega malas pasadas. La gente se me enoja, quedo como una antipática, como egoísta, rara, rebelde…. Como una persona que es un tiro al aire.

El tema es que hace tanto que vivo así, que ahora las planificaciones de la vida (a largo plazo y que implican seguir ciertos pasos u organizarse) me provocan malestar jajajaaja, incluso al punto de que me dan ganas de desistir en aquello que se supone que quiero tanto, porque tanta organización y programación me agota y estresa. Y eso no está bien.

Y así como toda Polly, yo tengo a mi Reuben personal. N es un hombre totalmente organizado y programado. El sabe lo que va a hacer de una semana a otra!!!! Jajaja incomprensible a veces para mí. Pero, no en vano a llegado a donde ha llegado también…. El otro día debatíamos acerca de eso y su explicación es porque si no lo hace así, no le queda tiempo para la vida. Es decir, si no planifica, todo es un caos.

Yo no lo intento cambiar, porque desde siempre ha sido así. Intento aprender de él, aún cuando me cuesta un mundo. Y trato también que él le vea el lado bonito de ser Polly un rato, porque lo tiene…. Menos estrés y menos colón irritable. Siento hasta ahora, que él tampoco pretende cambiarme.

Supongo que al final de eso se trata ser pareja también, complementarse con lo que a uno le falta. Si los dos fuéramos Polly, estaría la cagada jajajaja, y si los dos fuéramos Reuben, sería nefasto también.
Y es curioso porque a pesar que a veces su vida planificada y su afán de programarlo todo me saca de quicio, también me provoca una tremenda admiración. Lo mismo que su hiper sociabilidad versus mi lado ermitaño. Me parece lindo que tengo un millón de amigos, aún cuando a mí a la vez aquello me provocaría sofocamiento. Son las contradicciones propias de una Polly de tomo y lomo.

Pero entre nos, nadie me saca de la cabeza que en la vida uno puede planear y planear, pero las cosas verdaderamente importantes y lindas ocurren de sorpresa, de manera espontánea casi sin explicación científica de por medio. Tal como lo fue el inicio de nuestra relación…. Yo aún me pongo a pensar en cómo pasamos de ser amigos de años, sin segundas intenciones, a andantes a pareja.

O sea, suele haber ciertos puentes entre pasar de un estado a otro. Puentes pequeños por último como de alguno de los dos mirando al otro como pollito asado con papas fritas o yo sintiendo algo raro en él…. Pero nada. Es un misterio para mí. Sólo recuerdo una noche, como cualquier noche, saliendo con él y sin ningún PLAN entre manos. Yo creo que él tampoco tenía ningún plan.

Esa es la maravilla de la vida, que es inesperada y te da grandes sorpresas. Creo que eso jamás hay que olvidarlo. Lo digo, mientras miro el calendario pensando en todo lo que se viene para este mes jajajjaaja.

domingo, 22 de abril de 2012

Compartir la vida y el corazón



Aunque no lo parezca a primera vista, a mí me cuesta la cosa social. Y no es que tenga fobia social ni que sea patológicamente tímida, es sólo que me cuesta confiar en las personas. Es decir, abrirles la puerta a mi vida o que sean parte de ella. Soy más bien reservada para mis cosas… vaya ironía, lo sé, ¿quién lo habría pensado de una persona que tiene un blog? Pero así es la vida, llena de contradicciones.

No siempre fui así. Y analizando el tema, creo que quedé así después de que me separé. Estando casada, no tenía ningún problema en compartir con los amigos y cercanos del que me era mi marido. Menos con su familia. O sea, yo era de las personas que invitaba a sus amigos y familiares a mis cumpleaños, porque genuinamente me caían bien y les tenía cariño.

Pero todo cambió cuando me separé. Ahí me quedé, como se dice popularmente, botella. Todos tiraron para el lado de mi ex marido, lo que pareciera obvio y casi natural, pero yo ingenuamente pensé que me querían no sólo por ser la mujer de…. sino que por ser yo. Grave error. Y la pasé bien mal, me sentí bien sola.

Supongo que inconcientemente decreté que a mí nunca más me volvería a pasar semejante cosa. Que prefería que ningún amigo o familiar de alguna pareja de turno me quisiera, antes que tener que encariñarme de nuevo, para de nuevo ser “exiliada”, como si tuviera la peste bubónica.

Creo que ahí se originó mi pánico a “compartir” la vida de una pareja mía. Me generó bastantes problemas con una ex pareja que quería (seguramente porque me amaba) a toda costa que conociera a su mejor amigo y su familia en pleno. Finalmente lo hice, pero no con la cara llena de risa precisamente. Después evité casi a toda costa involucrarme demasiado con sus amistades, aún cuando me caían bien. Incluso cometí el error en esa relación de marginarme de ir a lugares que a él le gustaban… todo por este miedo.

Pero la vida es muy, pero muy sabia, y sabe cómo darte lecciones. De hecho, creo que de otra forma no habría entendido. Luego me enamoré de M, perdidamente, como las lesas, dirían algunos. Sí, así tal cual. Para graficar el tema de manera casi infantil (pero para que se entienda bien), yo habría compartido el único sándwich del mundo con él, aún sabiendo que no comería nunca más.

Yo quise que conociera a todas las personas que quería, yo quería que fuera conmigo a todos los lugares posibles, quería que descubriéramos lugares juntos… pero… la verdad es que con todos sus rollos, habremos ido a un par de lugares juntos y habrá conocido a un par de personas de mi mundo. Yo…. NUNCA conocí a nadie del suyo. Haya sido o no por temas siquiátricos, esa es la verdad y no hay excusa válida para adornar ese hecho. Él nunca quiso compartir conmigo su vida completa y vaya que eso duele (hasta hoy)… fue así que aprendí esa tremenda lección.

Una lección de vida con la que llegué a mi relación con N. Y aún con miedo al tema social, a lo de encariñarme con el resto, yo he decidido compartir. Me da susto jajaja, no me hago la valiente ni nada, pero al final del día, lo hago por él y por nosotros.

Hasta ahora me he llevado tremendas sorpresas, como el hecho de sentirme cómoda, de pasarlo bien de manera genuina, no sólo para la foto. Ok, en las horas previas del encuentro con el resto de su mundo, como que me dan ganitas de salir arrancando, pero cuando eso pasa, me visualizo encadenada a una silla jaajaja (no estoy bromeando) y da excelentes resultados. Porque después digo “menos mal que me quedé”.

Dicho fenómeno no sólo se da por un tema de voluntad mío. Eso es sólo el 50% de la pega, el otro 50% lo pone él. Porque él me hace partícipe de su vida, me invita a compartir y a no tener miedo. Y se preocupa de que yo esté bien, cómoda. ¿Pueden creerlo? Como que me emociona hasta al escribirlo. Porque este hombre no tiene miedo. A veces lo miro como si él viniera de otro planeta. ¿Un hombre sin miedo a querer? Bueno… algo habrá hecho bien entonces….

Compartir el mundo es una cosa y otra cosa es compartir el corazón. Y es justamente en ese proceso inicial en el que me encuentro ahora con él. Años de estar anclada a amores poco sanos donde yo era más bien una mamá más que una pareja, hacen que me angustie. Y lo tengo súper claro y lo tengo súper identificado, esa cosa en la garganta rara que se me instala cuando me voy dando cuenta que ¡Hey estoy en una relación real! con futuro!!!!! Con alguien al que no tengo que acunar, ni socorrer sino que tan sólo apoyar como lo haría cualquier pareja.

Es justamente cuando comienza ese proceso de entrega real, de mirar al otro como con corazoncitos a los lados jajjajaa tipo mono chino, a mí me entra el susto. El miedo a entregarme y después ¡paf! Llevarme una mala sorpresa, pero ya siendo muy tarde para retroceder. Son años de experiencia en cosas del amor como para no identificar lo que me pasa.

Pero los años no pasan en vano, afortunadamente. Sé que en estas cosas, uno puede tantear un rato el terreno, pero una vez hecho eso, y luego de tener una idea más o menos clara de para dónde va la cosa, no queda otra cosa que confiar (y encomendarse a Dios jajaja, obvio). Esto es casi como un acto de fe. Como cuando la gente juega a tirarse de espalda y esperar que el otro esté ahí para sostenerte. En el pasado he terminado algunas veces boca arriba, plantada en el suelo. Pero…. el corazón o por lo menos mi corazón, siempre pide ¡otra oportunidad!

La verdad es que por ahora, no tengo por qué negarme a eso. No tengo ni un argumento para cuestionarlo, así es que ahí voy, hacia esa nueva oportunidad, hoy, con una mejor visión….

sábado, 7 de abril de 2012

El sexómetro


El sexo es importante en una relación de pareja. Creo que da lo mismo la frecuencia, lo que importa (según mi visión) es la calidad y es la capacidad de ambos de sentirse cómodas y satisfechas en los encuentros.

Supongo que esta ola de “exitismo” que guía nuestra vida en todos sus ámbitos, hace que nos comencemos a obsesionar por contar cuántas veces tiramos a la semana o al mes para luego comprobar, generalmente con horror, que estamos muy por debajo de la media o de lo que indican las encuestas o estudios.

Pero la verdad es que nunca hay que hacerle mucho caso a los números, ya que cuando se trata de preguntarle a alguien si está contento o contenta con su vida en la cama o sobre cuán activa es su vida sexual, la mayoría de las personas (hombres y mujeres) mienten. Es como lo que pasa con los sueldos, típico que la mayoría se suman varios ceros para no parecer menos y aparentar, en el sexo pasa algo similar.

Debo confesar que hubo un momento de mi vida en que sobredimensioné la importancia del sexo en una relación. Creo que fue porque venía traumada de la falta de sexo de una relación pasada y cómo ésta no resultó, supuse que el buen sexo era la solución a todos los problemas de a dos, que todo podía resolverse si había entendimiento en la cama, pero con el tiempo, me fui dando cuenta que si bien el sexo es importante, no es lo más importante o por lo menos no debiese serlo.

Porque aunque una pueda hacerse todas las posturas del kamasutra con alguien y tener multiorgasmos, cuando se carecen de otros condimentos fundamentales en una relación como lo son la generosidad, la confianza, el compañerismo y el amor, el sexo no sirve casi de nada.

Ahora, no quieres decir que me haya dejado de gustar ¡nada que ver! Me sigue gustando igual que siempre, pero ahora me lo tomo de otra forma. No todo gira en torno al sexo, ya no es para mí el eje central, sino que un aspecto más de la relación. Y de pronto toman más fuerza, cosas más cotidianas, como sentarme con mi pareja a comer algo y hablar con él por horas y horas, compartir momentos, crear recuerdos, reírnos de leseras, sentir que va a estar cuando yo lo necesite, sentirme tranquila porque lo que hay hoy no va a cambiar de sopetón mañana por un cambio de ánimo repentino o producto de un desbalance de algún químico en el cerebro. Esa onda…

Hoy privilegio otras cosas, aquellas que están fuera de la cama, como una palabra linda y sorpresiva, como una actitud valiente del otro y propia también. Como el hecho de admirar a la persona con la que estoy, y sentir que estamos en la misma frecuencia en momentos similares. El buen sexo se deriva de todo esto y el hecho de no basar una relación en lo que uno obtiene y siente en la cama, hace que todo sea más sólido.

Con esto, no estoy diciendo que mi anterior relación estaba basada en el sexo, pero sí creo que cometimos el error de llenar varios espacios con la cama, especialmente en un inicio. Quizás debimos habernos empeñado más en construir con esa misma pasión y fuerza un nosotros más fuerte…

Pero… así se aprenden las grandes lecciones, cometiendo errores o más bien desaciertos. Y en este nuevo viaje, llevo una gran mochila de puras lecciones que pretendo aplicar de la mejor manera posible.

lunes, 2 de abril de 2012

Un nuevo comienzo ¡reseteo!



Siempre me han gustado los inicios de las relaciones. Además, tengo la teoría (siempre teorizando, lo sé) que es en esos primeros días, semanas o meses una puede sacar una clara conclusión o más bien una foto panorámica fidedigna (hay más objetivismo) de para dónde va la relación y más o menos cómo será o sus posibles problemáticas y puntos fuertes. Después uno se enamora o las cosas se intensifican a tal punto que uno tiende a volverse ciega o más bien, una termina viendo tan sólo lo que uno quiere ver.

Por lo mismo, creo que el inicio de una relación es el mejor momento para poner las cosas en una balanza y avanzar o dar un paso al costado.

Y yo… hace poco que he comenzando una nueva relación con alguien a quien quiero hace años y que la vida, con sus hilos misteriosos, hizo que un día nos miráramos y nos encontráramos parados en el mismo lugar. Vale decir, queriendo y deseando cosas similares y en momentos semejantes. “Timing is everything”, dicen los gringos y por Dios que es cierto, y por Dios que eso es un tremendo empujón para iniciar un camino junto a otra persona y por Dios que es una tremenda piedra en el camino cuando no es así.

Cuando los momentos son dispares, cuando uno está en el camino A y el otro en el B, cuando uno está soñando con el auto último modelo y la otra persona está soñando con casarse….. por mucho amor que haya, es muy difícil que esa relación llegue a alguna parte. La palabra misma lo dice: pareja. Es decir, PAREJA, uno frente al otro y no delante ni atrás del otro.

N (esta es su inicial, y da la coincidencia que justo es la letra que viene después de M… todo calza xD) es un hombre a quien admiro y del cual aprendo algo prácticamente todos los días. Un hombre con un tremendo corazón, con iniciativa, con ganas de vivir, con sueños, deseos.

Un compañero que en vez de contagiarme de dudas y miedo, me toma de la mano y me dice “ya córtala, vamos”. Un hombre que me motiva a ser mejor persona y avanzar sin mirar para atrás. Un hombre que me incluye en su mundo y que está feliz que yo lo incluya en el mío… no tiene miedo…. No tiene miedo!!!!!! Y yo a veces lo quedo mirando como si fuera un marciano.

Porque hay que decirlo, en este mundo ya casi no quedan corazones sin miedo. Todos andamos por la vida con las heridas a sangre viva y en el mejor de los casos, con el corazón parchado. Pero, por alguna razón que aún no comprendo, él no tiene miedo. Y eso hace que yo, también deje de andar de cobarde y me la juegue, que me olvide de lo que me pasó o de lo que podría pasar.

El amor es ahora, y no existe más que el presente. El pasado ya fue y el futuro aún no existe. Eso es lo que siempre me repito cada vez que empiezo a perderme en pensamientos apocalípticos.

Del pasado, el más reciente, (yo y mi famoso M) que fue protagonista de tantas entradas de este blog, penas y alegrías personales, extraigo lo mejor. Me enseñó tantas cosas, cosas del amor, cosas de mí. Y aún cuando todo haya terminado, siempre habrá un lugar en mi corazón para él. Pero, él es pasado y es ahí donde debe quedarse para que yo pueda construir.

El amor es un sentimiento bien loco igual… y eso un tremendo alivio saberlo :)

domingo, 1 de abril de 2012

Amor y desamor en las redes sociales


Aún cuando este tema haya sido archi abordado, estudiado y analizado, nunca antes le había tomado el peso hasta que tuve que vivirlo en primera persona.

Las redes sociales – todas incluyendo este mismo blog – son a mi parecer, un arma de doble filo. Por un lado, una maravilla que te permiten conectarte desde la distancia con el resto del mundo, amigos, amores, familiares y que además tienen
la gracia de que te permiten tener información prácticamente al momento que algo acontece, ganándole así por goleada a los medios tradicionales.

Pero por otro lado, un arma que la carga el diablo cuando se barajan sentimientos relacionados con el amor. Porque si las relaciones amorosas ya eran complejas y medias complicadas antes de Facebook y o Twitter, con la incorporación de estas dos redes sociales, este tipo de interacciones amorosas agregan un condimento algo cuestionable y difuso: la exposición sin fronteras ni límites.

Supongo que pienso así porque sinceramente creo que hay cosas que uno NO quisiera saber después de que se termina una relación. ¿Me aporta en algo el saber que un ex mío ande con tal o cual fulanita? ¿Me aporta en algo saber que me pela públicamente? ¿Me aporta en algo el enterarme que de un sopetón cambió su estado sentimental? Yo creo que no.

Y para las o los ex sicóticas y sicóticos, las redes sociales se convierten en una droga tan poderosa como la heroína…. El saber lo que el otro está haciendo, pensando, sintiendo etc etc etc se transforma en algo tan cotidiano como revisar el correo. Antes, cuando las relaciones se terminaban, con suerte al mes una se enteraba por algún conocido copuchento que el sujeto ya andaba consolándose en otras partes. Pero ahora no, se sabe altiro.

Y también están los casos de bloqueo masivo, a veces hasta sin explicación alguna. De pronto un sentimiento o una relación que se suponía importante, se desecha fácilmente con un “Eliminar”, “Bloquear” y ¡listo! ¡fuera de tu vida! Es sin duda, la era de las relaciones desechables, pero hay gente que se pasa… Antes – y no me importa sonar como abuelita – si una no quería saber más de un sujeto insistente – uno contestaba el llamado y muy mujercita una le decía “por favor, no me llames más, gracias”. Pero ahora, no, ahora es cosa de apretar un botón o hacer un clic. Total, si te arrepientes, después haces el mismo ejercicio en reversa, desbloquear, volver a agregar etc.

En el caso contrario, es decir, en el inicio de una relación, pasa otro fenómeno en las redes sociales que a mi me parece de alto impacto. Es cosa de cambiar el estado neutral o de “soltera” al de “en un relación” en Facebook para que de pronto, te conviertas en la noticia del día. Y para qué decir si colocas a la persona con la que tienes la relación. Claramente el Mouse se dirige de manera ipso facto a revisar el perfil y las fotos de la otra persona. Y vienen los comentarios, algunos maliciosos, otros en buena onda, y en fin… tu vida amorosa queda expuesta como panfleto publicitario.

Debajo de todo este fenómeno social, del cual yo también soy parte, siento que hay una necesidad tremenda de contarle al mundo que uno existe, que uno siente, que uno ama, que uno piensa y opina. Hay una necesidad también de gritarle al mundo los éxitos y la felicidad propia, quizás como una forma de buscar aceptación del resto.

Tiene su parte bella también, o sea el que un hombre, le diga al mundo (literalmente) que está con una y que te encuentra “extraordinaria”, eso no se da todos los días. Pero también hay que tener ojo con darle una llave al mundo para que opine sobre algo que es en verdad íntimo. Aunque… ahora que me pongo a pensar, y ahora que soy parte de todo esto, en realidad la gente comenta igual con o sin permiso xD. Así es que ¡qué mas da! :)